Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Estepario
<< 1 2 3 4 5 >>
Críticas 23
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
26 de febrero de 2013
20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia sencilla, pero una dirección soberbia, hace que Ceylan traspase la pantalla y nos haga sentir las vicisitudes de una jornada laboral en la piel de sus participantes. Una jornada en Anatolia, pero que traspasa sus límites. Una jornada como cualquier otra, pero que encierra el milagro de esta proyección: que los momentos impactantes no se encuentran en situaciones increíbles, grandes o magnánimas. Es que aquí no hay situaciones súper-desarrolladas, grandes diálogos, momentos dramáticos, giros imprevistos de guión... La cámara simplemente se encarga de acompañar, sin menospreciar cada momento, cada detalle; porque el imprevisto de las situaciones determinará lo que queda, lo que se aprecia o desprecia, pero lo que al fin se recuerda...

Porque a veces, en la cotidianidad más pura, mas rutinaria, simplemente basta un soplo del viento para levantar la pluma. Para derramar las lágrimas de aquél ojo desolado. Eso es lo que nos hace, lo que nos puede hacer sentir escalofríos; la verdad que nos puede sacar del cuento de hadas, la mirada que nos puede penetrar y hace gritar nuestro vacío existencial, el vaso del amor compartido con los que sólo ven pero no tienen, en la hermosura de la flor más bella, el hijo que llora con la mirada, quebrando, doliendo, golpeando más fuerte que una piedra en el ojo... La empatía como fuerza motora de toda relación humanitaria...

¿Qué somos sino? No hace falta la alfombra roja, las luces, el destello de la cámara, la adulación, el discurso, el alago, los aplausos de fondo, el diploma, el cuadro. Al final, lo que nos queda son esos pequeños momentos. Los que se nos pasan mientras esperamos (o no) que pasen. Esas pequeñas situaciones, imprevistas, dolorosas, alegres, pero que pueden llegar de imprevisto, en cualquier día, en cualquier instante.

Supongo que era eso Ceylan. Perdóname si te malinterpreté. Pero es lo que me has dejado en tu más de dos horas de detalles. En saber que estaba viendo algo sencillo, una historia simple, pero que en el fondo de eso se trata. De apreciar que ahí también puede a ver algo. Del nuevo día. Del misterio del qué traerá la marea. Porque quizás, algún día, de ese imprevisto, en ese día cualquiera, "Uno podrá decir 'Una vez en Anatolia...'". Una vez que vale la pena filmar.
Estepario
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
6 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hermanos Dardenne no crearon una historia y la filmaron. No hay un inicio, un desarrollo y un fin. Su film es la piel de la realidad. La cámara simplemente muestra; no habla, no describe, no narra; no se desarrolla. Simplemente muestra. Tal como cuando uno sale a la calle y contempla la vida. Esta vez, se nos permite adentrarnos en una de ellas.

El conjunto: más escalofríos que un 'Thriller' de pochoclo en la cartelera del domingo. No hay música, no hay diálogos forzados, no hay momentos 'Kodak'; las imágenes simplemente se funden en un gran documental visual. Un documental que es relatado por los sentimientos del padre, Oliver. Los sentimientos, incapaces de explicarse (ni para él, ni para nosotros), pero que corresponden al instinto más humano posible: la búsqueda inextricable de un por qué.

Y nosotros los sentimos. Somos el padre. Somos Oliver. No lo miramos a él, miramos a través de él. Sus emociones, sus visiones, sus miedos, sus incertezas; todo se conjunta con las nuestras. La cámara, brillantemente, se posa sobre su hombro: nos muestra su esencia. Hasta sus abdominales los sentimos.

Oliver y Francis. Nos dejaron ver una fracción de ellos. Ya es suficiente. La vida sigue, pero no es necesario contarlo. Lo dicho, dicho está: los créditos aparecen. Y yo con piel de gallina.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Estepario
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
La tumba de las luciérnagas
Japón1988
8,0
41.519
Animación
9
4 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luciérnagas: Luz: sinónimo universal de libertad, prosperidad, futuro, felicidad, vida. En el lado opuesto, Tinieblas, sinónimo universal de represión, dolor, miedo, infelicidad, muerte.

Plena Segunda Guerra Mundial, ¿Y la Luz? Bombas, explosiones, ciudades devastadas, vidas aniquiladas, marchitas, vacías. Muerte, represión, infelicidad. ¿Futuro?

Seita y Setsuko. El joven y la niña: ¿Símbolos de la humanidad? Ya son cuerpos desgastándose, sin vida, negros: Tinieblas. Y el dolor de estómago: la radiación de la guerra.

Oscurece. Las luciérnagas sobrevuelan. ¿Están aquí? No, pertenecen a la irrealidad. Irrealidad de luz, de felicidad, de futuro, de vida.

Todo negro. Las flores se cayeron. El agujero negro de la guerra consumió toda la Luz a su alrededor. La posibilidad de una vida pasa sobre los ojos de una generación pérdida.

De este mundo, de esta guerra, sólo nos queda la tumba de las luciérnagas.
Estepario
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
3 de febrero de 2013
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un restaurante. Una mesa. Dos sillas. Utensilios. Y dos cerebros. Sí, dos cerebros.

Y es que cuando la historia es buena, los decorados sobran. Si el libro bueno, ¿Importa si lo leo en la biblioteca, el mi casa, en el parque, en la playa? ¿Y el sillón, la silla, la cama, el suelo? Los buenos libros se leen solos: su atmósfera te atrapa y te hace olvidar de las vicisitudes de la propia vida; te sumerge en un sueño, un sueño en el que estás despierto y en el que podrás recordarlo todo. Esa es su maravilla.

Malle filmó un gran libro. Un gran libro de palabras, donde las imágenes a nuestro alrededor no son más que el decorado de nuestro lugar de lectura. Con dos personas, dos cerebros, construye una discusión entre dos formas distintas de ver la vida: la una, la convencional, la otra, la atrevida, la desafiante, la inconexa, que busca más allá de lo explícito y pretende adentrarse donde se rehúsa por miedo. Las palabras entonces se construyen, dialogan, se despliegan, y pegan como un fuerte martillazo. El cerebro recibe y reflexiona. La acción se consume y disfruta. Y con ninguna explosión de fondo.

¿Qué somos sino? Seres racionales. Capaces de analizar las cosas. La palabra es nuestro modo de transmitirla. Pero no es perfecta. ¿André? ¿Wally? No, no se trata de tomar posturas. Se trata de mirarlas y ver que las hay. Que la vida puede concebirse de muchas formas, y que cada una de ellas no es más un molde de nuestras experiencias. ¿Y si nuestras experiencias son distintas, como podemos coincidir en todo? Y sin embargo.

Entre tantas cenas y cenas, André, debo darte las gracias por acompañarme. El placer está en el cerebro, y el mismo se excita cuando se lo hace trabajar. André, gracias. Malle, tú también. Seremos pocos, pero estamos. Estamos para aguardar la próxima cena. Quién dice, quizás en otra cena aparezca otro André. Gustoso iré.


Sí, Sócrates, hubiera sido tu película favorita.


"Cuando por fin llegué, Debby ya había llegado de trabajar. Le conté toda mi cena con André".
Estepario
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
31 de enero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Él elige.
Nada de uniforme.
Nadie le otorga ningún saldo.
Vive el hoy, el futuro está muy lejos para pensar en él.
Ninguna seguridad, ningún mañana, ningún pasado, y un presente muy nublado.
No, no desea los -último modelo- de la revista mensual: quiere el hoy.
Heroína, alcohol, marihuana, cocaína, chicas, robo.
Su vida es una dependencia, una dependencia al presente.
Buscar siempre la dosis necesaria: siempre puede haber un día perfecto.
Hoy, quizás mañana, y puede que pasado mañana. La misma ración diaria. Hay que sobrevivir.
Lo que le da vida es lo que lo hace dependendiente.

Elegimos.
Universitario, terciario, secundario, primario.
Desemboque unánime: el trabajador. Y, por favor, a saldo fijo.
¿Cuarenta años? No importa, siempre podemos esperar la jubilación.
Confiamos en nuestra seguridad, porque el mañana puede ser mejor: tenemos planes.
Revista mensual: televisor, lavadoras, coches, compactaras, microondas (¡Y fíjate el precio!).
Levantarse, trabajar, comer, descansar, trabajar, comer, dormir, levantarse, trabajar.
Nuestra vida es una dependencia, una dependencia al futuro.
Mes por mes, y con suerte, un descansito: siempre puede haber un día perfecto.
Y hoy, y mañana y pasado mañana. La misma ración diaria. Hay que sobrevivir.
Lo que nos da vida es lo que nos hace dependendientes.
Estepario
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow