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Críticas de seagal4ever
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Críticas 133
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
1 de enero de 2011
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomarse este filme en serio es como salir a la calle en pelotas con una temperatura de veinticinco grados bajo cero: poco aconsejable. Efectivamente, "La posesión de Emma Evans" no posee nada que no se haya visto ya. Se trata de un simple ejercicio a mayor gloria de no sé muy bien quién, en el que el guión se retuerce hasta límites insospechados y en el que la dirección se convierte en un ejercicio de funambulismo mal llevado y peor consumado. Las interpretaciones rozan el ridículo y las situaciones se suceden una detrás de otra de manera vergonzante para el espectador.

Quiero decir: esta película no merece ser tomada en serio; y no es que lo diga yo, sino que es ella misma la que nos lo está pidiendo a gritos. Cada línea de diálogo, cada uno de los fotogramas que componen este filme, son una prueba irrefutable de esta tesis que defiendo. Nadie habría de tomarse esta recreación en serio; es simplemente eso, un divertimento en el que sus autores han gastado un par de tardes y se han echado una risas viendo los resultados. No le exijáis nada y simplemente reíos un poquillo. Veréis como salís de la sala hasta satisfechos.

¿Y de qué va esta cosa? Pues leyendo el título probablemente ya saquéis unas conclusiones bastantes cercanas a la realidad: "La Posesión de Emma Evans" (Exorcismus en inglés, oh yeah). Pues eso, un exorcismo de estos de toda la vida, ¿no? ¿Nos enmarcamos, pues, dentro del género de terror, bajo la especificación del subgénero de exorcismos? Bueno, esa quizás sería la idea si esta película fuera seria. Pero no lo es. Así que, cambiad la palabra terror por parodia, y la palabra película por telefilme. Bien, ya estamos mucho mejor ubicados.

La historia se centra, como suele ser habitual en estos casos, en una chica joven que es poseída por el diablo. Porque esa es otra, aquí no se trata de un demonio de segunda o tercera fila, sino que es el mismísimo diablo el que toma posesión del cuerpo de la adolescente. Pues muy bien, pero con toda esta retahíla de sinsentidos, ¿de verdad que los responsables de la cinta quieren que nos la tomemos en serio? Seguro que no.

El caso es que si pretendían acercarse a la célebre obra de Friedkin "El Exorcista" no han estado muy finos. El guión, insisto, es de pura parodia. Al margen de la torpeza narrativa que supone el hecho de que todo (y cuando digo todo, es que es todo) esté contado a través de flashbacks innecesarios y repetitivos, nos encontramos con unos giros de guión tan absurdos y peregrinos que provocan una constante sensación de dispersión en el espectador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
seagal4ever
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7
30 de diciembre de 2010
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película de aventuras que, más allá de la superficialidad argumental y narrativa que puede aparentar, atesora algunos detalles dignos de consideración que consiguen alejarla someramente de la típica cinta de aventuras ambientada en parajes exóticos.

Nos encontramos ante una de las tantas incursiones que el reputado cineasta Howard Hawks dedicó al contexto de la camaradería masculina. Incursión que suele producirse habitualmente en lugares dejados de la mano de Dios donde se forjan grandes lazos de unión entre los compañeros de profesión, que logran sobrepasar la barrera de la amistad para llegar incluso a simular, o al menos sobreponerse, sobre los mismísimos lazos conyugales, imposibles de mantener en profesiones tan arriesgadas y alejadas de la civilización como la que nos ocupa en este caso: nada menos que aviadores de mercancías en medio de los Andes.

La cercanía de la muerte, tan presente a lo largo de todo el metraje, es probablemente el pilar fundamental sobre el que orbitan el resto de elementos de la obra de Hawks. El sólido guión de Jules Furthman se apoya convenientemente en esa incertidumbre constante sobre si habrá un mañana, estableciendo así un rico mapa de relaciones y emociones que son visitadas progresivamente en el transcurso de la trama.

Y es que, la inolvidable reacción de todos los pilotos ante la muerte de uno de sus compañeros, lejos de resultar banal e intrascendente como pudiera parecer a tenor de ese improvisado cántico que les sale del alma, encierra bajo sí una profundidad y una trascendencia absolutamente brutales y desoladoras. Una realidad tan intensa y cruel que terminará por estallar en esa escena final de Cary Grant, el duro y fuerte Grant nada menos, llorando (o al menos con evidentes síntomas de haberlo hecho) con la mirada extraviada en la nada más absoluta por la pérdida de su amigo. Un momento mágico del cine que, sin embargo, no deja de estar empañado por ciertos lastres narrativos que me dispongo a comentar.

"Sólo los ángeles tienen alas" no me parece la obra maestra que muchos críticos y espectadores ven en ella. Y no lo es, básicamente, porque la conjunción entre película de aventuras y romántica no termina de cuajar en ningún momento. Concretamente, está segunda trama (la romántica) me parece estar forzada, como si de manera continuada fuera a contrapiés, sin llegar en ningún momento a ponerse a la altura de la película.
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seagal4ever
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6
28 de diciembre de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desconozco de donde ha salido este muchacho que se hace llamar Steve Antin, director del filme, pero tengo que reconocer que no estamos ante un mero aficionado, ni ante un debutante sin talento. Este hombre tiene un bagaje importante a sus espaldas y, pese a las pocas dudas que me ha resuelto consultar su página personal de IMDb (actor de unas cuantas series, director de la inefable "Última Sospecha 2" [2006] y doble no acreditado del clásico hiphopero "Beat Street" [1984]), creo que se trata de una evidencia después de ver el filme que nos ocupa.

Porque hablemos claro: el guión que Antin nos ofrece junto a Susannah Grant, Keith Merryman es tópico y típico hasta la extenuación. Una chica de pueblo con mucho desparpajo y sin un duro que se instala en Los Ángeles, la ciudad de sus sueños, donde se quedará completamente prendada de los números de baile del popular local "Burlesque". Tanto, que no dudará en hacer lo que sea para pasar a formar parte del selecto grupo de bailarinas y profesionales que cada noche allí se dan cita.

Las líneas generales de esta trama podríamos decir que confirman por sí mismas un microgénero cinematográfico con amplia aceptación en la industria del cine. Microgénero que, por paradójico que resulte, se manifiesta como inversamente proporcional al interés del respetable por el mismo, al menos a priori. En estos casos, cuando la historia carece del más mínimo interés (básicamente por su falta de originalidad) lo que queda es el resto. Afortunadamente, el resto, al menos en esta ocasión, posee la suficiente entidad como para soportar sobre sí mismo el endeble esqueleto narrativo.

La falta de garra y sorpresa del guión se minimizan gracias a la transmisión de un mensaje plagado de optimismo y alegría que, sin llegar a ser empalagoso, deja un regustillo de satisfacción suficiente como para ver la película con cierta simpatía y no masacrarla sin piedad a las primeras de cambio. Si somos capaces de soportar este primer (y gran) envite que representa la historia, el resto sin duda nos agradará sin demasiada dificultad. Y empleo el verbo agradar porque soy consciente de que mucho más no puede conseguir; dicho en otras palabras: si queréis peras, arrimaos a un peral. Porque esto, precisamente, no es un peral.
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seagal4ever
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7
17 de diciembre de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Douglas Fairbanks. Uno de los grandes aventureros de la historia del cine, qué duda cabe. Y lo es precisamente gracias a obras tan emblemáticas y recordadas como ésta que nos ocupa. Con una pureza y una elegancia ya prácticamente olvidadas, "El pirata negro" consigue transmitir a la perfección esas elevadas dosis de aventura y galantería, tan necesarias y disfrutables que, aunque hoy en día ya prácticamente no las recordamos, no dejan de ser ciertamente estimulantes.

Fairbanks interpreta a un joven noble que se enrola en la tripulación de un barco pirata con el objetivo de vengar la muerte de su padre a manos de los bribones del mar. Para ello intentará ganarse primero su confianza, sin embargo, con lo que no contará el intrépido aventurero será con que durante uno de sus escarceos marítimos encontrará al amor de su vida: una joven y bella princesa a la que se verá obligado a proteger como si de su mayor tesoro se tratase.

Douglas Fairbanks se desenvuelve como auténtico pez en el agua dentro del marco que el filme nos ofrece. Con su impertérrita sonrisa, el bueno de Fairbanks deja clara su vocación por la acción y el movimiento en cada uno de los planos del metraje. Y valiéndose de unos escasos pero extraordinarios decorados, el director Albert Parker logra dar buena cuenta de sus aventuras con una fluidez y un ritmo narrativo envidiables. Las típicas acrobacias de Fairbanks quedan fielmente reflejadas por el buen saber hacer de los principales implicados, manifestándose así las escenas de acción como una de las razones de ser de la película, donde los abordajes y las peleas de sables están a la orden del día.
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seagal4ever
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6
29 de noviembre de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clarísimo exponente de la ciencia ficción de serie B de los años '50. Quizás se trate de un filme especialmente casposo incluso para los cánones del cine de bajo presupuesto de la época, pero indudablemente mantiene esa esencial tan especial de este tipo de subproductos y ese incuestionable halo, mítico y bizarro a partes iguales, que reconforta en la misma medida que puede causar rechazo en aquel público no especialmente sensibilizado con estas propuestas.

Producida por "La Jolla Productions" (sic), "El terror del año 5000" narra una típica historia de ambición científica irrefrenable que termina entrañando grandes riesgos no sólo para los protagonistas de la historia, sino en última instancia para toda la humanidad. En esta ocasión, el artefacto que generará todo el tinglado que se va a montar no es más que una máquina capaz de romper el tejido espacio-temporal y trasladar todo aquello que se encuentre en su interior hacia otro tiempo: concretamente el año 5.000, vaya. Y, de igual manera, el artilugio funciona en el sentido inverso. Interesante argumento, ¿verdad?

Lástima que lo que se sucede durante aproximadamente tres cuartos de metraje no sea más que una historia de enredos entre los científicos implicados y los líos amorosos entre unos y otros. Pero, tranquilidad, no es el fin del mundo. Afortunadamente el filme apenas dura algo más de una hora, por lo que toda esta paja (porque sí, aun con la escasa duración comentada, hay paja de por medio) termina pasando sin ofender demasiado al espectador ni aburrirle en demasía.
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seagal4ever
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