Digno cierre de la franquicia de Arma Letal, en una historia donde los protagonistas se ven cansados y viejos, siendo ése uno de los temas a tratar en esta entrega y que continúa uno de los hilos del conjunto de películas: el paso del tiempo, un inevitable de la vida que hay que aceptar y, para ello, se debe dejar marchar al pasado. En esto último entra el cierre definitivo de la historia del drama de Riggs con la muerte de su mujer, superando al fin el dolor y pasando página. Así mismo, Riggs queda muy lejos del poli duro atormentado y medio demente de la primera entrega, el personaje ha madurado y evolucionado. Murtaugh sigue más en su linea, y juntos mantienen la química que siempre han tenido como compañeros, metiéndose en todo tipo de líos, bromeando a todo momento y con un fuerte sentido de la amistad y la familia, temas que regresan una vez más, siempre ejes de sus aventuras.

Además el drama regresa en esta entrega, situándola en un lugar más cercano a la primera y segunda que a la tercera. Incluso al personaje de Joe Pesci se le da un trasfondo de soledad y tristeza, y la trama de los antagonistas posee cierta carga dramática. Dicha trama está mejor elaborada de lo que uno pueda esperarse en una cuarta parte, mezclando tráfico de personas con familias mafiosas o falsificación de billetes, guardando algún giro argumental y con un intenso enfrentamiento final contra un grandioso Jet Li.

Como viene siendo habitual, Richard Donner dota a la cinta de apasionantes escenas de acción, hábilmente rodadas. Además se notan ganas de hacer las cosas bien, puede que con la intención de ofrecer un final definitivo y digno, pues toda la entrega tiene aires de despedida.

La franquicia de Arma Letal se compone de películas que son como mínimo entretenidas, algo curioso y poco común, incluso siendo dirigidas por el mismo director. La original es bastante superior a las demás, pero sus secuelas no la desmerecen a pesar de inclinarse hacia el humor y ser más comerciales. Si te gusta la acción, no te las pierdas.

Un bajón abismal de calidad respecto de la primera. La historia es poco menos que incoherente de principio a fin. El guion es una basura que desespera al más paciente. No hay ningún tipo de ritmo, lo que la hace aburrida hasta decir basta. El protagonista lo hace fatal, aunque no tiene toda la culpa. Las escenas de terror son ridículas, provocando carcajadas no intencionadas.

La forma de enlazar con la original es de una holgazanería extrema. Así, sin más, Freddy se le aparece al nuevo inquilino de la casa de Nancy. Por favor, que su presencia está en los sueños, no en esa casa nada más. Ni tampoco en la realidad. ¿Ahora necesita al chaval ese para matar mediante su cuerpo?. Demasiado rebuscado. Un intento de innovar fallido y estúpido.

Por destacar algo, la escena inicial está bien. Es lo mejor de la película, vamos. El final es digno de mención, copiando al mismo tiempo el esquema del final de la anterior y la escena del inicio de esta. Tanto aparentar innovación para terminar realizando una mala copia de lo que ya habíamos visto.

Recomiendo saltársela. Si la anterior te quitaba el sueño, ésta te lo devuelve.

Entrañable aventura que, como otras películas de animación de Miyazaki, va más allá del simple entretenimiento para convertirse en una experiencia inolvidable que sabe tocar la fibra adecuada y levantar sentimientos en el espectador.

Porco es un cerdo aviador que surca el Adriático manteniendo a raya piratas aéreos. La apariencia puramente infantil de dicha premisa se disipa en los primeros minutos, donde nos presentan a Porco como un ser muy carismático, querido por todo el mundo, respetado por sus rivales e incluso resulta irresistible para las damas. Todo el mundo lo mira como cerdo como si fuera lo más natural del mundo, y pronto el espectador lo hace también. Las apariencias no importan, el interior, sí.

