Existen dos clanes de ninjas en Japón, que se profesan un odio visceral desde hace siglos. Estos clanes son los Iga y los Kouga. Lo único que les salva de una fratricida lucha que les lleve a una destrucción mutua es el pacto de no agresión por el cual están obligados a mantener la paz. Cuando Ieyasu decide abolir este pacto y usar los 10 mejores guerreros de cada clan para que luchen entre ellos, está claro que el odio reprimido traerá una cruenta batalla. Las cosas son aun peores, pues los futuros líderes de ambos clanes se aman, y esta lucha puede truncar tanto su amor como las esperanzas de unir y apaciguar ambos clanes.
La historia está basada en una conocida novela japonesa escrita en 1958 y que ha dado también una versión con actores reales en 2005. El basarse en una novela ayuda a hilar una correcta trama. Claramente influenciada por el trabajo de Shakespeare en Romeo y Julieta, aunque con un toque japonés. Esta sencilla premisa, la del amor imposible, traerá auténticos dolores de cabeza a los protagonistas, atrapados entre su amor y la obligación para con su clan. Si consigues soportar este romance, que por momentos se vuelve empalagoso, hallarás la acción que subyace muy entretenida.
Esta serie es recomendable a los seguidores de Ninja Scroll, más si lo eres de la película que de la blanda serie de televisión posterior, pues en ambas franquicias encuentras un nexo común, los ninjas tienen habilidades sobrenaturales. Está claro que esto quita realismo, pero eso precisamente no es ni lo que suele esperar ni buscar el espectador. Estas habilidades no son del todo originales, más bien parecen recoger un amplio catálogo de mitos y leyendas propias del país, aunque por lo menos tenemos una gran diversidad. Consiguiendo que las técnicas de unos sean muy útiles contra alguien y después completamente inútil contra otros personajes.
Las peleas entre los distintos ninjas resultan a nuestros ojos como aleatorias, sin dejar entrever del todo un claro orden. Suelen ser cortas, evitando así luchas agónicas y promoviendo fluidez en el desarrollo de la historia. Antes de que te des cuenta estarás sentado preguntándote quien será el próximo en morir, porque sí, las batallas suelen terminar mal, así que mejor no encariñarnos demasiado con los personajes. Esta guerra es a muerte.
La serie va creciendo en intensidad poco a poco. Tal vez se estanca ligeramente a mitad, pero solo es un ligero bache. Con tanto personaje lo extraño es que tenga tiempo de otorgar suficiente importancia a cada uno. De manera que no solo se diga su nombre a la hora de tacharlo de la lista de los luchadores en pie. Por supuesto que hay alguno que está ligeramente desperdiciado, pero en general aprenderemos suficiente de ellos. Incluso diría que se dedica menos al romance para dar tiempo a conocer mejor a los demás personajes.

Billy Madison es un joven mal criado, acostumbrado a las fiestas, pasarse con la cerveza y vivir sin preocupaciones. Todo esto es gracias a su padre, que tiene el control de una importante empresa, de manera que a su vástago no le falta de nada. Incluso sus estudios fueron casi una farsa, y eso que no pasó del instituto. Pero ya es hora para su padre de retirarse, y como es lógico no piensa precisamente en su único hijo como su sucesor, sino en otra persona. Esto sirve como revulsivo a Billy Madison para tomarse la vida más en serio.
Segunda película de Adam Sandler, en la que empezaría a labrarse esa fama de actor mediocre que solo sabe interpretar pánfilos personajes. Aunque no sea ninguna maravilla, la fama es inmerecida, ya que película tras película consigue alcanzar el éxito. Con realmente pocos pinchazos, convirtiéndolo en un actor estable en cuanto a éxitos de taquilla. Después de esta vendría su gran éxito que lo convertiría en una estrella.
El guión es tan previsible que aburre. A ratos consigue que te rías, porque el humor lo es todo en la película, pero la mayor parte del tiempo sentirás vergüenza ajena de lo que este adulto, tratando de comportarse como un crío hace. Son tan irreales sus actos, que no puedes evitar preguntarte a que viene su comportamiento y eso es justamente lo que no hay que hacer. No hay que fijarse en que ves a un adulto, persiguiendo a un pingüino imaginario. Solo hay que reírse de eso y de todas las ridículas payasadas que hace.
La película empieza con una interesante premisa, sobre la superación de nuestros límites, pero su ejecución es bastante pobre. Está claro que con el material que tiene el director tampoco iba a sacar nada espectacular, pero es demasiado convencional. La dirección no añade personalidad a lo que vemos, su trabajo se limita a proveer correctos planos, pero todos iguales y por tanto aburridos.
Adam Sandler hace un papel entro lo infantil y lo demente. Si eres aficionado suyo lo encontrarás adorable, pero si no lo eres mejor evita la película. Es difícil de orientar a quien va dirigida, porque los chistes que incluye no están orientados a niños, pero el humor tan bajo que muestra no parece tener como objetivo a los adultos. Supongo que hay que ser adultos con alma de crío para disfrutarla. Además tiene comportamientos ilógicos, porque aunque sea un inmaduro constantemente haciendo el ridículo, parece preferir estar con sus compañeros de clase que son unos críos que con sus amigos de siempre.
Sin pedir demasiado puede entretener, aunque le falta mucho trabajo y esfuerzo a los guionistas para hilar una historia correcta.

