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España España · Ferrol
Críticas de Sahar
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Críticas 288
Críticas ordenadas por utilidad
10
24 de octubre de 2009
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
"BETTY" es una de las películas más arriesgadas (por sumamente depurada) de Claude Chabrol. Es también un buen ejemplo de una de las virtudes del director: crear una obra llena de meandros y sinuosidades a partir de un argumento sencillo (el descenso de una mujer a los infiernos del alcohol tras ser repudiada por su marido y serle arrebatadas sus hijas).

Marie Trintignant/Betty es un personaje resbaladizo que nunca se acaba de "pillar" del todo. Chabrol me parece un genio para la representación de esos personajes que son como un pozo sin fondo, pero que termino amando quizá por lo mucho que su opacidad me hace pensar en ellos.
¿Madre sufridora? ¿burguesa aburrida e insatisfecha? ¿furcia borracha y mala pécora? Seguro que un poco de todo.

Y qué gran dúo hace la malograda Trintignant con Stéphane Audran ("La mujer infiel"), tan gélidamente turbias, tan chabrolianas… ¿Cómo me pueden encantar unos seres en realidad tan antipáticos? ¡Pues un gesto suyo y me desarman!

La metáfora de la pecera es estupenda para simbolizar la relación entre las dos protagonistas: igual que los peces, hay personas que nunca deberían mezclarse en la pecera de la vida (podrán ser todo lo refinadas que se quiera, pero a las primeras de cambio se van a descuartizar).

La canción "Je voulais te dire que je t´attends" ("Quería decirte que te espero") es de las que forman parte de mí a base de escucharlas. Y en la película está maravillosamente utilizada (colocada en contextos dispares, sugiere cosas opuestas: el hundimiento y el renacer).
Sahar
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7
1 de octubre de 2007
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia dramática pasional y tanguera, aérea y de hecho algo volátil, dirigida por Patrice Leconte en 1993.

Lo primero que me llama la atención de ella es que difícilmente se podría hacer hoy, tan sensibles como están los ánimos en lo que respecta a la violencia de género. Es verdad que los misóginos protagonistas (Philippe Noiret, Thierry Lhermitte y Richard Bohringer) no se presentan precisamente como héroes o como modelos a seguir, pero aún así, y a pesar del tono eminentemente burlesco, mal se recibirían hoy frases como “para mí un hombre que mata a su mujer no es un asesino” (Noiret dixit).

Al margen de esto, me parece muy entretenida esta road movie masculina sobre el amor y sus cadenas, con algunas reflexiones interesantes (el provocar una forzada ausencia le confiere aún más presencia a la persona que se quiere perder de vista) y diálogos fluídos y bastante divertidos, sobre todo en boca de Noiret, que está magnífico:
“Es típico de los hombres creer que de no haberse casado follarían sin parar. Pura fantasía.”
O "Médicos sin fronteras; enfermeras sin bragas” (cuando quiere convencer a Lhermitte de que su mujer, que se ha ido a África en labor humanitaria, se la estará pegando con todo quisqui).

Aquí las mujeres tienen papeles episódicos, pero memorables en su pequeñez al correr a cargo de actrices tan estupendas, elegantes y magnéticas como Judith Godrèche, Carole Bouquet y Miou-Miou en el papel de la mujer a eliminar.
Sahar
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7
7 de febrero de 2014
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras unos inicios algo balbuceantes es estupenda, volviendo el cine del mejor Mariano Barroso: ese cine cimentado en la palabra, que aquí se ofrece rica, rotunda, intensa y demoledora.

Ello propicia el lucimiento actoral y Eduard Fernández regala todo un recital interpretativo dando vida a ese veterinario en horas bajas tan miserable como entrañable, adicto a la mentira y a practicar el deporte nacional de echarle la culpa de todo al prójimo. Su interacción con las diferentes mujeres que han pasado por su vida le retrata en toda su complejidad (in)moral (tiene la autoestima por los suelos, y por eso se le llega a querer pese a su vileza).

El hecho de que se note el origen televisivo de la película (mucho primer plano, escenario único…) queda compensado por la extraordinaria fuerza de este personaje, que lo sabe todo sobre los animales pero nada sobre las mujeres.

