Revulsiva, agresiva, violenta, desencantada. Todo un derroche de rebeldía contra un sistema, contra el sistema estudiantil inglés de la época y los correcionales. Una historia de delincuentes asqueados, forzados por la sociedad a colaborar con ella y que finalmente se introducen en sus entrañas para asestarle la más brutal puñalada nunca imaginada. Genial Tom Courtenay, genial ambiente, genial trama de Richardson y genial economía de medios para una de las películas imprescindibles de la historia del cine inglés. Obra maestra.

Es un thriller distraído, no vamos a negarlo, y el ambiente está muy logrado, además de contar con disfrutables escenas de acción. El problema está en que aquí de Asimov hay muy poco, pero sin embargo conserva sus pretensiones filosóficas, las cuales no cumple en absoluto. Tampoco ayuda la figura de Will Smith como protagonista, con sus insoportables gracietas y su maldita manía de tener que colocarle a toda costa la guinda cómica a todo diálogo o situación. La película está hecha a su medida, y también a la medida de un público poco exigente en todos los aspectos. Sin embargo es distraída, no se puede negar, aunque Asimov se merecía una adaptación mucho mejor que esto. También decepciona Proyas, autor de notables filmes comerciales que esta vez no da la talla con tanta concesión a la galería.

Alex Proyas esta vez se pasa con el efectismo videoclipero un poco, pero su filme es visible a pesar de todo, en parte gracias a una historia que engancha desde el primer momento y que da varias y efectivas vueltas de tuerca, a un ambiente onírico y decadente cuidado a la perfección y a un genial reparto. En general infravalorada, es toda una joya del cine de entretenimiento de finales de los noventa. Una dignísima obra comercial injustamente menospreciada.

El ambiente está acorde con el de la excelente primera parte de Alex Proyas: opresivo, oscuro, lleno de humo y sombras, esta vez menos gótico y en tonos rojizos pero igualmente sugerente. Sin embargo, es esto lo único por lo que destaca el filme: por su ambiente. El resto es un calco casi absoluto de su antecesora: el asesinato, la venganza a los perpetradores uno por uno, el enfrentamiento final, la historia de amor, los sueños. No enseña nada nuevo y da la completa impresión de que uno se la sabe de memoria. Secuela olvidable.

Alex Proyas adapta a la perfección el comic homónimo de James O'Barr en una historia simple, completamente lineal y con personajes bien desarrollados en su justa medida para una excelente película de entretenimiento y a la vez llena de personalidad: un ambiente gótico decadente y oscuro, una violencia sádica y vistosa que sorprende y un lirismo muy bien medido, además de un ritmo videoclipero que no se excede y que da agilidad a la trama. Muy buena.