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Críticas de Charlotte Harris
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Críticas 27
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
25 de agosto de 2013
18 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo negar que cuando acabe de ver (Aunque el termino apropiado sería sufrir) esta película y me pasé por esta página, me quede bastante sorprendida de la buena acogida que ha tenido este Telefilm independiente. Y si, lo de Telefilm es de forma despectiva.

Nos encontramos ante Maisie una niña de unos 7 u 8 años que mira con ingenuidad, miedo y con algo de incomprensión como el matrimonio de sus padres se desmorona. Los padres son una espléndida Julianne Moore y un comedido Steve Coogan que se nos muestran en unos primeros minutos su relación de odio que roza la violencia emocional y con una conducta totalmente irresponsable que ni protegen a su hija de sus problemas conyugales, ni mucho menos la informan de la inevitable decisión: Se van a divorciar. Maisie pasa a ser un trofeo más que ambos quieren tener, sin importar, ni empatizar en ningún momento en como la situación le afecta. Sin duda estamos ante un tema bastante común en nuestra sociedad y que en “What Maisie Knew” se muestra de una manera descarnada.

Durante los primeros 15 minutos la película me absorbió en su planteamiento, me gustó como expone este tipo de violencia, me gustó como no caía en los errores propios del cine independiente y me gustó por su prometedor planteamiento. Al llegar el momento en que los padres se divorcian, y la niña se convierte primero en un trofeo que se gana en los tribunales y que posteriormente se usa como alma de destrucción para el rival. Es en este momento, en donde la película perdió toda la coherencia adquirida hasta caer en un espiral de autodestrucción digna de ver. Y es aquí donde empiezan los despropósitos…

A partir de aquí la trama se vuelve repetitiva, siendo especialmente cargante los 20 minutos centrados en: “Se me olvida o llego tarde a recoger a la niña” En serio, quise morir tras 20 minutos repitiendo la misma irresponsabilidad. Ambos padres se nos presentan como caricaturas, son extremadamente egoístas, malos, crueles, descarnados, sin la mísera capacidad de ponerse en el lugar del otro y mucho menos de hacerle la vida fácil a su hija. Como oposición tenemos a “Los otros” (Que se llamarán así para no desvelar “quienes son realmente”) que quieren a Maisie, la cuidan, la protegen, la divierten y le dan el cariño que necesita. Así se nos presentan a los 4 adultos protagonistas, convertidos en una auténtica parodia; no busques gris en ellos, ni un doble fondo, ni dobleces, son planos y nos muestran una realidad más propia de una película de Disney y de cuentos de Hadas que del Realismo en el que se quiere enmarcar. Los malos son muy malos, y los buenos están a punto de ser beatificados por el Papa.

Entiendo a dónde quiere llegar, entiendo que quiere lanzar un mensaje al mundo que dice: “Los padres son aquellos que te quieren, no quien te traen al mundo” Y mira, que cada uno diga lo que quiera, siempre y cuando que lo exponga bien, lo que no soporto es que intentes dar una lección de algo, falseando e intentando manipularme de esta forma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charlotte Harris
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6
21 de agosto de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de los documentales musicales podemos encontrar 3 tipos predominantes: los documentales que se centran en algún aspecto concreto de la música (festival, estilo, momento clave dentro de la música, sello discográfico…) los documentales-concierto y los biográficos. En los últimos años es cada vez más habitual encontrar estos documentales híbridos que caminan entre el concierto y la biografía de cualquier músico con un modelo de guión bastante claro y sencillo: canción, conversación biográfica, canción, conversación biográfica, canción, conversación biográfica… ad vitam aeternam. Personalmente encuentro un “tufillo” bastante considerable de autopromoción en este tipo de documentales e independientemente de si el músico me gusta (A Propósito de Rodriguez), lo detesto (Jonas Brothers: The 3D Concert Experience) o incluso, como es el caso de Touch the Sound, desconocía quién era Evelyn Glennie, me suelen molestar bastante.

