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España España · El Puerto de Santa María
Críticas de Jesus Gonzalez
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Críticas 79
Críticas ordenadas por utilidad
4
11 de agosto de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El universo cinematográfico que está construyendo DC necesitaba de una pieza que aligerase de algún modo ese tono denso y oscuro que estaban adquiriendo las películas de sus héroes, y qué mejor manera de hacerlo que adaptando una de las historias del Escuadrón Suicida, un grupo de villanos (o mejor dicho, anti-héroes) obligados por el gobierno de los Estados Unidos a trabajar en misiones secretas de peligrosidad extraordinaria.

A pesar de lo propicio de la propuesta, el resultado final ha sido un auténtico fracaso. Para comprender mejor los motivos de este fiasco, debemos conocer el contexto de pánico que ha rodeado en todo momento la producción de la película, y por tanto, la calamitosa sucesión de malas decisiones que han desembocado en lo malogrado de la misma. Gracias al reportaje publicado recientemente por The Hollywood Reporter, podemos dilucidar los motivos por los que Suicide Squad estaba prácticamente abocada al desastre, y no me queda más remedio que deducir que los verdaderos villanos de Suicide Squad no llegan a aparecer en pantalla, pero sí que dejan su hedionda huella en prácticamente todas sus escenas. Me refiero, claro está, a esos villanos que moran los despachos de DC Entertainment y de la Warner Bros; a los que se dedican a violar la cohesión, la coherencia y el tono en oscuras salas de montaje; a los mismos que dan más importancia a una inamovible fecha de estreno que al correcto desarrollo del guion; y a aquellos que deciden hacer varias versiones de una obra que acaba huérfana de autor, o peor aún, con superávit de ellos.

La versión final de la cinta, una amalgama de tonos que ni siquiera sabe lo que quiere ser, se puede dividir en tres actos fácilmente identificables: un primer acto repleto de escenas de presentación de personajes excesivamente largas y expositivas; un segundo acto, más acorde a la visión que tuviese el propio Ayer sobre su obra, que intenta ahondar de alguna manera en los personajes que conforman el grupo; y un tercer acto que desemboca en un nefasto clímax, reiterado hasta el infinito en el género y protagonizado por unos villanos huecos, triviales y estériles (Cara Delevigne deja mucho que desear interpretando a Enchanteresse, pero peor aún es lo de su “hermano”).

La película, divertida solo a ratos, no posee alma ni rumbo, y eso se palpa en el irregular e irrelevante desarrollo de la historia; en el desastroso montaje visual y su nada acertado acompañamiento musical; y hasta en la caracterización de algunos actores, como es el caso de Joel Kinnaman (Rick Flag), cuyo peinado varía entre rapado y largo de una escena a otra, debido a las regrabaciones anteriormente comentadas. También cabe destacar la cantidad de metraje inédito que ha quedado finalmente fuera del film, como ha demandado el actor Jared Leto tras comprobar las escasas apariciones que finalmente posee su personaje, una versión macarra y mafiosa del Joker que queda muy lejos de la anterior interpretación del personaje ofrecida por Heath Ledger en The Dark Knight (2008).

Se intuye, por otro lado, cierto esfuerzo poético por parte de algunos componentes de este Escuadrón Suicida, con el propio David Ayer a la cabeza intentando recrear sin éxito las aventuras de Snake Plissken en Escape from New York (1981), a la vez que realiza una revisión de su anterior película, Sabotage (2014); Margot Robbie (Harley Quinn) demostrando inútilmente que maneja facetas dramáticas y cómicas en un mismo personaje, a mi parecer, el más interesante y divertido de toda la película; Jai Courtney (Boomerang) dejando un muy agradecido toque de humor socarrón en cada una de sus apariciones, así como Jay Hernandez (Diablo) haciendo lo propio pero desde una vertiente mucho más dramática; y Will Smith (Deadshot) salvando, en cierto modo, el difuso arco evolutivo de todo el grupo. Poco más se puede arañar de una película dominada en todo momento por la cobardía de sus villanos, los que a la hora de la verdad, no se han atrevido a ser valientes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jesus Gonzalez
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8
22 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De pequeño, cuando me contaban un secreto en el recreo, me podía el impulso de contárselo a mis confidentes más cercanos antes incluso de que volviese a mi pupitre. Con “Calle Cloverfield 10” me pasa algo parecido. Las incógnitas sobre su realización y el aura de secretismo que la rodean hasta más allá de su fecha de estreno perdurarán en el tiempo como una nueva lección de marketing del creador de expectativas más famoso del Hollywood actual: su productor, JJ. Abrams.

