Tendría yo unos 10 o 11 años cuando fui por primera vez al cine, fui con un amigo a un cine de barrio de sesión doble. Una de la películas que ponían trataba sobre unos treintañeros que aún iban al instituto, unos malotes de colegio que se peinaban con “tupes” y vestían de cuero. Y una chica, rubia, mona y puritana cuyo modelo era Doris Day.
Ese largometraje me dio a conocer y amar el cine, el rock´n´roll y el modo de vida de “rocker”, me atrapo con sus canciones pegadizas, su ritmo.
Todos queríamos ser como Danny Succo, todos estábamos enamorados de Sandra Dee, todos queríamos tener como amiga a la rebelde Rizzo. Y ¿quién no ha bailado en alguna disco hortera las canciones de tan magistral banda sonora? ¿Quién no tiene el disco de esta película? ¿Quién no lo ha vista alguna vez en su vida?.
Han pasado casi 40 años desde aquella primera vez, desde aquella experiencia sensorial y aunque la haya visto más de 10, 20 o 30 veces, no se cuantas veces la he visto, aún me sigue gustando, aún descubro pequeños detalles.
Para mí es un clásico, una obra de culto, una pequeña obra maestra que no envejece.
Ojala otras generaciones posteriores la disfruten como la he disfrutado yo.

Un homenaje en clave de humor al cine, al cine negro, a las mujeres fatales, a los tipos duros y a “Casablanca” protagonizado por un neurótico, hipocondríaco y torpe antihéroe.

A partir de este largometraje nace el personaje de Woody Allen para hacer pasar a segundo plano al creador, igual que Charlot con Charlie Chaplin, o cualquier personaje de Bogart con Humprey Bogart.

Le sobran algunas escenas exageradamente cómicas, y a ratos incluso aburre. Tiene alguna frase ingeniosa y la idea de la aparición imaginaria de un supuesto Bogart es realmente original.

Pero si me he de quedar con algo, es con ese final emulando la despida en el aeropuerto en Casablanca, ese trío, ese amor imposible, esa atmósfera, esa pamela, las hélices del avión.

No es una obra maestra, no es la obra cumbre del cine de acción, ni del género de terror. Pero consigue entretener lo que dura, a base de una fórmula básica: peleas coreografiadas, música machacona, estética de videoclip, un poco de humor, un protagonista y un personaje reconocibles. Te puede parecer un sinsentido, pero todas las historias de vampiros lo son, salvando la de Francis Ford Coppola. Si nos planteamos los tramas, desde Superman un señor que con ponerse las gafas no lo reconoce ni su amada hasta Batman un millonario que se disfraza de murciélago para hacer justicia, no tienen sentido.

Mi nota es un 6 porque me pareció interesante ver a un joven Dominic Purcell que actualmente lo hemos visto en series de TV de relativo éxito y a un más joven Ryan Reynolds haciendo de héroe guasón y vacilón años antes de ser Deadpool.

La verdad es que para entretener no se necesita más, unos personajes reconocidos por el público al que va destinada la película, unos diálogos divertidos sin caer en la ñoñez ni en la tontería, un poco de calidad en el aspecto artístico, y ya puedes estar hora y media entretenido.

La verdad es que me esperaba algo peor, pero han sabido sacar provecho a las características de unos pájaros excepcionales que son lanzados al aire mediante un tirachinas. Es ligera, divertida y entretenida, sin caer en la ñoñería ni en el humor facilón. Es interesante ver como de un simple juego han sabido sacar una historia.

Probablemente una de las peores películas que haya visto y que vaya a ver en mi vida, el guión en la versión española es para matar al que lo realizó. Un humor de lo más tonto, blanco e infantil, un lucky lucke desaparecido. ¿En serio, a Javivi de villano?.

Muchas referencias a clásicos del western y en especial a Sergio Leone, es lo único que se salva, el resto es infumable, Goscinny se tiene que estar retorciendo en su tumba ante semejante destrozo de unos personajes que bien llevados pueden dar bastante juego.

Un personaje como Lucky Lucke no se merecía esto, muy aburrida. Mi puntuación es un 2.