Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid, Jaca
Críticas de jaly
Críticas 779
Críticas ordenadas por utilidad
9
8 de abril de 2009
77 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stingo, el joven protagonista de La Decisión de Sophie, somos todos nosotros. Espectadores impávidos a los despropósitos del mundo, horrorizados por la capacidad de hacer el mal del ser humano, pero demasiado asustados y pequeños para poder intervenir. Stingo asiste a la revelación de Sophie, una joven polaca que vive una tormentosa relación con un estadounidense, Nathan, que la salvó cuando llegó al nuevo mundo después de la Segunda Guerra Mundial. Y en el pasado de Sophie, tanto Stingo como nosotros, atisbamos como se puede herir de por vida el alma de un ser, cómo podemos utilizar tanto nuestra mezquindad para hacer que, entre otras cosas, una madre tenga que elegir entre dos hijos.

Porque el Siglo XX nos pertenece a todos, y todos hemos hecho de él que en incontables eones de tiempo sea el más sanguinario de todos, justo cuando creíamos que los valores sociales y morales de la raza humana se desarrollaban para un bien común. Pero es innegable que en ese siglo, que se abrió con una matanza ideológica (la Revolución Rusa) y se cerró con otra (la caída de las Torres Gemelas) ha creado tantas muertes y traumas que nos cuestionemos nuestro gentilicio de “Raza Superior”. La historia de La Decisión de Sophie pudo pasar, y los dolores de personas como ella sin duda fueron sufridos.

La película, injustamente olvidada a día de hoy, es un potente y desgarrador retrato del nazismo, pionera en la utilización de la vertiente humana de la historia, y una de las mejores películas de Pakula, que cuenta su historia de un modo clásico e innovador para entonces (los flashbacks), y consigue hacer fluida y emotiva la excelente y densa prosa de William Styron en la novela. Combina los dos tiempos narrativos con precisión, el “alegre” devenir de los protagonistas en Nueva York; y el gris pasado de Sophie en Auschwitz, con un diseño de producción tan bueno que casi se puede oler el humo de los crematorios.

Kevin Kline da un fascinante ejercicio de interpretación en su primera película como el desequilibrado Nathan. Y Merl Streep. Si ella fue lo que fue, es lo que es, y será lo que será para el mundo del cine es en gran parte por esta película. Más allá de cuestiones técnicas como el uso de la voz en cuanto a los idiomas que habla, o la vista de su mellado cuerpo, su interpretación en en el filme va más allá de lo calificable. Su Sophie es uno de los mayores y mejores personajes que nos ha dado el séptimo arte, ya que casi nunca se ha visto una comprensión tan total, desde las entrañas hasta el último cabello, de un personaje. Todos los planos de La decisión de Sophie en que ella aparece están cargados de una tensión y una vida que no se pueden calificar sólo como cine. La estructura de Sophie como muñeca rusa emocional que va abriéndose a lo largo de la trama y nos deja atisbar los episodios de una vida marcada por la tragedia, son servidos por una actriz perfecta y envidiable, que con está película define para siempre lo que significa ser actor.
jaly
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
23 de octubre de 2007
94 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
El caso de Alien 3 es el más complejo de la saga, así como probablemente el resultado sea la película más complicada de la misma.
La opción de dar riendas de un proyecto de estas características casi una década después del boom de Aliens el Regeso, a un efectista y excelente director de videoclips conocido por su fuerte personalidad que además debutaba en el cine, siempre me ha parecido valiente, pero también temeraria. Me desconcierta aún más que tras hacerla el estudio empezase a imponer las típicas restricciones artísticas tras haber tomado a Fincher como elección. El resultado fue una batalla campal entre ambas partes, la más fallida pero aún así interesantísima película de la saga, y el comienzo de uno de los mejores realizadores del Hollywood moderno.
La opción de Fincher no es fácil, menos tras su predecesora. Situar a Ripley en una remota cárcel de reclusos peligrosos a un paso del fanatismo religioso, tras haberse cargado de golpe y plumazo a tres de los personajes más carismáticos de Cameron. Además ahora sólo hay una criatura, lo que añade misterio pero no espectacularidad. Y por si fuera poco el diseño de la misma es diferente. Toma ya.
En Alien 3 hay que dejarse llevar. Si lo haces descubres una excelente película de intriga psicológica y de personajes en circunstancias extremas, en si mismos y en situación. Poco hay de los otros Aliens (más aún por los discretos efectos especiales). Pero precisamente los mejores momentos de Alien 3 son aquellos en los que el director (en especial en el montaje que se hizo tras su estreno) habla realmente de lo que quería hablar, una profunda y teológica reflexión del bien y el mal, del clásico enfrentamiento de agua contra fuego, la plausible figura del demonio contra la abstracta de diós, los fundamentos de la fe en los casos más extremos… todo ello culminado con una provocación en toda regla: la autoinmolación de la heroína por extinguir un mal que no solo crece fuera de sí para desgracia de los avariciosos humanos, sino también en su ser.
Es sin embargo este uno de los mejores momentos de la imaginería Alien, que no sería lo que es, sin lugar a dudas, sin de nuevo la excepcional presencia de Sigourney Weaver, que en esta entrega aporta la fragilidad de un personaje que ya sabe su destino, pero se enfrenta a él con fuerza. En pantalla vemos como esa desesperanza y la muerte crece en su pecho hasta llegar a elegir que hacer con el poco tiempo que se le ha dado. Excepcional.
jaly
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
15 de septiembre de 2015
74 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una y muy sencilla razón por la que merece la pena hablar de Southpaw. Si esa razón no existiera, esta enésima película de boxeo y redención podría pasar desapercibida entre tantas y similares historias que nunca alcanzarán, jamás, ese vuelo épico y poético que tenía la gran obra maestra del género (Toro Salvaje), a la que tantas otras han intentado acercarse (Million Dollar Baby, The Fighter, Ali…).

