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Polonia Polonia · Terrassa
Críticas de Taylor
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Críticas 702
Críticas ordenadas por utilidad
6
15 de noviembre de 2011
41 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabe Dios, perfectamente, que me gusta el cine clásico. Sobre todo, el yankee. Pero eso no significa, ni mucho menos, que esté dispuesto a mear colonia ante cualquier peli en b/n que cuente con más de sesenta años. No, señores, no. Clásicos yankees buenos los hay a puñaos. Pero también los hay mediocres. O sobrevalorados. Como “Gaslight”, por ejemplo. Un film que tiene sus bazas (narración, atmósfera, Ingrid Bergman…) pero que resulta, a mi juicio, escandalosamente previsible. Algo que —si bien puedo tolerar en cualquier dramón de tres al cuarto— me parece un poco frustrante en un thriller psicológico que algunos han llegado a juzgar digno del mismísimo Hitch.

Lo que menos me seduce de la peli de Cukor, sin embargo, no es eso. Lo que menos me seduce es su rigidez. Su acartonamiento. Su pomposidad. Su impostura. Porque sí, ya sé que “Gaslight” transcurre en la Inglaterra victoriana. Pero hay situaciones que, francamente, no se las traga ni el tato. Empezando por la facilidad con la que Boyer se las mete dobladas a la Bergman, continuando por la absoluta sumisión con la que la desquiciada esposa sigue los (engañosos) dictados de su perverso cónyuge y acabando por la cándida flema con la que Cotten intenta detener, en su primera tentativa, al malo de la peli.

Seis generosísimas estrellitas, pues, para una peli que entretiene y se deja ver pero que —sin ser bazofia clásica— tampoco se merece, para nada, esa exageradísima nota media que campea en su marcador. Ni por esas, vamos.
Taylor
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5
20 de junio de 2011
30 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, sí, no es coña. A los hombres siempre nos ha gustado que nos toquen el pito, por supuesto. Pero cuidado: según quién y según cuando. Y eso significa —en términos cinematográficos— que cada vez que viene el enteradillo de turno y quiere volver a tocarte el susodicho con el tema de los exorcismos muy pero que muy bien lo tiene que hacer para que tan gallardo miembro decida erguirse como mandan los cánones. Algo que, sin lugar a dudas, no termina de lograr “El rito”. Al menos, en mi caso. Y no sólo porque considere que no existe, ni existirá jamás, ninguna peli al respecto que supere a “El exorcista” de Friedkin, no. El problema, a priori, es que contemplar un exorcismo en pantalla como Dios manda debería provocar auténtico pavor. Y “El rito”, en cambio, tan sólo consigue despertar, a lo sumo, una leve inquietud. Un bagaje a todas luces insuficiente cuando estamos hablando de una peli, ojito al dato, cuyo elemento esencial se refiere —o debería referirse, vamos— a los más ignotos y escalofriantes entresijos de tan tremebundo ritual.

Cinco compasivas estrellitas, pues, para una peli excesivamente tibia y apocada que sólo salva su triste y encogida alma pecadora gracias a la soberbia interpretación de Anthony Hopkins y a un sobrio y elegante diseño de producción que, por lo menos, te permite verla sin que se te caiga el alma a los pies. Como vulgarmente se dice, es lo que hay. Y gracias.
Taylor
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5
18 de septiembre de 2010
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, no es una errata. El juego de palabras que conforma el título de mi crítica tan sólo pretende señalar, sencillamente, que “El sótano del miedo” es -a mi juicio- una peli mediana. O quizás mediocre. Pero no mala. No hasta el punto, al menos, de merecer un inmisericorde cate. Intentaré justificarme.

En primer lugar quisiera recalcar que “El sótano del miedo” no es, pese a su título, una peli de miedo. Y menos, de terror. Quizás consiga transmitir, en un momento dado, algo de tensión e intriga pero ¿miedo? ni de coña. Yo la calificaría, al igual que lo hace el amigo Capacitivo, como una bizarra y algo siniestra peli de aventuras prudencialmente aderezada con ligeras pinceladas de humor y gore. A partir de ahí habrá a quien le guste y a quién no. Pero lo que está claro es que “El sótano del miedo” es -única y exclusivamente- una peli de serie B. Y, como tal, ofrece lo que tiene que ofrecer: entretenimiento ‘low cost’. Ni más ni menos. Que nadie espere hallar en ella, pues, ese típico film de culto de reivindicación inmediata. No es el caso. Aún así, lo dicho. La peli de Craven cumple su objetivo dignamente. Y, sólo por eso, se merece el aprobado. Aunque sea raspado. Así pues, un cinco. Y andando, que es gerundio.
Taylor
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7
23 de junio de 2010
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos años antes de saltar al estrellato con peliculones como “Gladiator” o “Master and Commander”, Russell Crowe estuvo picando piedra (esto es, ‘haciéndose’ actor) en Australia, su tierra natal. Buena muestra de ello la hallamos en “Romper Stomper”, opera prima de Geoffrey Wright en la que este bisoño y desafortunado cineasta intentó -más allá de intentar profundizar en los orígenes del movimiento skin-head australiano- relatarnos las tropelías y ulterior desbandada de una pandilla de neonazis de Melbourne comandada por el cruel y despiadado Hando (Crowe).

