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Críticas de jgripweed
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Críticas 51
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
4 de febrero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Daniel Day-Lewis es un gran actor. Un actorazo. Uno de los mejores actualmente, si no el mejor. Es tan bueno, que hasta los premios de la Academia se derriten cuando actúa. Y no es para menos, porque ya hace más de veinte años que se salió con Mi pie izquierdo, luego como El último mohicano, luego con el nombre de su padre, y con las movidas de Irlanda del Norte… así con unas cuantas. No demasiadas, porque no anda necesitado, pero cada vez que sale en pantalla es sinónimo de que te vas a creer al personaje.

Eso es justo lo que pasa con Lincoln. Sólo su presencia ya es razón suficiente para ver la película. Su presencia y, dirían muchos, la mano de Steven Spielberg en una gran producción, claro. Pues sí, pero no. El judío no nos falla en la puesta en escena, ya que la película es impecable desde el punto de vista visual (no todos mean bien con buena picha), pero por mucha admiración que se tenga a Lincoln, por mucho respeto que haya que profesarle al personaje histórico allá en los Estados Unidos, no hay que pasarse en la sobriedad. Y sí, esto es demasiado sobrio. Y demasiado denso. Es puro politiqueo que, por momentos, recuerda a las pataletas e intrigas de la política actual, que si sí, que si no, que si tal vez si yo hago o deshago.

Lincoln va a quedar como un producto para atrevidos o expertos en la materia, para curiosos en el tema, o para fans irredentos de Daniel Day. A lo de antes, su interpretación del famoso presidente se recordará largamente, e incluso puede que le suponga el tercer Oscar, pero por mucho vestuario, mucha decoración y muchos actores que haya en una película, no sirve para que ésta se gradúe con méritos en la Academia. Otra cosa será el reconocimiento ese tan patriótico que brindan los americanos a las americanadas. Ésta lo es mucho, y también será mucho el debate sobre la fidelidad histórica acerca del personaje al que, recordemos, mataron tildando de tirano. ¿Cuántas cosas que no se dicen? Venga, Steven, a por otra estatuilla.

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http://diarioenred.com/2013/01/lincoln/
jgripweed
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8
4 de febrero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos cuantos años se decía que el género del western estaba muerto. Obviamente, si uno se fija en la cantidad de películas relativas a pistoleros y cowboys del oeste que se hacían en los años cincuenta o sesenta, también hoy se podría decir que está muerto. Pero eso no impide que, de vez en cuando, salgan grandes obras encuadradas entre tiroteos y relatos de una zona salvaje allá por las américas, cuando había poca ley y mucha pólvora.

Y es normal. Todos tenemos pasión por unos cuantos títulos del oeste, o de vez en cuando (re) descubrimos joyas ya olvidadas, pero merecedoras de un lugar en nuestra estantería principal. Desde Ford hasta Leone, han sido tantas y tan variadas que era imposible que un individuo como Quentin Tarantino, personaje en el mejor sentido de la palabra y experto en sacar el jugo hasta la pulpa de todo aquello que mamó en su juventud, tardara mucho en prestarle merecido homenaje. Me congratulo por ello.

Django desencadenado se rinde ya a los ídolos de Tarantino desde el título, marcando pleitesía a aquel Sergio Corbucci con Franco Nero. Los spaghetti western siempre fueron una fuente de inspiración para el de Knoxville, que ha sabido ver en ellos mucho más allá que el resto de los mortales. Y tanto, como él dice, ya que los cowboys en Europa llegaban siempre un poco más lejos que los de Hollywood. Pero, aunque haya pasado casi medio siglo desde aquellos Djangos italo-españoles, el género no le sienta nada mal a Tarantino. De la mano, desde el principio, de un Christoph Waltz bastante agradable de ver, pero que no consigue que el doctor Schultz sorprenda tanto como el nazi Landa, y de un Jamie Foxx muy atrevido como el liberto Django, nos adentra en una historia, cómo no, de venganza y respuesta ante el mal. Y el mal, aquí, es otro actor de primer nivel: Leonardo DiCaprio. La verdad, se ha hablado mucho del papelazo que hace Leo en esta película, y es cierto. Destaca, para bien, su manera de enfrentar los diálogos tan peculiares de Tarantino, para los que tan bien nos ha calentado Waltz. Pero, de lo que no se habla tanto y es realmente sorprendente es la actuación de Samuel L. Jackson como Stephen, esa especie de mayordomo de confianza, fiel hasta la otra vida y listo como él solo. Impresionante e irreconocible.

Si la elección de los actores, y el espacio que se les deja recorrer, es buena, tampoco se queda manca la música. Tan importante para Tarantino, y tan efectiva, sobre todo cuando al empezar ya nos comba el humor al gusto sesentero,morriconamente, dejándonos prever que aquí vamos a estar ante un western clásico, pero de los otros clásicos. Eso sí, adaptado un poco al tarantinismo, con sangre, acción y, también, algunas notas de humor dignas de cierto grupo británico setentero, no sabemos si consciente o inconscientemente.

Película dirigida al público, para el público, con mucha pasta de por medio, y con mucha trayectoria en taquilla. Presumiblemente, a Tarantino no lo reconozca la crítica tanto como el espectador de a pie, pero hoy en día eso ya no importa. El cine es para gustar, no para gustarse. Y si uno se gusta gustando, mejor. No hay que pensar demasiado.

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http://diarioenred.com/2013/01/django-desencadenado/
jgripweed
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7
4 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con los tiempos que corren, lo abundante es el pesimismo. Y el pesimismo es contagioso, más contagioso que el optimismo. No es por ponerme progremelancólico diciendo que todos podemos, pero sí que es cierto que en cada nube hay un rayo de luz asomando, y que hay que mirar El lado bueno de las cosas

Ese título, no extremadamente literal, pero fiel al mensaje que intenta transmitir, es el lema de Pat (Bradley Cooper), que acaba de salir de una institución para enfermos mentales por fostiar, y bien fostiao, al amante de su mujer. Claro, que tu mujer te ponga los cuernos en tu casa con un tío cutre puede hundir a cualquiera, y no es fácil salir del agujero. Pero si te mantienes centrado y sabes mirar el lado bueno de las cosas, todo es posible. Sí, claro, en las películas todo es más fácil, sobre todo si ese lado de las cosas te lo viene a enseñar una chica como Tiffany (Jennifer Lawrence), que está casi tan loca como tú pero, en el fondo, mola. No abundan las Tiffanys en el mundo real, al menos no tanto como los Pats, pero en una pantalla con buenos actores y conversaciones verosímiles, todo parece más creíble. De hecho, de conversaciones, diálogos y discusiones es de lo que se nutre mayormente esta película, en la que, además de la pareja protagonista, sale un clásico Robert De Niro, como padre de Pat y ultra radical de un equipo de cuyo deporte me da pereza acordarme. Y la sufrida Jacki Weaver como madre bondadosa de la criatura, tal vez la única a la que no le afecta el lado cómico de las cosas, pero sigue centrada en el lado bueno. Al menos es la que, en su sacrificio continuo y permanente, lo usa como modo de vida sin nombrarlo.

Una comedia romántica original, llevada a buen extremo desde el planteamiento para justificar los excesos de los personajes, y con esos momentos chuchis requeridos por toda comedia romántica que se precie, al menos para gustar a las féminas. Gracias a dios, no son demasiados ni demasiado pegajosos, por lo que se puede considerar apta para los no fans de las pasteladas, como servidor.

Lo peor es que la han nominado a muchas estatuillas y, se lleve las que se lleve, la gente la está tomando como un producto sobrevalorado. No, para nada. Es una buena película, a la que hay que valorar como lo que es: una comedia romántica original y muy efectiva, que sin llegar a tocar el techo del género, pega un buen salto sobre la media actual.

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http://diarioenred.com/2013/01/el-lado-bueno-de-las-cosas/
jgripweed
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5
9 de enero de 2013
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que los tipos de Disney saben que es difícil que gente como yo, salvo por obligación laboral o compromiso familiar, nos dispongamos a ver una película suya. Y somos nosotros, los tipos duros y pasotas, los que marcan la diferencia entre su taquillaje y el de las películas de Pixar. Será que tengo ese trauma contra las películas de Disney; el mismo que tienen muchas mujeres del mundo tras ver Sexo en Nueva York, pero es muy complicado que sus películas me resulten atractivas hoy por hoy.

Aún así los tipos listos de Disney han encontrado un resquicio en mis prejuicios y han producido una cosa llamada ¡Rompe Ralph!, que se sirve de la nostalgia para evocar mi atención y que pierda el tiempo en verla. La nostalgia, digo, porque esto va de un personaje de videojuegos, y utilizan una buena y bonita gama de recursos visuales para hacer que la memoria recupere momentos extraordinarios en las máquinas recreativas, desde los juegos más antiguos de hace más de treinta años, a los cada vez más espectaculares que iban surgiendo (y, de paso, agotando ahorros). Poco a poco, reflexiono en por qué añoro esos videojuegos y por qué no añoro las películas de Disney que veía de pequeño, y creo que he llegado a una conclusión acertada. La misma a la que llegaron los esbirros sabiondos de Walt: nunca me gustaron esas películas, y algo en mi conciencia me decía que cuando fuera mayor me avergonzaría de mis chuchi-gustos infantiles.

Por eso, también me avergüenzo un poquito de haber caído en el anzuelo de nuevo, y aunque Ralph me pareciera algo gracioso y original, acaba resultando algo plano en un mundo tridimensional, y con una paleta de ocho colores en el universo multicolor de las videoconsolas. Prefiero no decir mucho más, porque cada vez que reflexiono sobre ella me da más pereza pensar que a alguno de mis queridos sobrinos se le ocurra la maravillosa idea de pedirme que les lleve a verla. Yo no quiero que ellos crezcan con los mismos traumas y pesares de conciencia que yo.

http://diarioenred.com/2013/01/rompe-ralph/
jgripweed
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6
17 de diciembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto va de un par de policías, que son muy amigos, muy valientes y muy cachondos, y patrullan juntos por las calles de Los Angeles enfrentándose a todos los malotes, en su gran mayoría negros e hispanos, salvando del peligro a quien lo necesite. Una premisa super original, además aderezada con ese ya cansino toque de cámara subjetiva, en esta ocasión en manos de uno de los dos polis, con una excusa un poco peregrina y sin explicar demasiado bien.

Pero, a pesar de lo poco original que puede resultar así explicada, la película va tomando un ritmo ágil e interesante y, por momentos, incluso recuerda a alguna escena del Grand Theft Auto (aunque desde el otro lado, claro está). La acción está bien medida, sin demasiadas exageraciones y con un tono que también nos trae a la mente aquellos míticos episodios de Cops (no los dibujos, sino las series documentales). De la misma manera, los personajes protagonistas (Jake Gyllenhaal y Michael Peña) están bastante bien perfilados, y son coherentes con lo que pretenden ser y hacer. Eso, que no es poco, le da un plus a la historia, sin renunciar a la ñoñez, y creando una relación de complicidad bastante creíble. Lástima que haya un par de momentos que, a pesar de enriquecer la profundidad de los tipos, parezcan bastante forzados, e incluso prescindibles.

Ahora que lo pienso, hablando de prescindible, casi que hubiera prescindido de Jake Gyllenhaal, cuyo rostro semisomnoliento jamás me va a resultar creíble en películas que no sean dramas lentos o comedias románticas. Mucho mejor Michael Peña, aunque tenga menos cartel. El resto de personajes, puro relleno. Más que secundarios, parecen terciarios, aunque la chica del prota, Anna Kendrick, como no es demasiado pibón, también parece más creíble como novia chuchi del chico valiente.

En conclusión, una película del montón a la que el director David Ayer le ha sabido sacar el punto, pero cuyas armas no son demasiado originales ni espectaculares. No tiras el dinero viéndola, pero tampoco te parece barata.

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http://diarioenred.com/2012/12/sin-tregua/
jgripweed
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