Esa razón, sin la cual Southpaw probablemente no merecería la pena, no es su director, Antoine Fuqua, que siendo un director funcional, no destaca en su carrera por un enfoque especialmente original o novedoso en sus historias (la más destacada es Training Day, y en su currículo cuenta con cintas tan rutinarias como Olympus has fallen, El Rey Arturo, Lágrimas del Sol).

Inicialmente prevista como un vehículo al servicio de Eminem (del que se conserva un tema musical que acompaña un soberbio montaje sobre el entrenamiento del protagonista), que funcionase como metáfora del aciago camino personal del rapero; Southpaw encontró en su desarrollo la verdadera razón de ser de su historia: un protagonista que hace creer que nos encontramos ante una buena película.

No quiero decir que Southpaw sea mala, ni mucho menos. Consigue no caer en la sensiblería a pesar de buscar constantemente la redención de su protagonista. Consigue ser entretenida, e incluso emocionante, a sabiendas de que conocemos prácticamente cada giro de su guión desde el gran incidente que ocasiona la trama. Y en los combates de boxeo, Fuqua coloca y mueve la cámara de forma tan eficiente que por momentos consigue situar al espectador en el ring, y resultar impresionante no sólo en la sangre y los golpes, filmados tan bien que parecen reales, sino en una detallada exposición de la técnica del boxeo desde una posición estratégica.

