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Críticas de Strhoeimniano
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Críticas 110
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
16 de septiembre de 2005
194 de 256 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo del boxeo a dado un buen puñado de películas, pero sin duda “Toro Salvaje” las derrota a todas por un indiscutible “ko” técnico y se erige con el título del campeón pues es una de las mejores películas de todos los tiempos. La película narra la historia de J. La Motta (R. de Niro) hasta convertirse en campeón de los pesos medios y su posterior caída a los infiernos víctima de sus propias paranoias. La historia, como no, responde a toda la mítica de este género, presente en obras como “Más dura será la caída”, “Cuerpo y alma” y otras (“Rocky” y todas sus secuelas serían para toda esta mitología como un grano molesto en el culo). Sin embargo, siendo una película sobre el boxeo, la hondura y el poder de su mirada hacen que vaya más allá.
Es el modo de narrar lo que hace de esta película un ejercicio único, fascinante, llena de la misma energía violenta que un combate de boxeo. En el aspecto técnico es impecable. La dirección de Scorsese es precisa e inspirada. Contamos con una sobria y acerada fotografía de M. Chapman, que ya había colaborado con él en “Taxi Driver” y el magnífico documental “The Last Valz”, y que logra un b/n soberbio. El guión es de P. Schrader, el guionista que mejor entiende el universo de Scorsese. Por último, la colaboradora más fiel del director y sin cuya presencia no se puede entender su obra: T. Schoonmaker. Será su primera colaboración juntos, y desde aquella el matrimonio seguirá pariendo obras incontestables. El montaje es espectacular, (le darían su primer Oscar) de esos que te guían a un mar de emociones, subrayando cada uno de los momentos. Prueba de ello, son las elipsis que realiza de los combates, con un uso de la cámara lenta hermoso e impactante; o los recuerdos desvaídos de ese tiempo de felicidad que muestran las películas familiares y que se escurre por el desagüe de la locura.
Las actuaciones son soberbias. ¿Qué decir de R. de Niro? ¿Qué adjetivos pueden definir con justicia la actuación que realiza? Compone con tal precisión y entrega que su actuación se ha erigido en el tótem al que todos miran cuando quieren citar el olimpo de las actuaciones; sin duda, podemos decir que es la mejor actuación de todos los tiempos. A su lado, una espléndida C. Moriarty en su primera película. Su papel es fascinante, parece salida de un cómic, llena de curvas, con un erotismo increíble, añejo pero fresco; a la vez, el sufrimiento que padece, te desgarra. Por último subrayar a Joe Pesci, un actor desaforado, pero que en las manos de Scorsese está siempre genial y que aquí interpreta al hermano de La Motta.
Incomprensiblemente, sólo gano dos Oscar (Fue el año de “Gente corriente”, una gran película, pero que de todas formas empequeñece al lado de este titán). El tiempo obro con justicia y “Toro Salvaje” está en el olimpo de las grandes películas, como esa obra única, irrepetible, de una maestría absoluta, tan desgarradora y hechizante como la vida, pues de eso trata.
Strhoeimniano
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10
15 de septiembre de 2005
17 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Solas” alza el vuelo sin salir de ese ras de suelo en el que se mueven todos sus personajes. “Solas” es un viaje sencillo a la verdad, y por lo tanto profundamente conmovedor. La humildad de sus planteamientos, de su producción, hacen que la pantalla se llene no de una película, en el sentido de algo programado y creado, sino de una historia narrada desde una cercanía que te permite sumergirte y ahogarte en todo lo que muestra.
La película narra la llegada de una mujer a la casa de su hija en Sevilla. Mientras permanece allí conocerá los diferentes problemas que su hija está padeciendo. Esto dará pie a mostrar distintos temas: la soledad, la violencia machista, la incomunicación, la generosidad materna, la amistad... Todo mostrado desde una pena, desde una melancolía que no te deja ni en su optimismo final.
Esa verdad, de las más áridas que ha mostrado el cine español, está, sin embargo, impregnada de la mirada de María Galiana. Es en este personaje, de una hondura tan grande que contagia a toda la película, donde la película alcanza esa sensibilidad poética con la que puede ser vista una historia tan dura. Su creación es espectacular, conmovedora, auténtica, sintiendo en su rostro toda la abnegación de una generación de mujeres privadas y maltratadas, pero llenas de una dignidad inalcanzable. El resto del reparto, mengua a su lado, pero no por eso dejan de estar increíbles. Desde Ana Fernández, viva estampa del sufrimiento, a la soledad que sufre Carlos A. Novoa como ese viejo abandonado y que entabla una amistad preciosa con la madre.
