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Críticas de Una_de_ellos
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Críticas 97
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
Pokémon (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón1997
5,1
29.622
Animación
6
23 de diciembre de 2007
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando empezó la fiebre de los pokémon yo tendría unos 13 ó 14 años, y recuerdo que me daban mucho coraje los bichejos estos. Pero con los pokémon pasa como con el comer y el arrascar: que todo es el empezar, y a medida que comencé a seguir la serie me fui enganchando, confesándoles aquí en el anonimato que yo lloré en el capítulo en que Pikachu encuentra a los de su especie.

Para los desorientados, la serie va de un chavalín que quiere hacerse Maestro Pokémon. El primero que consigue es Pikachu, y a medida que se va enfrentando a otros pokémons en gimnasios y ganando torneos podrá conseguir muchos más por medio de las poke-bolas.

Como persona adulta, y crítica con todo lo que se mueva, tengo que reconocer que estos dibujos dejaban bastante que desear. A mí, como a la mayoría supongo, Ash me resultaba tan molesto como un puñetazo en la entrepierna, Misty me parecía lo más cursi y empalagoso desde que se inventó el tocino de cielo y Brock, qué decir de Brock, al menos era divertido ver cómo intentaba ligar con la primera chica mona que se le cruzase, casi siempre enfermera; es curioso como un niño de 12 años pueda llevarse medio día morcillón...realista, claramente. El Team Rocket ya era para echarle de comer aparte, porque de verdad que resultaba incomprensible cómo podían ser unos malos tan torpes y cutres; Meowth tenía buenos puntos, era como la mascota ridícula de la serie.

Dejando todo esto un poco de lado, la serie era cojonuda. Los monstruitos de bolsillo, que es lo que etimológicamente significa pokémon (Pocket Monster), eran la monda: Pikachu, Squirtle, Bulbasaur, Charmander...entre otros que había capturado Ash; estos animales-seres tenían la divertida peculiaridad de que cuando hablaban pronunciaban su nombre. Cada animalejo, además, tenía diferentes tipos de ataque según el elemento al que perteneciera, esto es, agua, fuego...me acuerdo que Pikachu, que era eléctrico, hacía un placaje eléctrico que lo flipabas, con la carita de conejillo buena gente que tenía el puto bicho. Mi pokémon preferido era Jigglypuff, un boliche rosita claro al que le encantaba cantar, pero el pobre hacía que todos se quedasen dormidos; así que el pedazo de cabrón aprovechaba para pintarraquearles la cara a todos.

El caso es, como decía la canción, que hay que conseguirlos todos. Me gustaría ya por último comentarles cuánto me gustaba el penoso karaoke de los créditos finales o "ending" (como lo llaman ahora): ¡Dios, qué angustia me invadía el cuerpo!, yo intentaba leer los nombres a toda leche, pero qué va; entre que los nombrecillos eran más raros que su madre y que el tío que cantaba el rap metía con calzador 89734 nombres en un solo tiempo, era imposible.

¡Qué buenos recuerdos! El pijama, la tostadita con manteca, un cola-cao cargadito y los pokémon...¿alguien da más?
Una_de_ellos
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5
23 de diciembre de 2007
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Recuerdan aquel que dice...?:
- Papá, ¿es verdad que en algunos países de África el hombre no conoce a su mujer hasta que ya está casado?
Y el padre responde
- Eso pasa en todos los países, hijo.

Bueno, pues aunque esté haciendo propaganda machista, el entramado de esta película gira en torno a este tema. Les cuento: Eddie es un cuarentón que está deseando encontrar a la mujer de su vida, casarse y criar churumbeles, lo que ocurre es que es un pelín maniático. Un día se encuentra con una rubia de la que queda enormemente prendado, y por temor a perder su último tren se casa con ella, sabiendo únicamente que es ecologista y que usa braguitas de david bowie. Pero será más tarde cuando Eddie descubra que la chica es un tanto...peculiar.

Qué triste observar como la carrera de estos cracks del humor va en declive con el paso del tiempo... y eso que esta era una de las que prometía. La frescura de Dos tontos muy tontos, la originalidad de Osmosis Jones o la gracia de Algo pasa con Mary poco se pueden percibir en este último trabajo, que se sostiene por tres o cuatro escenas contadas, incluyendo el sorprendente e ingenioso final. Porrazos, algo de sexo explícito, meadas y alguna asquerosidad que otra: esto es lo que queda de los Farrelly.

Poco más tengo que decir, salvo que no dejemos que la carrera de Ben Stiller se hunda con estos hermanos, pues francamente, en su terreno, es el mejor.
Una_de_ellos
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9
22 de diciembre de 2007
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y de esta máxima puede dar fe nuestro compañero de vivencias George Baileys, luchador incansable, de extraordinaria perseverancia, afrontando los obstáculos que surgen como la espuma en su difícil y bella vida. George Baileys es la mejor muestra de moralidad y generosidad con la que puedan encontrarse; un hombre capaz de sacrificar su bienestar por el de los demás, de dar incluso lo que no tiene y de no rendirse aun en las situaciones más extremas.

En la inmensidad de las estrellas, los ángeles escuchan ansiosos las plegarias y las oraciones de todos aquellos que se encomiendan a Dios como último recurso, pues de ellos depende que les sean otorgadas alas para ver desde el cielo. Y da la casualidad que uno de ellos, Clarence Oddbody, lleva bastante tiempo esperando la oportunidad. Este es el resumen del argumento de una típica película navideña y entrañable que enternecerá tanto al abuelo que reparte caramelos entre sus nietos como al tío gruñón que sólo sabe fumar puros y repetir "qué mal va el país".

James Stewart hace aquí el papel de su vida, y sin duda será recordado, junto a Donna Reed, por protagonizar uno de los grandes clásicos del siglo XX; clásico porque con el tiempo se revaloriza, porque es una película recomendable para toda la familia y enseña a los más pequeños el valor de lo que se tiene; porque hace llorar y reír y rabiar. Lionel Barrymore está también espléndido como villano y malo de la película, muy habitual en sus papeles y no por ello menos meritorio.

A todos aquellos suicidas en potencia, que cada día encuentran una nueva excusa para acabar con sus vidas: háganse un favor y gasten unas dos horitas para reflexionar sobre la importancia de vuestra existencia, de la repercusión que tienen sobre sus más allegados y los que no lo son tanto. Pues, por muchos altibajos que se les crucen cada día por la calle de su mente, siempre habrá, siempre ha de llegar, un rayito de esperanza que vislumbre una solución a sus pesares y les indique el camino hacia un tiempo mejor.

Después del minúsculo sermón pseudo-católico que han tenido que tragar, me gustaría decirles a todos: ¡FELIZ NAVIDAD!. Y, aunque, como yo, seguro que alguien tendrá una razón para estar triste en estas fechas, seguro que también hay muchas para estar feliz, y la principal de todas es que cada uno de nosotros somos únicos y especiales, que estamos VIVOS.
Una_de_ellos
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6
20 de diciembre de 2007
24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vivir...¿qué es exactamente?... ¿respirar?... ¿sentir?... ¿simplemente existir?. No es necesario que se rompan la mollera para saber qué significa, porque son muchas las acepciones, sino que lo importante es inquirir cómo uno distingue si está vivo o es una "momia". El Sr Watanabe vivía para el trabajo en una húmeda oficina desde hacía 30 años, hasta que por gracia del destino recibió una horrible noticia que trastocaría su rutina y encendería su ilusión por recuperar el tiempo perdido...porque el Sr Watanabe había olvidado cómo disfrutar de la vida de tanto no usarla.

No pienso que el título de este film haga referencia únicamente al devenir de la muerte y al sentido de la vida, aunque también. Digo esto porque, sin embargo, conmociona presenciar una parte de nosotros en la pantalla grande, como por ejemplo en la relación paterno-filial entre el protagonista y su hijo, donde observamos la opiniones opuestas entre jóvenes y mayores sobre la responsabilidad de los hijos sobre los padres; los primeros excusándose en que es ley de vida que los hijos se marchen, y los segundos argumentando haber dedicado toda su vida a y para sus hijos como para acabar siendo un estorbo. Por otra parte, se hace sitio una crítica al sistema burocrático, y con ella a las despreciables sabandijas con habanos que se aprovechan del sacrificio de los justicieros humildes de a pie; he aquí una oda a la inmortalidad de estos héroes sin espada.

A pesar de lo que me ha gustado, del exceso de realidad y huella que deja al alma casi sin aliento, la última parte me ha resultado extraordinaramente pesada, pues se recrea en diálogos repetitivos que se salen del armonioso contexto forjado anteriormente con las vivencias perentorias del Sr Watanabe. Fue acertada mi decisión de esperar hasta el final, ya que tras esos largos ¿20 minutos quizá?, enmudecí de tanta belleza y emoción con las escenas finales. Si no fuese por ese tiempo intermedio mi nota sería de un 9, debido a que si no llego a aguantar hasta el final, jamás hubiese contemplado uno de los finales más bonitos y esperanzadores de la historia del cine. Desgarrador Takashi Shimura.

¿Les cuento un secreto? Al igual que cada maestrillo tiene su librillo, yo tengo mi propio método para cerciorarme de que aún existo, de que soy algo más que un reflejo; cuando miro al cielo, o al sol, y reconozco su hermosura; cuando advierto el brillo de mis ojos en sus ojos; cuando soy feliz un día nublado; cuando olvido mis quehaceres por un minuto más en la cama...cuando soy algo más que un cuerpo con una misión: no hay duda.

Cantemos todos juntos: "¡Qué corta es la vida! Ama, doncella hermosa, mientras tus labios sean rojos, ama. Mientras tengas el calor de tú pasión, ama. Ama, que el día de hoy
no volverá jamás."
Una_de_ellos
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7
19 de diciembre de 2007
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Presentación
Dos magos se dejan en la piel para sacar el truco más brillante y demostrar el uno al otro que han ganado.

Actuación
Más que sublime, sorprendente.

Prestigio
Película demasiado infravalorada.

El británico Christopher Nolan vuelve a hacernos pensar y a proponernos reconstruir un puzzle, y una vez más consigue que disfrute, me mantiene en tensión. El mérito de este director en esta película es, sin embargo, mostrarnos casi lo único que no se podía esperar en una película sobre la magia: lo misterioso de la realidad, la realidad de alguien que fabrica magia; sin embargo, no solamente hacen su aparición diversos trucos de magia, sino que también ha lugar para la obsesión y la pasión, y el torbellino de oscuras sombras que éstas desencadenan, como la traición, la venganza e, incluso, la muerte.

Dejando de lado las magníficas interpretaciones de Hugh Jackman y Christian Bale, El truco final es un motivo para recordar qué mantiene viva nuestras grises vidas, porque por un momento nos devuelve la ilusión, aunque también nos la quita; no ha sido agradable descubrir qué se esconde tras el pañuelo de un mago, bajo sus faldas o bajo su ropa, aunque sí curioso por otra parte.

Poco más puedo decir, salvo que la vean, ya que fui la primera en mostrar prejuicios y me los he tenido que comer con patatas, porque es bastante buena tanto técnica como argumentalmente.

Un 7. Sin rencores.
Una_de_ellos
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