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España España · Cinecittà
Críticas de Xavier Vidal
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Críticas 640
Críticas ordenadas por utilidad
6
20 de julio de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allí donde el cine filma conflictos, Honoré prefiere empezar in media res con el conflicto ya desatado y los personajes en pleno proceso de transformación. Honoré ama los sentimientos más vivos, la pureza del arrebato. Como buen cine francés, reflexiona en voz alta a riesgo de que el discurso resulte de lo más estúpido. Entiende la vida desde el descontrol y no filma nada que no salga de sus entrañas. Con Haciendo planes para Lena el estilo impúdico, directo y a la vez lleno de rodeos poéticos de Honoré se consolida, algo que alegrará a sus fieles y enervará a sus detractores. Haciendo planes para Lena no quiere ser una película ni tranquila ni agradable, y parece que su máxima es llevar al espectador hacia esa frontera entre lo dramático y lo enfermizo que la protagonista del film cruza sin parar durante una hora y media de histeria.

Haciendo planes para Lena debe entenderse como una traslación de 'La belle persone' (protagonista femenina que sigue los tipos y arquetipos de la novela romántica) hacia el terreno de la tragedia familiar, drama mucho más complejo que el presentado en Ma mère o Dans Paris, tanto en número de piezas como en truculencia. Mastroianni da vida a una enfermera recién separada superada por todo y cansada de todo. No hay más acción que el diálogo en el diván de ese psicólogo tan contradictorio que es Honoré: la protagonista toca fondo varias veces, la historia navega aguas inestables y prefiere naufragar antes que encontrar un punto de apoyo que dé consistencia a la aventura emocional. Poco o nada que añadir para los que ya hayan visitado los mundos de su autor: una de esas películas que nunca verá la luz en España y cuya magia está en su propia imperfección. Drama exagerado, impostado, teatral, a ratos genial a ratos banal... como la no lógica de todo el cine de Honoré.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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7
7 de mayo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el 'Primer Mundo' jugamos a la guerra con nuestras videoconsolas. El cine nos ha llevado hasta el abismo del frente de batalla y a base de ver repetidamente el arte de matar parece que la guerra ha perdido parte de su trascendencia y gravedad. Hay, por lo tanto, que encarar los conflictos bélicos desde otra perspectiva porque el cine estadounidense nos ha adocenado y ha desvirtuado la naturaleza despiadada de las contiendas.

Lebanon, León de oro en el Festival de Venecia 2009, podría parecer un film experimental. Toda la película sucede en las tripas de un tanque en el que conviven y sobreviven chicos jóvenes que no se conocen pero que están destinados a compartir un episodio decisivo de sus vidas. La guerra es una deformación, la trastienda de la batalla es totalmente inaccesible para unos soldados rasos como nuestros protagonistas, por lo que tiene todo el sentido del mundo que en Lebanon la guerra sea vivida pero sobre todo intuida, vista tan solo desde el visor de la máquina. Los protagonistas deben apuntar y disparar, seguir órdenes de segundos y acatar normas. Son unos títeres frágiles, manipulables y manipulados. El espectador siente esa indefensión, entiende la injusticia, palpa el sinsentido de la guerra al ver la película. Logra algo que deberia ser obvio: que al ver a un hombre disparando a otro hombre o que al intuir la muerte del pelotón protagonista nos recorra un escalofrío por todo el espinazo. Eso es Lebanon: un viaje a las oscuridades de la guerra, una vuelta de tuerca necesaria que enriquece el último cine bélico.

