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Críticas de Antonio Morales
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Críticas 1.537
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
1 de abril de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Mariano Barroso, cineasta procedente del teatro, es heredero de una cierta tradición realista y metafórica. La reflexión que proponen las imágenes de “Éxtasis” desvela la relación entre un padre y un hijo que no son tales, pero que sí comparten la herida de la orfandad paterna. La dicotomía dramática y moral que sostiene el film se sustenta en una oposición sobre la lealtad a uno mismo y la necesidad del éxito a cualquier precio, entre la fidelidad a la amistad y la traición a ésta para alcanzar el triunfo. La trama se revela madura en su análisis, rica y compleja en su dramaturgia y depurada en su expresión plástica, introduciendo numerosos elementos enriquecedores. Se trata de un trío de delincuentes desarraigados en busca de una salida fácil para conseguir un sueño, un local de ocio en la costa, donde realizarse y prosperar. Pero acaban sumergidos en una trama familiar de huérfanos sin padre, que pretenden corregir los errores del pasado absorbidos por la ambición del éxito social y profesional. Barroso maneja con habilidad elementos y estilos diversos como el thriller, el drama moral, la delincuencia urbana y el mundo del teatro que fusiona la representación escénica con la realidad, profundizando en los personajes.

Ambientada junto a los ensayos para la representación de “La vida es sueño” de Calderón de la Barca. Que Barroso utiliza muy bien porque también guarda similitudes con la película al contar unas relaciones paterno-filiales. Hay robos, suplantación de identidad, ajustes de cuentas con el pasado familiar, egoísmo, codicia y una discutible doctrina moral: “para subir como los globos, hay que soltar lastre” aconseja el maestro a su mentor. De hijos sin rumbo que buscan al padre perdido, de padres despreocupados por sus hijos, codiciosos que aman el lujo apoyándose en la cultura, inflexibles y crueles. El papel de Silvia Munt como musa y amante abre nuevas aristas en las relaciones amorosas. Habla de la vida y del teatro como escenario emocional entre la ficción y la realidad. Refleja los entre bastidores de la escena y de la vida de sus personajes. La familia como telón de fondo perfecto para grandes dramas y pasiones conflictivas.

Son una galería de personajes que hacen extensiva la ruptura con el padre a los dos amigos que acompañan al protagonista interpretado por Bardem. Otro tema interesante es la línea dramática que sitúa a las dos partes confrontadas a ambos extremos de la sociedad, entre jóvenes tentados por la delincuencia y la autocomplacencia del triunfador social. “Extasis” viene a contar el proceso inverso y doble por el que un delincuente lumpen, reencuentra su autoestima en contacto con la deshumanización depredadora del triunfador, y cómo este director teatral (Federico Luppi) refugiado en el éxito, recupera su humanidad al conocer su contrafigura social, apostando el cineasta y su co-guionista Oristrell por la esperanza en que la corrupción moral no sea tan contagiosa como desgraciadamente sigue sucediendo. Una película de gran fuerza expresiva, de imágenes significativas, que planifica con rigor e inventiva, un excelente argumento inalterable al paso del tiempo, porque su problemática reside en la condición humana.
Antonio Morales
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6
31 de marzo de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La inmortal Romeo y Julieta de William Shakespeare ha sido llevada al cine en múltiples ocasiones, adaptándola y situándola en diversas culturas y escenarios. Yo sólo voy a recordar las que me gustan por si puede servir de utilidad mi comentario. Me gusta mucho el musical “West Side Story”, el drama entre puertoriqueños e irlandeses trasladado a la “Gran manzana” neoyorquina. También me gusta la versión de Zeffirelli, con música de Nino Rota, aunque la recuerdo vagamente y quiero revisar pronto. Rovira Beleta hizo una interesante adaptación flamenca y gitana en la periferia de la Ciudad Condal, que denunciaba una situación social. La versión hollywoodiense de George Cukor, no está mal pero los protagonistas (Leslie Howard y Norma Shearer) son algo maduros para el papel. Esta versión flamenca y gitana en la Andalucía profunda fue, al parecer, un proyecto inspirado por el operador Teo Escamilla, amante del flamenco que hizo de productor y reunió a un grupo de artistas y profesionales en torno al proyecto.

Pese a no tener reseñas en esta web, hasta ahora, por los usuarios, se trata de un film muy cuidado y virtuoso en su estética, resaltando la cultura andaluza y la idiosincrasia gitana, con sus costumbres, sus rituales, sus virtudes y su maldiciones empujadas por el rencor y el orgullo. Montoyas y Tarantos, equivalen a Montescos y Capuletos, dos familias enfrentadas desde tiempos pretéritos por el odio y los celos, condenados eternamente y que el destino pone a prueba por medio de un amor noble, juvenil e inmaculado entre Manuel Taranto y Ana Montoya (Juan Paredes y Esperanza Campuzano). Esta última es hija de Antonio (un hierático Sancho Gracia), un hacendado corroído por el despecho y el rencor hacia la madre Taranto (una excelente Cristina Hoyos), Antonio es victima de su amargura haciendo infeliz a su esposa (Mercedes Sampietro). José Sancho encarna admirablemente al sicario y capataz que obedece la mano que le da de comer y la severa fusta del patriarca.

