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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
7 de febrero de 2013
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una historia sobre la constancia de una niña que, después de tenerlo todo y vivir como una princesita, de repente parece necesario que vea la otra cara de la vida, para poder fortalecerla como ser humano… y quizás, por haber vivido en La India, aprendió lo suficiente sobre la resistencia, la fe y el amor, porque con éstos potenciales habrá de enfrentarse a los reveses que truncarán su armonía. Entonces, Sara Crewe, demostrará que, cuando hay constancia se mantiene viva la esperanza que nos alienta; cuando se tiene fe, sustentada en la guía de la intuición, hay muchísimas probabilidades de que estemos en lo correcto; y cuando se tiene Amor, el universo atraerá a las personas que servirán de apoyo para que podamos seguir adelante.

Junto a, “Little Lord Fauntleroy” y “The Secret Garden”, <<LA PEQUEÑA PRINCESA>>, conforma la brillante trilogía infantil con que la escritora anglo-americana, Frances Hodgson Burnett (1849-1924), brindó a los jóvenes del mundo un acervo de experiencias que ejemplarizan los valores que hacen posible enfrentarse a las vicisitudes a las que quizás, un día, nos veremos abocados. Sus historias están llenas de sabia percepción, de acogimiento con valor, y la suficiente entereza para que sepamos hacer uso de las herramientas positivas naturales con las que, poderosamente, hemos sido dotados.

El capitán, Reginald Crewe, debe marchar a la guerra, pero quiere asegurarse de que su “princesita”, huérfana de madre, quede en buenas manos hasta su regreso. Con plena confianza y dispuesto a pagar lo que sea necesario, la deja entonces en el internado de Miss Minchin, en Londres… pero jamás pasa por su pensamiento que la vida podría dar un extraño giro y, su Princesita, quizás no lo sea para siempre.

Miss Minchin, es ejemplo de la hipocresía y el oportunismo que flota alrededor del mundo, y es todo bondades mientras luzca la abundancia; pero su lado oscuro sale fácilmente a flote cuando entiende que hay carencia en su entorno. Al contrario, y por fortuna, su hermano Bertie es todo corazón… y quizás sirva de aliento a la pequeña Sara, quien no se resiste a perder a su padre aunque todos dijesen que se encuentra muerto.

Walter Lang, un director por el que empiezo a sentir que necesita redescubrirse (sus películas posteriores, “Sitting Pretty” y “Desk Set”, me han resultado encantadoras), logra con, <<LA PEQUEÑA PRINCESA>>, un filme de gran atractivo visual, y aunque soy de los que sienten que Shirley Temple nunca tuvo suficientes dotes como actriz (pónganla al lado de, Margaret O´Brien, y se apagará por completo), creo que tiene aquí uno de sus más afortunados momentos, gracias a la pericia y la paciencia de, Walter Lang, en la dirección de actores.

Mucho más agradable me resulta la presencia del veterano, Arthur Treacher, quien, como Bertie Minchin, logra un carácter simpatiquísimo y lleno de bondad. Con él, el filme adquiere soltura, el drama se ameniza, y la Temple logra una empatía que le permite mostrarse desenvuelta y simpática. No por nada, a Treacher lo tendría a su lado en varias de sus películas (“Heidi”, “Stowaway”) y otras actrices juveniles (Deanna Durbin, Elizabeth Taylor…) también se complacerían de tenerlo en alguna de sus películas.

Destinada a repetir, para el cine sonoro, varios de los grandes éxitos de la “novia de América”, Mary Pickford, creo que, con ésta película, Shirley Temple logró imponer un poco de dignidad a su maltrecha experiencia actoral. La película es muy recomendable para niños y adultos.

Título para Latinoamérica: SUEÑO DE HADAS
Luis Guillermo Cardona
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9
11 de enero de 2013
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una frase escrita en una valla, podemos leerla varias veces al comienzo de esta película. Dice: “Lo mejor del oeste es lo mejor del mundo”. Desde entonces, lo comprenderemos luego, queda planteada la profunda temática de “MUERDE LA BALA”, un filme hecho por un veterano que ya había hecho westerns (“La última cacería”, “Los profesionales”), quien se propuso aquí romper convencionalismos y salirse de los clichés de un género venido a menos, para darnos una preciosa metáfora de los significativos senderos que recorremos en la vida, cada cual a su manera y cada quien cosechando lo que siembra.

La motivación para recorrer este trayecto, es una carrera de caballos que ha propuesto un periódico ofreciendo dos mil dólares al ganador. Son 700 millas de camino hasta la meta y los jinetes deberán atravesar montañas, valles, desierto, páramos… al tiempo que deberán superar los peligros que acechan y los rigores de la naturaleza.

Entre los que participan están, Luke Mathews (James Coburn), un veterano pistolero que sabe ya bastante sobre el autocontrol y los retos; una atractiva rubia (Candice Bergen) de quien, en principio, solo sabemos que se hace llamar Miss Jones y que parece dispuesta a competir con los hombres de tú a tú, en este difícil reto; Carbo (Jan-Michael Vincent), un joven osado y jactancioso, convencido de que el dinero de la apuesta será únicamente suyo; el hombre “sin nombre”, deseoso de un nombre y de un digno reconocimiento; el mexicano del terrible dolor de muela, quien sabrá por fin que también una bala puede servir para recuperar la salud… y en el último momento, se inscribirá Sam Clayton (Gene Hackman), un pistolero de inmenso corazón, que odia ver como los hombres sacrifican a los caballos para salirse con sus caprichos.

Son ellos quienes recorrerán este sendero de la vida, y en el trayecto, habrá ocasión para prestar un servicio… para ser solidario o egoísta… para servir a los demás o para defender solo los propios intereses… para cuidar del caballo que te sirve o para abusar de él… para ser amigo o para convertirse en enemigo… para matar a un hombre o para salvarle la vida… y por supuesto, para ganarle a los demás o compartir el triunfo.

El director, Richard Brooks, también autor del guión, va trazando este recorrido con cálidas anécdotas, con situaciones donde emana casi siempre lo mejor de los hombres, y dejando que sea la ley de causa y efecto la que vaya determinando las consecuencias de cada acto y el aprendizaje que cada quien necesita para su propia vida.

Para quien sepa ver, este filme le acariciará el espíritu, pues con un profundo conocimiento de la vida, Brooks ha aflorado un halo de luz que podría iluminar algunos corazones. Entonces es cuando entendemos que el mensaje de la valla es una verdad rotunda: “Lo mejor del oeste es lo mejor del mundo”.
Luis Guillermo Cardona
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8
8 de diciembre de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En cada ser humano existe indefectiblemente un lado de luz y otro de sombra. El amor y el odio, la serenidad y la ira, el perdón y el resentimiento… están, en cada uno de nosotros, dispuestos a aflorar ante determinadas situaciones o conductas. Tan fácil podemos hacer un favor, como podemos dañar a otro. De la misma manera que estamos en capacidad de engendrar una vida, podemos quitarla en un sólo momento de debilidad.

Norah Larkin, tiene un buen motivo para sentirse triste. El enamorado al que tanto esperaba, le ha enviado una carta el mismo día de su cumpleaños, para decirle que se ha enamorado de otra chica que ha conocido en el oriente donde ahora se encuentra. Entonces, Norah busca afanosamente donde asirse para no caer en la depresión y en la angustia… y el bastón lo encuentra, muy pronto, en Harry Prebble, un corpulento dibujante de chicas y portadas quien, con las mejores argucias, termina emborrachándola y llevándola a su apartamento. En ese momento, ocurre un imprevisto cuando la chica procura defender su honor, y al día siguiente, Norah se entera de que está siendo buscada por asesinato.

Un bar llamado, “La Gardenia Azul” … Una flor de esta clase que le ha regalado su fugaz pretendiente… Una canción con este nombre interpretada en persona por Nat King Cole… El disco en el equipo… y la misma Norah llamada Gardenia Azul por el periodista del Chronicle que se ha propuesto encontrar a la asesina, son elementos con los que se construye esta atractiva historia que, Fritz Lang, sostiene con firmeza y que, Anne Baxter, protagoniza regalándonos otra de sus brillantes interpretaciones… y por su parte, el guion de Charles Hoffman, partiendo de otra historia de Vera Caspary, tiene suficientes matices y elementos de intriga como para mantenernos bien atrapados.

Queda, una vez más, plasmada la torpeza masculina que, con tantísima frecuencia, consigue arruinar la vida de magníficas mujeres, y queda también provechosamente reflejada la vitalidad de las damas para sobreponerse a los peores tropiezos de la vida... y como es común en su filmografía, Lang nos invita a ser tolerantes y compasivos, pues, es bastante fácil que podamos equivocarnos.

Nota superior para la música de Raoul Kraushaar, quien consigue ascender, con gran eficacia, el tono emocional de las mejores situaciones.

<<GARDENIA AZUL>>, es otro buen momento en la filmografía de Fritz Lang.

Título para Latinoamérica: <<LA GARDENIA AZUL>>
Luis Guillermo Cardona
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6
20 de agosto de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada generación tiene lo suyo: una cultura evolucionada hasta su lugar en el tiempo; particulares costumbres determinadas por el hombre y por el medio; recursos de época con los que resuelve sus necesidades diarias; una nueva visión de la vida con otras creencias y eternas reafirmaciones; especiales modas en el vestir según el impulso de los industriales; nuevos avances tecnológicos que mejorarán o empeorarán la existencia… y a eso se acoge la gente de cada época, por ello se inclina y eso será lo que defienda con la obstinación habitual.