“Solas” es una de las mejores películas españolas de todos los tiempos, una de esas películas que sólo se pueden ver desde el corazón, pues es allí al lugar donde se dirigen y que ya nunca abandonan.
Strhoeimniano
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10
15 de septiembre de 2005
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película árida, como el paisaje castellano que muestra; pero tan rica como ese vino que se disputa hasta el mismísimo Vaticano. Esta película la firmaría con agrado D. Luis Buñuel, pues tiene esa socarronería y herejía tan presente en sus películas. La historia es la de un cardenal (F. Rey) que viene a poner orden en ese pasado del que huyo para refugiarse en los cómodos muros del Vaticano, entre otras cosas, una hija (puta) tenida con la criada antes de partir.
El desarrollo de la historia es maravilloso. Por momentos, pareces que estás asistiendo a un mundo ya en descomposición, pero tan racial como esa seca tierra a la que se agarran. Toda la película está llena de momentos memorables, expuestos con gramática parda: el bautizo en el lupanar de Victoria Abril (una soberbia y magnifica herejía); la llegada al pueblo en un helicóptero de F. Rey, casi como si fuera una anunciación; y la cómica e irónica producción de la “sangre de Cristo”, el exquisito vino con el que consagran todas las iglesias europeas y que al final es un asalto en toda regla a la fortuna de esta familia y al futuro del pueblo.
Punto y aparte es el reparto, comenzando por los secundarios. Está la grandiosa Amalia de la Torre, como esa matriarca devota y despótica del clan; también, Rafaela Aparicio, haciendo de sempiterna criada, pero en un papel mucho más jugoso que los habituales y que nos muestra lo grandísima que fue; también Emma Penella, como esa criada que tenían todos los señoritos y que terminaba por criar bastardos, llena aquí de una humildad que raya la sumisión; pero podíamos seguir así, pues cada uno de los que aparece (magistral Lina Canalejas como dueña de la casa de putas, o Luis Barbero, como experto vinícola que abre los ojos al cardenal por la esquilmación que está haciendo el Vaticano).
Pero “Padrenuestro” es Fernando y Paco. Es la última oportunidad que tendremos de verlos juntos. Sus secuencias muestran la altura inalcanzable a la que se manejaban los que quizás fueron los mejores actores españoles de todos los tiempos. Hay una química, una familiaridad que traspasa la pantalla y te dejan con un sabor único, que siempre sabe a poco.
“Padrenuestro” es una de las mejores películas de los años 80 y una obra a recuperar, pese al éxito que tuvo en su momento. Una película que va ganando con el paso de los años hasta ser la oración que tenemos que ver si deseamos ganar el cielo viendo cine.
Strhoeimniano
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10
15 de septiembre de 2005
49 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Psicosis” es la única película que no se ve. Me explico: A todas las películas asistimos más o menos pasivos a nuestro papel de voyeur; aquí no. Desde que los fabulosos títulos de crédito de S. Bass abren este prodigio hasta su irónico final, A. Hitchcock nos dirige. Ya desde la primera secuencia, en esa intromisión impúdica con la pareja de amantes clandestinos que dejan de comer para follar, el maestro nos llevapor una serie de estados, totalmente contradictorios algunos de ellos; eso sí, sin soltarnos. Es quizá, la película que tiene más presente al público (y eso que para él la formulación de un film era un triángulo entre el autor, la película y el público); y quizá por eso, su mayor éxito.
La película está llena de momento imborrables. Desde esa huida de Marion en la noche lluviosa que nos deja con el corazón en un puño (maravillosa la tensión del policía), creyendo nosotros encontrar la serenidad en el motel; hasta las conversaciones que sostiene sobre la taxidermia, o como no: la famosa bomba de relojería que es la escena de la ducha. De todo este conjunto, yo me quedo con tres secuencias: la primera el cierre de la escena de la ducha con la llegada de Norman limpiando, como buen hijo, todas las pruebas del crimen y que da un giro en nuestra visión de la película; la segunda, una secuencia inteligentísima que es la primera vez que nos presenta a la madre, tras saber en la secuencia anterior que está muerta, el genio de esta secuencia es jugar con nosotros al despiste mediante una conversación del todo insustancial pero a la que no podemos dejar de prestar atención mientras la cámara, sirviéndose de ese disfraz sonoro, realiza un movimiento de grúa que nos permitirá “ver” a la madre; la última: el hundimiento del coche de Marion, cuando con todas tus fuerzas deseas que se hunda pese a que se ha cometido un asesinato. Muestras todas ellas de ese “dirigir” al público que está presente en toda la película (cuenta la leyenda que hicieron una prueba a Hitchcock, y este sabía en qué momento se encontraba la película escuchando los gritos de los espectadores de diversas partes del mundo).
