La traducción libre de Slow al castellano podría ser lento, pausado, atrasado, pesado, aburrido…. Y yo me quedo con esta última para adjetivar al oeste que nos presenta Slow west, aunque cualquiera de ellas se le podría aplicar. La película es bastante aburrida, no tiene carisma, ni cumple las expectativas generadas (al menos para mí). Cuenta una historia muy usada que no aporta nada nuevo al desarrollo de la misma. Unos cazadores de recompensas “duros y bragados”, (que más bien parecen salidos de una ópera bufa, porque uno de ellos muere enseñando el culo) que van en busca y captura de un padre y su hija, son abatidos por una veinte añera. Un experto pistolero, (que lo sabe todo) más tierno que el día de la madre, pierde el revólver y la ropa durante una noche de borrachera y tormenta, porque se duerme tan ricamente acampado en un barranco, y la riada los deja en pelotas, a él y al tonto de su acompañante, un mozalbete (eje de la trama) imberbe bobalicón e incauto, pero noblote, al que se la dan con queso a las primeras de cambio y que además nunca aprende (¡increíble!) para luego tener que recorrer las praderas en calzoncillos. La exigua presencia de un ridículo caza recompensas vestido de predicador que apunta pero nunca dispara, (siempre se le pone algún obstáculo por el medio). Y una pulcra casita, con unas ventanas provistas de unos cristales de algo parecido al papel vegetal, que parece amueblada por IKEA, es todo lo que le da un mediocre protagonismo al film. Nada aporta esta insulsa película al género, y ni de lejos, entre otras, se acerca a “Las puertas de cielo” de Cimino, “Valor de ley” (a ninguna de las dos versiones), “Raíces profundas”, “Tombstone”, y ni mucho menos a “Sin perdón”. Y el final, pues eso, todos (todos no, solo algunos) felices, en su casita chiquitita, y comiendo faisán que para eso está cerca la navidad. Solo la salva los paisajes y la buena fotografía. Se puede ver, pero sin esperar grades cosas.

El comienzo de la película, y su desarrollo hasta la mitad, es el convencional y clásico de películas de montañas, con un grupo de chicos y chicas inteligentes bromistas y atrevidos metidos a investigadores, que buscan desentrañar, mientras graban sus peripecias, el enigma de una misteriosa desaparición de otro grupo ocurrido 50 años antes, en un lugar llamado “el paso del diablo”, y que jamás se supo porque ni cómo. Luego, cuando parecen haber dado con el misterio, les ocurren las cosas aterradoras, que se supone le ocurrió al grupo desaparecido. Esta fase de la película está bastante bien conseguida y mantiene al espectador pendiente del final, que por cierto, este sí que es poco convencional, e insólito. Final donde se mezcla el terror y la ciencia ficción sin estridencias de comic. En términos generales, se deja ver.

Buen ejercicio cinematográfico que relata de manera convincente las amargas vicisitudes de un pueblo, Estonia, sojuzgado por Alemania y la Unión Soviética durante la II Guerra mundial donde, enrolados a la fuerza en los ejércitos de ambos ejércitos y obligados por los invasores, tienen que luchar entre sí, hermanos contra hermanos y vecinos contra vecinos. Un drama bélico y humano, escenificado con pulcritud sin los tópicos consabidos de buenos y malos y sin las ínfulas triunfalistas de rigor de héroes magnificados. Los soldados de cada ejército tienen su lado humanitario, y también su resentimiento que les induce a la crueldad; un argumento que es realmente el vértice de donde parte la película. Gran realismo en las escenas bélicas, una buena fotografía, con unos magníficos planos de las batallas y enfrentamientos en las trincheras, una correcta y sobria interpretación de unos actores poco conocidos, que no le quitan protagonismo a un buen guion, y una pulcra dirección sin alharacas de galería comercial. Por poner alguna pega, algún desfase, no muy importante, en determinadas escenas y el final un poco difuso. En resumen, una buena película bélica que merece la pena ver para informarse de algunos capítulos de la II Guerra Mundial poco conocidos; que no todo va a ser el archisabido desembarco en Normandía, El Día más largo, ni la monumental batalla de las Ardenas; películas plagadas de actores de relumbrón, siempre en su “heroico” papel de salvadores de la democracia.

La película empieza bien, decae con el paso de los minutos, y acaba fatal. Es una más de asesinos psicópatas en serie, solo que a este le da por las niñitas ciegas, rarezas de los asesinos, ya ve usted. En este pretendido suspense el típico policía, (Andy García) venido de una gran ciudad, testarudo y listillo, persigue sin descanso a un supuesto psicópata asesino del que sospecha que a lo largo de un tiempo, ha matado a otras víctimas ciegas. Y lo hace reabriendo casos cerrados desde tiempo atrás. Y basándose en teorías descabelladas va dando, nunca mejor dicho, palos de ciego. Asesino que además quiere matar a una testigo, una guapa y pobre cieguita de la que se enamora el poli, (Uma Thurman) para que esta, cosa archisabida, no declare contra él. Lo que provoca que esa obsesión por parte del policía, en su intención, basada en argumentos poco convincentes, de reabrir los casos a los que se les dio carpetazo, le haga tener enfrentamientos con sus compañeros y además la lógica desconfianza de sus superiores. Lo dicho, promete al principio pero enseguida decae fulminantemente y termina sin nada de sustancia. Lo mismo que la desvaída actuación de un insulso y joven Andy García, y de una apática Thurman en su soso papel de cieguita desamparada que bebe los vientos por su policía. Lo único que la salva mínimamente es la breve actuación de un John Malkovich, sólido y carismático como siempre (Lastima que no hubiera sido el protagonista, pero ya se sabe… el cache, es el cache). Y aunque, si no se espera mucho de ella se puede ver, esta película nada aporta al género del que se han realizado buenas películas.

Grandes actores han protagonizado en el cine al vengador solitario, que a pesar de ser una persona con sentimientos, es implacable en su venganza, su sentido personal de la justicia no coincide con las leyes, según él muy permisivas con el asesino, y decide tomarse la justicia por su mano; la venganza es un tema muy explotado en el cine, unas veces con acierto, y otras no tanto. Afortunadamente para el espectador, y para el cine español, Tarde para la ira es una buena película que reúne todos los ingredientes típicos del tema, podría parecer algo tópica, pero solo lo es en el planteamiento, no en la forma ni en su desarrollo, porque está interpretada, extraordinaria Ruth Díaz, con magníficos actores españoles, bien dirigida con sobria profesionalidad carente de concesiones para la galería, que casi siempre poco o nada aportan a las películas, por Raúl Arévalo, que no es Peckinpah pero apunta cerca, y con unos diálogos correctos precisos y realistas, algo de agradecer cuando pululan por ahí diálogos esperpénticos cargados en exceso de argot barriobajero. Y finalmente refleja, con cruda realidad, a la gente rayana en la baja estofa, siempre en sintonía con el delito y la puñalada trapera, donde los chulos ex presidiarios se las dan de duros, y cuando les encañonan con un arma se ensucian en los pantalones de miedo. En fin, una película que no desmerece en absoluto, y en ocasiones supera, a muchas norteamericanas del género interpretadas y dirigidas por gente de renombre. No obstante, no esperen ver mucha violencia gratuita, sin ton ni son, solo tiene la justa y necesaria. Me ha gustado, ya era hora, y la recomiendo, y espero que Raúl Arévalo siga en esa linea superándose.