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Críticas de David Colette
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
10
9 de marzo de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alejandro González Iñárritu ha dejado atrás Amores Perros y su intrincada narrativa episódica para realizar en su nueva etapa películas centradas en los viajes internos de sus personajes protagonistas. Si bien en un principio sus obras trataban sobre las consecuencias de trágicos hechos concretos en diferentes individuos, ahora se sumergen en la mente de personas que deben lidiar con el peso de sus propias vidas, afrontando sus amarguras y fracasos al verse enfrentados al tiempo, la muerte y la soledad.

En el caso de The Revenant se narra la historia real de Hugh Glass (aunque tampoco hay mucha claridad sobre los hechos de este personaje) y su lucha por la supervivencia en una naturaleza hostil; tras ser atacado por una osa en una expedición y ser abandonado a su suerte, Glass viaja a través de inhóspitos lugares con el fin de llegar al fuerte donde están aquellos que le dejaron morir. La historia, tan simple como la de cualquier otra aventura, es un mero vehículo para mostrar la experiencia del enfrentamiento de Glass, pero no contra la naturaleza, sino contra si mismo. A lo largo del viaje la venganza parece la motivación que mantiene con vida a este superviviente que, contra todo pronóstico, no murió cuando debería haberlo hecho. Pero es justo esta experiencia lo que le hace plantearse el valor de la justicia y de su propia vida. Quizás el mayor mérito de esta película el crear un personaje cuyo arco es narrado únicamente a través de las imágenes que cuentan los sucesos íntimos que transcurren durante la gran aventura, a la que se le presta menos atención. Esto cobra sentido en su final, cuando toma una decisión que demuestra como él mismo ha cambiado su perspectiva con respecto al principio, y es quizás el factor que muchos detractores le pueden achacar; su falta de intensidad a la hora de narrar la historia de la venganza. Pero esto es tan solo un malentendido, la trama nunca se centra en la venganza en si, sino en Hugh Glass, en su relación con sigo mismo, con sus demonios y con la naturaleza.

The Revenant cuenta con interpretaciones de Leonardo DiCaprio y Tom Hardy, ambos excelentes en sus papeles a pesar de ser una película que narra mas a través de lo que pasa alrededor de los personajes que de lo que hacen estos. La fotografía de Emmanuel Lubezki y la dirección de Iñárritu son los auténticos protagonistas y el motivo por la que esta se sostiene como una de las películas que mas respeto del director mexicano, y desde luego la mas lograda de esta segunda etapa tras las excelentes pero demasiado grises y pomposas Biutiful y Birdman.

Sin lugar a dudas su envoltorio académico será presa de la furia de muchos escépticos, pero cualquier espectador que preste suficiente atención podrá ver una obra sensible, original e impactante. Lejos de ser perfecta, sus mayores defectos son fruto de la propia génesis del proyecto. El reto de filmar con luz y sonido natural deja huella en la factura final para bien y para mal, y algunas escenas están resueltas de manera menos convincentes que otras mucho mas sobrecogedoras. Pero esto es solo un fallo menor que no mancha la huella que deja en la mente, que se mantiene firme mucho tiempo después de haber acabado los créditos.
David Colette
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10
28 de julio de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El universo artístico de David Lynch alcanza límites que soy incapaz de describir. Las sensaciones que esta película me produce son tan hermosas como incomprensibles -¿y no es tan solo gente detrás de la cámara?- si -¿no es todo esto mas que el fruto de una mente humana y mortal como las de el resto de personas?- si, pero como ya he advertido, sencillamente no soy capaz de explicarlo, porque esta película es tan hermosa en su estética, su fotografía y su planteamiento, como lo es en su fondo, sus diálogos y sus interpretaciones.

Un mundo aparte nace y muere en el transcurso del metraje, un mundo único, inquietante y sumamente precioso, como lo es el mundo de Lynch en general, bueno, el mundo que ha creado para el arte (porque hablando de este director ya el cine se queda corto).

Mi consejo; vean la película, disfruten cada escena, no tengan miedo a sumergirse en ella, ¡láncense al vacío! y recorran los pasillos de este Terciopelo Azul, que a mi, personalmente, me parece único. A parte, quiero mencionar la increíble banda sonora de Angelo Badalamenti, con tintes de Jazz y una composición única que te sumerge por completo.

El miedo, el amor, el suspense, el erotismo... todo esto despierta las dos horas de película que mas he disfrutado en toda mi vida.
David Colette
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10
25 de enero de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el frío desierto de nieve que rodea la posada en la que tiene lugar la mayor parte de la acción de la octava obra de uno de los directores mas valorados de la actualidad, se esconde un pequeño drama humano de casualidades, de ideas contrarias, de tensiones políticas y raciales. De la misma manera, en el desierto de unas aproximadas tres horas de metraje, se esconde una brillante idea, una obra apasionada, una película que quizás sea la mejor de Quentin Tarantino.