Eduard se merece el Goya al que está nominado, aunque creo que se lo llevará Javier Cámara (beneficiado por el efecto de "no tiene ninguno y ya le toca").

Seis grandes actrices le dan brillante réplica, y me he alegrado de volver a ver a la gallega Marta Larralde.
Sahar
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9
7 de septiembre de 2006
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante todo hay que destacar a una inconmensurable EMMANUELLE BÉART: ¿cómo lo hace para parecer un ángel y un pendón a la vez?
Por su temática recuerda un poco a “Celos”, de Vicente Aranda, que por su falta de sutileza se queda en nada al lado de este irresistible suspense cotidiano desplegado por Chabrol con mano maestra: increíble su capacidad para que no pase nada y a la vez pase todo.
La música, la interpretación, lo que se ve, lo que no se ve, lo que se imagina… absolutamente todo ayuda a componer un ambiente enfermizo y turbio que lleva al protagonista primero a la inquietud, luego a la desesperación, y finalmente a la locura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sahar
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5
19 de agosto de 2008
29 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vistas las desmedidas pasiones que está levantando “El caballero oscuro”, casi me da apuro decir que me ha parecido decente sin más, inferior a “Batman Begins”, y que me resulta difícil encontrar en ella algo apasionante.

Sorprendentemente Batman está bastante descuidado, y queda bastante desdibujado dentro una coralidad que funciona de un modo irregular. En un extremo tenemos a Maggie Gyllenhaal, que resulta bastante floja en su insulso papel (es de esas actrices peculiares que funcionan mejor en películas independientes), y en el otro extremo tenemos a Heath Ledger. Pensé que sería difícil apartar de mi mente su trágico final, pero la verdad es que enseguida te olvidas de que estás viendo al malogrado Ledger. No obstante también opino que se le está sobrevalorando, y que carece de la maestría de Jack Nicholson para hacer de la sobreactuación un arte.

Su personaje, influenciado por la saga “Saw”, es lo mejor pero también cae víctima de lo peor: la enorme TIBIEZA de la película, que resulta mucho menos oscura de lo que el título y la fotografía parecen augurar. Baste como muestra la cobardona resolución de esa escena en la que el Joker introduce un cuchillo en la boca del mafioso (a años luz de la dureza cortante de aquella escena entre Maribel Verdú y Sergi López en “El laberinto del Fauno”), no hay ni una gota de sangre pese a las numerosas muertes, peleas y palizas… al final ha muerto mucha gente pero no puedes precisar el número porque apenas se ha notado dramáticamente, a causa de inoportunas elipsis, y te da un poco igual.
Y no sólo es poco oscura, sino que es hasta optimista y de una filantropía un tanto ingenua (esos presidiarios dispuestos a sacrificarse).

Hay episodios planteados con excesiva rapidez; no te da tiempo de entender cómo se llega a ciertas situaciones. Y tal vez se trataba de eso: prolegómenos los mínimos, porque difícilmente se podrían explicar con verosimilitud esas situaciones. Así pues, el montaje es siempre veloz (demasiado en las escenas intimistas, lo que lastra su efectividad). Da la sensación de que no se quiere “perder tiempo” en escenas dialogadas, que dicho sea de paso, suelen consistir en un encadenado de frases casi monosilábicas, salvo un par de parrafadas pseudo-filosóficas puestas para despistar, y víctimas de algunos excesos retóricos tan enfáticos que a veces bordean el ridículo (“¿Cómo se puede ser decente en tiempos indecentes…?” guau, qué pluma…).

Todo esto no es óbice para que el último acto cobre un considerable brío, y son interesantes ciertos dilemas morales que plantea: ¿Ha de cederse ante el chantaje terrorista? (la película parece decir que hay que resistir, y dejar que las cosas empeoren antes de mejorar). También es interesante el relativismo del concepto de héroe: lo mismo se le usa que se le desecha, se le idolatra que se le repudia.
Ya no estamos en tiempos de los griegos, y la devoción hacia un héroe ya no es incondicional, sino caduca, interesada y veleta.
Sahar
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