Dos familias irreconciliables, una rica y poderosa, la otra pobre y sin más patrimonio que el baile que llevan en su sangre. Adaptación de una obra teatral de Alfredo Mañas que Vicente Escrivá dirige aceptablemente esta conmovedora historia, dentro de un estilo narrativo sencillo y popular, en que el amor prohibido trata de erradicar las barreras de la enemistad. El trabajo del operador con la fotografía es muy destacable, luminoso y espectacular. Así mismo, destacar la iconografía equina, el azul del mar y la blanca cal de las casas andaluzas, los números flamencos y de baile coral, protagonizados por grandes bailaores. La admirable guitarra de Paco de Lucía. Acertada escenografía, paisajes idílicos, cuidada ambientación plástica y folclórica. El cruce de miradas, de taconeo y de navajas, representan con su gestualidad su escenografía violenta y descarnada donde residen los bajos instintos, afloran las viejas rencillas y sobrevuela la fatalidad. Película interesante por su tratamiento que hará las delicias de los amantes del musical y el flamenco.
Antonio Morales
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6
30 de marzo de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El entonces, veterano y experimentado cineasta Rafael Gil, deseaba recuperar su prestigio, últimamente denostado por crítica y público, volviendo a fijarse en obras prestigiosas y abandonando un cine atípico para él que siempre fue amante de la letra y la palabra. En esta ocasión adapta admirablemente una obra teatral del siempre personalísimo Antonio Gala que recrea un retrato social en negro de aquella época, en que la dictadura tenía fecha de caducidad y se abrían nuevos tiempos para el pensamiento y la libertad. El cineasta que había convivido con el régimen, ahora intentaba adaptarse a los nuevos tiempos con proyectos más atrevidos. Aquí aborda la vida de unos seres en busca de una realización personal, mediante una nueva jerarquía de valores como, el sentido de la vida, el futuro mejor de unas ilusiones soñadas, el sentimiento amoroso y la rebeldía contra unos valores represores de la felicidad.

Todo ello narrado desde situaciones jocosas, otras veces patéticas, esperpénticas y grotescas que ponen de manifiesto la hipocresía y la mezquindad humana. Lorenzo (un sugerente Juan Luis Galiardo) es un joven atraido por la codicia que se busca a sí mismo, llega a un pequeño pueblo castellano donde todos se conocen y donde hay un ambiente cerrado y opresivo, en el que pretende ejercer como guardia urbano que previamente ha solicitado. Allí se reencuentra con un viejo conocido, como Cleofás (un pusilánime Manuel Galiana), el sacristán, y ex compañero de seminario, que vive en la Iglesia de Santo Tomé, con su mujer Consuelito (una angelical y dulce Teresa Rabal) y su madre Hortensia (Queta Claver, una mujer madura insatisfecha y autoritaria). Las relaciones y vivencias de los cuatro personajes, más un enajenado clérigo anciano, harán que se revuelva las formas, la conciencia y valores de cada uno de ellos.

Lorenzo es un mentiroso rufián, el pícaro conquistador que busca joyas y objetos de valor mientras seduce con su buena planta y su eterna sonrisa. Cleofás es el sacrificio y la sumisión, la buena conciencia, la víctima de los caprichos de su madre que le controla y humilla. Hortensia es la madre castradora, la autoridad que adora el “Marie Brizard” (delirante su borrachera de anisette), la represión, la tiranía ejercida desde la impostura, seducida por una lujuria hacia el intruso que ahoga en el alcohol. Consuelito es la candidez, la inocencia personificada, una soñadora que fabrica estrellas de cartón para adornar una Navidad lejana por llegar, que le gustaría ser madre pero se conforma con acariciar una muñeca de trapo y sueña con Orleans, una ciudad lejana e idílica. Los cuatro actores están espléndidos, haciendo de sus peculiares aspectos físicos, una verosímil fábula moral, plena de sensibilidad y desesperanza. Una película nada desdeñable que esconde muchas reflexiones.
Antonio Morales
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6
29 de marzo de 2017
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Larga es la noche cuando se debate sobre el dinero, la pobreza, el honor, la calumnia que ensucia la honra, la dignidad y el orgullo herido. De tratos y componendas, de pasiones oscuras y de comportamientos despreciables. Todos tienen algo que ocultar y todos defienden sus miserias. Otra interesante película casi desconocida para los aficionados, que no tiene comentarios de los usuarios de la web hasta ahora. Basada en la obra teatral de Antonio Buero Vallejo, uno de los más grandes dramaturgos de la escena española que sólo con “Historia de una escalera”, merecería pasar a la Historia. “Madrugada” refleja, una vez más, con guión de Luis Marquina y el propio cineasta, las inquietudes humanas en la sociedad de su tiempo que siempre trató el humilde escritor, cuyas obras pocas veces fueron llevadas al cine.

Cuenta con unos diálogos muy cuidados, una excelente fotografía del maestro José Aguayo. La música de Cristóbal Halffter sirve perfectamente para esta cinta cargada de conflictos familiares. La esposa de un famoso pintor, Mauricio de 42 años en su lecho de muerte, reúne a la familia para saldar deudas pendientes. Un profundo y despiadado análisis de la institución familiar, con sus envidias, amores furtivos, intereses creados, traiciones y desprecios. Amalia (la argentina Zully Moreno), es su mujer actual de la que sus hermanos desconfían y recelan que se pueda apoderar de todos sus bienes. Surgiendo a flote los trapos sucios, los secretos inconfesables, las rencillas personales y los reproches mutuos. La codicia manifestada en una lucha sin tregua ni cuartel por hacerse con el patrimonio del malogrado hermano, donde todos son sospechosos y todos mienten.

Narrada al ritmo del reloj de pared que preside la estancia, aparece más tarde la señorita Paula, es la sobrina del finado, que se introduce en la reunión como testigo imparcial de las hostilidades desatadas. Logrando el aumento constante de la trama por sus aportaciones, un juego de recelos sentimentales, imposturas y falsedades en un espacio cerrado, entre cuatro paredes durante una madrugada para expiar los pecados y llena de tensiones. La puesta en escena de Antonio Román es ágil con buenos movimientos de cámara pese a la falta de acción, donde la palabra y los gestos adquieren un total protagonismo. Al parecer los actores son los que la representaron en el teatro excepto la protagonista que había sido María Asquerino y que no entiendo por qué no la hizo en el cine, seguramente para vender mejor la película en Sudamérica, pero la hubiera preferido a la estrella argentina. Una película poco prestigiosa pero interesante y recomendable.
Antonio Morales
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3
28 de marzo de 2017
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es extraño que los usuarios de esta web cinéfila, no tengan referencias de este despropósito de película, permaneciendo tantos años en el olvido, en ese desván de la memoria encerrada bajo siete llaves. Soy yo el primero que sufre teniendo que criticar sin piedad este proyecto de sainete folclórico lamentable por su bochornoso discurso misógino y extremadamente machista, pleno de tópicos aborrecibles si exceptuamos algún número de digno musical de flamenco o sevillanas, pues hasta las canciones desafinan horriblemente con voces poco agraciadas para el género de la zarzauela que ilustra la música del maestro Serrano, sobre un anacrónico y demencial argumento grotesco que podía gustar a nuestros abuelos pero que produce estupor a día de hoy. Si al menos la realización fuera creativa, pero es que tampoco tiene ningún interés como proyecto artístico o técnico.

Sólo había que ver en la presentación previa anoche, cómo el pobre Fernando Méndez Leite, uno de los máximos divulgadores de nuestro cine en TVE, hacía equilibrismo dialéctico para no decir lo que verdaderamente pensaba, pero como alguien había decidido emitirlo por un supuesto interés cultural y a él le pagan para comentarlo, no le quedó más remedio que hacer de tripas corazón. Pues como él mismo afirma, podemos dar un paseo turistico por la Sevilla de 1936, nada que ver con la de hoy, si exceptuamos los monumentos antiguos. Esta adaptación teatral de los Hermanos Álvarez Quintero ambientada en una Andalucía profunda y reaccionaria que narra sin ninguna gracia el misterio creado por Coral al enclaustrarse en una casa sevillana para compartir la privación de libertad de Esteban, su novio, preso por defenderla, que da pie a presuntuosos donjuanes para lanzarse a su conquista y a lenguas de doble filo para inventar leyendas. Como cabe esperar pululan unos estereotipos de personajes estúpidos, la mayoría, creados por los libretistas y la adecuación de la partitura al entorno así creado. Van desfilando ante nosotros todos esos estrafalarios tipos que parecen salidos de los tiempos del jurásico: el niño de los pájaros, Cotufa, Mercedes y Laura, Miguel Angel, Don Nuez, los presos, y, como no, Coral y Esteban.

Caballeros de capa y sombrero que andan todo el día luciendo palmito de juerga en juerga y de conquista en conquista, mujeres sumisas y hogareñas que esperan a que el macho las “pise” cuya principal labor es el hilo y la aguja de la calceta. Una visión maniquea y tópica de la cultura andaluza que más que ensalzarla, la vitupera de forma cruel. Cómo podía aquel público admirar este cine amanerado y burdo, conformarse con tan poco, no me cabe en la cabeza. Esta “Reina mora” no la salva ni siquiera los actores, todos ellos desafortunados en papeles esquemáticos. Flaco favor hacen este tipo de films rancios y apolillados al buen cine español.
Antonio Morales
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