Simple e insípida. Quiere seguir la fórmula y el éxito de “La Dimensíón Desconocida” pero le es imposible; no basta con incorporar la idea de pretender tomar base en historias supuestamente reales y extrañas, que no merecen la pena ni intentar refutar. Le falta talento.

De los 22 episodios de la 1ª temporada tienen, en mi opinión, un mínimo interés solo tres (puntuándoles con 4 como mucho):
- El navegante
- El secreto
- Solo para emergencias

Las demás, malas o muy malas.
Lo mejor es que no llegan a 25 minutos.

Nota: En Filmaffinity solo vienen referenciadas 19 de los 22 episodios de la 1ª temporada. Los tres no incluidos, hasta la fecha, tampoco merecen la pena (El trapecista, El acertijo y The burning girl).
La serie tiene un total de tres temporadas (de 1959 a 1961). Algunos de los episodios de las dos últimas aparecen en Filmaffinity, pero no están vinculados al “grupo”.
(Aquí están referencias las tres temporadas:
https://www.cinefania.com/tv/serie.php?id=73)

Sobre 1927 diría lo que tan sencillamente he leído en la crítica de un usuario, y que también me sucedió a mí, antes de que se quedara compuesta y sin novio: Después de varias escenas y situaciones inverosímiles y ridículas, solo me dieron ganas de levantarme de la butaca y dejar hasta las palomitas.
Y es que aunque la mona se vista de seda...

De risa: oficiales en las trincheras en la 1ªGM. Solo se le ocurre a Mendes. Mandar a los más simples de la clase a una misión de la que dependían casi dos mil hombres mientras el resto se tocan las narices en la trincheras... A Mendes sí, al que asó la manteca no. Y así un puñado de tonterías comentadas ya por otros usuarios.

1917 es en definitiva un engañabobos, una película para sensibleros o espectadores que con buena intención se dejan engañar, y da igual que le den dos Óscar o doscientos. Tiene escenas que son de videojuego, y que si acaso sorprenden a quienes no están acostumbrados a jugarlos, y qué tal vez les sucedería lo mismo si utilizaran por primera vez alguno de de ellos. En dicho videojuego, entre mil majaderías, el “muchacho” corre entre explosiones y tiros que nunca lo alcanzan de manera incomprensible e insultante.

Realismo, dicen? Para nada. Además de lo mencionado, los soldados no estaban tan aseaditos ni tenían esos trajes tan niquelados, ni por lo más remoto... (Lo más habitual, aunque pocas veces se haya dado a conocer en pantalla, es que, lógicamente, los esfínteres dejaran de funcionar en muchos momentos... y sus uniformes, sobre todo los pantalones, sufrieran las consecuencias. El olor suponía lo de menos, pues era el habitual en aquellas inmundas trincheras).

- Vale también que el tipo cayera en una cascada tipo Niágara y apareciera tal cual, pero que los papeles salieran más secos que unas hojas de tabaco...

En fin. La historia y el tiempo la pondrán en su lugar.

Que exista alguien que se acoja a esta divertida parodia (literalmente) para apoyarse en sus tonterías cospiranoicas acerca de la “no llegada del hombre a la luna” da muestra y demuestra hasta qué límites puede llegar la estupidez humana. Yo no me puedo creer que eso suceda, que alguien no se dé cuanta que es la misma broma, inteligente, que lo fue “La Guerra de los Mundos” de Wells.

O sea, que el documental se ríe cruelmente de los cospiranoicos y van estos pobres dignos de lástima y se lo creen. Ahora ya hay alguno que silva y disimula cuando le recuerdan el asunto...
Es como si los ateos tuvieran como libro de cabecera la Santa Biblia.

El falso documental es realmente divertido.

Cuenta y pone en contexto de una forma extraordinaria la historia de resistencia de los Hmong, los olvidados. Los Hmong son un grupo étnico del sureste asiático que, habiendo sido siempre marginados en Laos, EEUU los empleó como apoyo en la guerra de Vietnam. Al salir por patas los dejaron en la estacada, y los que han sobrevivido allí siguen pagando las consecuencias.
En el “Gran Torino” de Eastwood los inmigrantes asiáticos que la protagonizan son de dicha etnia minoritaria.

El gran David Beriain muestra una forma de entrar en las historias única, muy humana y con el riesgo siempre presente.

La “película” te puede gustar o no, lo que es imposible es que no te produzca un hondo estremecimiento.

Seguro que ha habido, hay y habrá en el mundo más historias inimaginables y extraordinarias.
Esta es una de ellas.

En los inicios de Patria, la novela de Fernando Aramburu, dicen que a uno de sus personajes, Taxo, tras asesinarlo ETA, lo habían enterrado en San Sebastián, y no en su pueblo, a pesar de que en él tenían el panteón familiar, porque si lo enterraban en el pueblo atacarían la tumba.
Y sigue:
“Bittori, en el cementerio, durante la ceremonia del sepelio, le susurró a Xabier una cosa que este nunca ha olvidado. ¿Qué cosa? Pues que le parecía que, más que enterrar al Taxo, lo estaban escondiendo”. (Pág. 32)

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El documental es doloroso y muestra sin lugar a dudas que mientras la sociedad vasca en general no asimile su culpa y el mundo abertzale, en particular, no asuma y reconozca su responsabilidad sin paliativos, ambages, equidistancias ni homenajes a los asesinos, esa sociedad seguirá enferma y la herida no cerrará hasta que, como también dijo uno de los personajes de Aramburu, “Es la ley de la vida. Al final siempre gana el olvido”.