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España España · ciudadano del mundo (palencia)
Críticas de kafka
Críticas 2.400
Críticas ordenadas por utilidad
9
23 de septiembre de 2006
158 de 200 usuarios han encontrado esta crítica útil
Medem viajó hasta Finlandia - hasta el Círculo Polar Ártico - para realizar su cuarto largometraje. La propuesta ahora es una historia de amor geométrico, circular, eterno, íntimo, secreto. Es la historia de Otto y Ana, Ana y Otto (Nimri y Martínez), dos nombres geométricos, que se leen igual hacia adelante y hacia atrás - como Medem -, que han convertido su vida en una sucesión de casualidades y su amor en lo más grande y secreto surgido de ellas. Y la película, narrada, se basa en la casualidad para a dos voces superpuestas y bajo el plano subjetivo de esteos dos amantes capicúas y hermanados, retroceder y avanzar, ir y venir, jugar con el tiempo y el espacio, solapando ensoñación y realidad. Una narración menos críptica, más diáfana, pero igual de compleja que en sus anteriores películas y dónde las metáforas y las imágenes vuelven a ser un elemento fundamental.
Medem hace una propuesta del amor como algo normalmente transitorio pero existente, solo inusualmente geométrico o perfecto (siempre maravillosamente infantil) pero como fruto de la casualidad, de la cual se extrae la eternidad del mismo, desde el preciso, hermosísimo y maravillosamente poético momento en que uno de los amantes se introduce en los ojos del otro. En los ojos vivos, muertos, del otro.
La vida es circular, el destino, la suerte y la muerte también juegan sus bazas en esta única rueda.
Medem recicla sus actores fetiche (solo sobrevive Novo, se incorporan Fele Martínez y, sobre todo, una gran Najwa Nimri) pero sigue en su cine personal, dónde ha creado un universo fascinante y de originalidad, y dónde sigue inquietando por muy interesantes cuestiones filosófico/existenciales que aquí, no obstante, son más asequibles, menos crípticas que en anteriores películas.
Quizás pierda Medem con esta gran película (una nítida y rotunda obra maestra en tres cuartas partes y una de las cimas del cine español de su época) adeptos de su círculo cinéfilo, pero ha ganado, obviamente, público. "Los amantes del círculo polar" no le debe nada a nadie, posee magia, fascinación, magnetismo y atipicidad únicas, resulta una asombrosa obra sobria y asequible siendo un admirable drama complejo. Es un Medem más maduro, completo, seguro y sereno. Pero sigue siendo un Medem osado que se marchó a rodar media película a Finlandia, al Círculo Polar, dónde en las noches de verano no se pone el sol, existe el sol de medianoche; igual que la fría Finlandia es el escenario del calor amoroso: dos hermosas y poéticas contradicciones plenamente emparejadas. Y es un Medem con su propio sentido del humor y sus divagaciones fantástico/oníricas tan llamativas como propias. Es un Medem imprescindible para el desarrollo cualitativo del cine español, un cineasta clave para el futuro, quizás el más atractivo de nuestro cine.
kafka
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9
12 de diciembre de 2005
117 de 133 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con "La vida mancha" llegó la consagración de Urbizu, que ya con "La caja 507" había hecho un estupendo ejercicio de thriller frenético, pero que en esta obra maestra se mete de lleno en los recovecos del drama puro y desnudo, hilvanando a través de un guión perfecto y de unas interpretaciones congeladoras de un Coronado cada día más grande e igual de atractivo y del tesoro hallado de la serena y hermosa Zay Nuba. Hay momentos antológicos, divinos, entre ambos (especialmente la secuencia del afeitado).
Urbizu hace con "La vida mancha" un análisis poético desde la prosa de esta vida que nos marca, que nos mancha, que nos zarandea y aturde, que nos desdobla en un ángel/demonio de ambiguedades e intrigas como ese extraño en la familia que es Coronado.
Vaya guión de Gaztambide. Vaya remanso de cine sereno, sencillo, fabuloso, emocionante sin ninguna estridencia, puro, lacónico y esencial en esos diálogos cotidianos clavados, que me llagan y me llegan. Me identifico con lo que veo, me crezco con lo que siento viendo este trozo de vida manchada, como las auténticas vidas vivas.