El 'cine espectáculo' se ha servido de la guerra pero no ha sido fiel a ella: Lebanon, aunque sea la crónica de una guerra omitida, o quizás por eso, es el mayor alegato antibelicista que podría hacerse, con unas cualidades cinematográficas indudables (excelente dirección de fotografía) y una profundidad descarnada (allá donde otros proponen batallas coreografiadas, aquí solo queda la desnudez de un tanque irrespirable y húmedo, metonimia de todo lo que sucede en el exterior). Pueden discutirse muchas cosas en el planteamiento de Lebanon, pero la idea de base gana a cualquier problema de guión (en parte justificado por el claustrofóbico escenario en el que se encuadra la trama). Lebanon, por lo que cuenta y sobre todo por cómo lo cuenta, es una de las obras más estimulantes de los últimos años. Hay que verla, aunque nos lleve al mismísimo infierno, allá donde el hombre deja de ser hombre para transformarse en solo un nombre, una cara, un número en una lista de fallecidos, una bestia.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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7
9 de abril de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Secretos de un matrimonio de Ingmar Bergman dos matrimonios de clase media-alta quedan para cenar en casa de una de las parejas, dando pie a una velada que pondrá en duda la estabilidad emocional de los protagonistas. Partiendo de una premisa similar, el sueco Simon Staho construye Himlens Hjärta, un drama que bebe directamente del maestro Bergman para acercarnos las carencias y querencias de dos hombres y dos mujeres de más de cuarenta años, con casa grande y trabajo estable, con la vida resuelta y aparentemente felices.

Staho no tarda en abrir una grieta a la a priori idílica e inocente charla de cuatro amigos mientras comen y beben vino: la anécdota de un compañero de trabajo que abandonó a su mujer por una chica mucho más joven inicia un torbellino de emociones, un sinfín de interrogantes y una guerra abierta que termina en tragedia. Staho, como ya demostró en Daisy Diamond y Noche y día, entiende el cine como un arte plástico y visceral, una forma poética y potente de dejar a la superficie todas las miserias humanas. En Himlens Hjärta se tratan cuestiones mayores: ¿qué se necesita para ser feliz? ¿qué es la felicidad? ¿y la fidelidad? ¿y la amistad? ¿y entre todo esto, dónde queda el límite entre la rutina y la estabilidad?

Staho, siempre inteligente, inicia su relato con la materialización del divorcio de los protagonistas, algo que restaría entidad a la historia si estuviesemos ante la obra de un director mediocre. Afortunadamente Staho nos introduce su drama in media res, y lo que queda es un thriller tensísimo con cuatro actores en estado de gracia lanzándose frases lapidarias a modo de dardos envenenados, con silencios recurrentes y escenas de alta tensión. Staho despoja con acierto a su película de cualquier adorno: es un cuento diabólico que sucede entre cuatro paredes, y como tal no hay mobiliario o paisaje, más allá del humano, que distraiga al espectador.

Un ejercicio que puede recordar al teatro, y que es perfectamente adaptable para su representación en salas, pero que en verdad es puro cine: ver a Mikael Persbrandt cabizbajo, moviendo sus pestañas canosas y callando una infidelidad; o a Lena Endre confiando y confesándose ante su amiga, es un espectáculo sobrio, profundo, majestuoso. Seguro que muchas parejas necesitarán terapia tras la función. Himlens Hjärta es uno de los ejemplos de violencia verbal y terror doméstico más brillantes que podrán ver, además de la confirmación de Staho como el nuevo Bergman del cine sueco. Imprescindible.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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8
7 de abril de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por un momento imagínense que Kafka quisiese imitar a Hitchcock, que Michel Gondry filmase una película Dogma, que Christopher Nolan en lugar de hacer superproducciones fuese un autor idie, que Lynch hubiese nacido en el norte de Europa, que Tarkovsky y Kubrick hubiesen rodado a cuatro manos o que el primer Von Trier hubiese construido uno de sus homenajes a Europa escuchando la música de Bach. Todo ello solo describe la superficie onírica pero fascinante de una película como Allegro, cuyas imágenes hechizan sin demasiados efectos especiales, y cuya historia se entiende más o menos, pero siempre fascina.

