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Críticas de Benjamín Reyes
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Críticas 117
Críticas ordenadas por utilidad
7
16 de febrero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que una película como “Foxcatcher” atesore cinco nominaciones a los Oscar es una buena noticia para el cine estadounidense (aunque probablemente no se lleve ninguno este domingo en la gala que se celebrará en el Dolby Theatre de Los Ángeles) ya que apuesta por un cine diametralmente opuesto al estandarizado.
Filmes de béisbol, fútbol americano y baloncesto hemos visto hasta el hartazgo, por eso que “Foxcatcher” detenga su mirada en un deporte que no concita la atención de la muchedumbre, como la lucha grecorromana, es una grata sorpresa.
Bennet Miller solo ha rodado tres largometrajes de ficción, pero desde el primero, “Capote” (2006), ha dado muestras de una gran madurez ya que la rodó con cuarenta años, madurez que se confirmó con “Moneyball: rompiendo las reglas” (2011). Y que se corrobora ahora con “Foxcatcher”. Las tres se caracterizan por la sobriedad fílmica. Al igual que en “Moneyball: rompiendo las reglas”, Miller prefiere centrarse en los entresijos de la competición y no en la competición en sí misma. “Foxcatcher” aboga por el ritmo contenido en lugar de la espectacularidad. Sintomático es el hecho de que en los momentos álgidos en vez de sonar “Living in America” o algún otro tema adrenalítico, escuchemos una música de piano que marca un tempo contenido. Aquí lo importante no es la competición o el resultado deportivo sino las relaciones interpersonales, en las que se entrevé un acusado complejo de Edipo entre madre e hijo de familia adinerada que estallará en un giro final que recuerda a la brillante serie “Fargo”. El último festival de Cannes premió, justamente, a Miller con el galardón de mejor director por esta lección de cine.
En cuanto al reparto, concita la atención la actuación y caracterización de Steve Carrell, que nos tenía acostumbrado a patochadas como “Virgen a los 40” (2005) o “Crazy, Stupid, Love” (2011), aunque ya había dado muestras de su talento en la serie “The Office” o en la cinta “Pequeña Miss Shunsine” (2006). Aquí se mete en la piel del circunspecto millonario John du Pont de tal manera que algunos espectadores no lo reconocerán hasta que lean los títulos de crédito finales. Este variopinto mecenas busca en sus luchadores los lazos afectivos de los que carece en su propia familia. Le secundan un contenido Channing Tatum (habitual del cine de acción), un eficaz Mark Ruffalo y una senescente Vanessa Redgrave. Todos dan vida a unos personajes basados en hechos reales acaecidos en los cuatro años previos a los Juegos Olímpicos de Seúl 1988.
El tercer largometraje de Bennet Miller es una buena película, pero su visionado solo podrá ser disfrutado por un espectador avezado en todo tipo de cine. Conviene disfrutar de esta “rara avis” de la cartelera de Tenerife que es “Foxcatcher”, en la que se echan de menos títulos interesantes ya estrenados en el resto del territorio nacional como “Somos lo que somos”, “Whiplash” o “Tusk”.
Benjamín Reyes
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7
13 de marzo de 2016
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunas de las mejores películas de la historia del cine pertenecen al género western. Ahí están los ejemplos de “La diligencia” (1939), “Solo ante el peligro” (1951), “Grupo salvaje” (1969) o “Sin perdón” (1992). En los últimos años han existido varios intentos por reflotar el género como son los casos de “Open Rage” (2003), “Appaloosa” (2009) o la reciente “Los odiosos ocho” (2016), aunque son solo algunas andanadas alejadas de la edad dorada del género.
El 16º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, que se inaugura hoy, incluye en su extensa programación el ciclo Neo Western, integrado por seis western recientes que exploran nuevos territorios como es el caso de “Bone Tomahawk”, que ofrece una miscelánea de géneros, entre el western y el terror, que hará las delicias de los espectadores que busquen emociones fuertes.
El ritmo de “Bone Tomahawk” es parsimonioso y solo se rompe en determinados momentos, que se constituyen el fogonazos visuales que impactan por oposición a la tranquilidad del resto del metraje. Paradigmática es la escena de la persecución a pie, que ocupa gran parte de la película, en la que uno de los perseguidores tiene la pierna entablillada y camina con muletas. Esta persecución arrítmica nos permite un acercamiento psicológico a los personajes.
Aviso para navegantes. A los que suelen etiquetar injustamente a este tipo de cine de “lento”, ponerles sobre aviso de que a los 90 minutos la trama da un giro hacia el terror (con tintes gores que recuerdan a “Holocausto caníbal”, 1980) y la acción hace acto de presencia porque la historia lo requiere. Concita la atención que “Bone Tomahawk” sea la ópera prima de S. Craig Zahler, por su madurez y saber emplear los planos adecuados en los instantes precisos. No en balde fue premiado con el premio al Mejor Director en el último Festival de Sitges. Para la ocasión ha contado con un reparto de postín: el ya icónico Kurt Russell (con una caracterización similar a la de “Los odiosos ocho”), el veterano Richard Jenkins, el popular Mathew Fox (de la serie “Perdidos”) o Patrick Wilson (el policía de la segunda temporada de “Fargo”).
El resto del ciclo Neo Western se completa con la proyección de los estimulantes filmes “Slow West”, “The Salvation”, “Aferim!”, “The Dark Valley” y “El ardor”. Ninguno “made in USA”.
Benjamín Reyes
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10
12 de noviembre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Carpenter presenta la curiosa paradoja de que está concebido para que cale en el gran público, sin embargo, este le ha solido dar la espalda, mientras que la crítica de cine ensalza cada una de sus obras. Y “La cosa” está considerada su obra maestra. Veamos el porqué.

