El sobrevaloradísimo Mitchell Leisen nos vuelve a aburrir con este tostón llamado "La muerte de vacaciones". Los críticos "de verdad" (no yo por supuesto) dicen que es una obra cumbre del romanticismo y que el director logra atmósferas mágicas e irreales. Puede ser. Yo opino como Howard Hawks: "Tengo diez mandamientos. Los nueve primeros dicen: ¡no debes aburrir!" Si algo no debe ser el cine es aburrido y la 'peli' en cuestión se lleva la palma. Es, además, pretenciosa y pedante. Pero no me hagan mucho caso, al fin y al cabo yo sólo soy un tipo muy simple que no sabe de cine, ni de poesía, ni de cosas trascendentes.

Mientras veía la película me acordaba de aquel chiste de Eugenio en el que un hombre entra a una tienda de fotografía y empieza a contarle su vida al dependiente. Éste, asombrado, le pregunta: "Oiga ¿y para qué me cuenta esto a mí?" Y el hombre le responde: "es que en el escaparate hay un cartel que pone: Entre y revele su rollo". Pues eso amigos, que el 'simpático' de Daniel Petrie nos revela su rollo y nos mete un taladro que ni Black & Decker. De hecho, no sé como he logrado ver la película hasta el final. Sí, comprendo y respeto las grandes interpretaciones de las tres mujeres protagonistas (por cierto, la cara de Claudia McNeil me recuerda mucho a la de Brando, en negro claro) pero ni me involucro en su historia, ni entiendo sus actitudes. Mientras, el amigo Poitier, se dedica a sobreactuar con elocuentes ademanes y aspavientos seguramente muy aplaudidos en el teatro pero totalmente superfluos en la gran pantalla. Aún así, el gravísimo problema de la película es que 'no suceden cosas'. Bueno sí, alguna cosa sucede. También en la carta de ajuste iba moviéndose el segundero.

Tourneur, un auténtico maestro de la puesta en escena y de la creación de atmósferas inquietantes, fallaba a veces -y quizás en sus películas más aclamadas- en el ritmo narrativo, lo que hacía que la historia que contaba perdiese parte de su fuerza. Es lo que sucede en "La noche del demonio".
La película narra la llegada del eminente psicólogo John Holden a Londres para dar unas conferencias sobre parapsicología. Se encuentra, sin embargo, con que uno de sus colaboradores ha muerto en extrañas circunstancias mientras investigaba sobre los cultos satánicos del Dr. Karswell.
Tourneur pone casi todos los ingredientes para que el producto sea perfecto: un excelente guión, un extraordinario y controvertido personaje (magnífica interpretación de Niall MacGinnis), una magnífica fotografía, una impecable puesta en escena, atmósferas inquietantes y un demonio admirablemente logrado. Pero algo falla. No sé... los ritmos, los fundidos, el montaje. Algo. El caso es que la película no termina de "enganchar". Le falta alma. A Tourneur habría que recordarle alguna vez que no todo es ambientación y atmósferas fantasmagóricas. También hay que trabajar la esencia de la película.

Audie Murphy fue el soldado más condecorado de la Segunda Guerra Mundial lo cual le dió en su país, EEUU, la fama y las posibilidades de introducirse en la industria cinematográfica. Casi todas las películas que interpretó fueron westerns que usaban a Murphy como estrella y reclamo de las mismas. Siendo esta la primera película que veo del héroe-actor y, comprobando la nula capacidad para la interpretación del susodicho, me temo que la mayoría de estos westerns no valen una patata. En "Traición y olvido" casi nadie actúa bien, y eso que es una película que no requería grandes cualidades interpretativas pues los personajes están la mayor parte de la historia cabalgando entre las montañas, el ritmo es pesadísimo, las situaciones y las actitudes de los personajes son pueriles y ridículas, y la pelea entre vaqueros e indios parece rodada de cachondeo. Este western debía ser de serie Z.

Cuantas más películas veo de Mitchell Leisen más confirmo que es un director demasiado sobrevalorado. Ni de lejos se acerca a los grandes maestros de la comedia americana de las décadas de los 30 y 40. "Adelante mi amor" hace aguas por todas partes y Leisen es el máximo responsable. Citaré algunos errores: Por mucho que se llevase el Oscar al argumento original, sólo el prólogo es realmente original, el resto de la historia me parece una 'melonada'. Los diálogos son propios de una screwball y "Adelante mi amor" no lo es, por eso no encajan de ninguna manera por mucho que sean lúcidos e inteligentes. Leisen falla gravemente en la combinación de géneros (comedia, bélico, romántico, drama), convierte la comedia en patochada y el melodrama en una exaltación de los valores patrios bastante fuera de lugar. Tampoco atina en la dirección de actores aunque, en su defensa, diremos que ni Claudette Colbert puede llegar a ser tan hermosa como la ve Tom, ni Ray Milland (excelente actor) es el rey de la comedia.
En definitiva, película floja, aburrida y larga, salvada sólo por la presencia de un inconmensurable Walter Abel en el papel de director del periódico. "No me siento bien, no me siento nada bien".