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Críticas de Cthulhu
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Críticas 152
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
11 de noviembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wes Anderson consigue una obra redonda en Rushmore (1998) tan sólo en su segundo film como director tras Bottle Rocket (1996). En Rushmore están ya todas las constantes del cine posterior de Anderson tanto en su forma como en su fondo pero con la naturalidad de cuando se crea y se logra un estilo propio y único por primera vez.

Una de las críticas habituales hacia Wes Anderson es su predilección por la forma en detrimento del fondo. Esta aseveración me parece injusta sobre todo en esta película ya que la lógica del estilo del director determina el fondo de lo que trata. Es decir, por poner un par de ejemplos, primero la simetría de los encuadres y de la puesta en escena conectan con el perfeccionismo y el afán por controlar todo lo que le rodea de Max Fischer (Jason Schwarztman) y el magnífico encuadre final, un plano de bella composición donde cada personaje tiene su lugar, una alegoría de la importancia de la amistad entre diferentes y del trabajo en equipo, uno de los temas tratados por Anderson en su habituales películas corales.

Rushmore trata los temas con profundidad y delicadeza. Se centra en la inmadurez de sus personajes tanto los adolescentes como los adultos sobre todo masculinos. Inmadurez que empeora cuando el amor entra en juego. Wes Anderson nos muestra con ironía la cultura de la conquista de la mujer como si fuera una guerra que ganar y un territorio donde colocar la bandera, eso sí de una forma poética contemplando el sacrificio por el bien preciado. Sueños humanos e ideal romántico que al confrontarse con la realidad primará el patetismo.

Al igual que en sus películas donde el trabajo en equipo es la clave para lograr el éxito Anderson debido a la coordinación de sus colaboradores, utiliza todos los recursos cinematográficos a su alcance para lograr una obra maestra. La fotografía de Robert Yeoman es un factor destacable, la arquitectura de la imagen es equilibrada y ordenada, emplea todo el espacio del encuadre. utiliza la profundidad de campo como cuando el señor Blume hace de mensajero de Max con la señorita Cross, o bien usa el travelling como en la primera inauguración del acuario o el repaso a los espectadores antes de la última obra de Max. El montaje de David Moritz destaca cuando se nos muestra el conjunto de actividades de las que participa Max Fischer en Rushmore. El guión al alimón de Wes Anderson con Owen Wilson, aparte de colaborar con los otros hermanos Wilson (Luke y Andrew como actores en el film). Papel destacado al trío protagonista de actores (Schwartzman, Murray y Williams) que permiten que la película sea aún más grande todavía. Notable presencia de la dirección de producción de David Wasco, atento a todos los escenarios que se pueden dar en un colegio elitista y a la música original de Mark Mothersbaugh, identificable por sí sola.

Un punto y aparte dedicado a la selección musical de la película. Wes Anderson demuestra en todas sus obras su melomanía. Tiene una habilidad única para mezclar las canciones con la narración de la historia aportándole la energía adecuada en cada momento. Apunte de una selección de ellas: Creation – Making time; The Kinks – Nothin´ in this world can stop me worryin´ ´bout that girl; Cat Stevens – Here comes my baby; The Rolling Stone – I am waiting; The Faces – Ooh La La.
Cthulhu
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5
3 de noviembre de 2016
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Mirrors” es el segundo remake consecutivo de Alexandre Aja en tierras estadounidenses. Si bien “The hills have eyes” fue un remake del film homónimo de Wes Craven, bastante fiel al original añadiéndole un trasfondo político más explícito que en el film de Craven que era más sutil al respecto. En esta ocasión Aja hace un remake de un film surcoreano “Al otro lado del espejo” aprovechando el auge del terror sobrenatural oriental y más aún cuando es adaptado al público occidental como “The ring (La señal)” o “Dark water”.

Aja se ha acomodado, podía haber sido un renovador del cine de terror como parecía presagiar su debut “Haute Tension” con un estilo visual apabullante y extremo así como homenajes al género de terror inscritos en una historia original como “The Texas Chainsaw massacre” y “Psycho”. El estilo lo mantiene, en Mirror adaptado al suspense de las historias de fantasmas orientales con dosis de gore características del director (aunque el terror pierde fuerza con los efectos especiales digitales) pero la narración es convencional, demasiado funcional y con los lugares comunes como pueden ser un policía atormentado, la mezcla entre religión y psicología o el niño en contacto con lo sobrenatural. Un trabajo de artesano, y por eso Aja es apreciado por las productoras estadounidenses y esta ahí para quedarse. Lo mejor es esperar que tras su aprendizaje por diferentes subgéneros del terror se atreva con un film abiertamente original.
Cthulhu
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10
21 de agosto de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fanny y Alexander es la obra maestra de Ingmar Bergman. Como si de un manual de la Vida se tratara desentraña las numerosas manifestaciones que se producen en la vida (religión, arte, economía, sociedad, magia) así como las múltiples formas para afrontarla, es decir, las distintas máscaras o papeles en los que actuamos según nuestras circunstancias.

Fanny y Alexander se sitúa en la Suecia de principios del siglo XX, en una familia aristocrática cuyos miembros ven la amenaza de los tiempos cambiantes. La película nos aparece bajo el punto de vista de Alexander (Bertil Guve), un joven sensible y rebelde y su hermana Fanny (Pernilla Allwin) obediente y fiel a Alexander. Un punto de vista semejante al atormentado príncipe de Dinamarca Hamlet con fantasma incluido.

Destacan los personajes de Helena (Gunn Wållgren) la matriarca de la familia, consejera de todos los integrantes de la familia y respetada por todos. Sus hijos Oscar (Allan Edwall) amante del teatro y del poder del arte sobre la vida, Gustav Adolf (Jarl Kulle) apasionado de los pequeños placeres y de las mujeres, disfruta del sexo y de la compañía y Carl (Börje Ahlstedt) amargado e infeliz que no se soporta a sí mismo ni a sus seres queridos. Así como sus respectivas esposas Emilie, Alma y Lydia (Ewa Fröling, Mona Malm y Christina Schollin) con más poder de decisión e intención del que le presuponen los encorsetamientos de la época y el género masculino. Al margen de la familia, Isak (Erland Josephson) judío prestamista, amante y confidente de Helena y el impresionante personaje del obispo Edvard (Jan Malmsjö) de una visión férrea, austera y fanática de la vida.

Ante este crisol de personajes, Ingmar Bergman con su oficio cinematográfico en su punto álgido, divide el relato en tres partes diferenciadas, gracias a sus colaboradores en la fotografía (Sven Nykvist) y diseño de producción (Anna Asp).

La primera parte sería la representada por la familia Ekdahl: suntuosidad y elegancia mostradas en el palacio aristocrático y en la casa de verano. Gusto por lo sensual y lo artístico. En segundo lugar la casa del obispo: gris, austera, parecida a una cárcel. En tercer lugar la casa-tienda de Isak: exótica, abarrotada y laberíntica representa lo sobrenatural y la magia.

La parte más difícil y simbólica del relato es la protagonizada en la casa-tienda de Isak en montaje paralelo con la casa del obispo. La religión hace acto de presencia, los nombres cargados de significado de Isak, padre del judaísmo, Aron (Mats Bergman), hermano de Moisés y fascinado por los ídolos (becerro de oro - títere de Dios) e Ismael (Stina Ekblad), el inicio de la rama musulmana, otra forma religiosa de la vida.

Y es que Ismael, el personaje andrógino de la película, interpretado por una mujer, conecta con la tía Elsa (Hans Henrik Lerfeldt) el personaje femenino interpretado por un hombre, fundiéndose en un momento sobrenatural y milagroso.

Aconsejo la visión de Fanny y Alexander pensada como una serie, donde cobran más importancia los personajes del teatro liderado por Gunnar Björnstrand, el personaje de Carl o los fantasmas de la antigua familia del obispo. La capacidad de síntesis y de elección de Ingmar Bergman es uno de sus mayores logros al convertir en obra maestra un material mucho más extenso que podría haber quedado mutilado.
Cthulhu
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7
28 de mayo de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La década del 2000 generó un nuevo movimiento de bajo presupuesto llamado mumblecore. La palabra mumble significa farfullar, hablar entre dientes, balbucear. El acierto de este género encabezado por Andrew Bujalski, Aaron Katz y los hermanos Duplass entre otros, radica en dotar a las conversaciones de mayor realismo. Es decir, recrean nuestras dudas a la hora de hablar con frases entrecortadas; abundan las expresiones coloquiales y coletillas; muestran la confusión a la hora de expresarnos, etc.

Dance Party, USA es un retrato generacional de los últimos años de instituto. El mumblecore es la novedad del retrato tantas veces realizado. La analogía de la duda y el balbuceo ante un futuro en principio lleno de posibilidades pero a la vez sin un camino claro que seguir. La película se centra en las fiestas, el sexo, las drogas y lo más importante el intento de conectar con otras personas.

Cada generación tiene su película de adolescentes confundidos desde “American graffiti” de George Lucas a “Dazed and confused” de Richard Linklater. Dance Party, USA no logra conectar del mismo modo que lo consigue Linklater, y es que a pesar de los aciertos de Katz, hay conversaciones poco creíbles a pesar del mumble, además de retazos de ideas que ni muestran ni sugieren, como es el caso de la relación de Jessica (Anna Kavan) con sus padres.

Aún así en términos generales me parece una película acertada. Consigue demostrar la aseveración de Gus (Cole Pensinger) “Hago cosas malas muchas veces pero no soy mala persona” aplicable al sentimiento de muchos jóvenes. Y confrontar la fiesta y la noche con el resto de momentos de la vida, ayudado en este caso por la oposición entre las canciones de Black Folk Inc. y The Phibes con la música original de Keegan DeWitt.
Cthulhu
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7
27 de mayo de 2016
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al margen de las grandes majors del cine, en los años 30,40 y 50 surgieron muchas películas de serie B clásicas. Con menor presupuesto pero mayor implicación en desarrollar ideas, estilos y asuntos diferentes y/o polémicos que no se atrevían a hacer las películas de mayor presupuesto. Ida Lupino, una famosa actriz de películas “A”, paradójicamente se convirtió en una gran directora de cine de serie “B”, apoyada por la productora The Filmakers.

Ida Lupino, una pionera por ser una de las primeras mujeres que dirigieron cine y también pionera por dotar a sus películas de una sensibilidad nueva al retratar temas tan controvertidos como la violación en “Outrage”, la presión sometida a las tenistas en el tenis femenino en “Hard, fast and beautiful” o la lucha contra la enfermedad en “Never fear”. “The bigamist” trata en primera instancia del tema de la adopción de niños, la responsabilidad de elegir un buen hogar para los huérfanos y con mayor énfasis trata el tema que da título al film, un spoiler en sí mismo o un título que no engaña a nadie, lo que prefiráis. El tema de la bigamia es tratado con seriedad y de forma reflexiva, huyendo de generalizaciones y leyes universales y señalando la especificidad de cada caso para emitir un juicio moral.

Hay dos anécdotas metacinematográficas. Primero, en una escena se compara al señor Jordan, un empleado que valora los requisitos para la adopción de niños, personaje interpretado por Edmund Gwenn, con Santa Claus. En una segunda escena visitan la casa de Beverly Hills de Edmund Gwenn (el actor, no el personaje) y citan su película más conocida “Miracle on 34th street” en la que interpreta a Santa Claus.

La segunda anécdota curiosa la protagoniza Collier Young, guionista y productor de la película, así como de otros trabajos anteriores de Ida Lupino. El cual estuvo casado con Ida Lupino hasta 1951 y en 1952 se casó de nuevo con Joan Fontaine, justo las dos mujeres protagonistas de “El bígamo” película de 1953. Estos son los hechos ahora dejemos volar la imaginación.

1953 fue el mejor año profesional de Ida Lupino debido a la realización de sus dos mejores películas “The hitch-hiker” y “The bigamist”, a partir de este año dejó la dirección en el cine excepto por “The trouble with Angels” para incorporarse al potente e incipiente mercado de las series de televisión.
Cthulhu
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