“La cosa” toma coma base literaria el relato corto “Who Goes There”, de John W. Campbell y muestra su desinterés por ejecutar un remake del mencionado filme “El enigma de otro mundo”. Carpenter también tuvo muy presente a Lovecraft, ya que el tema central de “La cosa” es el miedo del ser humano a perder su identidad.

Uno de los aspectos fundamentales de “La cosa” es el maquillaje y los efectos especiales, en cuyos créditos figura Rob Bottin, que había alcanzado la notoriedad gracias a “Aullidos”. Suya es, junto a Stan Winston, la concepción de la escena de la perrera, una de las más recordadas de la película.

Protagonizada por su actor fetiche Kurt Russell (“Elvis”, “Golpe en la pequeña China”, “1997: Rescate en Nueva York”), presenta un certero perfil psicológico de un grupo humano aislado en la Antártida en el que se pone de relieve la desconfianza que sentimos los seres humanos ante nuestro congéneres en una situación límite. “No sé en quién confiar”. “Hoy en día es difícil saber en quién confiar”, es un diálogo que mantienen en un momento dado dos personajes.

La cosa del título es un ser que presenta la peculiaridad de que puede imitar cualquier forma de vida, de tal manera que el horror se introduce disfrazado de familiaridad (un perro) y no deja cadáveres sino que asimila la forma de otros seres vivos, sin dejar rastro de su desaparición.

El paisaje también juega un papel importante: la inquietante serenidad de la Antártida oculta terrores soterrados bajo su hielo, que brotan de forma inopinada. El conjunto se remata con la música de Ennio Morricone, que se aleja de la estridencia. Afortunadamente, “La cosa” ha superado el desprecio crítico que tuvo en su estreno y se ha convertido, por derecho propio, en una película de culto.
Benjamín Reyes
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5
17 de julio de 2016
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 2014 murieron en Estados Unidos más de 12.000 personas víctimas de algún arma de fuego. En una sociedad que hace de la posesión de armas un hecho constitucional y que funde sus raíces en la época del Salvaje Oeste no es de extrañar que se ruede una película como “Election: la noche de las bestias”, un filme permeable a la sociedad en la que ha sido engendrada.

Se estrena en España pocos días después de dos nuevos casos de abuso policial contra los negros en Dallas y la respuesta de un iluminado de raza negra que cegó la vida de cinco policías, y unas pocas semanas después de la matanza de 49 personas en una discoteca gay de Orlando. Todo esto ocurre en un país en el que es factible adquirir un fusil militar en apenas 15 minutos.