Lo cierto es que el bueno de Abrams ya logró algo parecido con “Cloverfield” en 2008, en la que una intrigante y peculiar campaña publicitaria invitaba al espectador a sumergirse de lleno, gracias a la técnica del “found footage” que caracteriza a la cinta, en una aventura terrorífica en la que la cámara respira siempre pegada a los personajes durante una noche en la que Nueva York es atacada por algo verdaderamente Monstruoso.

La secuela que llega hasta nosotros, bajo la dirección del debutante Dan Trachtenberg, no es una continuación al uso. Ni siquiera tiene el aspecto clásico de secuela al que nos hemos acostumbrado, pues cambia de estilo, tono y hasta de género. Y sin embargo, la conexión está ahí, en su ADN, como dos historias independientes que comparten un mismo universo común, y por más que la una se separe de la otra, ambas acaban despertando con la misma pesadilla aún en la cabeza: los monstruos existen. Ojalá la saga “Cloverfield” continúe por este rumbo de películas autónomas y totalmente funcionales por sí mismas, en las que se experimente con diferentes enfoques sobre el mismo tema común. Sería una auténtica gozada.

El inicio mudo de la cinta, de un potencial narrativo y dramático atronador, nos descubre a una chica, Michelle (Mary Elizabeth Winstead), que huye sin saber muy bien por qué, como cuando corremos desde el oscuro pasillo de nuestra casa simplemente hacia donde vemos un resquicio de luz. Es irónico que a veces, al intentar huir del resto del mundo, acabemos encerrados con nosotros mismos; pues no existe peor monstruo que el propio ser humano, aunque algunos tengan la apariencia afable de Howard (John Goodman), quien retendrá a Michelle contra su voluntad en un búnker totalmente equipado tras rescatarla de un accidente de tráfico, con la excusa de que en el exterior ha ocurrido algo terrible. Junto a ellos estará Emmett (John Gallagher Jr.), un vecino que ayudó a Howard a construir el refugio.Todo lo que sea desvelar más sobre el argumento sería imperdonable por mi parte.

Bendita paranoia post-11S de la américa profunda, que ha ofrecido a Goodman un papel en el que lucirse de manera espectacular, con un personaje lleno de matices y pequeñas contradicciones, definido a partir de unas pocas escenas en apariencia triviales, pero que acaban siendo una fuente de información extraordinariamente reveladora.

La manera ideal de ver “Calle Cloverfield 10” y preservar su encanto sería encontrarla en VHS en un viejo cajón en casa de tus padres, verla solo y, al acabar, guardarla con cuidado en su caja sin contárselo a nadie. Escribir sobre una película llena de secretos no es tarea fácil, pues me muero por descubríroslos y a la vez me fustigo por siquiera pensar en desvelar la sorpresa que supone disfrutar de esta joya minimalista que homenajea al más clásico cine de intriga de Hitchcock y que juguetea de principio a fin con el espectador de manera parecida a como lo hacía “Take Shelter” (2011), ambas aprovechándose de su ambientación claustrofóbica y de los misterios de la mente humana. Trachtenberg construye un entretenidísimo y complejo puzle, pero como dice Emmett en una escena de la película, “nos faltan piezas”, y es tarea nuestra adentrarnos en su búsqueda para llegar al final lo suficientemente preparados como para soportar la imagen final que nos ofrecen estas cuando encajan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jesus Gonzalez
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8
17 de octubre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ridley Scott, el director británico artífice de obras de culto como “Alien” (1979) o “Blade Runner” (1982) venía dejando, de un tiempo para acá, un sabor agridulce con cada una de las películas que estrenaba. Esta irregular racha llega a su fin con “The Martian” (2015) su último trabajo, estrenado el pasado 16 de Octubre en España.

La película nace como adaptación de la novela homónima del escritor estadounidense Andy Weir y cuenta la historia de Mark Watney, interpretado en la película por Matt Damon (sí, aquél al que ya hubo que rescatar en “Interstellar” 2014 y en “Saving Private Ryan” 1998) un astronauta que tras sufrir un accidente durante una misión en Marte es dado por muerto por el resto de su tripulación, siendo abandonado a su suerte en el planeta rojo.

