Lo primero que me llama la atención es que es un documental y que permaneció décadas criando polvo hasta que en 1995 fue donado a la Filmoteca Valenciana. Lo segundo es que está protagonizado, además de por el propio Sanz ¡por autómatas! ¡Y es que la forma en que están hechos, sus mecanismos y la forma tan real en que se mueven estos muñecos es fascinante! ¡Incluso pueden fumar!

Sanz es un ventrílocuo, monologuista y músico. En el documental nos hablan brevemente sobre la vida de Sanz. Muy interesante el plano en el que se ve su nombre "SANZ" estampado varias veces en un globo terráqueo — "un artista que ha recorrido el mundo" — o en el que lo representan como si fuera un mago. Luego nos muestran sus rutinas cómicas que mayormente y para mi sorpresa, salvando algunas diferencias lingüísticas, se han conservado muy bien. Podrían perfectamente ser representadas hoy en día y sería gracioso, lo que no sería tan bien recibido es el brutal racismo en algunos tramos (no es que no haya racismo actualmente en el humor pero es raro verlo de forma tan descarnada). También hay un momento en que, sin venir a cuento, en un cartel se lee algo así como "¡Qué pena que a las mujeres no las podamos manejar como autómatas!" Vamos, dicho rápido y mal, con todo esto, y caracterizando al autómata sindicalista como un inútil y sucio borracho, se ve perfectamente del palo que va el Sanz este. Otro aspecto interesante de la película: reflexionar sobre la función del humor y cómo ha cambiado (o no) con los años.

Otro aspecto que me cautivó fue el gran uso de primeros planos y planos detalle que contiene el film, además de recursos artísticos muy bien traídos. Siendo grabado entre 1917-1918 ya era común el uso de planos más detallados y creativos pero igualmente era algo muy reciente.
Impagable, también, la furgoneta repleta de autómatas dentro de sus sacos. ¡Tal como si se fueran de viaje a la morgue! ¡Qué imagen tan macabra!

Pero, ¡aún hay más! De repente, en el último tramo de la cinta, la película pasa de ser un documental a ser una ficción (¿estaremos hablando del primer, o uno de los primeros, docudramas de la historia del cine?). Un muñeco, cansado de que se le ataque, decide dejar la compañía y volver al pueblo. Este sorprendente tramo es sumamente interesante y divertido, aunque al final lo alargan innecesariamente metiendo imágenes de archivo y es el único momento en el que a la película le falla el ritmo y puede llegar a cansar. ¿Lo hicieron quizás para que la película superase la hora de duración y poderla presentar como un "feature film"? Finalmente, el muñeco se desengaña y vuelve a los brazos de Sanz. Y Sanzseacabó (si se me permite la ingeniosa gracieta).

Para terminar, resumido: sin ser una proeza ni artística, ni técnica, ni argumental, es fácilmente la obra más sólida, extraña, única y fascinante del período silente español (tampoco es que hubiera mucha competencia...)

Un título a reivindicar y a enseñar a todo el mundo. ¡Obras así de extrañas merecen ser salvadas del olvido!