Boe presenta la imagen de una caja que contiene el pasado de su personaje y construye su historia a modo de capas sobre capas, tiempos sobre tiempos. La lectura lineal de Allegro no deja de ser una reivindicación del amor en su estado más puro, pero Boe opta por el camino más difícil: la concatenación de metáforas, la sucesión de puertas que llevan a otras puertas, espacios no tangibles y lúgubres, personajes que son siluetas y sombras. Ver Allegro es toda una experiencia en la que el espectador o bien se sentirá excluido desde el primer momento o se dejará zambullir en este viaje de ida, vuelta y regreso a La Zona. Pocas veces el absurdo se encuentra con el terror psicológico.

Cine joven, rompedor, fresco, diferente, en busca de lo primigenio, en constante investigación del lenguaje cinematográfico. Allegro tiene la belleza y la oscuridad de un acorde de piano mal afinado. Obviamente el público que busque evasión y palomitas queda excluido del juego. Pero si son valientes, si quieren ir al cine, acceder a una realidad paralela y no volver nunca más, esta es su película. Por el camino se divertirán y no saldrán de su asombro. Y al final de los títulos de crédito despertarán de una maravillosa sesión de hipnosis. Hay que rescatarla, lo que por estas latitudes significa 'descargarla': peliculón de culto inmediato.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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7
10 de marzo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Muppets habla del fenómeno fan, de la oscuridad que se esconde una vez se apagan los focos y los índices de popularidad alcanzan sus cuotas más bajas. La película se articula sobre el reencuentro, la unión y la vuelta de antiguos símbolos televisivos, y con esa base reivindica espectáculos de formas y contenidos añejos, quita el polvo y defiende los muñecos de trapo y los decorados de cartón piedra en tiempos de 3D. Nos dice que el cine familiar ha vuelto, y como resultado nos obliga a darnos cuenta de que dicho cine desapareció en su día.

No sabemos si su título es una negligencia de los traductores, pero Los Muppets, mezcla del The Muppets inglés y Los Teleñecos en su versión española, avisa de que la película se sitúa a medio camino entre la tradición y la modernidad. Habla sobre los límites de la representación, la línea difusa que separa la realidad de la ficción, debate sobre la dictadura de los medios de comunicación (si no sales en la tele, no existes) y reflexiona sobre los patrones de consumo. También reaviva la llama del cine musical con un tono que solo había evocado Hairspray años atrás. Su crítica a la crisis es sumamente sutil: la escena en la que los muppets consiguen su show en prime time, así como la caracterización del malo de la función (Chris Cooper), sintetizan la falta de ética de quienes presiden los despachos de las cadenas televisivas generalistas, además de la falta de escrúpulos de los magnates que nos han arrojado hacia el desastre económico. Y finalmente, confirma a Amy Adams como rostro principal del nuevo cine familiar tras defender Encantada: La historia de Giselle y Noche en el museo 2, un honor que en los 90 ostentó Robin Williams y que de forma intermitente ha defendido Brendan Fraser entre otros.

En resumen, Los Muppets no es una aventura más de los teleñecos, ni tan siquiera una oportunista puesta al día de la rana Gustavo, la cerdita Peggy y los suyos. Si Los Teleñecos se rieron de los géneros cinematográficos en sus distintas aventuras para la pequeña y la gran pantalla, ahora se rien de la televisión y del cine en general, en letras mayúsculas, a lo grande. Y es aquí donde Los Muppets se impone como una de las mejores películas del año: no solo propone una nueva historia con los teleñecos como telón de fondo (es cine familiar), sino que deja intuir los mecanismos de quienes deciden qué vemos, así como los comportamientos de las audiencias (es, por lo tanto, una reflexión del cine familiar, actualizándolo y analizando el por qué de su repentina desaparición). Obviamente el público infantil se quedará con la primera posibilidad, mientras que los espectadores adultos más atentos se encontrarán una historia rica en matices. Una grata sorpresa, porque todo parecía indicar que estábamos ante un título menor. No tardaremos en reivindicarla.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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