Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Fernando Puertas
<< 1 2 3 4 10 25 >>
Críticas 121
Críticas ordenadas por utilidad
8
1 de mayo de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un pueblo a las afueras de la Varsovia de 1942 vive Stach (Tadeusz Lomnicki), un aprendiz de carpintero que, gracias a su compañero Sekula (Janusz Paluszkiewicz), adquiere conciencia de clase obrera para enfrentarse a los opresores. Además, en la escuela otros compañeros revolucionarios le instan a alistarse en la Guardia Popular. Así lo hace, y será cuando conozca a Dorota (Urszula Modrszynska), de quien se enamora. Ésta le anima para que constituya un grupo de afinidad con sus compañeros (entre los que está un jovencísimo Polanski) mediante el cual cometer atentados. El grupo desarrollará así su actividad revolucionaria en una película en la que se nos muestra que luchar es vivir, y que quien no lucha está muerto.

En Generación de Wajda, la primera que hizo, se deja constancia de lo importante que es hacer la Revolución. Parece mentira que sea el mismo director que en 2007 hizo Katyn, acerca de los oficiales polacos asesinados por el Ejército Soviético. Es también interesante la “clase magistral” que Sekula le da a Stachu acerca de la forma en que el capitalista se apropia del trabajo del obrero, citando a Karl Marx.

Desde la panorámica descriptiva que abre el filme hasta el final, la película, con Alexander Ford como director de arte, nos engancha y no decae en ningún momento. Era la primera película que veía de Wajda, y ya tengo en mente ver las otras dos que completan su trilogía de la guerra.
Fernando Puertas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
19 de noviembre de 2010
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Johan (Erland Josephson) y Marianne (Liv Ullman) son un matrimonio aparentemente feliz, de clase media-alta y con dos niñas, Karin y Eva. Marianne trabaja como abogada familiar, y presta su ayuda a aquellas parejas que se están separando, de forma que puedan afrontar el divorcio de la manera menos dañina posible para ambos. Lo que no sospecha es que un día tendrá que ser ella la que actúe como paciente de sí misma, pues su relación con Johan empieza a empeorar.
En esta película tan abstracta de Ingmar Bergman, el autor explora los conflictos que se dan en toda relación sentimental, desde los celos hasta las infidelidades, pasando por el aburrimiento sexual. Decimos que se trata de una película abstracta porque está construida prácticamente en su totalidad a base de primeros planos, otorgando así mayor protagonismo al conflicto interno de los personajes, muy influido esto, seguramente, por el también director nórdico Carl Theodor Dreyer. El ser humano sabe mucha física y muchas matemáticas, pero no se conoce a sí mismo, no conoce su alma y su lado más sentimental y emocional, de ahí que las relaciones con nuestras parejas vengan tan cargadas de errores, malentendidos y discusiones. No obstante, una relación es algo más que un matrimonio y una firma en un papel, por lo que hay vida más allá de las rupturas y los divorcios.
La música es ausente, incluso en los títulos de crédito de fondo verde, y la fotografía vuelve a correr a cargo de Sven Nykvist. Muchos califican Secretos de un matrimonio como la obra maestra de Bergman, y sin duda nos encontramos ante un filme maduro y muy bien construido, pero su excesiva densidad la hace a veces un poco pesada.
Fernando Puertas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
3 de julio de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siendo un film de Godard, estamos ante una película en la que importa más el cómo se cuenta que lo que se cuenta. Si Al final de la escapada era rompedora en su forma, en Vivir su vida Godard vuelve a destrozar y a hacer pedazos las convenciones del cine, y mediante una serie de encuadres horribles y planos feísimos nos cuenta una historia dedicada a las películas de serie B. ¿Podríamos imaginarnos una conversación articulada con los personajes de espaldas? Pues Godard en esta película lo hace. ¿Y unos planos que capturan el cogote de los personajes desde un ángulo antiestético? Pues Godard en esta película lo hace. ¿Y unos movimientos de cámara injustificados? Pues Godard en Vivir su vida mueve la cámara cuando le da la gana y porque le da la gana. No obstante, hay que decir en beneficio del rey de la nueva ola, que salta a la vista que son errores de alguien que conoce las reglas del cine a la perfección. Decía Picasso que primero había que conocer las normas para después saltárselas. Pues bien, creo que en este sentido Godard es el Picasso del cine, puesto que él sabe cómo se debe hacer una película, qué normas hay que seguir y qué principios hay que aplicar, pero sencillamente no le da la gana aplicar ningún principio y seguir ninguna norma, haciendo en cine el equivalente de un Picasso en pintura. ¿Para qué vamos a respetar el raccord?
Uno de los mejores elementos del filme es, aparte de la triste música que entra de vez en cuando, la preciosidad de Anna Karina, que fue, por cierto, mujer del propio Godard. Si para la obra representativa de la nouvelle-vague veíamos a una bellísima Jean Seberg, en Vivir su vida Anna Karina es quien nos deja boquiabiertos al mirar a cámara con esos ojazos. No así con su gracia para bailar, por cierto.
Como no podía ser de otra forma en un cinéfilo empedernido como es Godard, los guiños al séptimo arte vuelven a estar presentes, y si en Al final de la escapada veíamos una cartelera que anunciaba la Hiroshima mon amour de Alain Resnais, en Vivir su vida vemos, aparte de una proyección de La Pasión de Juana de Arco de Dreyer (con la que el personaje de Nana guarda cierto paralelismo), la Jules et Jim de su compañero Truffaut. Pura nouvelle-vague.
Fernando Puertas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
8 de mayo de 2010
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Hoyuelos, un pueblo de la Segovia de 1941, llega una función de cine para proyectar Frankenstein, de James Whale. Ana (Ana Torrent) e Isabel (Isabel Tellería) son dos hermanas que acuden a la proyección, quedando Ana marcadísima por la historia. ¿Por qué el monstruo mata a la niña? ¿Por qué luego le matan a él? Isabel le cuenta a su hermana que en el pueblo hay un espíritu similar, que sólo sale por la noche, y que sólo se puede hablar con el “si eres su amiga”.
El espectador asiste a la historia a través de los ojos de Ana, quien se obsesiona con la existencia del monstruo del mismo modo que todos en nuestra infancia nos obsesionamos con algo que, mientras el resto del mundo no le prestaba la más mínima atención, a nosotros no se nos quitaba de la cabeza. Creo que es ahí donde está la belleza de El espíritu de la colmena, en que la infancia está retratada y reflejada de una forma magistral.