Este es un proceso natural de adaptación, aceptable y respetable, aunque casi todo el mundo se pierda la oportunidad de gozar las riquezas del pasado, porque sólo quiere vivir en el ahora y disfrutar lo que es de hoy. “Aquí y ahora”, piden los grandes maestros. Pero, lo que se ignora –y esto no lo desconoce ningún sabio- es que algunas riquezas de las pasadas generaciones son de eterna vigencia, sirven hoy, mañana y siempre. Y el arte (literario, musical, pictórico… cinematográfico) ¡si que tiene en su haber creaciones vestidas de eternidad!

En su derecho, la nueva generación reclama películas a todo color, con excelente sonido y en formatos cada vez más amplios… y esto motiva a muchos productores y realizadores a rehacer lo que en otro tiempo fue un éxito, acomodándolo a los requerimientos de ahora… pero, lo curioso, es que la inspiración pareciera tener un momento primigenio donde alcanza su más alto nivel en un producto determinado… y ya jamás se repite. Si lo conociste, verás que lo nuevo es a todas luces inferior, por el simple hecho de que para el mismo director, o para uno nuevo, ya no es un momento de creación sino de re-acción. Por supuesto, hay excepciones, pero el filme que nos ocupa no lo es.

“TÚ Y YO” también confirma esta aseveración. Es una copia casi fiel del guión escrito para “Tú y Yo” (1939), y aunque gana en la ambientación que reclamábamos precisamente a la primera versión, pierde en lo esencial: la calidez de los personajes, los efectivos primeros planos, el profundo aire de romanticismo que emanaba de aquella génesis y las magníficas actuaciones de todos sus predecesores. El cinemascope, por imponente que luzca, para nada se aviene con el intimismo. Y, extrañamente, detalles muy efectivos en la obra original (el paso de cada uno entre la pareja al bajar del barco, el iluminador descubrimiento del cuadro…), se resuelven muy ligeramente en este remake donde falta, sin duda, la entrega que sólo se tiene una vez. Creo que, quienes no hayan visto el “Tú y Yo” de Irene Dunne y Charles Boyer, podrán sentir mayor complacencia con esta nueva versión que, al conservar el guión intacto, preserva ese encantador y trágico romance entre Nickie Ferrante, el eterno seductor y Terry McKay, la atractiva cantante, quienes descubren que, el uno con el otro, pueden dar por fin un verdadero sentido al resto de sus vidas.

Título para Latinoamérica: “ALGO PARA RECORDAR”
Luis Guillermo Cardona
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7
19 de junio de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que convierte al Amor en algo incomparable y maravilloso, es su disposición irrestricta para comprender; su capacidad de conocer y aceptar el polo de sombra que hay en el otro; y su empatía para unirse, a aquel que yerra, en su afán de redención o de superación. Con todo ésto, no siempre triunfa el amor, porque el deseo de cambio del que hace las veces de victimario, no siempre es sólido o sincero; porque no siempre se está calificado para hacer lo que se tiene qué hacer (y el amor debe ir unido a la razón)... o porque el universo tiene otros planes, con aquel o contigo, que no siempre se pueden cambiar.

Jackie Lamont, es, ahora, la cantante de la Mansión Lafayette, un lugar de non sancta reputación, al que se puede ingresar por diversas razones. La de, Jackie, la conoceremos en algún momento y puede descubrirnos que, no siempre es el afán de “pecado” lo que puede motivarnos a hacer ciertas cosas. Allí, Jackie conocerá al teniente, Charlie Mason, un joven que acaba de recibir un desengaño de la chica con la que esperaba casarse, y con él se conectará hasta el punto de desahogar el sufrimiento que amarga su vida.

Se inicia, así, una larga retrospectiva, donde se alternarán los tiempos en que Jackie (ahora con su verdadero nombre, Abigail Martin), contará su historia con Robert Manette, el único hombre al que ha amado hasta ahora y al que cree que amará siempre, pese a sus liviandades.

Basado en una historia de, W. Somerset Maugham, <<LUZ EN EL ALMA>>, es un filme de amores y desengaños; de aquellos que creen que el amor es “sólo darse”, sin preocuparse de “cómo darse”; y de esos otros que lo esperan todo sin asegurarse de que, por su parte, han hecho lo suficiente para merecerlo.

Siento que, al director, Robert Siodmak, le faltó algo de intensidad en la manera de contar ciertos hechos, pero no obstante, logra motivarnos empatía por las figuras de la chica (la niña prodigio, Deanna Durbin, ahora como una atractiva adolescente) y, un tanto menos, por la del frustrado teniente. Sorprende ver al fabuloso bailarín, Gene Kelly, haciendo con soltura un rol atípico de chico malo, pero, su personaje decepciona por la manera como actúa en el clímax de la historia.

Ignoro, qué tan ajustado haya sido el guion de, Hermann J. Mankiewicz, a la obra del escritor... o qué suerte de injerencias hayan tenido los productores en ésta realización, pero, siento que, <<LUZ EN EL ALMA>>, pudo ser mucho mejor. Sin embargo, es posible encontrar en la película, hechos interesantes sobre los que vale la pena reflexionar. Maugham, sabía unas cuantas cosas acerca de la vida.
Luis Guillermo Cardona
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