Son muchas las comparaciones con “Cast Away” (2000) aquella película en la que Tom Hanks naufragaba en una isla totalmente desierta, sin más compañía que un balón de voleibol llamado Wilson. Una pequeña anécdota: Tom Hanks no ganó el Oscar a mejor actor ese año (ya tenía dos por aquél entonces) arrebatándoselo Russell Crowe por su papel en “Gladiator” (2000), dirigida por…Ridley Scott.

Si bien es cierto que los paralelismos son claros, “The Martian” da un paso más allá en ambición, y la búsqueda de la supervivencia aquí no es tan “sencilla” como en una islita desierta de nada. El planeta rojo, donde no hay oxígeno que respirar, ni agua que beber (habría sido un puntazo que Matt Damon la descubriera en la peli, pero no), ni comida con la que alimentarse. Uno de los lugares más inhóspitos en los que quedarse varado, donde ni las bacterias son capaces de sobrevivir debido a la temperatura y las radiaciones.

Sin embargo, Mark Watney tiene un arma infalible: la Ciencia. Mark es astronauta, pero más importante aún que eso, es botánico, y sabe que puede sembrar patatas con su propia mierda, entre otras muchas cosas guays. Si en Naufrago el problema que se explota es la dificultad del ser humano para enfrentarse a la soledad, en “The Martian” el ser humano adquiere una dimensión menos importante. En palabras del propio Mark, durante un monólogo cargado de emotividad: “si muero, habré muerto por algo que es mucho más importante que yo”.

La Ciencia adquiere, pues, total protagonismo en una historia que se nos cuenta de manera excelente, manejando los tiempos con muchísima precisión gracias a la estructura narrativa que hereda de la novela, y que se hace muy amena gracias al constante intercambio de escenas entre Marte, donde se consigue una fotografía espectacular durante algunas tomas aéreas, y la Tierra, donde la NASA trabaja a destajo en un plan de rescate.

Además de la supervivencia y la más que obvia temática de ciencia ficción, “The Martian” también explota el humor, la mayoría de las veces proveniente de nuestro carismático protagonista, y otras del resto del elenco, donde cada personaje aporta su granito de arena a la historia, desde una convincente Jessica Chastain como la comandante Lewis (a la que debemos que la banda sonora sea muy disco) hasta un divertidísimo Donald Glover, astrónomo de la NASA con aparición protagonista estelar.

Destacar los diálogos, cargados de realismo tanto en las apreciaciones técnicas y científicas como en la manera de desarrollarse en algunos tramos de la cinta, como confirma el astronauta español Pedro Duque en esta entrevista. El tacto con el que se transmiten algunas noticias, las bromas que se gastan los miembros de la tripulación unos a otros y los intensos debates que surgen durante la toma de decisiones están conseguidos con un nivel de realismo digno de reconocimiento.

En definitiva, una obra muy redonda, que puede pecar de “positiva” en algunos momentos, pero que le den al cinismo si es que así se consigue contar una historia de aventuras espaciales de tal calibre. Quizás no llegue al nivel de trascendencia que alcanza “Interstellar” (2014) porque no creo que sea lo que busque, y sin duda supera en realismo y emociones a “Gravity” (2013) por lo que “The Martian” se postula como una de las películas más equilibradas en cuanto a viajes espaciales se refiere. Bravo por Ridley Scott, un verdadero científico en el arte de hacer cine.

PD: En esta película sale Sean Bean y, por increíblemente que parezca, no muere, así que él más que nadie
disfrutará el temazo final de los créditos: “I will survive”.

Más en: https://elmurodedocsportello.wordpress.com/2015/10/17/the-martian-la-ciencia-de-ridley-scott/
Jesus Gonzalez
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7
13 de septiembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
M. Night Shyamalan está de vuelta. Y no lo digo porque acabe de estrenar su nueva película, “The Visit” (2015), sino porque con ella ha vuelto a encontrarse a sí mismo. Imaginad lo feliz que soy.

El director Indio que nos sedujo con su particular forma de hacer cine en “The Sixth Sense” (1999), “Unbreakable” (2000), “Signs” (2002) y “The Village” (2004) se había perdido entre proyectos de encargo y presupuestos desorbitados. Tras el estrepitoso fracaso de sus dos últimos trabajos “The Last Airbender” (2010) y “After Earth” (2013) la crítica se cebó definitivamente con Shaymalan, catalogándole como vendedor de humo.

