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España España · Los Urrutias
Críticas de Meisser
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Críticas 11
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
19 de agosto de 2021
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Desde el mundo "parejil" y transitando de unas a otras normalmente - y visto siempre con ciertos rayos de optimismo- lo más saludable que nos queda tras finalizar una relación es tener claro lo que "no queremos" en nuestra vida.

Pero, ¿quién puede dictaminar eso?, ¿nuestra ingenuidad o falta de criterio nos puede llevar a confiar ciegamente en el desgranado de nuestro ser, nuestra personalidad y, si fuera el caso, nuestra alma por parte de una app, sistema operativo, o una fría base de datos? Y aunque así ocurriese – en parte realmente ya está ocurriendo- ¿no creeríais que nosotros somos algo más que una suma de datos de compatibilidad? Que no podemos reducirnos a algo tan simple como el plano del estímulo – respuesta. Que somos entes con capacidad de transgredir lo preestablecido, y que algo tenemos que decir frente a todo lo que nos dicen, incluso lo que nos decimos en ciertos casos a nosotros mismos.

En contra de los más reduccionistas, el amor no puede simplificarse para ser "leído" en una base de datos, al igual que los neurólogos dirán de los pensamientos que no pueden capturarse con meras técnicas de neuroimagen, puesto que el acto de pensar es un proceso holístico más allá de la suma de los impulsos nerviosos en ciertos lóbulos, concretos surcos y determinadas sustancia gris/blanca. Nosotros y nuestra relación con el otro es algo mucho más bonito que reflejar en un formulario tus gustos culinarios, tu infancia, los traumas, tu manera de practicar sexo, o tus manías.

Me niego a pensar que una máquina puede descifrar eso de nosotros, eso que muchas veces y que muchos años nos lleva, aunque no todos logran tal grado de autoconocimiento. Me niego a pensarlo, puesto que somos algo más que números, símbolos y cosas legibles. Somos lo que no podemos explicar que sentimos cuando tartamudeamos delante de alguien que sin saber porqué nos gusta, somos esa ilogicidad en seguir cometiendo siempre los mismos errores con alguien , obcecados en intentarlo una vez más sin saber diferenciar cuándo ha sido suficiente sin reconocer – tal vez- que estemos cometiendo una gigante estupidez. Somos esa conexión de la que ningún cachibache podrá percatarse pero que todos los de nuestra especie pueden ver, cuando tenemos una conexión excepcional con un ser maravilloso. Somos ... Somos. Somos... somos muchas cosas que alguien - algo aséptico, impersonal y frío no podrá ser capaz de decir de nosotros ... jamás, por que el amor es lo que mantiene a la humanidad a flote y nadie que no lo haya sufrido en sus carnes puede entenderlo
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Meisser
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7
15 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué hace la guerra en nosotros?


Muchos minutos de tiroteos que no aportan nada más allá que el deleite de los más, quizá, sádicos. Buena puesta en escena, gama cromática típica de Clin Eastwood pero que no atisba nada de moralidad por parte del protagonista; “tengo que salvar a mis hombres frente a cualquier cosa que se ponga delante”, sin duda, que son cuerpos de élite; no todos valemos para vaciarnos así por dentro, a ritmo de cargador.

Atormentadas las mujeres que esperan a esos “héroes” nacionales, pero ausentes padres, ausentes esposos, en su vida normal. Me resulta sobrecogedor pensar en las personas que se quedan “al otro lado”, cuando hay un despliegue. No creo que jamás pueda imaginarme lo que sienten esas personas durante tanto tiempo.
¿Cómo conseguirán dormir ellas?
¿Cuántos de ellos vuelven pero su mente jamás se recuperará?
¿Cuántas familias rotas a pesar de que sigan unidos?
¿Qué infierno habrán pasado todos ellos?
¿Qué papel deberían jugar las fuerzas armadas en ocuparse de la salud y especialmente la salud mental de todos aquellos que una vez formaron parte de cualquier cuerpo entregado a su país?
Y muchas preguntas más me surgen tras ver esta película pero sobre todo... ¿qué valor tiene una vida?

Mucho americanismo, pero poca profundización en el aspecto del TEPT (ya hacia el final del metraje), las situaciones morales, el matrimonio fantasma. En muchos momentos y tras muchas y escuetas respuestas del protagonista, me lleva a aquella situación en los juicios del famoso “Heichmann en Jerusalém”, (un señor de las altas esferas dentro del nazismo) cuando la filósofa judía Hannah Arendt acuñó un término que me da escalofríos solo pensar el acierto que tuvo, y a la vez lo desagarrador que entraña tras su significado “la banalidad del mal”, donde, en resumidas cuentas, los nazis llevaban a cabo muchas de las órdenes que recibían de sus superiores, como si fuera un proceso meramente administrativo (“me decían: haz X gestión”) sin siquiera detenerse a reflexionar el alcance de sus atroces actos.

Así que, qué hace la guerra en nosotros, me atrevería a decir que aquellas personas que atraviesan por largos o cortos períodos de exigencia en el campo de batalla, que ven, o que incluso perpetúan asesinatos, acaban por normalizar la muerte: le quitan valor a la vida. Y por supuesto, la vida de todo aquel que no sea de los “suyos”: no vale nada...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Meisser
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10
22 de marzo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más de una y de dos son las veces que he visto esta trilogía; y en diferentes momentos de mi vida, deja un poso casi idéntico...La inimaginable compleja dimensión de las relaciones erótico-amorosas es casi imposible de descifrar. Cada uno hablará bajo su particular óptica (lógico y nada reprochable); y aún así nadie se acercaría a entender el engranaje en su totalidad.

