El próximo 14 de febrero en España las parejas irán al cine a ver 50 sombras de Grey en vez de La teoría del todo. Y es una pena, porque esto sí es una historia de amor.
James Marsh narra con elegancia e inteligencia, los dos protagonistas hacen un trabajo increíble, y destaca una banda sonora que quedará para el recuerdo.
El núcleo de la trama es la historia de amor entre Stephen Hawking y Jane, su mujer. El primero es desde hace muchos años un modelo de inspiración para mucho, un ejemplo de vida. A partir de esta película, ella también lo será.

Supera a su predecesora y Paco León se consolida como un gran director (sobre todo de actores) al que queremos, por favor, verle muchas más cosas.
El personaje de Carmina Barrios es apabullador, te estremece, un monstruo a la altura de Tony Soprano o Michael Corleone.
La película se mueve entre lo bello y lo repugnante, e inquieta por lo familiar que resulta, por los tantos lugares comunes que encuentras.
Una comedia que te deja un hondo pozo de amargura, y de felicidad, porque así es la vida: contraste.

Si te anulan como persona, si te dicen que eres un inútil que no vale para nada, y lo acabas creyendo, estás a merced del otro. Y éste podrá usarte para lo que quiera. Lo que quiera.
Y no importa que eso te sirva para alcanzar tus metas, para hacer realidad tus sueños... Habrás perdido demasiadas cosas importantes por el camino. Y ya ni siquiera serán tus sueños. Tus sueños no valen nada, y eres tan sólo un instrumento para cumplir los sueños del otro.
Éste es el mensaje de Whiplash, una muy buena película con ritmo trepidante de pieza rápida de jazz y con un J. K. Simmons (secundario habitual de Hollywood) que está esplendido, inquietante, apabullador.
Muy recomendable.

La música, la fotografía, el sonido y las excelentes interpretaciones crean una atmósfera de que te sumerge desde el principio en la isla.
La trama nos trasciende y en ningún momento muestra esa intención. La isla mínima gusta más por cómo se cuenta. Es cine ejecutado con maestría.
Javier Gutiérrez destaca encarnando un personaje para el recuerdo, en un reparto con muchos secundarios y en el que, salvo alguna excepción (y ya sabéis a quien me refero), nadie cojea.
No es una película para la Historia, pero fácilmente se ve dos veces.

Con permiso de la grandísima Relatos Salvajes.
Iñárritu narra con ritmo desbocado e inteligencia medida una historia sobre la viciosa necesidad de ser aceptados (valorados, admirados, amados) por los demás, y que se convierte en una profunda caída hacia el abismo cuando uno antes no se ha aceptado a sí mismo.
No podría ser más actual el tema ahora, en pleno auge de las Redes Sociales, cuando un "Me gusta" o un "Follow me" es para el ciudadano común lo que una crítica favorable para la estrella de cine.
Michael Keaton se interpreta a sí mismo, con la sombra de su oscuro y heróico pasado siempre de fondo, y hace, claro, el papel de su vida. Edward Norton consigue hacer de buen compañero de aventuras, y Emma Stone me ha enamorado y sospecho que no soy el único.
Se merece arrasar en los Oscars. Pero si no da igual. Creo que Birdman es ya para muchos una película de colección, y lo mejor que se puede decir de ella es que el director de Amores Perros ahora ya es, el director de Birdman.