Todo esto viene a colación porque en “Election: la noche de las bestias” el crimen es legal durante doce horas. Una noche de orgía violenta bautizada como “la purga” y que es auspiciada por los nuevos padres de la patria y los Estados Unidos de América.

El cuarto largometraje de James DeMonaco bebe de la fuente del John Carpenter de “1997: Rescate en Nueva York” (1981), no en balde, DeMonaco fue guionista de un remake en 2005 de uno de los clásicos de Carpenter: “Asalto a la comisaria del distrito 13” (1976). Si la primera entrega de esta sanguinolenta saga se reducía al secuestro de una familia adinerada en su propia casa (siguiendo la línea de “Perros de paja”, 1971), la segunda optaba por centrar su punto de vista en un pequeño grupo de personas que recorrían las inseguras calles durante la noche de “la purga”; esta tercera vuelve a las calles, pero aquí se introduce la novedad de una senadora que quiere abolir esta noche execrable en la que se desata la ira contenida durante un año.

“Election: la noche de las bestias” es cine perturbador que remueve conciencias y plantea interesantes dilemas morales. Nada tiene que ver con otra saga donde la hemoglobina corre a borbotes como “Saw” y por eso aboga en esta tercera entrega por la abolición del uso indiscriminado de armas.

Ya se sabe que los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor (ineludible es la lectura de “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, de Stevenson), pero es mejor que no tengamos acceso a las armas.
Benjamín Reyes
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8
25 de junio de 2016
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Festival de Sundance ha alumbrado nombres al firmamento cinematográfico como han sido los casos de Quentin Tarantino y su “Reservoir Dogs” (1991), Steven Soderberg y su “Sexo, mentiras y cintas de vídeo” (1989) o Park Chan-wook y su “Old Boy” (2005). En la edición del 2015, el premio a la mejor dirección recayó en el debutante Robert Eggens, que presentaba “La bruja”, un filme de terror diferente, que podría ser solo el primer paso de una filmografía a seguir en años venideros.
Ambientada en la Nueva Inglaterra de 1630, “La bruja”, muestra la vida cotidiana de una familia de colonos cristianos que vive presa de las creencias populares de la época, hasta tal punto que la historia deviene en una “body count” doméstica. “La bruja” no es una película de terror al uso, incluso sería más acertado decir que es un drama psicológico vestido de la ambientación propia del cine de terror. Lo que más deslumbra en esta ópera prima es su cuidada puesta en escena y el sabio uso de la iluminación que la acerca a maestros del tenebrismo pictórico como Caravaggio o George de la Tour.
Del escueto reparto destaca la veinteañera Anya Taylor-Joy, encarnando a la adolescente a la que la familia acusa de bruja. Así como su histriónica madre, interpretada por Kate Dickie. Si hay que citar algún paralelismo ese es “El bosque” (2004), de M. Night Shyamalan, por su ambientación y por mostrar una comunidad endogámica.
Parte de los espectadores, probablemente, no digieran bien la presencia del cuantioso diálogo, aun así, posee varias imágenes epatantes que se grabarán a fuego en la retina del espectador. Imágenes poderosas, escanciadas a lo largo del metraje y situadas al principio, mitad y final de la película. Si las imágenes resultan perturbadoras es en gran medida gracias a una banda sonora punzante y desasosegante, obra de Mark Korven.
Da la sensación de que el cine se regenera por generación espontánea. Ahora solo falta que el público arrope la cinta y no siga el ejemplo de títulos que pasaron por Sundance en 2014, como “The Diary of a Teenage Girl” (Mejor Fotografía), “Slow West” (Gran Premio del Jurado en la competencia internacional) o “Yo, él y Raquel” (Gran Premio del Jurado en la sección Estados Unidos), y que en España se estrenaron sin pena ni gloria (2.917, 7.652 y 29.678 espectadores, respectivamente). Ojo al dato.
Benjamín Reyes
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