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Críticas de ferbovi
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
8
6 de agosto de 2012
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hay que creen. Los hay que no creen. Y los hay que dudan. Ridley Scott es de estos últimos. Pese a sus frecuentes declaraciones en contra de la religión (la considera, en todas sus vertientes sin excepción causante de los males universales), el inglés vuelve a sus orígenes cinematográficos, los de la ciencia-ficción, para replantearse ciertos temas. ¡Y qué temas!

Si el género de la ciencia-ficción, planteado y adoptado de forma seria, es puerta hacia lo sobrenatural, las interrogaciones planteadas en "Prometheus" no se quedan atrás. ¿Quién nos creó? ¿De dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? y la ya tan manida ¿Por qué el ser y no la nada?

Las grandes preguntas del hombre, y por ello, las grandes preguntas de la tripulación de la nave enviada a descubrir el origen de la vida. Las tres tipologías son más que patentes: el doctor Holloway no cree en nada que no sea la (para él) todopoderosa ciencia, la familia Vickers ha fundamentado la expedición en un triste caudal de egoísmo y dinero, el capitán Janek se mantiene en constante duda (prefiere quedarse al margen, es más cómodo), y la doctora Shaw, siempre firme en sus preceptos religiosos, que en cualquier caso no se saben cuales son, basados como están en una fe poco, por no decir nada, racional.

Pero el caso es que el filme rezuma profundidad teológica (entiéndase, cuantitativa). Fíjense si no en el propio nombre de la nave y su significado simbólico: Prometeo. Aquel titán, aquel grande protector de la humanidad que intentó elevarla al nivel de los dioses entregándole el fuego del Olimp, y fue condenado por ello. Sacrificado (qué es la religión si no una historia de sacrificio y redención).

¿Y qué les voy a decir de las interpretaciones? Aquí mi objetividad es nula, no me lo tengan en cuenta. Lo mejor del reparto queda desgranado en una fría, magnífica, y con ese punto de atractivo del que nunca podrá prescindir, Charlize Theron, en un perfecto y correctísimo Fassbender en su papel de humanoide David (el único para el que cualquier pregunta es menos que un intento inútil; pero se entiende, no es humano), y en el contrapunto irónico de Idris Elba (que nos deja dos perlas, no les revelo cuales)

La sufriente doctora Shaw, Noomi Rapace, vuelve a ser la protagonista femenina a la que viene acostumbrando la saga y, tendrá que salvar La Tierra una vez más ¿una Virgen María? Ni para este, ni para el resto de interrogantes, Ridley Scott tiene respuestas. Pero por lo menos se pregunta.
ferbovi
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9
28 de diciembre de 2011
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo parece perfectamente normal y ajustado al estándar de una película comercial al uso. Nada parece estrambótico ni extraño. Nada parece especial. Parece… Con un comienzo impactante, repleto de acción contenida y ritmo trepidante, el largometraje de Winding inicia su larga y paulatina escalada de tensión envuelta en la más pura estética de los 80. Los títulos de inicio, la música, la fotografía, los perfectos encuadres… todo papel de regalo con el que envolver una auténtica joya.

La primera hora de esta obra maestra es todo contención. La larga presentación queda al margen de sentimientos y pasiones alocados, la estabilidad es regulada con absoluta genialidad. Ni un solo detalle queda fuera de lugar, el ritmo es perfectamente medido para frenar cualquier intento de romper el calculado equilibrio: diálogos concisos, tomas pulcras, momentos de acción sin exceso de adrenalina, miradas y sonrisas que lo dicen todo sin necesidad de edulcorantes. Lo justo y necesario para contar, con total coherencia y simbiosis completa, el presente de un personaje rodeado por un halo de misterio, de inescrutable pensamiento, de exactitud gestual y firmes decisiones (fabulosa la interpretación de Ryan Gosling), de un conductor cuyos actos hace tiempo traspasaron el límite de lo legal y que, sin embargo, no transmite abiertamente una apariencia amenazante. Todo lo contrario. Su sonrisa, su tranquilidad, su seguridad, su comportamiento simpático y amable. Hasta le creemos enamorado.

Y es en esa relación inconexa de su vida con sus obras, en la excesiva corrección y buenas formas donde percibimos el elemento discordante. Todo está en su lugar, y esa certeza tan palpable y expuesta suscita la sospecha. Winding Refn aprovecha cada momento de oculta desazón para echar una gota más al depósito. A partir de esa primera hora, todo está listo para arrancar.

La velocidad se dispara. Las marchas se suceden y la violencia se encrudece. Los gestos son ahora brutales y desgarradores, sin piedad. Driver desvela ahora su verdadera naturaleza y saca del maletero uno de los más exquisitos antihéroes elaborados por el cine. En una sutil mezcolanza de Taxi Driver y Miami Vice, el escorpión se nos presenta ahora como icono invencible, dueño eterno del asfalto, mientras presenciamos el surgimiento de un mito, de una leyenda.

Drive es la última gran película, el último gran estreno del año. Cinéfilos y amantes del buen cine deben recorrerla para comenzar el nuevo con buen pie.
ferbovi
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8
8 de marzo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
George Clooney vuelve, tras aquel Buenas noches, y buena suerte (2005), a traernos la elegancia de su crítica a la idiosincrasia política estadounidense. Con una sobria y ajustada puesta en escena, el actor y director se pone en la piel de un candidato a las primarias del partido demócrata para ser conducido a la victoria por sus asistentes de campaña. Nada ni nadie se salvan en esta estrategia de poder en el que todo se usa y utiliza, y si es humano mejor. Escapar del sistema y su entramado corrupto, y triunfar limpiamente, es el objetivo de las buenas intenciones demócratas, pero participar en el juego exige “hacer o decir lo que sea por lo que se cree” o, en su defecto, “por ganar”. El utilitarismo está servido; el que no sea capaz de calcular eficientemente el precio político, el que no evalúe con absoluta frialdad ventajas y desventajas, el que no sea capaz de dar la vida de los demás para conservar la suya, ese queda fuera.

