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España España · Barcelona
Críticas de polvidal
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Críticas 348
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
11 de junio de 2007
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el estrepitoso bajón cualitativo de la segunda parte, parecía imposible pensar en una tercera. Pero viendo la fórmula del producto, no resulta descabellado imaginarse cuarenta secuelas más, tantas como casinos tiene el boulevard de Las Vegas. Tan sólo queda rogarle a este grupillo de amiguetes que echen el freno de una vez o que, al menos, destinen a la pequeña pantalla una saga más propia de serial que de filmes con entidad propia.

El planteamiento, nudo y desenlace de las tres películas es prácticamente idéntico. De ahí su parecido a la estructura episódica de series como CSI o Sin rastro. En este caso, no les desvelo nada si les digo que la cosa va de robar una millonada a un excéntrico ricachón (planteamiento), de reunir a la cuadrilla de especialistas en diferentes fases del proceso usurpatorio (nudo) y finalmente de apropiarse elegantemente del botín (desenlace). La única abismal diferencia es que en esta ocasión Julia Roberts y Catherine Zeta-Jones se han desmarcado de tan repetitivo e insensato proyecto, demostrando más inteligencia que sus equivalentes en belleza George Clooney y Brad Pitt.

La entrada en juego de Al Pacino parecía una buena excusa para tragarse un engendro de fórmula agotada como este. De hecho, es de agradecer su presencia ante tanta postura y mirada artificiales de sus rivales masculinos. Brad Pitt luce como nadie los trajes y complementos que se llevarán la temporada que viene, mientras George Clooney ensaya semblantes para sus próximos ‘spots’ televisivos. Todo menos actuar. El actor de ‘El Padrino’ al menos se gana el pan como buenamente puede asumiendo con seriedad un producto que hasta el mismísimo director se toma a guasa.

Todo, hasta el diseño del inexistente casino Bank en el que se desarrolla la película, parece una parodia de lo que en su día fue ‘Ocean’s eleven’, una excelente y entretenida película con un brillante plantel de actores y unos impecables montaje y puesta en escena. Lo que en su momento fue una baza ganadora, hoy parece jugar en su contra. El montaje, desordenado, aleatorio y rutinario, coloca a cualquier videoclip musical medio en un estadio muy superior. La omnipresencia de una banda sonora cargante y machacona satura los oídos de un espectador ya de por sí agotado visualmente ante el frenético ritmo de los planos.

Por si fuera poco, el argumento se torna del todo inverosímil. Resulta que la cuadrilla de ladrones realiza todo su despliegue tan sólo para vengar el honor de uno de los socios. Y el plan incluye, entre otras realistas actuaciones, el uso de una tuneladora por las entrañas de Las Vegas para que provoque el colapso del sistema informático más seguro del mundo. Si a esto le sumamos un Brad Pitt disfrazado de científico hippy, una Ellen Barkin acompañada de unas tetas 30 años más jóvenes y un Matt Damon con nariz de Pinocho, obtendremos como resultado lo que en definitiva es ‘Ocean’s thirteen’: una caricatura.
polvidal
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9
1 de junio de 2007
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Zodiac contemplara la película que sobre sus pecados ha ideado David Fincher se sentiría tremendamente orgulloso. El filme plasma de forma meticulosa, con absoluta rigurosidad, cómo tres hombres vivieron obsesionados por darle alcance. Pero de lo que sin duda podría sentirse satisfecho este asesino en serie es de ver finalmente en pantalla sus proezas criminales. Un logro mayúsculo para alguien con tantas ganas de que alguien lo inmortalizara en forma de celuloide.

Pues bien, ese alguien ha resultado ser David Fincher, director de la inimitable pero ampliamente imitada Seven. Con semejante precedente y con un material como el que ofrecía Zodiac, podía preverse por dónde irían los tiros. Trama inquietante, puesta en escena sórdida y oscura, grandes dosis de suspense, miedo, terror. Algo que el director norteamericano domina con maestría y soltura, pero que de tantas veces clonado corría el riesgo de provocar empacho.

Consciente de ello, Fincher decidió invertir parte de los cinco años que ha permanecido fuera de la realización en investigar a fondo el caso de Zodiac, asesino real que había formado parte de su infancia en San Francisco, cuando aterrorizó a toda la ciudad con la amenaza de disparar contra un autobús escolar. Y en vez de recrearse en la atmósfera siniestra de cada uno de los asesinatos prefirió centrar la historia en la obsesión destructiva de un hombre por cazarle.