Para comenzar a entender The Hateful Eight, primero tenemos que entender el Western. A día de hoy, el que en la era dorada de Hollywood era el genero de mayor éxito, se ha transformado en un recuerdo, un mero ideal romántico que, de vez en cuando, algún que otro director trata de revivir por cuestiones estéticas o para usar la nostalgia del género como atractivo para el público. Pero esto no siempre fue así, hubo una época en que el Western fue el vehículo mediante el cual artistas brillantes de la talla de John Ford, Howard Hawks, Geroge Stevens o Sam Peckinpah narraran una visión de América, de su propia historia. Como el Oeste fue conquistado, como la era de los conquistadores dio paso a la era de los renegados y los forajidos, y como estos, finalmente, se hicieron a un lado cuando la llegada del ferrocarril trajo al nuevo mundo las grandes ciudades, y los desiertos dejaron de brillar como el lugar donde heroicas contiendas y épicas búsquedas tuvieron lugar, para dar paso a los dramas de la ciudad, a la forja del imperio de América como potencia mundial. Es mas, la evolución del género en su propio país es mas que conocida -solo hay que pensar en Ringo Kid, John Wayne en La diligencia, y ver como Ford cambió la imagen del forajido en algo mas oscuro e incomprendido, Ethan Edwars en Centauros del desierto- pero también se puede observar como Sergio Leone, conocido por añadir la violencia visual del chambara al espectáculo lúdico de su Western europeo, abarcó a mayor escala el drama de la llegada del ferrocarril y la extinción de los vaqueros en su obra maestra Hasta que llegó su hora, tratando una gran variedad de temas en este Western crepuscular que a día de hoy se codea con otros de la talla de Grupo Salvaje, Raíces profundas o El hombre que mató a Liberty Valance, siendo su visión del matriarcado como fuerza protectora de la América del siglo XX su aportación mas particular al género. También con un presupuesto mucho mas humilde, Sergio Corbucci usó el devastador clímax de El gran Silencio como herramienta de denuncia. En palabras breves; la evolución de este género resulta tan fascinante por como ha conseguido ser el reflejo mas fidedigno de la cultura y la sociedad americana.

Una vez entendido esto, también queda comprender como ha evolucionado Quentin Tarantino como artista. Desde sus origines como un director rebelde e independiente, que trajo a la industria el estilo libre que Godard ya llevara al mundo de los romances y los gangsters en su carrera, hasta el cine de género mezclado con el revisionismo histórico de su última etapa, parece que Tarantino siempre crea un puzzle que mantienen unidos la forma y el contenido de una manera extraña, no siempre lo bastante obvia como para que el espectador medio lo pueda comprender, de tal manera que su película de menor calibre, Death Proof, se presenta como una de sus obras mas personales. Malditos Bastardos y Django Desencadenado, en su cascarón de cine de explotación comercial, deja traslucir sus opiniones históricas de la manera mas sutil. En el caso de The Hateful Eight no podría ser menos, y se nos plantea un thriller claustrofóbico, cercano a la clase de suspense que John Carpenter usara en La Cosa, con la que guarda ciertas similitudes.

El estilo pulp y la trama sencilla que se expende en las tres horas a través de los diálogos cargados de doble sentido, dejan entrever una obra sobre la violencia racial que existía en Estados Unidos tras la guerra de secesión. Aquí, como suelen hacer los grandes directores, no se dice nada de manera obvia, aunque si hay un discurso mas claro que el que por ejemplo tuviera Django sobre la libertad individual en la época de la esclavitud, pero siempre de una manera que beneficia a la tensión que busca crear. Así pues, por primera vez en muchos años, el genero del Western, que todavía no abraza en su totalidad el director, pues siempre añade un giro a las convenciones de este -como suele hacer con cada género que toca- se convierte en un vehículo para el discurso mas poderoso que jamás haya dado en su cine, pero a la vez es un ejercicio en las claves del género. Y es que solo Quentin Tarantino sería capaz de hacer un Western de serie b presentado en forma de obra con introducción e intermedio, grabada en el mismo formato que se usara para rodar un clásico tal como Ben-Hur.

The Hateful Eight hará su ruta por la taquilla de forma mucho mas desapercibida que sus anteriores películas; por su duración, su premisa y sus largos y densos diálogos. Pero para los amantes del cine, del Western y de Tarantino, será un oasis helado donde poder refugiarse de la abismal separación que el cine actual hace entre discurso y espectáculo. Quentin Tarantino entiende que el cine es un arte que debe entretener y decir algo, porque un discurso sin forma no conmueve, y la forma por la forma solo mata las horas y no deja huella en el alma del espectador.