P.D: ¿Dónde coño esta la Crítica en este país?; ¿dónde están los Goya?; ¿dónde están los premios?; ¿pura amnesia interesada?. Qué pena. Bravo Urbizu.
kafka
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10
19 de octubre de 2006
105 de 117 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra maestra total y absoluta del cine negro en general y una joya particular del genial Siodmak. Es la adaptación de un relato de Hemingway, que narra la reconstrucción retrospectiva del asesinato del Sueco (Lancaster), un ex-delincuente, a través de sucesivos "flash-backs" y de idas y venidas en las que la información se dosifica magistralmente gracias a un soberbio guión de Veiller y Huston, que nos permite asistir a una obra de extremada técnica, memorable de cabo a rabo (con secuencias antológicas como la del inicio, el atraco a la fábrica de sombreros, la secuencia final), resultando absolutamente irresistible por su magnética y atormentada estética y fotografía de corte expresionista, con un uso maravilloso de los claroscuros y de las sombras, lo que acrecienta sobremanera la fascinación de lo que cuenta realmente, esencia pura de cine negro: es la historia de un perdedor (Lancaster), un boxeador entusiasta y tenaz que se cree ganador en las manipulables y demoníacas manos de una vampiresa fatalísima (Gardner). El hombre entrega su alma a esa mujer y un hombre sin alma es un hombre muerto que deambula, con el alma muerta, con un corazón engañado, al que solo le harían falta dos tiros para confirmar la realidad de esa muerte.
Una película ejemplar, grandemente interpretada, un título de oro en la Historia del Cine, del todo inagotable.
kafka
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9
15 de octubre de 2006
105 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un industrial catalán (Sazatornil) dedicado a la fabricación de porteros automáticos organiza una cacería para aristócratas y ministros del franquismo con el fin de poder extender su mercancía por todo el territorio nacional.
La última gran película de Berlanga y el inicio de la popular trilogía del Marqués de Leguineche y familia completada por "Patrimonio nacional" y "Nacional III".
Se trata de una comedia puramente berlanguiana, esto es, de notable coralidad y riqueza/superposición de personajes y situaciones dónde se combinan el humor escatológico y negro con el esperpento y la sátira.
Es una película en la mejor línea de Berlanga, o sea, resulta una vil y divertidísima radiografía en este caso de los restos del franquismo, con su absurda estratificación de poderes, sus falsas apariencias, su mediocridad latente, sus frustraciones y bajas pasiones, su anormal "normalidad", su amoral moralidad.
Película ácida y certera, satírica y de fluido guión lleno de hallazgos (la afición tan particular del marqués - Luis Escobar - de coleccionar pelos de coño), con esa innata habilidad del maestro valenciano para ser capaz de que todos los personajes, por pequeños que sean, tengan su importancia en la sátira.
Película que todavía hoy denota y delata frescura, sano y subversivo humor, y no deja de ser, en su lectura última, lo que cualquier obra clave de su director: una película pesimista que desnuda el egoísmo de esta sociedad y en la que en medio de tanta coralidad nos estalla en las narices el férreo, absoluto y rotundo personalismo en el que vivimos y por el cual lo mismo que al inolvidable Plácido a este industrial catalán nadie le hace realmente caso ni le ayuda, sino es en beneficio propio.
Gran reparto de secundarios con estupendas actuaciones de los ya indicados más Agustín González, Luis Ciges, José Luis López Vázquez, Amparo Soler Leal, etc..
kafka
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8
29 de octubre de 2005
88 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Truffaut realizó, con "La noche americana", una de sus mejores películas y no solo eso: su mayor y más indisimulado homenaje al Cine y a los espectadores.
La película es, ni más ni menos, que el rodaje de otra película en la que Truffaut interpreta el personaje del director y en la que su "alter ego" Jean-Pierre Léaud es un inmaduro protagonista acosado por delirios sentimentales y celos no poco justificados.
Es una reflexión equilibrada entre lo liviano y lo serio, entre el humor ligero y la inseguridad de sus personajes (también espectadores), acerca del Cine, del oficio de hacer películas, de inventarse historias, de pelear por hacerlas verosímiles, de buscar la emoción en la gente. Sin ningún afán mitológico ni ético, Truffaut, a cuestas con su cinefilia en las venas, nos regala un presente de lo más agradable. Y nos homenajea a nosotros mismos, a los que hacen el cine posible, a él mismo, al ser humano, en fin, y una vez más, con una secuencia memorable y onírica que tal vez sea la que mejor resume todo ello: el niño-Truffaut (cualquier cinéfilo) soñando que roba por las noches los carteles de un cine dónde se proyecta "Ciudadano Kane".
kafka
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