De esta forma, las escenas se suceden unas con otras a lo largo de los años, décadas, que duró la investigación (todavía permanece abierta en algunas localidades) hasta culminar en un callejón sin salida que, tras dos horas y media de filme, puede llegar a decepcionar al espectador, malacostumbrado como está a los casos cerrados.

Puede que esas dos horas y media vayan decayendo en agobiantes y monótonas pero sin duda es la única forma de plasmar en pantalla la asfixia y la obsesión que vivió el personaje protagonizado por Jake Gyllenhaal, un dibujante del ‘San Francisco Chronicle’ que no paró hasta encajar un complicado rompecabezas. Todo un entramado de pistas, de indicios, que abruman y confunden al espectador, de la misma forma que lo hizo seguramente en aquellos que intervinieron en la investigación.

Esta agonía, sabiamente plasmada, encima viene regada con marca de la casa. Fincher nos vuelve a deleitar con imposibles y bellísimos planos como el que nos acompaña desde lo alto del Golden Gate o el que nos aleja del taxi como escena del crimen. La atmósfera siniestra que comentaba vuelve a estar presente, aunque en menor medida, en tres momentos culminantes del filme. Los faros del coche que se alejan y regresan desde la noche oscura, el retrovisor que refleja la inminencia de un crimen, el sótano de un tétrico exhibidor cinematográfico. Belleza formal que, sumada a la veracidad del relato, acercándolo al periodismo de investigación más puro, conforman un ‘thriller’ que nada tiene que envidiarle al buen cine clásico.
polvidal
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2
14 de mayo de 2007
30 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Querida Michelle,

Para cualquiera que no te admire, tu regreso tras cinco años de ausencia puede rozar el catastrofismo. 'El novio de mi madre' es de lejos la peor película que he visto en años. Echo la vista atrás y mi cerebro no logra recordar una bazofia peor definida que esta. Quiere ser una crítica a la superficialidad y al bisturí plástico y termina siendo su mayor paradigma. Quiere hacer reír y su humor, de auténtico ridículo, casi acaba haciendo llorar de vergüenza ajena. Quiere erigirse en comedia romántica con mujer madura y chico joven como protagonistas y el único género al que se acerca peligrosamente es a la tragedia, la que viven en sus propias carnes los espectadores que ven cómo los minutos de metraje se transmutan en inagotables horas.

Buena parte de la culpa la tiene su argumento vacío y la presencia de unos personajes sobreactuados. La serie de televisión para adolescentes de la que tu personaje es la guionista y que pretende ridiculizar el banal mundo televisivo termina siendo más profunda que esta película para mentes en blanco. El novio de mi madre se convierte en un claro ejemplo de lo que pretende parodiar: es nula, es tonta y es ridícula. Lo peor de todo: ni es crítica ni hace gracia.

Tu compañero de reparto es el principal exponente de esto último. ¡Paul Rudd no tiene la más mínima gracia! Es más, la mayor parte del tiempo lo único que genera es odio. Penosas son sus escenas en la pista de baile, sus calculados esfuerzos por parecer ‘guay’ a ojos de un guionista totalmente fuera de la onda, sus pretendidos gags que tu propio personaje compara con los de Ben Stiller y que no hacen sino convertir a este mediocre humorista en el dios de la comedia. Un novio así no lo querría para su madre ni una niña de dos años.

Pero que Paul Rudd haga el ridículo en pantalla me trae sin cuidado. Su currículum es de auténtica pena. Tú, con un pasado glorioso (Los fabulosos Baker Boys, Lady Halcón, Las amistades peligrosas, La edad de la inocencia) no puedes permitirte una mancha en tu expediente de este calibre, y menos tras productos de dudosa calidad como Heredarás la tierra o Historia de lo nuestro.

¿Dónde ha quedado, además, tu singular belleza? Apenas te reconozco tras esa piel artificialmente estirada, tras esos labios proporcionalmente más abultados que tus escuálidas piernas de flamenco, tras esos ojos saltones y desorbitados. Sé que eres tú porque aún conservas esa vena verdosa en tu ojo izquierdo. Es lo único que permanece inalterable al paso del tiempo y a las incisiones del bisturí. Por lo demás voy temiendo tu peligroso acercamiento a gloriosas momias hollywoodienses como Cher o Goldie Hawn, a las que hipócritamente ridiculiza tu desastrosa última película. Vuelve a tu senda, por favor, Michelle.

Siempre tuyo,

polvidal
polvidal
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