Una casa ha estado deshabitada desde que veinte años antes ocurrieron una serie de asesinatos. Los propietarios contratan a una conocida experta en fenómenos paranormales porque desde entonces nadie a podido pasar mucho tiempo allí sin ver hechos inexplicables. Esta persona, junto con otras tres: una periodista, un técnico de audio y vídeo y una mujer enviada por el propietario pasarán algún tiempo tratando de desvelar que pasó allí y porqué la casa parece encantada.
La película es de bajo presupuesto, así que nadie debería esperar una cinta que sobresalga en calidad. Más bien, debería ser suficiente que entretenga y no nos sintamos engañados por ser tan distinto lo que ofrece de lo que recibes. Veremos sobre todo el punto de vista de nuestra protagonista, como se dedica a recoger pruebas de la actividad paranormal y como analiza cada situación. Buscando siempre una lógica a cada hecho con el que se enfrentan. Esta manera de contarnos los sucesos nos acerca a lo que podría ser un documental, pero sin llegar al habitual tono monótono y aburrido de estos. Además, esto solo se da en la primera parte de la cinta, ya que está progresará y mucho a medida que la película avance.
Y es que si bien la historia está muy manida y no aporta nada nuevo al género, lo simple que parece en un principio y lo siniestra que llega a convertirse merece ser tenido en cuenta como un punto a su favor. Tal vez si sus inicios no fueran tan lentos y aportaran mayor intensidad incluso ganaría más la película.
El director consigue crear un buen ambiente en la cinta. Oscuro y perturbador, tal y como es necesario para encajar con lo que propone el guión. Su trabajo es parte importante de los logros que nos puede ofrecer la cinta. Tiene buena mano y sabe como conseguir la atención de quien ve la película. Los efectos especiales son aceptables teniendo en cuenta el tipo de película y están bien integrados en ella.
Patti Tindall hace un buen trabajo como la protagonista, mejor de lo que esperaba. El resto de actores no es conocido, pero consiguen completar una labor digna. No aburren, aunque sus tópicos personajes tampoco les ayudan a destacar.
Esta es solo otra de las muchas cintas de terror, creadas para consumir y olvidar. Al menos tiene cierto valor y entretiene mientras la ves, pero no encontrarás mucha razones para verla una segunda vez.

Dolph Lundgren interpreta al señor Ronson, un antiguo militar americano en Mongolia, que se emplea como guía e interprete de la zona. Aunque al no tener clientes debe ganar dinero amañando peleas. Justo cuando las cosas parece que no le pueden ir peor, le proponen que sea el guía de una expedición al interior que podría traerle suficiente dinero para pagar sus deudas. Así es como empieza este peligroso viaje por el interior de este agreste país en busca de un tesoro que en realidad ni siquiera necesita ser protegido.
El veterano actor Dolph Lundgren nos deja una típica película de acción, de bajo presupuesto, que probablemente no contente a nadie, ya que sus puntos fuertes se limitan al paisaje: estepa abrupta y montañosa. Si esta película se hubiese lanzado a finales de 1980 es probable que aun hubiese encontrado un espacio, pero hoy en día una producción de acción sin grandes cantidades de adrenalina, explosiones o efectos especiales por ordenador está directamente abocada al olvido.
El guión es absurdamente simple. Un hombre debe proteger a un grupo que es incapaz de hacerlo en el ambiente donde desean ir. Él solo, es casi capaz de matar ejércitos, con un corazón tan grande que apenas le cabe en su pecho, pero que lo disimula y no deja de hacerse el duro. Hemos visto esta idea repetida en cientos de películas mejores. La cinta está plagada de decisiones forzadas para construir la historia, y que a los ojos del espectador son irracionales.
El trabajo del director es tan deficiente como el del guionista o los actores. Pues a falta de un buen guión se debe trabajar para acoplar las escenas, dar sentido a las decisiones de los personajes y en general hacer creíble la película. Todas estas responsabilidades son obviadas y poco más que se limita a tomar buenos planos del folklore popular de la zona. Olvidad emocionantes escenas de acción, son un espejismo.
Siempre es bueno recuperar a un actor como Dolph Lundgren, pero es una pena que sea en películas de tan bajo calado. Hace un trabajo aceptable, pero decreto el infierno para el resto de actores. Lo que está claro, es que se necesita mucho más que un buen actor de películas de serie B para sacar adelante esta cinta.

Una mujer muy querida en su comunidad y de gran corazón se ha dedicado a acoger chicos huérfanos hasta que les encontraran una familia que les adopte. Durante ese tiempo solo ha encontrado a cuatro tan difíciles que no les pudo encontrar un hogar y por ello fue ella misma quien les adoptó. Después que su madre muera en un tiroteo en circunstancias extrañas, los cuatro hermanos se reunirán en el entierro después de tantos años y tratarán de aclarar los hechos.
Lo primero que te preguntas al ver la película es como una mujer tan buena ha criado a estos cuatro maleantes. Y es un mismo personaje, al principio, quien lo explica. Y es que si no hubiese sido por esa mujer, estos cuatro se habrían convertido en los peores delincuentes posibles. Si bien no han llegado a tanto, no tendrán reparos en buscar pelea o emprenderla a tiros con quien sea para aclarar las causas de la muerte de su querida madre.
Este es una actualización de un western con John Wayne como protagonista, llamado Los cuatro hijos de Katie Elder. Sigue su trama solo en parte, pero claramente la versión actual está de alguna manera planteada como un western urbano.
El guión no es perfecto, tiene sus altibajos, pero funciona en la mayor parte del tiempo. Este guión, junto al buen hacer de los actores que aquí se ganan su sueldo, consigue dar cabida a momentos realmente dramáticos en la cinta, o momentos donde se desata la acción y la violencia que llevan dentro estos rebeldes hijos e incluso momentos cómicos tan necesarios para aliviar la crudeza de los hechos.
Estoy seguro que para muchos, cuando la vea, sobrepasará sus expectativas, y es que lo que a todas luces parece que va a ser poco más que un drama de sobremesa, es mucho más.