Es increíble como una película de nazis puede mantenerse como una melosa comedia hasta el final. Nos conquista con su alegría, su optimismo, sus ganas de vivir incluso en momentos tan crueles como la Alemania nazi. De hecho, es la película más optimista que jamás he visto.

Creo que quejicas tendrían que abstenerse de mirarla si quieren continuar conservando la fe en su personalidad.

Creo que el tiempo ha mitificado la película, que aunque es muy buena, no la considero una obra maestra.

Para empezar, la fantástica historia (que debemos a Mary Shelely) se ha visto empeorada, a mi parecer, por las actuaciones algo forzadas de los actores. Además, la construcción de los escenarios me acabó por transmitir un aire algo sintético, de manera que todo el ambiente dantesco se me perdió entre un poco de frivolidad.

Aún así, reconozco el logro de la adaptación, es realmente fiel a la novela y trabaja los personajes con precisión. Y también me gustaría añadir que ninguna de sus descendientes le ha alcanzado ni de lejos.

Soy un amante de Burton y de su época macabra-mona, esos tiempos en los que conseguía que la elegancia del terror nos produjera ternura. Y creo que ésta es la muestra más grande de esa época.

Tenemos a Jack, un genio del terror, llenando el vacío de su corazón probando la delicias de la navidad, y provocando un desastre en el intento. Y lo mejor, lo más interesante, es que sally, la que podríamos llamar "la chica", esa que siempre hay en todas las pelos, no adopta el rol de pánfila que espera y no hace nada más que pedir ayuda. Todo lo contrario, es ella quien se mueve para resolver la situación, es proactiva, un personaje que, aunque claramente marcado por una personalidad maternal, busca y lucha por su independencia y por la solución de los problemas que Jack ha causado, volviéndose imprescindible para la conclusión de la película.

Por otra parte, tenemos la banda sonora, una composición exquisita perfectamente alineada a la estética de cada escena, acorde con la elegancia de Jack, la amoralidad de Oogie Boogie y de las dos ciudades en las que transcurre la acción.

Para acabar, me gustaría proponer que miremos esta película en diferentes etapas de nuestra vida, porque como pasa con el Principito, cada vez podemos darle diferentes lecturas, diferentes profundidades, podemos sentirnos más identificados con un personaje que con otro y crecer un poco más a partir de esta historia tan macabramente hermosa.

Éste es un musical liberador, a través de la carcajada nos hace viajar por un entorno psicodélico e hilarante a la par que inquietante y misterioso. Su canal es la caricatura del típico argumento de una pareja a la que se le avería el coche y tienen que refugiarse en un castillo tenebroso, y lo que encuentran ahí no es nada menos que...

Canciones sin el ceño fruncido, humor incómodo, sutiles críticas a la heteronormatividad y la monogamia (todo bañado en comicidad musical muy gratuita, claro). Es una película que te hace reír a la vez que te inquieta, te deja a cuadros y te obliga a pensar que tu también quieres de lo que se meten los guionistas.

Ademas, todo el mundillo que se ha creado alrededor del largometraje lo convierte en un elemento de la cultura popular imprescindible, no puede faltar en el bolsillo de ninguna persona que pretenda hacer buenas referencias frikis.

Sinceramente, sobran comentarios para alabar a este clásico. Lo digo en serio, sobran, así que en vez de recitarle un poema de amor cortés, me iré a aspectos más concretos que un ojo observador podría notar.

En la película se hace evidente que se enfrenta a dos mundos: el mundo de los "freaks", monstruos deformes que han sido repudiados de la sociedad y actúan como una sola entidad, como una sola mente, y el mundo de los humanos corrientes, que desprecian a los primeros y su individualidad puede llevarles a cometer actos atroces. Hasta aquí nada nuevo, pero propongo que en vez de enfrentar a estos contrarios, pensemos en estos mundos como el contexto para algo más transversal. Me refiero a que esta película pone de manifiesto dos modelos de mujer todavía vigentes en el subconsciente colectivo.

Por un lado está Cleopatra, una atractiva trapecista del circo en el que sucede toda la acción que seduce a Hans, un enano con una gran fortuna, para aprovecharse de él. Nos muestra la cara confabuladora, que actúa por la espalda, con hipocresía y mezquindad para conseguir lo que quiere. Usa su cuerpo como un reclamo y engatusa a el débil e indefenso hombre para su conveniencia.
Y por otro tenemos a Frieda, la compañera enana de Hans, que en todo momento se preocupa por él y le protege tanto como le es posible. Es capaz incluso de renunciar a su felicidad con tal de ver la sonrisa desacomplejada de Hans, se somete sin pensárselo y sin que nadie se lo pida.

Estos dos modelos que la película nos da a cuestionar y reflexionar han estado siempre presentes en nuestra sociedad, y lo interesante es ver por cual acaba decantándose el film. Uno, sale victorioso y hasta podría ponérsele la coletilla "vivió feliz para siempre", mientras que el otro, es castigado con la pena más severa. Es trabajo del espectador juzgar hasta que punto es merecido el resultado de cada modelo, que tienen de bueno y de malo cada uno, y que queda aún de éstos en el cine y sociedad actuales, o si simplemente lo que digo son majaderías propias de un freak de circo. La única manera de hacerlo, será deleitarse con este fantástico clásico!

I accept it, gooble gable!