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España España · Pontevedra
Críticas de The Quiet Man
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Críticas 52
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
12 de enero de 2012
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque David Lean alcanzó su máxima notoriedad exhibiendo su talento para manejar las costosas superproducciones de Hollywood, dejándonos obras épicas y grandiosas, mucho antes, en su etapa británica, ya había demostrado lo poco que necesitaba para hacer una película clásica y eterna; como es el caso de “Breve encuentro”, un hondo e íntimo melodrama. Con suma delicadeza disecciona la crónica de un sentimiento desbocado que se precipita en una espiral de sufrimiento. Narrada en flashback, un simple gesto nos introduce en la historia: la leve presión de la mano de Alec (un elegante y correcto Trevor Howard) sobre el hombro de Laura (una magnífica Celia Johnson), un pequeño detalle sutil que nos anticipa la tragedia de lo imposible.

Ante todo la película es un ejercicio de exquisita honestidad. No se le ofrece al espectador la más leve excusa o justificación, el matrimonio de Laura es presentado en un entorno de plácida felicidad rutinaria. Es precisamente esta gris cotidianidad la que remarca la pasión ingobernable que domina a los protagonistas. Con brillantez y elegancia se muestra cómo van construyendo su pequeño mundo particular de los jueves, que es relatado con una cierta impronta onírica que contrasta con el tratamiento más formal de la realidad que les rodea; y cómo la toma de decisiones, los impulsos, su felicidad en definitiva, van siendo mediatizados por la presión de unos códigos preestablecidos, que atenazan sus voluntades, hasta hacerles sentirse infames y degradados.

La mirada y la voz en off de Laura son los principales elementos en la construcción de un personaje femenino inolvidable, utilizados con maestría por Lean, se adueñan de la pantalla de una manera tan incisiva que consiguen transferirnos su angustioso tormento interno. En esto es fundamental la presencia de los personajes secundarios, cuyas intervenciones ayudan a rebajar la tensión que en algunos momentos llega alcanzar la película. Las oscuras localizaciones nocturnas, el entorno de la estación y la contundencia vehemente del concierto para piano nº 2 de Rachmaninov contribuyen a intensificar la amargura de esta breve historia de amor extemporáneo.

La fascinación que transmite la película perdura en el tiempo, y en los visionados posteriores. De alguna forma esta triste historia de un amor imposible permanece en nosotros y no termina de evaporarse.
The Quiet Man
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4
10 de enero de 2012
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guy Ritchie conmigo se puede ahorrar el marketing; como buen adicto holmesiano cualquier título que contenga la palabra “Sherlock” capta mi atención de inmediato, me puede más la pasión que la lógica de los antecedentes. El problema surge cuando después de 2 horas largas de película me descubro mirando por las esquinas del cine, buscando pistas, algún indicio de mi añorado Sherlock…

Ante tal enigma recurro a la máxima del maestro: "Cuando todo aquello que es imposible ha sido eliminado, lo que quede, por muy improbable que parezca, es la verdad", y entonces caigo en la cuenta, toda esta historia sin misterios y de camorristas bufonescos medio ninjas que nos acaban de contar no es más que un simple refrito de tópicos mezclado desganadamente con cine palomitero, y todo para sacarnos los cuartos ¡qué vulgar!

Recomiendo tener a mano algo de Jeremy Brett para calmar la ansiedad de la espera de la tercera parte. ¡Qué triste es la vida del adicto!
The Quiet Man
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8
22 de diciembre de 2011
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
No debió ser fácil abordar este esplendido melodrama de estructura folletinesca. La casualidad y las argucias del destino son necesarias para armar la historia, y eso siempre requiere la ingrata tarea de desmontar el escepticismo del espectador. La veteranía de Mervyn LeRoy, que consiguió con esta película su única nominación al Oscar como director, no sólo consigue llevar la obra a buen puerto, sino que, sorteando los obstáculos, hace que disfrutemos de la travesía.

Como si de un breve relato inspirado en Sísifo se tratara, un hombre se ve condenado a la tragedia de perder su pasado dos veces.

Un militar, impecable Ronald Colman, sumido en la incertidumbre, indefenso y desvalido, apenas logra mantener la cordura. La fortuna pone en su camino a Paula, una delicada Geer Garson, que lo acoge con solidaria protección. Es el inicio de una nueva vida plena de felicidad y amor. La brusca irrupción del pasado obligará a Paula a luchar por ese amor hasta la extenuación.