Aunque es cierto que en Touch the sound existe una propuesta distinta, intenta salirse de esta visión biográfica, aportando unas interesantes imágenes de cómo nos relacionamos diariamente con el sonido. Desde las tranquilas playas de Escocia a las ruidosas y estridentes calles niponas, la vida urbana y la naturaleza nos proponen una melodía en la que, por desgracia, rara vez reparamos, un sonido que escuchamos, que sentimos, que forma parte de nuestra vida, pero que al final no nos tomamos el tiempo para oírlo como tal.

Aun así, no puedo evitar tachar este tipo de documentales como promocionales, siendo su principal fin acercar su figura a sus seguidores y quizás por el camino ganarse otros con su trabajo. No estoy negando que Everlyn sea una talentosa percusionista que indaga incansablemente en los límites del sonido, buscándolos en cada rincón y exprimiéndolos de una manera bastante asombrosa. Su talento es innegable, su fuerza y lucha contra las adversidades es incuestionable, pero como documental cinematográfico que es, lo considero bastante plano, con limitadas libertades creativas (aunque también hay que decir, que es más creativo que otros documentales híbridos que he visto) y que su único objetivo es acercarnos el personaje de la manera más eficaz, lineal y simple posible.

Este “Viaje a través de Evelyn” beneficia a su trabajo creativo y su maravillosa capacidad para hacer música con cualquier cosa. Personalmente encuentro decepcionante como espectadora, su forma de no darle importancia a su condición de música con sordera. Es cierto que Everlyn es tajante al respecto: “El oído es una forma de tacto”, “Uso el cuerpo como una caja de resonancia” o “No puedo explicar cómo escucho la música con el cuerpo, de la misma forma que alguien que escuche la música con el oído tampoco puede explicar cómo” estos comentarios unidos a alguna escena donde enseña a “sentir” la música a una niña con sordera, nos dan una idea leve de algo absolutamente extraordinario y admirable. Pero me queda la impresión que se ha desaprovechado una oportunidad perfecta para explicar con más precisión cómo consigue nuestra protagonista entender la música y casi lo más importante, como logra crearla con este aparente “hándicap” que demuestra, a la larga, que no lo es.

Así que el visionado de Touch the sound resultará interesante para acercarse a la autora, a su vida personal y profesional, generando por el camino algunas imágenes bastante bellas y poderosas, pero destacando principalmente en como la fuerza de voluntad, las ganas de disfrutar y trabajar en lo que gusta puede resultar más poderoso que cualquier discapacidad existente.

Entrada escrita para http://cinemaadhoc.info/
Charlotte Harris
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Hit So Hard
Documental
Estados Unidos2011
6,6
66
Documental, Intervenciones de: Patty Schemel, Courtney Love, Eric Erlandson, Kurt Cobain
7
27 de julio de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos días me pegue un auténtico maratón viendo la Miniserie documental de la BBC llamada “Seven Ages of Rock” 8 horas que condensaban intensamente y con pasión, en como la música había evolucionado desde Jimix Hendrix hasta Arctic Monkeys, 50 años reinventando, 50 años siendo la voz de la juventud de todo el mundo, 50 años adaptándose a cada época sin perder su esencia. Durante estas eras, había algo casi común, aparte de tener buena música, y era la cantidad de juguetes rotos, de ídolos caídos y destrozados que cegados por el eslogan “Sexo, drogas y Rock’nd Roll” perdieron la vista y, de paso, la razón: Jimi Hendrix, Syd Barret, Ozzy Osbourne, Kurt Cobain o Pete Doherty. Estos grandes nombres son solo la punta del iceberg pero hay muchos más casos como el que nos ocupa: Patty Schemel. “Hit so Hard” es la película biográfica sobre la batería de uno de los grupos más conocidos de la escena grunge de Seattle: Hole o lo que es lo mismo, la banda de Courtney Love. La película se forma principalmente de testimonios y de imágenes de archivo que Patty grabo durante estos años.

El documental nos adentra en la vida de Patty, un “bicho raro” en un pequeño pueblo rural de Estados Unidos, un hogar formado por padres alcohólicos y un hermano con el que compartía la pasión por la música y… por el alcohol, claro. Desde los 11 años aprendió a tocar la batería con furia y fuerza (De ahí el título: Golpea con fuerza), una vía de escape perfecta para huir de un mundo en el que no encajaba. La música tenía para ella el poder de darle una identidad, de sentir que pertenecía a algo, en definitiva, el único vehículo posible para comprender el mundo. Este desencanto juvenil, esas familias desestructuras y esa furia hacia una forma política que los alejaba de cualquier oportunidad, fue un punto en común de toda una generación que coincidió en Seattle a principio de los 90. Y la verdad que uno de los mayores aciertos de este documental es el retrato de la escena Grunge en esta ciudad. Tanto ese caldo de cultivo social, económico y político que parecía haber marcado a todos estos jóvenes, como desde el ámbito más personal, ejemplarizado en el triángulo que forman nuestra protagonista con dos de los grandes iconos de los 90 y de toda una generación: Kurt Cobain y Courney Love.

Pero “Hit so Hard” no solo es un breve radiografía a todo el movimiento grunge, sino que además funciona como un maravilloso homenaje a todas esas mujeres pioneras que lucharon contra los prejuicios de que el Rock era un negocio de hombres, mujeres que como Patty se sentían cómodas en uno de los instrumentos más duros, exigentes e indispensables: La batería.

A pesar de que el documental es un auténtico lujo, se le puede achacar un trabajo algo anárquico en la dirección, que nada tiene que ver con el guión o la historia. Durante la primera media hora la película avanza de forma caótica, en donde va saltando entre diversos temas y en diversas épocas sin situarse en ninguna, generando por momentos una sensación de descontrol y perdida cronológica que no ayuda para nada a la película. Además de contar con unas entradillas innecesarias que desvían la atención sin aportar información, cortando además el ritmo de la narración.

Pero al fin y al cabo el tema central es la redención de Patty Shemel, una desmitificación bastante dura e incómoda del mito de la vida Rockera que se nos proyecta habitualmente. Ejemplifica una carrera marcada por la autodestrucción como única medida para luchar contra el desempleo. La caída de Patty es absolutamente desastrosa, cruel e injusta, casi auspiciada por su propia banda que le negó la confianza cuando más lo necesitaba y por supuesto asistimos a su ascenso, con menos glamour y exigencia, encontrando la felicidad en una vida cotidiana más simple y sencilla. “Hit so Hard” es un retrato amargo del éxito y de la fugacidad de este, de la importancia de la música como mecanismo de pertenencia y tabla de salvamento. La sensación final es que Patty sacrifica su intimidad, más que para contar su historia, para describir y enumerar todos los caminos que llevaron a su destrucción.

Entrada escrita para http://cinemaadhoc.info/
Charlotte Harris
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8
5 de julio de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos meses, tras el visionado de "Bestias del sur salvaje" me cabreé muchísimo y comencé una cruzada personal en busca de obras que encajasen en mi idea de lo que el cine independiente debería darme. Quizás sin ese cabreo, nunca hubiera visto la obra que nos ocupa: Quiet City de Aaron Katz. En su momento, cuando me adentré en la obra de Katz, me llamo la atención que se comparará a esta película con Antes del amanecer (No son las únicas, otras como Buscando un beso a medianoche o Luke & Brie are on a First Date también podrían dar pie a la comparación) pero tras su visionado, lo único que tienen en común es un punto de partida similar en el fondo, pero es en la forma, donde ambas obras se distancian.

Jamie va a Nueva York a pasar unos días de vacaciones con su amiga Samantha. En el metro buscando la dirección exacta del café donde ha quedado con ella, Jamie le pide ayuda a Charlie, un desconocido con el que se cruza en la desierta estación. A pesar de que Charlie intenta explicar cómo llegar al restaurante, decide acompañarle ya que no tiene nada que hacer.

Y esta es el fondo que se repite en ambas películas: Dos extraños se conocen; se atraen y pasan tiempo juntos como si el mundo se detuviese en ese mismo encuentro, sin importar a donde iban o que tienen que hacer. En cambio el fondo ya difiere de "Antes del amanecer" en esta película la relación es realista, creíble y mucho más cercana a cualquiera de nosotros. Cuando señalo esta obra como realista me refiero a algo que me chirrió en la obra de Linklater: Las charlas filosóficas y tremendamente densas sobre el origen del amor, la vida y la felicidad; seamos claros, si tú conoces a alguien y te viene con esas conversaciones sin conocerlo, huyes.

Jamie y Charlie se atraen, pero a la vez se tratan con cautela y prudencia, quizás ambos invadidos por las dudas “¿Él está siendo simplemente amable?” “¿Ella está conmigo solo porque no tiene a dónde ir?”, o tal vez, sencillamente porque ambos tienen sentimientos hacia otras personas. A pesar de esta barrera autoimpuesta que les reprime parcialmente, somos participes de su complicidad y atracción, aunque al igual que en "Lost in translation" no necesitamos que se diga algo para saber lo que está pasando entre esos dos desconocidos.

Una historia sin muchas aspiraciones, más que la de contar una historia de amor. Ya cada uno encontrará el romanticismo donde quiera, quizás al final o quizás durante toda la película, en esas conversaciones banales, personales y absurda o en esas cosas cotidianas, que son, en definitiva las que nos acaban conquistando de la otra persona.

Crítica originalmente escrita para http://www.cinemaldito.com/
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8
18 de junio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los títulos de créditos vemos por enésima vez como Nueva York amanece, pero esta vez, no vemos ni el Empire State, ni Central Park, ni la Quinta avenida, ni Times Square y mucho menos escaparates de Tiffany o de Cartier. Esta no es la Nueva York de Woody Allen, ni el de Spike Lee. De fondo, una vieja canción francesa de entre guerras nos canta con nostalgia esa visión idílica con la que desde Europa hemos mirado siempre a América, como “La tierra de las oportunidades”. Estamos en Queens, en un albergue caritativo de una iglesia en donde 10 hombres que otrora eran vagabundos, conviven como pueden, cada uno con su propia historia personal, sus dramas y sus pequeñas alegrías, en donde nuestro protagonista, Oliver, es solo un judío miope y tacaño entrado en los cincuenta, que intenta pasar desapercibido entre estos extraños.

Así comienza Sunday la segunda película de Jonathan Nossiter (Mondovino) una pequeña joya del cine independiente americano de los 90 que triunfó en Sundance alzándose a la Mejor película y guion. Mientras que actualmente este premio implica una difusión masiva con llegada a los Oscars, Sunday forma parte de esa primera parte del festival lleno de cine fresco, original, diferente, independiente de la industria y alejado de los circuitos de distribución masivos.

La trama inicia cuando Oliver sale del albergue a deambular e intentar que la hora de dormir llegue lo más pronto posible, pero su destino se acaba cruzando con el de Madeleine, una actriz británica en decadencia que vive en ese mismo barrio, que carga una enorme planta casi seca y que confunde a Oliver con Matthew Delacorta, un afamado director que conoció fugazmente en Londres años atrás. Y Oliver abrumado por esa mujer, escondido en su timidez y sin nada que perder, decide seguirle la corriente.

La película protagonizada por David Suchet y Lisa Harrow es un retrato sencillo sobre dos almas pérdidas en esta “tierra de nadie”, personajes que viven con el modo automático puesto, sin ser conscientes de su realidad o al menos sin ganas de afrontarla, porque a nadie le gusta darse cuenta de que lleva su vida por el lado equivocado. La desidia de estos personajes es tal, que hasta su situación les resulta irreversible. El contexto de este encuentro de 12 horas no tiene nada de casual. El barrio, Queens, se nos presenta como vacío, decadente, abandonado, una ciudad industrializada, que mira (o quizás admira) a los rascacielos de vecino Manhattan; un cielo eternamente gris y brumoso y el día, un domingo, ese día en donde tenemos tiempo para hacer lo que queramos, pero que para nuestro protagonista, Oliver, son 24 horas más a llenar con la mayor rapidez posible. El vacío existencial de nuestro antihéroe impregna también el espacio y el tiempo.

Este encuentro casual y ambiguo, cimentado en mentiras (¿De los dos?) y salpimentado por un ambiente inquietante en donde a veces nos cuesta diferenciar que es verdad y que mentira, acaba siendo una historia de amor atípica y hasta esperanzadora, desprendiendo un mensaje cargando de humanidad del olvido y la miseria

Entrada escrita para http://www.cinemaldito.com

(En el spoiler pongo un dialogo maravilloso en la que es fácil sentirse reflejado)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charlotte Harris
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