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Críticas de Francisco Javier Millan
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Críticas 265
Críticas ordenadas por utilidad
6
28 de octubre de 2015
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tres años llegaba a las pantallas españolas, casi de tapadillo, la película “No”, del director chileno Pablo Larraín. Una nostálgica cinta resuelta con absoluta eficacia, que venía a contar un suceso histórico clave de los últimos años de la dictadura de su país.
Con la misma fuerza y sencillez nos llega ahora su nueva propuesta. Un relato que bien se puede enmarcar dentro de los límites del drama intimista y de autor, y que viene a mostrar con mucha dureza, diferentes aspectos mentales del ser humano.
En ocasiones no es necesario enseñar la violencia filmando escenas escabrosas. El discurso cinematográfico tiene la capacidad de recrearla desde diferentes puntos de vista y, en este caso, se decanta por una actitud reprimida que pende de un hilo durante todo el metraje.
Los paisajes de una playa desolada y perdida, y el ambiente de la casa de acogida donde vive un pequeño grupo de religiosos, son las piezas de un juego peligroso, en el que los diferentes personajes se ven obligados a convivir.
Sacerdotes acusados por toda clase de actos impúdicos, difíciles de entender y clasificar, pero que a su vez dentro de su mente, resultan ser fruto de su trabajo y de sus buenas intenciones.
Larraín utiliza largas conversaciones y primeros planos para mostrar dicha violencia. Momentos realmente escalofriantes, de un grupo de personas que creen actuar correctamente, bajo una institución que los coarta y los reprime.
Nunca una película ha mostrado el tema de la represión sexual del celibato de una manera tan clara. Hombres y mujeres condenados por su fe, que terminan cruzando la línea en más de una ocasión, y que no dejaran que nada ni nadie se salga con la suya en su pequeño microcosmos.
Lástima que sea una cinta resuelta de una manera excesivamente parca, ya que con una fórmula técnica más estándar, hubiera llegado a más gente. Es un tipo de cine que no sale de las salas minoritarias y de los festivales.
Francisco Javier Millan
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6
17 de diciembre de 2014
48 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
El viaje ha terminado, pero en esta ocasión hay cierta sensación de desasosiego. Peter Jackson evidencia con este capítulo “definitivo” muchos de sus aciertos, pero también algunos de los defectos que han convertido a esta nueva trilogía, en uno de los trabajos cinematográficos que más opiniones encontradas ha provocado entre el público.
El principal defecto de esta conclusión, es su excesivo abrazo hacía situaciones exageradas llevadas al límite. Mientras las grandes batallas del Abismo de Helm o de Minas Tirith eran absoluto virtuosismo que combinaba a la perfección espectacularidad y artesanía, en esta nueva lucha entre razas de la Tierra Media, todo parece desmedido. En ocasiones más que una película parece que uno está dentro de un juego de plataformas, con criaturas a las que hay que cortar la cabeza para ganar puntos. Lo que se ha venido a llamar “hacerse un Legolas” adquiere una dimensión bastante descarada.
Jackson posee una tecnología poderosísima para recrear universos de ensueño, olvidando una de las virtudes que más destacó en la trilogía del Anillo, la presencia de Nueva Zelanda como personaje en sí misma. Aquí encontraremos una ausencia casi total de escenarios reales, salvo en honrosas excepciones. Y eso que los actores han sabido sacar lo mejor de ellos mismos, a pesar de estar actuando en decorados impecablemente diseñados y en estudios con cromas verdes gigantes.
La película contiene sus mejores atributos en su primer tercio, segmento precedido por un prólogo espectacular con ese Smaug arrasando la ciudad del lago. Siendo Bardo, interpretado por Luke Evans, quién adquiere un protagonismo digno de los grandes héroes de la saga.
Cuando el ritmo se calma, y damos paso al desarrollo de los personajes (la locura de Thorin, el efecto conciliador de Bilbo, el romance entre Tauriel y Kili, …) es cuando todo parece volver a su cauce. Ése aura que sigue como sello imperecedero, de provocar empatía en muchos de los espectadores.
Pero aquí si buscas ese tour de forcé emocional que suponía el final de “El retorno del Rey”, no lo encontrarás. Aquí hay una sensación de premura por atar cabos, y dejar los lazos preparados para “La comunidad del Anillo”. El relato en este aspecto, no sale tan mal parado como ocurría en las precuelas de Star Wars, por lo que podremos disfrutar de las seis películas como un todo unitario, con mejores y peores capítulos.
Sin duda es el texto que más deja entrever las costuras de todo lo que han tenido que inventar, el equipo de guionistas con Jackson a la cabeza. Una sucesión de escenas inspiradas y prolongadas ante la ausencia de una base literaria más contundente.
Aún así es una conclusión divertida, mucho más equilibrada que la segunda parte (cuyo ritmo languidecía), pero huyendo de esa sensación de cuento y de maravilla que inundaba la primera de todas. Y que en definitiva, echando la vista atrás, era la más deudora y cercana a los escritos de JRR Tolkien.
Muchos disfrutaran con el viaje, pero al volver a casa, notarás que no te habrá dejado huella alguna.
Francisco Javier Millan
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3
3 de mayo de 2017
57 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
La brecha generacional de una forma de hacer y entender el cine se hace todavía más evidente con esta inenarrable secuela del universo Marvel. Si ya en la primera parte no comprendí su encumbramiento, con esta segunda me es totalmente imposible entrar en su torbellino de imágenes y escenas de acción. No logro empatizar con sus personajes y menos cuando la historia que les rodea es una absoluta nadería.

James Gunn, su realizador, consciente del halo de popularidad conseguido, saca pecho y, en vez de entregarnos una digna continuación, gira el timón hacía el más imposible todavía. El resultado se salda con una borrachera de escenas digitales, diseños arriesgados y, lo que es peor, ausencia total de un guion que provoque un mínimo de atención. Me sorprende descubrir a Star-Lord, un personaje con bastantes posibilidades heroicas, estancado en un planeta digital rodeado de psicodelia alienígena. Tras todo el escaparate creativo, chillón e irritante, se esconde la clásica historia de hijo encuentra a padre, a base de una sobredosis sentimental sin apenas un ápice de emoción.

Caso parecido le ocurre al resto del grupo. Su dinámica de familia no se puede disfrutar tras tanto ruido. Todos están perdidos en estúpidas misiones, sin saber potenciar sus atributos. Una demostración de fuerza presentada a lo bruto, que ni de lejos apela a la nostalgia. Existe un abismo entre esta cinta y las de los 80, y lograr que ambas décadas conecten, no solo se logra con un machacón montaje musical. Aquellas con muchos menos recursos llegaban al corazón, ésta, por el contrario, taladra la cabeza. Una pena que los jóvenes hoy en día tengan que tomar a estos héroes como referencia. Pena no, lo siguiente.
Francisco Javier Millan
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7
18 de marzo de 2014
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
En ocasiones a algunos directores no se les perdona que después de haber llamado la atención con unas pocas películas personales, se embarquen en sus siguientes proyectos en historias mucho más convencionales que discurran por terrenos más cómodos y seguros para la gran audiencia. Claramente a Jason Reitman le ha pasado.
Su nueva propuesta ha sido acogida de una manera bastante tibia en los Estados Unidos y tiene la pinta que ocurra lo mismo en nuestro país.
Reitman nos cuenta una historia de amor un tanto pillada por los pelos y que salvando la incoherencia inicial, nos adentra en un relato defendido por tres estupendos personajes protagonistas. Ella, ama de casa engañada por su marido, retoma su vida envuelta en una gran depresión personal; su hijo, es el niño que está en pleno proceso a la adolescencia, en su despertar sexual y en la comprensión de esa palabra tan menospreciada llamada “amor”; y el convicto, un hombre con pasado oscuro pero de buen corazón.
El drama se sirve prácticamente dentro de un único espacio de acción, salvo en contadas excepciones donde vemos el exterior, por lo que todo el peso tiene que recaer en los hombros de los actores, unos soberbios Josh Brolin y Kate Winslet.
La película en ocasiones parece haber sido sacada de la imaginación del novelista Nicholas Sparks, ya que su forma e incluso contenido puede recordar a alguna de sus últimas adaptaciones al cine.
El paisaje y la atmosfera de un pueblo pequeño de los Estados Unidos es otra de las bazas, además de un sutil homenaje a algunas características del cine de los años 80. La cinta transcurre en 1987, y Reitman en ocasiones parece filmar como se hacía en esa década dorada.
Pasará en silencio y desapercibida injustamente, y terminará olvidándose dentro de la filmografía de su director, pero a buen seguro más de uno saldréis más que satisfechos de verla, e incluso mucho más que de algunos de sus anteriores títulos.
Francisco Javier Millan
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8
2 de mayo de 2014
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre que he podido me he escapado al extranjero, me encanta viajar. Y siempre me gusta ver documentales sobre países donde he estado o sobre ciudades que aún tengo por descubrir. Pero nunca he soportado “Españoles en el mundo” y sus versiones autonómicas.
En esta serie nos mostraron una imagen bastante distorsionada del triunfo de muchos españoles y españolas que parecían vivir en un mundo idílico repleto de trabajo, dinero y amor. Todos tenían buenos coches, magníficas casas (o lofts) y siempre (que casualidad) encontraban al hombre o a la mujer de su vida. Todo ello acompañado de una serie de supuestos periodistas “super guays” que aún hacían más irrisorio el conjunto.
No dudo que haya personas que hayan logrado el éxito, pero sí que conozco a muchos que se esfuerzan día tras día para poder sobrevivir en ciudades lejanas y con idiomas que se han visto obligados a aprender y entender.
El guión de Elvira Lindo habla de esta clase de personas, emigrantes que por diferentes razones se han tenido que buscar la vida en otros países, y cuya existencia es un duro sacrificio diario.
Ha sido desde luego “inesperado” que el director Jorge Torregrossa, que venía de firmar una decepcionante cinta apocalíptica como “Fin”, se haya cruzado en el camino de esta historia. Un relato que desde luego le es muy afín, ya que al igual que el personaje de Javier Cámara, estuvo viviendo durante más de una década en la ciudad de Nueva York.
Inesperado y beneficioso para su carrera, una gran oportunidad de dirigir una historia humana cargada de buenas intenciones y un canto a la Gran Manzana que se deja notar en su también magnífica banda sonora.
Quizás no estemos ante una película redonda, pero es un título de muy agradable visionado. Sería interesante ver a muchos espectadores que siguen inundando las salas de los “vascos” dejándose caer por esta película. Se sorprenderían.
Los personajes creados por Lindo se dejan querer, y los actores que los interpretan están francamente bien y son convincentes. Aunque me falta poder disfrutar de la película en su versión original, donde descubriríamos un relato mucho más realista al utilizar dos idiomas diferentes durante todo el metraje, algo que el doblaje destroza sin compasión.
A principios de año me preguntaron que como iba a ser el panorama cinematográfico español, y me atreví a hacer un vaticinio agorero que se ha convertido en una mala percepción por mi parte.
De momento y durante estos cuatro meses que llevamos de estrenos, tan solo puedo decir que vamos por el buen camino.
Me alegro haberme equivocado.
Francisco Javier Millan
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