La primera vez que vi El espíritu de la colmena no me gustó nada. Me pareció aburrida, lenta y apenas la supe valorar. Ahora, tras haber visto más cine lento de autores como Tarkovski o Bergman, al ver por segunda vez la primera película de Erice, puedo decir que la realización del filme es impecable. Los encuadres son perfectos, y la fotografía es majestuosa (en realidad, la labor de don Luis Cuadrado ya me llamó poderosamente la atención la primera vez que la vi). No obstante, por no sé qué razón, la película no me termina de llegar, y no consigo ver algo que, por lo que parece, todo el mundo logra ver. Y es que cuando a Víctor Erice, con sólo tres largometrajes, se le tiene considerado como un director de culto de los más importantes de la Historia del Cine, por algo será. Presiento que El espíritu de la colmena, y probablemente toda la filmografía de Erice, es una de esas películas que uno va valorando más a medida que la va viendo repetidas veces, y a medida que uno ser forma más y adquiere más conocimientos sobre cine e imagen. Porque lo que está claro es que no nos encontramos con una obra cualquiera.
Fernando Puertas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
14 de marzo de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las obras más interesantes que nos ha brindado el cine español es El cochecito, dirigida por Marco Ferreri y escrita por el siempre magistral Rafael Azcona basándose en su propia novela. El cochecito cuenta la historia de Anselmo (José Isbert), un viejecito encaprichado con comprarse un vehículo para discapacitados como el que tiene su amigo Lucas, razón por la cual se encuentra con la firme oposición de su familia, especialmente la de su hijo Carlos (Pedro Porcel).
El cochecito es una bella película que focaliza la mirada en la vejez, lo cual sirve a sus creadores como excusa para, tal y como siempre supo hacer bien Azcona, realizar un somero análisis de la sociedad española de principios de los 60’, resaltando hasta el esperpento todos y cada uno de sus defectos: la hipocresía, el cinismo, el egoísmo, la preocupación por el qué dirán, la insolidaridad, etc. Aunque de todos es sabido que los ataques más furibundos de Azcona a aquella España se profirieron gracias al combo que formó con el valenciano Luis García Berlanga en obras como Plácido o El verdugo, lo cierto es que esta cinta dirigida por Ferreri tampoco se queda corta cuando de poner a esa sociedad tan pícara de vuelta y media se trata.
Así, Azona y Ferreri nos muestran a través de una comedia amarga la cara más fea de aquella sociedad de espíritu tan empobrecido, discapacitada social y culturalmente, en la que los papeles se invertían y los viejos pasaban de ser hombres sabios a ser niños caprichosos, siendo tratados como tales por sus propios hijos.
De estética neorrealista, El cochecito se asemeja al maestro Berlanga en su realización, mediante la cual el director nos deleita con planos de larga duración en los que los personajes se construyen a sí mismos con una solidez propia de grandes profesionales de la interpretación.
Fernando Puertas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 25 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow