El planteamiento está bien: en un mundo gris los peatones caminan sin cabeza, se caen, se tropiezan egoístamente unos con los otros sin ayudarse. El único que conserva la cabeza es un poeta, que yo pensé que tenía una carpintería serrería.

In memoriam Alexis Ravelo.

"¿Sabes lo que jode a este país? la mediocridad y la subcontratación"

Yo estuve en el Taller de Alexis Ravelo autor de la novela (obra cumbre en su trayectoria dentro del género negro) en que se basa la película y su adaptador. Además que he conocido personajes que podrían asimilarse a los de la película, pero no los identifico ni lejanamente.

Es una película sencilla para dejarse arrastrar al cosmos de la novela negra de Ravelo.

Thriller con un comienzo algo interesante que va perdiendo fuelle a medida que el argumento -y el guion- se torna confuso, simplón y artificioso. Además la descripción psicológica de los personajes resulta extremadamente superficial y los actores parece que no llegan a comprometerse con la película.

La labor de dirección apenas presenta un poco de brillo pero de ningún modo logra implicar al espectador o hacerle vivir la trama.

Vi esta película hace unos 28 años y todavía me acordaba. Acabo de volver a verla y conservo la misma sensación de ella.

Gassman al final de su carrera hacía películas que no estaban a su altura y su carisma se comía la película y conseguía que fuera patética conservando su dignidad.

Estéticamente la película no ha envejecido tanto aunque la trama no sea muy buena. Gassman hace de un enfermo mental medio irresponsable e impulsivo que ya solo quiere vivir en paz, tranquilo y bien, pero al que todo el mundo le da la espalda porque lo ve como un parásito egoísta y problemático.

Salvo una nieta de 9 años que lo quiere porque es demasiado inmadura para darse cuenta de las cosas. La película narra las incomprensiones y los pequeños menosprecios cotidianos...

Aunque le he puesto un 9, posiblemente se merezca un 6, pero el carisma y la magnanimidad de Gassman hace que la película se te quede grabada en la memoria.

Esta serie se puso a mediados de los 80 en la televisión pública española cuando solo había dos y fue la pesadilla de muchos niños, con ¿Quién puede matar a un niño? de Narciso Ibáñez Serrador.

Salem's Lot está basada libremente en la novela de Stephen King y narra la vida cotidiana en un pueblo de Estados Unidos donde hay vampiros anónimos a los que hay que descubrir y que ejercen un extraño hechizo.

El cine televisivo de los ochenta todavía era muy ingenuo, con efectos especiales cutres de cartón piedra a los que sentías como auténticos, sin embargo sabía crearte un profundo desasosiego de pesadilla y te ibas a la cama angustiado porque te identificabas bien con los personajes.

Cada vez más el cine quiere sentir menos emociones auténticas, y sentir más golpes de efecto, impulsos, giros dramáticos inverosímiles, aberraciones por lo que no te da tiempo ni te cuenta anécdotas significativas para identificarte con los personajes.

Tobe Hooper era un buen director artesano que sabía mantener el esquema de una buena narración de suspense: cuando los vecinos del pueblo no se enteran de qué está pasando y de pronto de noche en las ventanas de los dormitorios de los niños aparece un niño pálido vampiro que te toca hipnotizándote por la ventana a pesar de que te han avisado de que tus padre te habían avisado un peligro inminente. Vamos los estereotipos de siempre.

Una serie bien planteada, que cumplía y que por tanto quedó en el recuerdo de muchos espectadores.

Escribo esta crítica porque creo que el resto de críticas no han incidido en varios puntos importantes.

Esta película muy sobrevalorada aparece en muchas listas cinéfilas de las mejores películas de la historia, entre dos actores que fueron muy icónicos en su época en este tipo de películas.

Trata sobre el encuentro y la conversación después de muchos años sin verse de dos autores dramáticos de Nueva York. Quitando el prólogo de un Nueva York sucio con estética setentera y el epílogo final toda la película transcurre en un Restaurante de lujo envejecido enfrente de un espejo.
Relata la conversación entre Shawn que es una persona sensata, y que a lo largo de la conversación demuestra una profunda admiración hacia la figura de su amigo, pero que defiende una vida convencional trabajando, con una pareja, con sus pequeños caprichos, y que pasada ya una edad solo piensa en ganar dinero.

Y Gregory que abandonó a su mujer y a sus dos hijos para vivir experiencias teatrales-místicas en Polonia, Escocia, o el Sahara defiende las fantasías caprichosas de la Nueva Era Hippie, el Arte por el Arte y la inactividad para producir un éxtasis de "la vida auténtica" y "la percepción de la muerte" citando a numerosos autores contantemente desde el nihilismo liberador de Schopenhauer hasta el budismo.
(Al final inverosímilmente hasta es él el que paga la cuenta).

Mientras Shawn le replica que el estilo de vida de Gregory obviamente no es posible para las millones de personas de Nueva York.