El cinismo con el que Los idus de marzo plantea la trama podrá resultar para muchos desmedido, pero para quienes cada día transgreden la ética profesional y humana, su dignidad e integridad, abusar de la confianza popular y traicionar las propias convicciones y las de toda una nación es solo un mero trámite. Omitir la existencia de una moral natural es solo el paso previo para vulnerarla sin prejuicios: “Yo no soy cristiano, tampoco soy ateo. No soy judío, tampoco musulmán. Mi religión, en lo que creo, se llama Constitución de los Estuados Unidos de América”

Un reparto, por lo demás, de lujo. Ryan Gosling, Paul Giamati, Marisa Tomei, P. S. Hoffman, y el propio Clooney entre otros, ponen el broche de oro a un desarrollo argumental medido, que imanta la atención en todo momento, acompañado de las interpretaciones de este fantástico reparto que acierta en todo momento.
ferbovi
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6
6 de enero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco o nada se puede añadir ya a la opinión que nos merece Meryl Streep. Que ha podido a lo largo de su carrera como actriz de cine con cualquier cosa que le echen es ya una obviedad, y que lo siga haciendo con sus muy bien llevados 63 años queda patente con "La Dama de Hierro".

Otra crítica me merece la película en sí. Más allá de Mary Louise no creo adivinar nada que atrape la atención del espectador, salvando tal vez algún que otro momento de confusión bien dirigido. Demasiado ambicioso me parece el proyecto de Phyllida Lloyd, no tanto en cuanto al planteamiento, por otro lado complicadísimo, desbordante, con unos primeros minutos insufribles en los que reina el caos (solo al final parece que el largometraje adquiere cierta unidad), sino por lo complejo de la temática.

Una biografía política y personal, además con tintes íntimos, de un personaje tan relevante y controvertido como lo fue Margaret Thatcher, se le escapa de las manos a cualquier cineasta. Embarcarse en un proyecto fílmico de tal magnitud es abocarlo al fracaso. Cosa distinta habría sido si hubiera quedado en tinta y papel (léase, un libro, formato más ajustado a las exigencias de la baronesa) o una serie. Pero también podría haber quedado en bodrio contante y sonante de no haber sido por la magnífica Streep.

Sostengo que, fundamentalmente, es la dificultad de llevar una vida tan plena a la pantalla la principal equivocación de una película que no suscitará más que indiferencia por el desarrollo y admiración por la actriz protagonista. Prueba de ello es su análogo "Nixon" de Oliver Stone, que pese a todas sus diferencias cinematográficas (no tantas como se podría llegar a pensar en un primer momento), adolece del mismo error de perspectiva.
ferbovi
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8
1 de agosto de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La muerte del western a lo largo de la década de los sesenta es ya por todos conocida. Desde El hombre que mató a Liberty Valance (1962) John Ford daba un vuelco al género y permitía a sus homónimos en la dirección transformar al vaquero tradicional. Peckinpah se desplazaba en busca de novedosos guiones con aventuras diferentes mientras que Leone exageraba los gestos hasta deformarlos.

Dos hombre y un destino (G.R. Hill, 1969) es inevitablemente hijo de su tiempo, por lo que se encuentra dentro de esta metamorfosis del estudio hollywoodiense no solo en cuanto al revólver, sino también en la forma y la estética. Es imposible no ver en este largometraje la huella de los nuevos parámetros que rigen el cine de los sesenta y el primer sello del emergente cine posmoderno.

La exaltación de la anomia (la ausencia de reglas sociales), la búsqueda de nuevos horizontes, el encumbramiento del villano como ejemplo modélico, la relación amorosa de corte relativo y equívoco… Todo ello nos hace remitirnos a películas como El graduado, Easy Rider o Cowboy de medianoche, tan distintas en cuanto a la forma como parecidas por su mensaje. Por no decir de Bonnie & Clyde, que pese a sus diferencias por la justificación del fin por los medios de esta, tiene hasta un mismo final.

Y como acompañamiento la excepcional actuación de Newman y Redford en una absoluta compenetración y una música que brilla por su ausencia. Solo suena cuando debe hacerlo, en el momento preciso nos dedica los acordes necesarios para acompañar y encumbrar la acción y darle la función que se busca. Inolvidable ese Raindrops keep fallin’ on my head (B. J. Thomas) a modo de videoclip, con la magistral actuación de Newman como saltimbanqui y una grabación de luces preciosistas. Esto no hace sino recordarnos de nuevo las películas anteriormente citadas, en las que se presentan temas musicales que pasarán posteriormente a la historia de la música como auténticos clásicos:Sound of Silence (Simon & Garfunkel) en El graduado, Born to be Wild(Sttepenwolf) en Easy Rider, Everybody’s talking (Harry Nilsson) en Cowboy de medianoche.

Pero ¿y si Butch Cassidy siguiera vivo? ¿Y si el western no hubiera muerto? El viaje continúa con Blackthorn en una auténtica joya de la dirección y fotografía españolas en la que las imágenes se palpan, se gustan, se sienten, se huelen y hasta se ven, ensalzadas por una música sutil y perfectamente acoplada al espíritu del film. Pero el camino no tiene fin, no hay destino posible, el mundo del vaquero con todo lo que representa (honor, virtud, solidaridad) no tienen cabida en el nuestro. Cuando el cuerpo desaparece, el espíritu, la leyenda, debe continuar…
ferbovi
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