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Críticas de Isaac Paskual
Críticas 1.682
Críticas ordenadas por utilidad
5
1 de marzo de 2022
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las feel good movies me causan urticaria por lo general, a lo que hay que unir la poderosa manía que le tengo a "La familia Belier" (Eric Lartigau, 2014). Así que, con esos precedentes, casi seguro que ni yo quiero contarles ni ustedes querrán escuchar lo que opino sobre "CODA, los sonidos del silencio", el remake que ha parido Sian Heder y que ha calado tanto entre los norteamericanos. En cambio en lo que sí voy a detenerme, al hilo de eso último, es en una cuestión que me obsesiona desde que salí de la proyección. ¿En base a qué, y creo que no es la calidad, unos remakes sí logran predicamento y otros no?… Y cuando hablo de predicamento no me refiero tanto a éxito de taquilla como sí a calado a nivel reconocimiento, un escalón que considero más inalcanzable para este tipo de propuestas.
¿De verdad "CODA, los sonidos del silencio" tiene el nivel suficiente como para formar parte de las diez mejores cintas del año según la Academia de Hollywood? ¡De verdad! ¿Es acaso la cultura woke haciendo de las suyas? Y no entro ya en la cuestión de que sea peor o mejor película, que conste. ¿De verdad el remake que sacó adelante hace unos años Neil Burger de la "Intocable" (2011) de Nakache & Toledano merecía caer en el olvido como si nunca hubiera existido? ¿Era porque no había un tetrapléjico haciendo de tetrapléjico? Nos quejaremos de los extremismos en rrss, en #FilmTwitter y demás, pero por desgracia contaminan toda la cadena alimenticia. Que igual al final el raro soy yo, qué sé yo ya. Pero vamos. Ambos dos remakes nivel justito para pasar el día, y ya. Me parece a mi.
En verdad creo que "CODA, los sonidos del silencio" está incluso un pelín por encima de "La familia Belier". Hay pequeños cambios argumentales que, como poco, la hacen más realista. Histrionismo y sobreactuación continúan en la ecuación, eso sí. Pero a estas alturas creo que poco importa ya lo que yo pueda decir habiendo dejado tan claro en que bando me sitúo. Esto no es para mi. Quien lo tenga que disfrutar, que lo haga.
Isaac Paskual
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9
21 de febrero de 2018
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guillermo del Toro es uno de los realizadores con más personalidad del panorama actual, haga lo que haga su inconfundible sello siempre está presente. "La forma del agua" es el universo característico del mejicano adaptado a una historia de amor con infinitas connotaciones. La película es una ferviente defensa al oprimido, es un poderoso alegato a lo raro e imposible en apariencia, es una oda a las minorías; y todo ello con un encanto que lo convierte en un trabajo: grande, diferente y especial. Al fin y al cabo "La forma del agua" tiene magia porque, seamos honestos, si lo narrado en el film se hubiera ambientado en la actualidad, no seria la película que es.
En "La forma del agua" no solo ya Guillermo del Toro nos entrega una de sus obras más poderosas y trascendentales, solamente superada, desde mi punto de vista, por "El laberinto del fauno" (2006), sino que la cinta es también un paso hacia adelante para el mejicano en muchos aspectos. Para empezar, su último film goza de un equilibrio a nivel de personajes que creo que hace tiempo que no conseguía, compensado además por un reparto estupendo. Sally Hawkins está sencillamente enorme; no sé está llevando ningún premio, pero los merece absolutamente todos. El personaje de Richard Jenkins me ha enamorado y sorprendido a partes iguales, el desahogo ligeramente cómico de Octavia Spencer es maravilloso y sin resultar forzado, y Michael Shannon perfecto consiguiendo que lo odies. Y que decir de Doug Jones, no goza de la campaña mediática que tiene siempre a su alrededor Andy Serkis, por ejemplo, pero creo que en algún momento merece algo más que una nominación.
