Lo cierto es que para un servidor la propuesta que nos ocupa resulta un tanto curiosa debido a su tono, el cual es prácticamente teatral. No creo que sea coincidencia que el comienzo de la historia tenga lugar en un teatro, ahí lo dejo... La fotografía en blanco y negro le da al visionado un aire expresionista de lo más apreciable con esos juegos de sombras tan característicos. La trama cumple con un drama romántico de época bastante particular que evoluciona de una manera tan previsible como correcta. El vestuario y los diálogos son muy adecuados. También hay algunos duelos a capa y espada muy destacables. En el aspecto actoral José Ferrer está por encima del resto, algo que entra dentro de la lógica, ya que después de todo encarna al protagonista. Esa pasión poética que desprende durante todo el metraje es innegable y por momentos traspasa la pantalla. Le falta un poco de ritmo a ciertas partes, pero en general considero que el film es acertado. No he visto todavía la versión de 1990. No obstante, esta de 1950 me ha parecido digna de verse.

A veces se nos olvida lo duro que puede llegar a ser el mundo del cine en general y de Hollywood en particular. Muchas personas se han hecho ilusiones mientras se imaginaban triunfando en la gran pantalla, pero la realidad es muy distinta a la idea que nos habíamos hecho en la mente. Y es que triunfar nunca es fácil, y mucho menos cuando quieres hacerlo en la industria cinematográfica. Y esto es precisamente lo que se plasma en esta propuesta de los años 30 con una historia que en aquellos tiempos probablemente sería muy aplaudida, pero que actualmente no es la gran cosa. No digo que sea mala. No obstante, no se puede negar que resulta tópica y previsible. El romance que termina en matrimonio no está trabajado lo más mínimo y no puede ser más forzado. No me hubiera importado que el visionado durase unos minutos más si este nos hubiese mostrado algo de esa relación. Eso sí, la película acierta a la hora de resaltar como funciona la fama cuando te mueves dentro del séptimo arte. Lo rápidamente que pasas de la cumbre al subsuelo y esa decadencia tan dura de asumir.

Interesante trabajo que representa bastante bien los problemas ocasionados por el alcoholismo. Es cierto que en general el visionado resulta un tanto típico, pero no menos cierto es que a lo largo de este podemos apreciar de manera realista como una familia feliz se va quebrando poco a poco debido a la falta de control de la protagonista a la hora de beber. Tal vez a día de hoy esta no sea una propuesta tan llamativa como lo fue en su día. No obstante, bajo el punto de vista de un humilde servidor tanto la duración como el ritmo de la cinta que nos ocupa son correctos. La historia es entretenida y el reparto no lo hace nada mal. Además, hay que resaltar la reflexión que transmite por medio de la adicción que sufre el personaje principal. Así que ojo a eso y, por supuesto, al desarrollo por parte de la pareja de cantantes. No sé si volvería a verla, pero sí sé que le daría al menos una oportunidad.

Tenía mis dudas respecto a Dogman porque en su día no hizo prácticamente nada de ruido y al leer la sinopsis, me pareció que se trataba de una película con (muy) buenas intenciones, pero poco más. Finalmente decidí darle la oportunidad y he de decir que a pesar de no maravillarme, sí he podido apreciar ciertos destellos de calidad en un film que hace un buen intento de ser un drama muy realista. No obstante, como ya he indicado, le falta (bastante) para llegar al sitio en el que quiere estar, y esto se debe a que deja algunas que otras subtramas ahí aparcadas, es decir, sin resolver, lo que siempre es un detalle que resta. Por supuesto, la cinta sigue siendo interesante, pero deja la sensación de que pudo dar más. Y es que esa relación que el protagonista tiene con su hija tenía mucho más jugo del que se sacó. Y lo mismo digo de los amigos de este. Por ello un servidor considera que Dogman es como una naranja a medio exprimir. Por lo demás, hablamos de una propuesta que cautiva gracias al modo de narrar los hechos que se van produciendo, ya que resulta todo tan realista que es imposible no meterte en lo que estás viendo. Me ha llamado la atención esa fotografía tan apagada que transmite en todo momento un pesimismo muy natural y esos sitios sucios y polvorientos que no son nada agradables. El actor principal está genial. Muy convincente y nos da un personaje de lo más real.

No se puede negar que Barry Lyndon es cine con mayúsculas. Te puede gustar más o menos, pero no hay la más mínima duda de que se trata de una obra bastante buena desde el punto de vista objetivo y puramente cinematográfico. Y es que el film de Stanley Kubrick muestra una serie de detalles que fácilmente captan la atención de cualquier enfermo del séptimo arte. Hablamos del sobresaliente vestuario, de la muy acertada música que se escucha a lo largo del filme, de la excelente fotografía o del gran montaje de ciertas escenas. Varias virtudes que hacen de esta una propuesta interesante. Ahora bien, al igual que me pasa con La decisión de Sophie, Barry Lyndon me resulta lenta, muy, muy larga, demasiado diría yo. De ahí que no me atraiga la idea de volver a verla en el futuro, aunque, como se suele decir, nunca digas nunca. La cinta cuenta con 2 mitades muy distintas; la primera es un relato de aventuras y guerra mientras que la segunda es un drama familiar. Para un servidor la mejor es claramente la primera debido a que su ritmo es más dinámico. En cuanto al protagonista, se podría decir que es un antihéroe que posee unos matices que lo vuelven muy realista y creíble ante los ojos del espectador.