Cuando se anunció el tráiler de “The Visit” la cosa no parecía muy esperanzadora. Otra película más basada en el más que trillado subgénero del “found footage” promocionada como película de terror. Aún presente la polémica que surgió con la campaña de “The Village” (vendida como película de miedo y monstruos aunque no fuese la realidad en absoluto) el escepticismo conseguía ganarle el pulso a la expectación.

El argumento, simple, cuenta la historia de dos hermanos que se disponen a conocer por primera vez a sus abuelos maternos, y deciden grabar un documental con la esperanza de descubrir el motivo por el que su madre y sus abuelos no se hablan desde hace 15 años.

Se explica por tanto la sorpresa. Shyamalan se aleja de todo lo que había contaminado su cine para regalarnos una película sencilla, un cuento de dos hermanos que guarda claros paralelismos con “Hansel y Gretel” y que destaca, inesperadamente, por su humor. Un humor puro, sin artificios, que en ocasiones surge de manera espontánea y en otras se nutre del lado más cínico del director.

No todo son risas. La comedia es en este caso negra, y en la oscuridad son los sustos los que tienen reservado el papel protagonista, funcionando bastante bien la combinación entre los momentos de terror y suspense con el humor que destacábamos anteriormente. Es curioso como pasamos de estar en tensión a reír nerviosamente de manera bastante natural, lo que refleja el grado de empatía que logra conseguir una puesta en escena sencilla en conjunto con unas excelentes actuaciones.

Y es que los personajes de “The Visit” están cuidados con mimo, tanto, que Shyamalan se dibuja a sí mismo en la hermana mayor (Olivia DeJonge) una futura directora de cine que recuerda mucho a él tanto por su inteligencia y estilo como por su ego y pretenciosidad. Destacar también el trabajo de Deanna Dunagan, que da vida a una abuela entrañable cuando cocina galletas pero espeluznante cuando pasan de las 9:30 de la noche. Y, sobre todo, el papel de Ed Oxenbould como el divertidísimo hermano menor, que nos gana desde el primer momento con su particular forma de expresarse sin decir palabrotas.

Como viene siendo habitual, el giro de guión final marca de la casa existe, aunque no posee un alto grado de sorpresa ni creo que pretenda ser imprevisible, ya que funciona correctamente como aperitivo previo al clímax sin necesidad de muchos alardes. Ojito, eso sí, con las dos últimas escenas, donde, por un lado, se explota la carga dramática de una familia desestructurada (si en otras películas del director los mensajes que se explotaban eran el amor o la fe, aquí lo es el perdón), y por otro, se nos regalan unas últimas risas.

Difícil hablar más sobre una película de Shyamalan sin desvelar nada, lo mejor, ir a verla sabiendo que el director ha vuelto a encontrarse, demostrando que el amor que siente por el cine puede volver a dar grandes frutos en forma de buenas películas.

Más en mi blog: https://elmurodedocsportello.wordpress.com/2015/09/13/the-visit-el-retorno-de-shyamalan/
Jesus Gonzalez
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9
17 de mayo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comentar una película de PTA siempre puede dejarte en evidencia, pero qué diablos, allá va:

Vista de nuevo para estrenar el proyector en la pared del jardín con unos amigos. Increíblemente buena. Paul Thomas Anderson es mi director favorito, y soy consciente de que algunas de sus películas pueden no gustar al público medio en general. Sin embargo, esta película, pese a que su argumento pueda echar para atrás a más de uno/a, es la más redonda y más recomendable de todas. Quizás es la menos ambiciosa, al menos en superficie, pero es divertida a rabiar, con personajes histriónicos e inolvidables, gamberra a más no poder pero a la vez melancólica, con una brutal caída que nos enseña lo que significa tocar fondo. La banda sonora es excelente y brilla acompañando a los ingeniosos diálogos, posee algunos planos secuencia que quitan el sentido. La canción que abre la película con un fondo negro antes de romper en uno de mis inicios favoritos es la que suena al final en casa de Jack cuando se nos muestra por última vez a todos los personajes, me cuesta aguantar la emoción, al igual que no puedo parar de reirme de la situación en casa de un hilarante Alfred Molina. Gracias Paul, por enseñar el don de DIRK DIGGLER al final. Una vez más, gracias.
Jesus Gonzalez
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