"La forma del agua" también me parece la madurez como cineasta de Guillermo del Toro. El mejicano siempre ha sido un realizador que no rehuye la violencia, eso es innegable, pero creo que en su último film he visto a un del Toro más adulto. Esto se refleja a la perfección en la cruda forma mediante la que del Toro nos presenta la dolorosa aunque resignada soledad del personaje de Elisa, aferrándose a esas pequeñas cosas del día a día, o la de su fiel amigo Giles viviendo más de la esperanza que de la realidad; momentos absolutamente dramáticos pero que aun así logran sacarte una leve sonrisa. Yo amo "El laberinto del fauno", pero creo que en aquel trabajo del Toro no terminó de lograr esto, quizás en parte porque su protagonista era una niña y el prisma de visión tenia limitaciones.
"La forma del agua" tiene sus defectos, obviamente. Para empezar la historia de amor entra un poco dura, y Guillermo del Toro se toma la película con demasiada calma en determinados momentos, pero aun así es de esas cintas en las que pasas por alto ciertos errores a sabiendas de que estas viendo algo relevante tanto dentro de su filmografía como en el séptimo arte. Formalmente el film es bastante sencillo, una fabula al fin y al cabo, pero su fondo es lo que lo hace singular y único.
Y dicho lo anterior es correcto admitir que, con "La forma del agua", Guillermo de Toro está recogiendo los éxitos que mereció con "El laberinto del fauno" pero no obtuvo por ser un film en español, las cosas como son.
Isaac Paskual
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6
7 de septiembre de 2016
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En "Los huéspedes", Ti West ha intentado repetir al milímetro la fórmula que tan excelentes resultados le dio en su anterior trabajo, "La casa del diablo" (2009); aunque, por desgracia tanto para el como para los espectadores, aquí la fórmula no le ha funcionado de la misma forma.
Antes de pararme a analizar lo que, desde mi punto de vista, le termina pasando factura a todo el film, seria de cobardes no gritar a los cuatro vientos algunos de los puntos fuertes tanto de "Los huéspedes" como de su director. En primer lugar, he de reafirmarme en mi idea de que Ti West es uno de los mejores realizadores de género que he visto. Con lo sencillo que es, cuando se hace terror, caer en la trampa del gore fácil o los sustos de posproducción, West prefiere caminar por otro lado no menos agradecido, el del terror elegante, siguiendo la estela de James Wan. Y, además, lo hace con una seña de identidad muy característica, la tensión. Ti West prefiere meterte el miedo en el cuerpo poco a poco sugiriéndote antes que mostrándote, y eso se agradece. Todo ello, en "Los huéspedes", se mantiene a las mil maravillas.
En segundo lugar, otro de los puntos fuertes del cine de West es la construcción de personajes y la elección de los actores que los interpretan. Con lo sencillo que es, en la actualidad, construir personajes irreales y deshumanizados, pues Ti West tiene la capacidad de crear personajes muy naturales y terriblemente creíbles, con los que es imposible no empatizar. En "Los huéspedes" el trabajo de Sara Paxton y Pat Healy es estupendo, armando unos personajes con los que es sencillísimo conectar.
Y ahora es cuando llegamos al lastre de la película. Mientras que en "La casa del diablo" Ti West dejaba aparcado lo sobrenatural, cosa que le terminaba beneficiando mucho; en "Los huéspedes" lo recupera, cosa que le termina pasando factura. En la película que hoy nos ocupa los elementos puramente sobrenaturales, de forma inexplicable, le terminan restando credibilidad al conjunto, y no solo eso, sino que en "Los huéspedes" parece que todo tiende a virar demasiado hacia la comedia involuntaria. Sumado todo ello hace que el espectador vea la cinta con una mezcla de incredulidad y escepticismo, sin llegar a meterse o a creerse del todo lo que está presenciando.
Todo ello convierte a "Los huéspedes" en el film menos efectivo de Ti West, lo que no quiere decir que sea una mala película, que no lo es. Seguramente le pasan factura las altas expectativas que habia depositado en la cinta, y que al final no se han terminado de confirmar. Hay buena ambientación, buenos personajes y buenas maneras por lo general, pero da la sensación de que a la historia le falta una pata.