Dicho todo esto, lo que de verdad importa de Southpaw es su protagonista, su personaje, su actor; el genio de Jake Gyllenhaal. Después de interpretaciones tan buenas como las que ha mostrado en los últimos años en End Of Watch, Prisioners, Enemy, y sobre todo, Nightcrawler, este actor, camino de convertirse en uno de los mejores del actual cine americano, retrata aquí a un hombre básico y roto, enamorado (de una Rachel McAdams de la que podría decirse lo mismo que de su compañero: su creación es extraordinaria, y su energía perdura en la película incluso cuando no está en pantalla; además de que True Detective y Spotlight van camino de convertirla en otro esencial del momento) y solo, capaz de cargar con toda la energía trágica de esta historia y de convencernos de que merece la pena verla, capaz de hacernos sentir compasión por una mole de músculos que portan tanto sentimiento, tanto dolor, y tantos detalles que hacen de su interpretación, una verdadera clase de genialidad, fuerza y capacidad de transformación.
jaly
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
26 de diciembre de 2008
84 de 104 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablando con jóvenes de Estados Unidos se revela que Hacia Rutas Salvajes y su protagonista Chris McCandless se ha convertido en hito, Biblia y referencia para muchos de ellos. No deja de resultar curioso que un personaje tan al margen de la ley y la sociedad, con un final tan trágico, tan amoral e incluso egoísta despierte tal fascinación. Pero lo hace, a mí también. Sean Penn adapta el fantástico libro (casi artículo periodístico) del alpinista y periodista Jon Krakauer a la perfección, convirtiendo en hechos dramáticos y cinematográficos lo que en el libro eran notas cortas, declaraciones, pasajes de otros libros y cartas de los propios protagonistas de la historia real de este joven que tras graduarse se marchó sin dinero desde su california natal hasta Alaska, viviendo como un vagabundo y marcando las vidas de todos aquellos con los que se cruzó, trabajó y vivió, por su pasión por la vida en estado puro, en plena naturaleza, alejada de aquellas ideas e inventos creados por los hombres que según él y otros muchos habían acabado con los principios ancestrales del humano: la búsqueda de la paz y la felicidad en los bosques sin senderos, en la orilla solitaria (tan fascinante personaje se asemeja con sus ídolos: Thureau, Byron, Tolstoi, London…). Penn apoya su activa y pasional dirección en un guión sin fisuras que no glorifica a tan complejo personaje, y además se permite hacer una crónica de la América desconocida del mundo: aquellos solitarios que viven al margen de lo que se sabe de América, hippies, vagabundos, aislados, granjeros. Lo caracteriza con una certeza y una humildad encomiables, pero además emociona con una fascinante fotografía de algunos de los pasajes más bellos del mundo y una banda sonora (e idealista) que encaja como un guante. Para el difícil reto de interpretar a Chis, Emilie Hirsh se deja piel y alma y llega a comprenderlo y a hacernos comprender. Su odisea interpretativa alcanza los límites técnicos, físicos, emocionales y transgresores, y los traspasa. Sufrí con verdadera intensidad al verle. Todos los secundarios aprovechan hasta la última gota sus participaciones, están perfectos: Malone, Gay Harden, Hurt, Vaugh, Stewart, Keener y ante todo Holbrook, que da la interpretación más sensible y real en años: lloré con absoluta sinceridad al verle.
Todos ellos dan vida a unas personas por cuyas vidas cruzó un joven, un idealista, un temerario, alguien de principios, un soñador, un alma libre, atrapada, que no sabe escapar.
jaly
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
25 de septiembre de 2016
142 de 223 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no parece existir una constante de género o temáticas comunes entre las películas de Dennis Villeneuve, si se ha establecido definitivamente, más allá del estilo o el tono, el denominador común de su cine: los solitarios. Todos sus protagonistas son solitarios patológicos, o empujados por las circunstancias, o por las características de su profesión.

La solitaria de Arrival es una extraordinaria Amy Adams, una prestigiosa lingüista traumatizada por la pérdida de su hija, a la que se le encarga una poderosa misión: la de conseguir establecer contacto, llegar a comprender o hacerse entender, con los tripulantes (alienigenas) de una de las 12 naves que aparecen de pronto a lo largo de la tierra.

Con este sencillo argumento, Villeneuve y el guionista Eric Heisserer, construyen un apasionante relato sobre la importancia de la comunicación y sus matices; nunca había pensado que una historia sobre la lingüística podría convertirse en algo tan emocionante. Porque Arrival no tiene nada que ver con cualquiera de las anteriores invasiones alienigenas que ha dado el cine, principalmente por una razón: es muy probable que si dicha invasión tuviera lugar, las cosas se parecieran bastante a lo que cuenta Arrival. De ahí la curiosa sensación de veracidad que respira la cinta, y el inesperado peso antropológico que alcanza.

Técnicamente, la película es una maravilla. La próxima comparación se va a convertir en un tópico del que vamos a terminar aburridos, pero tanto la música Johan Jóhannsson (tremendamente emotiva, pero también sensorial, apegada a los espacios que acompaña), como la fotografía de Bradford Young (rica en texturas y en elecciones muy concretas de la luz, como un guión que subyace entre las palabras), remiten a atmósferas y estilos del cine de Kubrick. Arrival, siendo tremendamente realista, contiene misterio, tensión, incógnitas que no son tramposas, elecciones de estilo que funcionan como dramaturgia en las imágenes.

Y como ya he mencionado, cuenta con una protagonista extraordinaria. No es una novedad ni una sorpresa que Amy Adams haga un gran trabajo. Pero es en lo discreto, lo mesurado, lo sutil, lo que no está dicho; en lo que convierte este trabajo en un personaje memorable. Y esta nueva solitaria del cine de Villeneuve se convierte además en un desgarrador documento sobre el amor de una madre, realizado de forma sofisticada, huyendo del camino facil, hablando de la comunicación y la lingüística como un concepto casi más filosófico que únicamente teórico, manteniendo tensión y vuelo poético sin que lo uno anule a lo otro, y acompañado todo ello de una factura impecable.

Arrival es una maravilla.
jaly
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow