Sin duda es la protagonista de esta película; Spielberg sumerge su cámara en cada batalla que acontece y nos retrata con extrema crudeza y sinceridad la monstruosidad de la guerra; todo gracias a unas perspectivas que hacen que tengamos una sensación de cercanía con los protagonistas tal, que casi nos vemos también obligados a esquivar instintivamente las balas; sensación que, para los que tuvimos la oportunidad de verla en el cine, se veía apoyada por un sonido de una calidad y detalle increíble.

Esto es para mí, sin duda, lo mejor de las muchas cosas buenas de esta cinta, el cómo está filmada, en cómo esa cámara nerviosa y rápida que se desenvuelve con soltura y precisión en una batalla, puede transformarse en una cámara contemplativa y ser capaz de ofrecernos una fotografía genial y bella.

Además de todo lo anterior, podemos sumarle un reparto completísimo, y un guión que, salvo un ligero desliz que tiene en el epílogo, tiene una solidez digna de completar lo que es, en mi opinión, una de las películas bélicas más redondas de la historia del cine; e incluso podría quitar la palabra bélica y dejarla simplemente en "una de las películas más redondas de la historia del cíne" e intuir, que quizá muchos me diesen la razón.

Lo dicho, bien filmada, cuidada hasta un nivel de detalle poco visto, buenos actores, un buen guión, momentos memorables, cruda, sobrecogedora y genial. Todo son halagos, sí, pero no le pongo un diez. Un epílogo en exceso blandengue y con toque patriota me lo impide.

De todas formas, ineludible. Si tienen tres horas para dedicarle al buen cine, disfrútenla. Especialmente recomendada para quitar las ganas de guerra a más de uno.

Maldita tarde la de este día... cómo se arrastra el tiempo y de qué forma se dilatan los minutos; seguro que ahí afuera las cosas están sucediendo más rápido, pero entre estas cuatro paredes celestes el tiempo no mide lo mismo, es imposible. Supongo que cuando la soledad forzosa es la única que te acompaña, los días pasan así, regodeándose en su parsimonia...

Hace frío; apenas sé si en la calle luce el sol o las nubes ocultan su luz, pero la verdad es que poco me importa, necesito distraer mi ansiedad y templar mis nervios, es difícil pasar toda una semana esperando a su quinto día, y más aún cuando las horas pasan así, sigilosas. ¡¡Oh, cine!! acógeme otra vez en tu regazo... Apago las luces y empieza el opening; no hay música, solo se ven los acostumbrados rótulos de las cintas de Allen sobre un fondo negro, pero esta vez sucediéndose en un silencio que predispone mi ánimo y despierta mi curiosidad. Llegan los primeros planos, parecen los interiores de una casa mínimamente decorada; ventanas... al otro lado del cristal se rompe el mar. La mano de una mujer y su rostro se acercan a la frontera de vidrio; la chica parece recordar algo, algún pensamiento melancólico se atisba en su gesto; me pregunto en qué piensa...

Pasan los minutos, que siguen muriendo lentos, y a medida que expiran me voy dando cuenta en qué pensaba aquella mujer que se acercó a los cristales; pensaba en su familia, en sus hermanas; quizás recordaba el momento en el que su padre decidió separarse temporalmente de su madre en aras de experimentar una nueva vida, o quizás pensaba en su marido, o en ella misma... cualquier cosa que hubiese ocurrido bajo aquel techo podía asaltarle el pensamiento... Recuerdos encerrados bajo cinco muros; paredes, puertas y cristales; testigos silenciosos de todo lo que acontece en una familia, ellos son los observadores que no juzgan, los interiores... aunque una simple pared solo sea para la mayoría de nosotros una mera excusa para expresarnos decorándola... ¿Quiénes creen de verdad en eso de que ellas también oyen y ven?.

Pues tienen más historias para contar de las qué creemos, y yo acabo de enterarme con pelos y señales de una muy triste; me la han contado casi susurrada, me la han pintado en colores fríos y sobrios, deslizándose a esa velocidad con la que todo parece suceder esta tarde. Y me he emocionado viendo la soledad de Eve, observando la nueva ilusión de su ex-marido Arthur, y viendo el conflicto emocional que todo eso provocaba en sus hijas. Y me he aburrido con sus petulantes inquietudes, me he exasperado viendo cómo se ahogaban en vasos de agua y obviaban lo verdaderamente importante... Será que no soy el perfecto fisgón, y que al no ser un frío muro me estremezco y me asusto ante la triste soledad que he visto en la cara de Geraldine Page, empañándose todo lo demás; o será que todo ocurre hoy tan despacio que no puedo concentrarme en nada... maldita tarde la de este día...

Eso es justamente lo que pedía desde que me enteré hace meses del estreno de la cuarta parte de la saga de la jungla de cristal. ¿Otra de McClane?, pues perfecto, me la apunto...