Isaac Paskual
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9
15 de diciembre de 2015
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tres años Steven Spielberg nos entregó "Lincoln", una gran película que abordaba a uno de los grandes personajes de nuestra historia. Pero una cosa era evidente, rebuscando en lo más hondo del film, me pude dar cuenta de que un ingrediente fundamental del cineasta se había extraviado por el camino, su magia. Ahora, con "El puente de los espías", estoy en condiciones de gritar a los cuatro vientos que Spielberg la ha recuperado y de la mejor manera posible. Lo hace aparcando a los grandes personajes de nuestra historia, para centrarse en uno de esos pequeños y anónimos héroes que siempre pasan totalmente desapercibidos, pero que no por ello deberían gozar de menos relevancia. El James Donovan interpretado por Tom Hanks nos hace volver a creer en el ser humano como pieza clave dentro de un mecanismo aun mayor, nos hace pensar que mediante pequeños actos podemos trascender nuestra mera existencia, nos hace ver que todavía reside en nosotros la llama de la esperanza. A eso me refería cuando decía que Spielberg había recuperado su magia.
Uno de los elementos claves para esa vuelta a los orígenes, es el excelente guion firmado por los hermanos Coen y Matt Charman. Si de algo adolecían los últimos trabajos de Spielberg era de frescura, precisamente porque rebosaban de trascendencia vacía, de esa que abruma al espectador. El texto de "El puente de los espías" aúna realismo y leves dosis de comedia, característica aportación de Joel y Ethan Coen, que le aporta un grado diferente de credibilidad al film. Lo convierte en humano al fin y al cabo, y lo humano es lo que te llega a lo más hondo.
Yo siempre he defendido que si cuentas una historia interesante hay muchas posibilidades de que tu película sea grande. "El puente de los espías" cuenta una historia descomunal y desconocida al mismo tiempo, que sirve como pretexto perfecto para que Spielberg nos muestre las irónicas sombras de cualquier batalla en general, y de la guerra fría en particular.
Isaac Paskual
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6
18 de enero de 2022
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos echasteis pestes de "Kingsman (El círculo de oro)" (Matthew Vaughn, 2017) —cosa que, como luego desarrollaré, ha propiciado el torpe y desagradable cambio de rumbo de la que ahora nos ocupa— por ser, entre otras cosas: excesivamente caricaturesca y pasada de rosca. Ahora yo, para equilibrar la balanza, voy a hacer lo propio con "The King's Man (La primera misión)" por no ser precisamente eso: caricaturesca y pasada de rosca. Cuando Vaughn se pone a emular al Sam Mendes de "1917" (2019) directamente ya me he dormido, que conste en acta.
Fruto de la tibia tirando a fría acogida, tanto de crítica como de público, aunque más de lo primero, que tuvo la segunda entrega, imagino que llegó el pertinente tirón de orejas. Por ello, y no sé muy bien si ha sido más decisión de estudio o del propio director, "The King's Man (La primera misión)" vira bruscamente hacia la seriedad. Decisión que queda patente a mitad de metraje con el sino del personaje más claramente excesivo del film. Yo lo siento pero no puedo comprar ni aplaudir ese cambio de rumbo; no está pensado para contentar al devoto, si no para atraer al escéptico. Y yo no era de esos. Esta tercera entrega, a modo de precuela, huye en gran medida, sobretodo a nivel tonal, aunque también a nivel visual, de lo hallado en las anteriores entregas. Un brusco viraje que solo se encauza en el tercer acto, momento en el que la esencia Kingsman resurge de sus cenizas para solucionar la papeleta de un trabajo hasta ese momento plano y sin sangre en las venas.
Argumentalmente hay un relativo riesgo en "The King's Man (La primera misión)", sobretodo en lo que al destino de personajes se refiere. Algo que sí valoro y que desde los tiempos de "Kingsman (Servicio secreto)" (2014) no hacía acto de presencia. Pero me ha sabido a poco en conjunto. El sabor de boca que me ha dejado esta tercera cinta de la saga en general es demasiado amargo.
Isaac Paskual
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