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Críticas de Revista Contraste
Críticas 1.399
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
6 de mayo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esther y Robert son una pareja aparentemente feliz que presentan una historia típica y sencilla: el hombre con una amante, y la mujer en busca de la verdad. Este inicio y un bajo presupuesto son la base a partir de la que Ángel González desarrolla su primer largometraje.

El guion es simple y evoluciona –o profundiza– poco. Además, la mayor parte de los sucesos tienen lugar en el mismo escenario y el elenco de actores es reducido. Sin embargo, la banda sonora y el trabajo del reparto compensan estas carencias. Mediante los cambios rápidos de planos y el refuerzo de la música, se consigue disimular la falta de fondos y crear una atmósfera siniestra. Poco a poco, a través de silencios y leves sonidos tenebrosos, se va construyendo un clima de terror, sin necesidad de abusar del estruendo, aunque sí incluye violencia.

La interpretación de los protagonistas es muy convincente y prácticamente lo es todo en este film. Destaca especialmente la representación de Susana Abaitua que, a través de su mirada y sus expresiones, logra transmitir el horror de su situación. No obstante, los personajes no llegan a desplegarse mucho y la trama no acaba de arrancar.

Todo lo que se gana en la parte técnica se pierde por completo en contenidos. La búsqueda de explicaciones no da fruto, se tratan con superficialidad temas como la prostitución o las drogas y la cinta llega a su fin sin que el público haya conocido a los personajes o sus motivos para actuar. Por ello, es de agradecer que la duración sea la adecuada para un relato que no da más de sí. Además, también queda abierta la cuestión sobre si los impulsos pueden ser hereditarios o no.

Compulsión es una película que, sin el dinero que se invierte en los grandes thillers, aprovecha los recursos de los que dispone, de manera muy efectiva, para inquietar al espectador. A pesar de la planicie de narrativa, la audiencia estará en tensión durante gran parte de los acontecimientos.

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Revista Contraste
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7
26 de abril de 2019
6 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arranca la película y nos encontramos en un pueblo con simpáticos –y quizá un poco rudos– ciudadanos que llevan boina, hablan a partes en euskera, agitan la ikurriña y repiten alegremente “gora Euskadi”. Pero no es Ocho apellidos vascos, aunque ahí esté Karra Elejalde. Y a pesar de ver cómo esperan al lehendakari, tampoco es el País Vasco. Tellería es ni más ni menos que un pueblo de Castilla y León. Sin embargo, sus habitantes no se sienten parte de esa comunidad, y el film inicia cuando deciden proclamarse vascos.

Este preámbulo, que se presenta tan divertido, y a la vez tan alocado, no sorprende lo más mínimo debido a la actualidad de la situación que enmarca. Kepa Sojo ha sabido transformar unas circunstancias que pueden resultar irritantes (en la vida real) en un producto de entretenimiento, lleno de ironía y de humor. Y es que el sentimiento vasco dura un cuarto de hora. En cuanto se descubre que Tellería podría tener un pasado suizo y se escuchan las palabras “paraíso fiscal”, los vecinos empiezan rápidamente a utilizar palabras en alemán, hacerse a los cantos tiroleses e incluso a rotular de nuevo el pueblo.

Lo poco que funciona de la trama es en parte gracias a su reparto, ya que la idea es poco original y parece extraída de cintas anteriores. Con un buen inicio, el ritmo acaba decayendo y mayoritariamente se centra en explotar los tópicos de los pueblos y recrearse en chistes, algo que ya se ha hecho varias veces. Casi todo el humor lo aportan los papeles secundarios, interpretados por famosos actores vascos, ya que los personajes (especialmente los protagonistas) son bastante planos.

El largometraje no se salva de incluir abundantes palabras vulgares, romance forzado, situaciones absurdas y coyunturas repetitivas. No obstante, su principal –y parece que único– objetivo, que es provocar una carcajada, o al menos una sonrisa, sí lo consigue. Y, todo hay que decirlo, está muy bien ambientada. Los detalles están bastante cuidados y hacen que un mismo escenario pueda parecer vasco o suizo de un momento a otro.

La pequeña Suiza es una comedia que entretiene sobre todo gracias al elenco que trabaja los estrambóticos roles secundarios. De todas maneras, a pesar de la poca novedad y la planicie cinematográfica, el relato es actual, no decepciona y hace pasar un buen rato.

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3
26 de abril de 2019
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque esta síntesis del contenido argumental de la cinta no deja entrever una de las características que llevaron al conocido escritor irlandés a un controvertido sentido homosexual de su existencia, justa es la advertencia de esta circunstancia que rodea al personaje de forma absoluta en la totalidad del metraje.

Y aclaramos este concepto simplemente por la evidente constancia del mismo durante la etapa vital del insigne escritor que relata el film. Y es que, para aviso de navegantes, la película no es una biografía del insigne autor en la fase creativa que le convirtió en uno de los autores más destacados de la literatura victoriana, sino sólo de los últimos años de su existencia, cuando desventurado, paupérrimo y en ocasiones enfermo, dedicaba algunos de los tristes momentos de su vida a su tendencia homosexual.

Dejando aparte esta realidad, no hay duda alguna de que Rupert Everett, el director, se ha hecho cargo asímismo del rol, en un intento de transmitirle de forma directa su visión, sin tapujos ni equívocas interpretaciones, logrando un retrato más que acertado, incluso en el aspecto físico real del propio Wilde.

El largometraje goza de una excelente calidad actoral, en el que los personajes rezuman credibilidad, situados en espacios de época ajustados, todo ello dentro de una oferta cinematográfica de envergadura donde el protagonista (Oscar Wilde) está omnipresente.

Un título interesante, dedicado a una celebridad de la cultura que ha pasado a la posteridad por el indiscutible éxito de sus obras. De eso no hay duda alguna.

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8
26 de abril de 2019
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras Infinity War, su poético final, y las ganas de segunda parte que despertó en todos los fans de Marvel, llega por fin este cierre a la saga. Cuando el público tiene las expectativas tan altas, es complicado que el largometraje esté a la altura, igual que es muy difícil hacer una crítica del mismo sin desvelar los detalles que Disney se ha preocupado tanto por mantener ocultos. Por ello, es preferible no entrar a fondo en materia, y así no arruinar una experiencia que vale la pena vivir: llegar con las incógnitas y las suposiciones que levantaron las cintas predecesoras.

A pesar de lo que uno puede prever, de las teorías y de las elevadas perspectivas, en Vengadores: Endgame no todo es lo que parece y el guion incluye bastantes sorpresas. Tantos superhéroes, conflictos e interrogantes que han dejado acumulados más de una década de películas parecen imposibles de reunir y concluir satisfactoriamente en un film, pero Marvel ha conseguido obsequiar a la audiencia con una experiencia emotiva y abrumadora que no defrauda lo más mínimo.

Puede decirse que el elenco de actores conocidos hace su mejor trabajo interpretativo en esta parte, posicionando Endgame como la más destacada de Vengadores. Si el lema de Infinity War rezaba “más Vengadores que nunca”, en esta última trama, los personajes se presentan en toda su esencia, incluyendo un punto dramático. Son esas transformaciones interiores las que proporcionan un arranque espectacular a la narrativa sin abusar de la acción, que está lleno de desconcierto.

No debería hacer falta mencionar que técnicamente es una maravilla y que la banda sonora es exquisita y refuerza de manera excelente la emoción de las escenas. De todas maneras, hay que aceptar que la perfección no existe y el relato cuenta con algún tropiezo como personajes fugaces o alguna situación muy conveniente. Sin embargo, el encaje de todos los elementos es impresionante y esta propuesta contiene mucho humor, complejos juegos con el tiempo y muchos guiños a las anteriores entregas, varios de los cuales parecían olvidados.

Vengadores: Endgame es un proyecto increíblemente ambicioso y asombrosamente bien resuelto, que hace olvidar al espectador que lleva tres horas sentado en una silla. Ir a la sala de cine no aportará un simple visionado: esta propuesta es una experiencia. Una gratificante, llena de adrenalina, conmoción, placer, asombro…

Es la gloriosa recompensa, con una elaboración que hará historia, para los fieles seguidores de las 22 películas de Marvel Studios. Es un cúmulo de emociones que solo estalla una vez y llenará la sala de risas, suspiros, lágrimas y aplausos. Nos encontramos ante una obra maestra: una digna conclusión que supera con creces todas las expectativas.

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8
26 de abril de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leto es una oda al rock’n’roll de la década de los 70. El largometraje plasma los valores de la inconformidad y el hedonismo con toques nihilistas que caracterizaron el movimiento punk. Los protagonistas analizan obsesivamente las canciones de David Bowie, T. Rex, Iggie Pop y Lou Reed, mientras tratan de recrear su magia.

El director se centra en la relación entre los dos músicos, Viktor y Mike. Su amistad se nutre de una rivalidad sana y de admiración mutua. Para ambos, la música es mucho más importante que cualquier problema terrenal. El relato se centra su juventud; la fama es una quimera a perseguir mientras tratan de disfrutar al máximo de cada momento. Su actitud punk los convierte en enemigos del estado y sus canciones rock conforman una protesta contra el régimen.

La noción del arte para “pasarlo bien”, que tanto enfatizan los protagonistas, se traslada al
guion y al estilo visual de la misma película. Se añaden diversas secuencias musicales que mezclan acción con complejas coreografías; Cabe destacar la interpretación de Psycho killer durante una pelea en un tren. Tras estos desvíos ocasionales de la trama, aparece un personaje que rompe la cuarta pared para recordar al público que la representación de los eventos es una exageración de la vida real. La imaginación del director también participa en el film a través de dibujos a mano sobre los fotogramas.

En definitiva, Leto hará disfrutar a todo fan del rock de los 70 mediante sus constantes referencias al género y a sus pioneros. El director captura la esencia DIY (do it yourself) de la música de la época y la presenta envuelta en un aura de fantasía. Todos estos elementos encajan a la perfección para expresar las tribulaciones de dos músicos que anhelan la libertad absoluta durante la represión comunista.

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