Alguna vez nos hemos acercado a la chica del tren (tal vez metafóricamente). Le hemos abordado con ganas de mostrarle todo ese universo que llevamos dentro. A veces, también, ese encuentro no ha trascendido más allá de una noche fugaz, pero el recuerdo ha perdurado durante mucho tiempo. Tal vez demasiado.

A veces, incluso, nos hemos reencontrado con personas f-u-n-d-a-m-e-n-t-a-l-e-s de nuestro pasado, y por ende, fundamentales en la construcción de nuestro propio ser, que nos hacen temblar los cimientos sobre los que creemos estar construyendo nuestra delicada existencia.

A veces, hasta tenemos la fortuna de darles cabida en nuestra vida real, la de verdad, sin idealizar. La vida de los 365 días en un año, y no de encuentros incendiarios y furtivos en nuestro ser de una noche. A veces pasamos de amante a su mujer casada, y lo vemos todo desde los 2 lados. O no interpretamos esos 2 papeles y nos quedamos con la duda del “y si..”

Sea como sea, no me atrevería a hablar de la relación de 2 personas que nada tiene que ver conmigo; solo ellos saben su camino, sus historias, conocen el lenguaje que entre los 2 han ideado. Solo ellos sienten y les duele, a lo que han tenido que renunciar “por el otro”, solo a ellos les pertenece aprender a vivir con las consecuencias de las decisiones que toman. Esta película me parece una maravillosa obra de arte, donde te pone delante, 2 seres que en algún momento de su inminente adultez coinciden y conectan, y quedan marcados por esa conexión. Finalmente, emprenden una vida juntos, y lejos de ser ídilico, es realidad en estado puro. Es cansancio con y por el otro, es no recordarse muy bien lo que se era sin ser madre y su agotador papel, es el complicado trabajo de ser tantos roles a la vez en una misma persona, como madre, amante, amiga, pareja, administradora de un hogar y activista, que es imposible que alguno de ellos no cojee.

Siempre me produjo curiosidad en qué nos vamos convirtiendo tras muchos años de relación con alguien, cuál es nuestro molde tras compartir con alguien tanto de nuestra vida, qué queda de nuestra individualidad, dónde se ubican todos aquellos deseos y anhelos de cuando éramos jóvenes y “libres” y soñábamos con comernos el mundo. Ser adulto, vivir, en pareja, comprometerse con alguien es muy diferente de lo que cuentan en la mayoría de las películas, sin embargo, otras como ésta, te lo muestran con tanta dosis de realidad que es imposible no emocionarse... La vida.
Meisser
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6
1 de enero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vivir pasa por equivocaciones, excesos y desenfrenos, locuras de adolescentes, caídas estúpidas que se podían haber evitado, errores inútiles, elegir mal, rectificar peor, etc ... Pese a lo obvio que pueda parecer, sacado de cualquier manual barato de autoayuda, la vida es eso y mucho más.

Somos los animales cuyo mayor tiempo de dependencia por parte de nuestros progenitores necesitan. Y según dicen, es debido a ello lo que nos dota, en parte, de la gran complejidad cognitiva que llegaremos a alcanzar. Porque nacemos sin nada y necesitamos de todo/s, aunque por suerte esto va cambiando con el discurrir de los años. Pero como todo: tiene un final. La dependencia física acaba mucho antes que la mental, y es en ese punto donde los padres juegan un papel fundamental. Ser adultos competentes, saludables y estables pasa por haber adquirido en el momento adecuado las nociones básicas de autonomía, autocompetencia, seguridad en sí mismos, la amistad, el amor, la decepción, el dinero, etc.. Si no nos permiten "ser" a nosotros completamente, ¿cómo vamos a conseguir ser independientes?.

Si me han criado entre algodones, pixelando aquello que podría subir considerablemente mi nivel de cortisol, me han puesto el filtro de un mundo en color de rosa, ¿qué clase de adulto seré? Porque vivir no sabiendo que la maldad existe, que el dolor tiene un gran lugar en el mundo, que la confianza es saber que a tu madre no le hace falta espiarte mediante una tablet, que la enfermedad te mata, lo que es el odio... mantiene intacta tu entrañable inocencia,sí, pero te incapacita para enfrentarte al mundo, y en vez de encararlo de frente cuando las cosas se pongan "feas", únicamente te limitaras a huir, mirando hacia otro lado.

Porque en nuestra condición de seres relativamente libres es necesario aprender. Aprender a despedirse, aprender el engaño, aprender qué es la violencia, la sangre, la ira, el estrés. Lidiar con todo ello y seguir adelante. Aprender de los opuestos para saber reconocerlos. ¿Acaso puedo elegir libremente si me han censurado una parte de la realidad? La vida es aprender, crecer es aprender, elegir es aprender; vivir es aprender lo importante y deshechar lo que no, aún a sabiendas que la verdad absoluta no existe.

Así que Arkangel, quédese en su cajita, que lo que no nos mata nos hace más fuertes. Gracias.
Meisser
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10
14 de enero de 2017
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿De qué nos sirve la vida?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Meisser
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