Espero que esta película perdure en la memoria. Sus personajes, su genial banda sonora y sus escenas mas brillantes conforman lo mejor en la carrera del ya mas que consagrado cineasta, aunque quizás se pierda en su inmensa duración parte de esto. Pero queda en la última escena, a los acordes de una canción de Roy Orbison, el mejor mensaje que Quentin Tarantino ha lanzado sobre América al gran público, y una de las escenas mas conmovedoras que he tenido la suerte de ver en un cine en mucho tiempo.
David Colette
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7
24 de junio de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún recuerdo mi asombro cuando vi aquella película de 2012 que reunía en singular batalla a los héroes que Marvel había ido llevando a la pantalla desde el 2008 con Iron Man, en una de las mas rentables estrategias de marketing jamás usadas en el mundo del cine. Para mi Los Vengadores no solo fue una buena película de acción, para mi fue la prueba de que las películas habían llegado al punto de poder contar historias con los mismos artificios y efectos que se desarrollaban en nuestra imaginación cuando leíamos cómics. Un año después El hombre de acero retorna a la pantalla dispuesto a quitarse el polvo y sumarse a la tendencia de la épica destructiva y casi apocalíptica que invade a la gran cantidad de superproducciones que salen cada verano, y con sus pros y sus contras, lejos de ser la película que quizás muchos consideran que Superman se merece, es la película que Superman necesita.

El tono grabe y trascendental que impregnaba toda la trilogía de Batman que Christopher Nolan dirigió es quizá el mayor defecto de El hombre de acero, ya que en la búsqueda constante de conseguir una película a la altura de los clásicos del genero que han salido en los últimos años, Zack Snyder ha olvidado que los personajes necesitan ser tratados con cariño, incluso con sentido del humor en películas de este tipo, ya que esta es la forma de acercarnos a ellos, de sentir afinidad. Cuando la película comienza a llegar a su largo clímax final, uno no deja de tener la sensación que todo lo que ha visto antes solo era una excusa para llegar a este punto y hacer por fin el tan ansiado despliegue de acción y efectos especiales que, desgraciadamente, acaban por resultar excesivos. Pero si bien lo dicho antes es una cara de la verdad, la otra cara es que los amantes de Superman han encontrado en esta película las escenas que tan solo podían soñar entre las páginas de papel, y verlas materializadas con tal esfuerzo es algo que se agradece y mucho, ya que también tenemos que considerar que la historia del último hijo del planeta Krypton está bastante incrustada en el inconsciente colectivo, y por lo tanto, la única manera de no caer en la redundancia es evitar similitudes con la simpática cinta de 1978 dirigida por Richard Donner, que prácticamente se convirtió en el referente de toda la mitología de este personaje, y quizás por ello se decidió evitar (o posponer) la relación entre Lois Lane y Clark Kent, o la aparición de Lex Luthor como villano, sempiterno enemigo de Superman.

En conclusión; Zack Snyder y su equipo apuntan muy alto con su película, pero no aciertan del todo el tiro, y si bien la promesa de innumerables secuelas y crossovers es excitante, y Henry Cavill es un perfecto Superman, la película de 2013, El hombre de acero, no es perfecta. Aún así es apasionante y se deja ver con mucho gusto una vez asumidos sus defectos.
David Colette
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8
20 de diciembre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Machista, arcaico, autómata patriota... muchos de los adjetivos que pueden describir a un personaje que camina renqueante por el S. XXI. Económicamente solvente, pero ideológicamente anticuado.

Desde la primera escena de la película te preparan para algo que va a ser un recuento de todo lo bueno que había en la saga de 007, no dejan títere con cabeza; la acción, los coches, el villano, M, Q, la chica Bond y todos los clichés y las frases hechas. Todo se prepara para introducirnos en una historia que parece la última de todas, incluso, sino fuera por la larga lengua de los productores, que anuncian secuelas antes de estrenar las películas, uno cree que James Bond puede morir en esta entrega. Asombrosa y épica se me antojaba, hasta llegar al que (para mi desgracia) se preveía como el tramo final:

Entonces algo pasa, Judi Dench entona en una emotiva escena unos versos del poema Ulises, de Alfred Tennyson, y piensa uno, que como el héroe de Itaca, Bond no es mas que un corazón dispuesto a luchar contra el mal, y aunque esté agotado por el tiempo y la vejez, y aunque su lucha haya quedado ya lapidada por el progreso, el seguirá ahí, hasta su muerte. Valla, sentí mucha pena viendo al dinosaurio británico corretear por Londres, pero esa era la carga trágica de la historia, ¡si!, esta es una de las películas mas profundas que he visto en el cine este año (2012). Un último alegato, una obra que parece la versión Bond de "Hasta que llegó su hora" (Sergio Leone), y aunque llena de acción, llena de ingenio y llena de publicidad y todo lo que se espera de una película comercial de masas, hay un tono hermoso y romántico que la envuelve y hace que uno la disfrute a un nivel un poco mas hondo.

Al final, tras un crepuscular desenlace de la historia, se escribe el testamento, pero se renueva la sangre. Bond no morirá, dará paso a una nueva generación, que será diferente o no, depende de los productores. Pero escritas quedan sus últimas palabras, palabras que se remontan al origen (¡de la saga!), y dan pié a un futuro diferente, que por supuesto, seguiré.

Una película perfecta, irrepetible e inigualable. No es la mejor entrega de Bond, es la unión del "discurso" que ha ido mostrando a lo largo de sus entregas, y que aquí finaliza. Para mi, a pesar de que Daniel Craig está a la altura del personaje, debería retirarse, para aumentar aun mas el valor testamentario de la entrega, que la recomiendo encarecidamente a todo amante de 007 y del cine de acción y del buen cine.
David Colette
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