El desarrollo de esta historia de ausencias de recuerdos, de presentes sin pasado, es conmovedor y logra alcanzarnos con su encanto. La ternura y calidez de los personajes contribuye a ello. Es emocionante asistir al nacimiento de esa vida en común y compartir la ilusión de sus esperanzas. La belleza idílica del emplazamiento acaba por cautivarnos a nosotros también. A partir de ahí el sentimiento ya se ha impuesto a la lógica, y con una efectividad contenida la narración de los hechos penetra en el espectador hasta afectarle, sin caer por ello en la sensiblería.

El final eleva la categoría de la película para convertirla en un referente del cine romántico. Cuando escuchamos por primera vez "hay un estanco allí en la esquina", todo se vuelve sublime. Desarmados y rendidos, seguimos los acontecimientos con el ánimo encogido. Conscientes ya del triunfo, no nos basta, queremos paladear cada detalle con la pausa necesaria, hasta encontrarnos junto a Paula, esperando a que Charles abra una puerta y se disipe para él la niebla, y ella pueda por fin decir su nombre: Smithy.
The Quiet Man
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9
16 de diciembre de 2011
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene aroma Dickensiano en sus primeros compases esta película. La sensación apenas dura un instante, hasta que nos vemos sorprendidos por la aparición de un espíritu arrollador y ya, como envueltos por una ola marina, nos dejamos llevar sin resistencia. Lo inimaginable se torna posible con la sola existencia del Capitán Gregg. La música, la fotografía, la belleza de Gene Tierney, todo se vuelve ingrávido, como ocurre cuando el mar cubre las rocas… o como ocurre en los sueños. A esas alturas ya sólo deseamos que la rotunda presencia de Daniel Gregg y sus cautivadoras palabras se prolonguen en la pantalla, que su ausencia no nos devuelva a esa película de aroma Dickensiano que empezamos a ver.

Realidad y sueño, vida y muerte, materialidad e inmaterialidad, amante y amada, todo unido sin tocarse, sin rozarse, en esta nostálgica historia de amor. La atracción de lo opuesto traspasa tiempo y dimensión. La seducción de la palabra no tiene barreras. La muerte como recompensa, el amor como aliento. Sin amor, la existencia de Lucy se consume en un suspiro, su tiempo se le quedó en el sueño. En pantalla apenas un par secuencias, el tiempo de tomarse un vaso de leche… ni eso.

¡Ay, Lucía! Despierta ya de esa vida. La eternidad te espera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
The Quiet Man
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10
12 de diciembre de 2011
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar del tiempo transcurrido, CIUDADANO KANE sigue llamando la atención por su arrogancia visual; la profundidad de campo que se utiliza en la película pone a la fotografía como uno de los elementos más relevantes, al mismo nivel, sino por encima, de la interpretación de los actores. Otras características de interés contribuyen a reforzar la película, como la inclusión del falso documental empleado en el meritorio montaje o la articulación del guión mediante el uso permanente de flashbacks y elipsis.

CIUDADANO KANE parte de una premisa tan simple como “el dinero no da la felicidad” o de otra, mucho más audaz y compleja, como la de que una palabra esconde el sentido a toda una existencia. La película nos cuenta retrospectivamente la vida de Charles Foster Kane a través de los personajes que se cruzaron en su vida. Cada uno conoce una parte de la verdad, pero, como se encarga de subrayar la película, sólo hay simples piezas de un puzle incompleto. La búsqueda de la verdad termina en frustración: el misterio que encierra el ser humano es imposible de desvelar sólo por sus hechos. Si la profundidad de campo fuese una herramienta de la psicología, se revelaría el “yo público” en primer plano, el “yo privado” en plano medio y el “yo profundo” aparecería, al fondo, difuminado. El periodista encargado de hallar el misterio que encierra la palabra “Rosebud” ocupa nuestro lugar en la película. No deja de resultar significativo o curioso que una vez acabada tengamos dificultad para ponerle un rostro.

Los avances técnicos propiciaron el paso del cine mudo al sonoro, del blanco y negro al color, y estos cambios obligaron a replantearse el proceso creativo. El genio creador humano no se detiene en la ciencia, y a veces las innovaciones artísticas inician nuevos paradigmas que influyen en el devenir del arte. La aparición de CIUDADANO KANE supuso precisamente un cambio de paradigma, una obra maestra que marca un antes y un después en el cine, que rompió con los conceptos previos, con las normas que establecían un tratamiento audiovisual de una forma rígida e influyó decisivamente en las generaciones posteriores.

El principal misterio, sin embargo, sigue siendo Orson Welles que con sólo 24 años, y en su primera incursión en el mundo de cine, se puso al frente del proyecto ocupándose de coescribir la historia, producirla, interpretarla y dirigirla con un resultado tan portentoso que calificarlo como genio pierde significado.
The Quiet Man
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