Y aunque resulta evidente que a Wright se le ven las costuras* y que su tratamiento de la problemática “skin-head” no es tan maduro o consistente como, por ejemplo, el de “This is England” o “American History X” considero -sin embargo- que el enfoque dramático de “Romper Stomper” es impecable. Impecable y honesto.

Y es honesto porque, pese a quién le pese, Wright nos muestra al grupito neonazi de marras como lo que realmente es: una panda de bestias ultraviolentas y descerebradas cuya única vía de escape en su triste y marginal entorno es emborracharse y dar palizas a todo aquel que -según ellos- suponga un peligro para el desarrollo económico y la pureza racial de su país. Curiosamente, un país colonizado por ingleses cuya verdadera raza autóctona (los aborígenes australianos) muy poco parece tener que ver con los atributos físicos de estos chicos de lustrosa cabecita y raquítica mollera.

Así pues, no creo que sea de recibo reprocharle a “Romper Stomper” esa desquiciada y salvaje caracterización de sus protagonistas. No se trata de demonizar a los que sintonizan con ese tipo de estética, por supuesto, pero sí de reflejar -sin paños calientes- los hábitos y el comportamiento de una tribu urbana cuyos ideales (si pueden llamarse así) dicen poco, muy poco, de la inteligencia de quienes los profesan.

*kubrickianas y scorsesianas
Taylor
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5
28 de julio de 2009
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con “Death Proof” me ocurrió algo muy curioso. Y es que la peli de Tarantino me hizo recordar, mira por donde, la gran cantidad de partidos que el Real Madrid -a lo largo de su historia- ha ganado o empatado ‘in extremis’. De puto milagro, vaya. Lamentables y peripatéticos encuentros desatascados por obra y gracia de la consabida y tradicional connivencia arbitral (goles en fuera de juego, expulsiones rigurosísimas, penaltis injustos,...) o, más raramente, gracias a alguna que otra jugada de pura y genuina potra galáctica. Pues bien, esa misma sensación me produjo ayer noche la visión de “Death Proof”. Una peli que intenta homenajear las cutricasposillas ‘blaxploitation’ que tanto fascinaron a tito Quentin en sus años mozos pero que no deja de ser, en definitiva, una burda y zafia caricatura repleta de insulsa verborrea y tacos a tutiplén absolutamente impropia del creador de peliculones como “Jackie Brown”, “Pulp Fiction” o los dos volúmenes de “Kill Bill”. Y ahí quería llegar. Porque si bien en el mundillo futbolístico un equipo con nombre (pongamos el Madriz) puede ganar partidos jugando mal, en el mundillo del celuloide si la cagas, estás muerto. Y si no que se lo pregunten a tito Quentin con la que le ha caído tras perpetrar este bodriete. Una película que no cuenta nada (pero nada de nada) y que, por si fuera poco, manifiesta clamorosos indicios de arrogancia, decrepitud y vergonzante autobombo (y, si no, fijaos en el ringtone de “Kill Bill” en el móvil de una de las chicas. Sin comentarios). Quiero que conste en acta, sin embargo, que no la cateo porque su estética setentera mola bastante, porque la persecución a lo “Bullitt” es cojonuda y porque mi crédito con Tarantino, a pesar de los pesares, aún no se ha agotado del todo. Supongo que todo se debe a que el sello Tarantino pesa lo suyo. Tanto o más -en algunos ‘críticos’ como yo- que el mismísimo escudo del Real Madrid para algunos colegiados promerengones ¿Que hay que pitarle un penalty favorable a tito Quentin aunque sea merced a un ‘piscinazo’ de escándalo como éste? Pues nada, se le pita y punto. Eso sí, que sea la última vez, Quentin. Porque si la próxima es como ésta... roja directa y a la calle. ¿Estamos?
Taylor
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