Y una vez situado en el asiento del cine se asiste a un espectáculo trepidante de acción pura y dura, en la que la cámara siempre filma todo de una forma dinámica y ágilmente, y en la que tendremos muy poco tiempo para el respiro. La trama sobre terrorismo informático es tremendamente tramposa y está muy tratada por encima (un PC tampoco es todopoderoso por mucho hacker que se tenga a sus mandos); pero es que además, se podría pensar que luchar contra un enemigo tan poco tangible invitaba a descafeinar los asuntos relacionados directamente con la acción... pues nada más lejos; los que hayan ido a buscar lo que en el título de esta crítica, disfrutarán con una sonrisa permanente ante el continuo derroche de acción, chulería, tiros, persecuciones y un largo etcétera que siempre se traduce en pura adrenalina.

La acción es cada vez es más exagerada y hay unas cuatro escenas realmente impresionantes; John McClane es un personaje que aún estando un poco cambiado, me lo sigo creyendo (cosa difícil de encontrar en una peli de acción), y las perlitas verbales que nos brinda, como siempre, no dan lugar a metáforas ni a sermones sin sentido. Vamos, que sigue siendo el mismo temerario chulesco "resignado" ante lo que se le viene encima.

En fin; Back to the 90´s podría decirse. He vuelto a disfrutar como el primer día con esta saga, placer que hacía ya demasiado tiempo que no me daba ninguna peli de este manoseado género. Todo un 7 le doy... sí, un siete. Porque no sales del cine con la, cada vez más, habitual sensación de timo; y porque las dos horas y algo que dura se hacen cortas.

No busquen los tres pies al gato y disfrútenla.

Imagínate que, el día menos esperado, alguien a quien conoces se presenta en tu casa con una amplia sonrisa en la boca y una enorme y maravillosa caja envuelta en un hermosísimo papel de regalo en las manos.

Imagínate que, colmado por la felicidad que promete el resplandeciente envoltorio, le dejas entrar, le ofreces algo de beber, le das las gracias con antelación, le dices que no hacía falta, que no tenía por qué regalarte nada, que tú con unas palabras suyas, o con su sola presencia ya quedarías satisfecho... Luego conversáis; esa persona te cuenta, entre otras cosas, de una tacada, todos sus últimos fracasos amorosos, pero tú lo escuchas con atención, el papel que envuelve la caja que te ha traído te ha predispuesto a sentirte así de bien... además, qué coño... tenías muchas ganas de verle, su cansina retahíla te cansaría otras veces, pero esa tarde no, esa tarde hay una caja esperando en la mesa.

Pues bien, imagínate que, una vez acaba la conversación, una vez que decides abrir la bonita caja y te cuidas de hacerlo con una cuidada delicadeza, sólo encuentras en su interior más papel de regalo. ¿Cómo crees que reaccionarías?.

¿Cómo vas a reaccionar cuando veas 2046?.

Taxidermia es ante todo un festín de imágenes escatológicas, una descarada apología de la imagen como excusa para conseguir la polémica y el asco; esa es la primera conclusión que acierto a vislumbrar en medio del K.O. mental al que me he visto sometido después de semejante experiencia visual; porque ése es el punto fuerte y la protagonista de Taxidermia, la imagen... una imagen directa, con fuerza, instintiva, casi animal; pero también de una cuidada fotografía que no tiene ningún tipo de reparos a la hora de mostrar detalles de discutible "gusto visual".

La esencia de esta película va muy unida a la imagen; y aquí la esencia no es otra que la piel, las entrañas, los fluidos, lo carnal... esos aspectos tan instintivos en los que poco reparamos conscientemente, pero que residen en nosotros como los animales que somos.

Y es que no podemos engañarnos, por muy humanos que nos autoproclamemos somos fruto de la naturaleza, y en nuestro instinto llevamos la meta de reproducirnos, todos buscamos aunque sea inconscientemente dejar nuestra simiente como cualquier ser vivo irracional. "El mundo gira alrededor de los coños..."; es lo que se nos dice al principio de la película, y es el permanente mensaje que reluce en esta cinta de György Pálfi. Ya el mundo puede estar en las circunstancias que sea, tu vida estar en el contexto que haga falta, que da igual... la mayoría nacemos, hacemos y vivimos por y para el coño.

Eso es en mi opinión Taxidermia; una teoría que para muchos resulta incómoda por su mensaje, y que se torna en una bofetada aún más incomoda por valerse de unos recursos narrativos y visuales que tienden al uso por principio de la metáfora agresiva, visceral, y casi surrealista... creo que esa definición es la que más se le acerca de todas las que se me ocurren ahora mismo, la de ser una metáfora interesante en su concepto, pero torpe a la hora de expresarse.

Ni es fácil de ver, ni es una obra maestra; es simplemente una experiencia que se vale de su apología del asco para aturdirnos y removernos. ¿Diferente?, sí... y quizás única. Pero no es una película buena; se queda en curiosa y atrevida, pues sus mismas virtudes le estorban, y le hacen perder el rumbo entre tanto regodearse en la mierda. Le dejo un 4 de nota.

Disfrútenla.