El reparto es espectacular, sobresaliendo sin lugar a dudas A. Perkins, cuya carrera quedará marcada por este personaje, con esa mezcla de inocencia y timidez que lo hace libre de toda sospecha (magnífico, irónico y terrorífico su monólogo final). Otro tanto para J. Leigh (que a partir de esa película nunca más se pudo duchar sin temores), en un papel sorprendente, pues con esta película el maestro rompía el tabú de que la estrella, se quedara o no con el chico, estuviera hasta el último rollo. Pero, aparte del reparto, todos los elementos presentes en una película alcanzan aquí la perfección. ¿Qué podemos decir de la magnífica banda sonora de B. Herrmann? ¿Quién la escucha y puede permanecer tranquilo? O su soberbia fotografía en b/n (es cierto: el color le sienta mal a esta película).
“Psicosis” es la obra maestra del cine del s. XX.
Strhoeimniano
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10
15 de septiembre de 2005
95 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Capitanes Intrépidos” tiene el sabor de la aventura; como toda que se precie, los protagonistas no serán los mismos al final del viaje. Decía la publicidad de la época que esta película era más grandiosa que el “Motín de la Bounty”. Estas frases tan dadas a la exageración muestran en este caso una verdad: “Capitanes Intrépidos” es grande, muy grande. La grandeza no viene de lo aparatoso de su propuesta. La película es una aventura íntima y emocionante en el marco de un mar libre que lo mismo da la vida que la quita. De ahí, que sea una de esas películas que una vez vista, uno conserve entre los momentos más emocionantes que ha gozado en una sala de cine.
La historia es una aventura moral, profunda y humana. Un niño rico malcriado caerá por la borda de un trasatlántico siendo rescatado y “adoptado” por un marinero portugués (¿no se confundirían y sería gallego?), Manuel, marinero de un barco que persigue la gran pesca. Los valores de uno y otro se enfrentaran en esta epopeya, narrada con ese clasicismo entrañable de la época dorada de Hollywood, y que tenía a V. Fleming como uno de los mejores creadores.
¡Desafío a cualquiera a ver si consigue terminar esta película con los ojos secos! Dudo que esto pueda ocurrir; si ocurre, pellizque a la persona, seguramente está muerta. La sabia combinación de aventuras y melodrama logra aquí una aleación extraordinaria. Los momentos épicos escoltan otros llenos de un sentimentalismo que logran no ahogarse y resultar patéticos. De hecho, es una película que rebosa autenticidad; hay momentos, incluso, que son puramente documentales (toda la preparación de la pesca, las miradas sobre el mar, esa niebla delicada...); pero parte de esta verdad surge del hacer de sus protagonistas.
Primero, S. Tracy, que consigue con su interpretación, premiada con un Oscar más que merecido, la creación de un personaje difícil, pero de una honestidad tan limpia como ese mar que surca; y todo esto sin acudir a trucos sucios, a despliegues intensos, sólo con la verdad de su mirada, con ese buen hacer que hacen de él uno de los mejores actores que ha dado Hollywood. Pero si queremos ser justos, la película pertenece a F. Bartholomew. De entre toda la hornada de niños prodigio de aquella época (aquí aparece junto al M. Rooney, que no logra robarle ni una escena), él es el más “adulto”, el que siempre acometió papeles más complejos antes de emprender una carrera que para nada sería justa con su maravillosas cualidades. Es increíble ver la seguridad con la que actúa delante de un gigante como Tracy, hasta lograr que ese imposible de que el “pez chico se coma al grande”. En un principio, su altanería resulta insoportable; pero cuando llegan las últimas secuencias, logra hacernos sentir todo lo que padece con una actuación tan transparente y sentida que estremece.
“Capitanes Intrépidos” es un clásico, una de esas películas que se convierten en favoritas una vez vista, pues siempre vuelves a ese mar, aunque sea para llorar.
Strhoeimniano
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