El cine italiano ha dado grandes películas y grandes géneros a la historia del cine, desde el Fellini más surrealista al neorrealismo de Rosellini, Visconti, De Sica. Paola Cortellesi bebe un poco de todo ello aunque escorando un tanto hacia Roberto Benigni en cuanto a la edulcoración de la realidad bajo el sentido del humor, que resulta en parte 'chocante' en determinadas secuencias.
Partiendo de todos los mimbres y aquello que quiere contar Paola y como lo cuenta el resultado es un tanto irregular, no llega al nivel de sus influencias en nada de lo que propone y se queda en una denuncia del maltrato y de la realidad de la mujer en un mundo patriarcal extremo, con unos personajes tan planos que resultan grotescos a fuerza de deshumanizarlos, convirtiéndolos en caricaturas que poco aportan para explicar algo con un mínimo de credibilidad.
Por otro lado, los giros de guión un tanto tramposos y poco creíbles, dada la dinámica de los personajes, restan autenticidad a la denuncia quedando como 'caprichos' revolucionarios para algo parecido a la búsqueda del aplauso facilón de un público identificado con el personaje protagonista.

Toda película tiene una parte 'terrenal' que puede ser la que componen todos los aspectos técnicos de la misma y una parte espiritual que puede ser todo aquello que trasciende de lo que primero y que tiene que ver con aquello que se cuenta. Al fin y al cabo el cine consiste en eso básicamente: en contar historias a valiéndose de unos medios técnicos que permiten captar el movimiento de los personajes, una iluminación, una fotografía,etc.

Pues aquí hay una parte terrenal preciosa y espectacular con una fotografía impecable y unos paisajes ultraterrenales, pero, por contra la parte espiritual es un enredo que parece improvisado y errático durante todo el metraje. Los personajes, salvo el más simplista y estereotipado del hombre rudo, habituado a sobrevivir en la hosca naturaleza y poseedor de conocimientos ancestrales de lucha contra las inclemencias, contador de leyendas y transmisor del floklore aprendido... el resto componen un plantel tan poco interesante como aquel que lleva la voz cantante, el cual, de hombre instruido y cultivado en la moral cristiana, que aparentemente, debería suponer un contrapunto interesante, con una espiritualidad superior frente a la brutalidad local... se queda en poco menos que un niño pijo más preocupado de hacer fotos chulis que de aportar algo a un argumento que naufraga y al que los giros inesperados de guión, que parecen querer levantar de alguna manera la historia, no ayudan mucho.
Sobre el colonialismo del refinamiento danés ante los rudos nativos islandeses, poco desarrollo se le da, se difumina y se pierde en los vaivenes argumentales.
En fin: bonita y vacía postal, como la propia isla.

Alcarràs es de esas películas que cuenta muchas cosas si la necesidad de tener que narrarlas. Hay muchas miradas, conversaciones descontextualizadas, planos indirectos que cuentan una historia que el espectador se encarga de armar. Ese es el gran acierto de la película, puro cine, muy Rosellini, con actores no profesionales, sin los tics que puedan tener estos.
Las relaciones padre - hijos, la mirada de los niños y su aprendizaje, los conflictos familiares, la vida rural, el mundo del campo frente al desarrollismo, la presión del 'cabeza de familia' ante la incertidumbre por el futuro del sustento de su familia. Todos son temas tratados con tal sencillez y claridad pero sin dejarse nada por el camino y eso precisamente la engrandece hasta el nivel de llevarse un premio tan importante como el oso de oro de Berlín, que quizás puede parecer poca cosa para un premio grande en el cine europeo, pero tampoco se le puede poner ni un pero a una película impecable.

Aunque tiene secuencias muy destacables, gran ambientación, preciosa fotografía y buenas interpretaciones, el metraje de 2 horas para contar una historia de una persona que pasó 50 años recluida en su casa, pues como que se hace larga. Sobran escenas que aportan poco a la historia y falta síntesis en muchos momentos. La palabra aburrido se repite en el guión y en el ánimo del espectador. Los planos circulares que se repiten en más de una ocasión mostrando la inactividad de los personajes son interminables y aportan poco.
Lo positivo es dar a conocer (hablo por mi que sólo tenía vagas referencias de esta poetisa) la obra de Emily Dickinson, su particular visión vital y el entorno al que tuvo que enfrentarse, su contenida rebeldía, y su humanidad. Lo negativo: la linealidad de la vida del personaje hace que se pierda el interés, no hay nada que sorprenda lo más mínimo y la película avanza lentamente hasta ir cerrando los párpados del más osado amante de la poesía.

El título no define nada de lo que sucede en la peli salvo el que aparecen un mostruo gigante y un robot gigante. Por lo demás la historia y el argumento quizás podrían haber conformado un interesante corto. Pero para lo que cuenta y como lo cuenta un largometraje es una aspiración demasiado pretenciosa para tan poca chicha.

¿Los personajes?: en consonancia con la película, sosos, simples, planos, poco interesantes o directamtente estúpidos y sin alma.

¿Los efectos especiales?. Por hablar de algo que pueda generar interés. Más de lo mismo y menos de lo que se ve habitualmente en películas con bichos, robots o ese tipode seres creados digitalmente.

¿Los actores?: Ridículos por momentos. Con un guión simple, se interpretan personajes simples y los actores difícilmente pueden hacer otra cosa que parecer lelos.

¿Lo peor de todo?: la relativa unanimidad de la crítica española en desatacarla. Incomprensible desde mi punto de vista, lo cual me lleva a perder bastante la confianza en ellos. Puede que Vigalondo genere cierta empatía en base a otras cintas, no se, a mi no me ha ganado y no me apetece nada ver alguna otra película suya. Por suerte entre los críticos no españoles hay más de uno que no alaba este despropósito lo cual me hace aparecer menos desorientado.