Pese a la aventura, la comedia, las frases de Porco y las entretenidas escenas de acción, lo que en realidad domina esta película es el romanticismo. Porco Rosso es, ante todo, romántica. Por la relación del piloto con la dama que lo espera, de amor complicado, por la soledad del espíritu viajero del aviador, por aquella muchacha que lo acompañaba y se despedía con un beso, por aquel avión que nadie era capaz de conducir, por los compañeros que ascendieron aquel día en que aún era humano, por aquella vez donde los navegantes de mar y aire del Adriático se juntaron para ver el duelo contra el americano, y todos gritaban, animaban y apostaban. Aquellos preciosos días, antes de que la confusión de la guerra azotara de nuevo.

El momento histórico, con sus referencias ¨escondidas¨, se retrata entre fantasía e imaginación, en una historia adecuada para todo tipo de público. Excelente.

Lo curioso de esta entrega comienza y termina cuando te das cuenta de que, a diferencia de su antecesora, no es un mockumentary. Eso no la hace mejor ni peor, pero la historia sí. Es irrisoria, absurda, una mierda sin ningún tipo de sentido, aburrida, vergonzosa e intrascendente.

La anterior al menos trataba ciertos temas de forma un poco interesante, desde el efectismo de la religión a la paletada crédula de la América profunda. Tenía un punto irónico que la hacía entretenida, y un buen manejo de la narración, sacando partido de esa cámara en mano que normalmente entorpece, y terminando con escenas que inquietaban como poco. Aceptable.

Pero esta entrega retoma la historia donde termina la primera sin ningún tipo de coherencia. El personaje de Ashley Bell pasa a ser protagonista, transformada en una chica tan inocente que cae en un patetismo ridículo. Convenientemente amnésica (y única superviviente), va a parar a una casa de ayuda para reintegrarse en la sociedad, donde hay otro puñado de chicas problemáticas. Entre amoríos terrenales y demoníacos, sueños húmedos y sustos fáciles se mueve toda la trama hasta un final estúpido y predecible, muy acorde al resto de metraje. Esto nada tiene que ver con la primera entrega.

Una pérdida de tiempo bestial. Innecesaria, incongruente, y mala con ganas, hasta el punto de convertirse en una comedia involuntaria.

Drama sobre el aislamiento en un mundo virtualmente conectado, donde las personas se comunican sin tener delante la cara de su interlocutor, buscando desesperadamente una conexión humana en medio de su soledad propiciada, a su vez, por esa sociedad conectada cada vez más automatizada y aséptica, que ha perdido la capacidad para relacionarse con el ser cercano, físico.

Se compone de historias cruzadas cuyo nexo común son los contrastes entre relaciones del mundo real y virtual, los sentimientos que se derivan de ellas y sus consecuencias.

Tenemos a unos chicos que le gastan una broma cruel a otro haciéndose pasar por una chica en la red social. El que recibe la broma es un adolescente triste, invisible y sin amigos, cuya comunicación con su familia tiende a nulo. Por su parte, uno de los artífices de la broma se encuentra de repente hablando con la víctima a todas horas, pues también está necesitado de una conversación de verdad. Las consecuencias de esta historia son devastadoras, aunque curiosamente sirven para unir la familia y apreciar lo que es importante, dejando atrás las comunicaciones impersonales. Es como si despertasen de un largo sueño.

Otra historia trata sobre la relación de un joven que se desnuda por webcam en un chat y una periodista que contacta con él en busca de un buen reportaje. La cosa trascenderá a lo personal y a una serie de conflictos éticos y emocionales que desembocarán en un final de reflexión amarga.

Por último, la tercera historia principal la compone una pareja cuya relación se resquebraja debido a la muerte de su hijo. Él no se comunica y ella busca consuelo en salas de chat. El cibercrimen azota sus vidas y algún desconocido les roba su identidad y dinero. Entre desesperación y anhelos de venganza, por fin pasarán tiempo juntos, hablando de los temas que antes guardaban para sí, y que nos llevará a un clímax que, al igual que las demás historias, nos dejará meditando sobre las relaciones personales del mundo actual y el papel que en ellas ejercen los chats y redes sociales.

Las diferentes tramas están bien hilvanadas, sin forzar casualidades y eludiendo dramatismo efectista. Se tratan con tranquilidad, de forma que resulten creíbles, mientras los mensajes a transmitir llegan por sí solos en busca de reflexión.

Estamos desconectados.