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Cautivo del deseo

Drama. Romance Philip, un estudiante de medicina, se enamora perdidamente de una camarera llamada Mildred. Ella, que le hace creer que también lo ama, ejerce sobre el joven un influjo tan poderoso que, a pesar de las humillaciones y desprecios a que lo somete, vuelve con ella una y otra vez. Esta situación de inestabilidad lo lleva a fracasar en los estudios, pero entonces empieza a comprender cuáles son las verdaderas intenciones de Mildred. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
1 de julio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sadomasoquismo. Sexo duro. Pornografía pura. Melodrama en vena. Culebrón escabroso.
Les va la marcha. Pega más fuerte. Aprieta, que la sienta, también la soga. Ahoga. Ponme las esposas, querida.
Personajes que se mueven en el reino elevado del sentimiento, es decir, el de la barbarie, que son como monigotes averiados, juguetes rotos, títeres descabezados que repiten el mismo patrón de juego comportamiento empotramiento, erre que erre, el don, desvencijados, desmadejados, la mar de serenos, lo hicimos mejor que nunca, perdimos como de costumbre.
Aquí el espectador es el saco de los golpes, la verdadera víctima de tan horrísono tinglado. Tiene que observar soportar como la estupidez se convierte en la reina de la moral y agarrarse los machos ante el espectáculo del martirio, seguramente cristiano, elevado a la máxima potencia, crucificadme, clavad los clavos, que ya os salvaré yo a todos, purgaré vuestros inmensos pecados, venga, vamos, hermanas y hermanos.
Qué malos son los cojos o rengos cuando se ponen a ello y ni hablar de los médicos, vade retro, ni de los pintores fracasados (Heil Hitler), qué miedo, dios nos libre de ellos, confesados nos coja.
Qué terror provocan las camareras de entretiempo de ligeros cascos o lo que sea, ni por la propinan se arredran.
Qué perfectos o pánfilos, todos.
Cine brutal, salvaje, el que te parte en dos, te abre en canal como a un cerdo con ganchos de carnicero demente, ese, y te deja las vísceras colgando, con luz y taquígrafos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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10 de enero de 2015
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De las innumerables (y variadísimas) visiones que del amor ha dado el cine, quizá pocas tan curiosas y peculiares como la trazada por John Cromwell en 'Cautivos del deseo', a través de una historia en la que la relación entre sus protagonistas, encarnados por un ya asentado y experimentado Leslie Howard y una primeriza (y ya deslumbrante, aun con algún exceso) Bette Davis, va degenerando hacia una situación de frustración mutua que tiene su origen en la confluencia de dos fatalidades:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manuel
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15 de abril de 2023
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Buena adaptación de una novela de W. Somerset Maugham titulada "Servidumbre humana". La cinta se veía bien, pero se movía un poco en algunas escenas y el granulado no dejaba apreciar bien el blanco y negro.
Leslie Howard lo hace muy bien, representa bien lo que pretende ser. Y Bette Davis está soberbia, magnífica, extraordinaria, con unos ojos muy singulares, una caída de párpados muy singular.
Un metraje muy contenido, 83 minutos, sirven para contar la historia, pero lo fotografía no es especialmente buena.
La novela es muy superior a la película, que no es capaz de transmitir fidedignamente lo que quiere expresar la historia. En la película queda como una curiosidad más, como un amorío, no transmite la angustia de vivir, de sentir que sí es capaz de narrar la novela. Hay, al parecer, varias versiones, pero este tiene que ser de las primeras, y, probablemente, de las más clásicas.
ÁAD
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22 de junio de 2023
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Desde luego, cuando dicen que el hombre es el único animal que tropieza más de una vez con la misma piedra, no pueden estar más acertados, por desgracia, claro está... Esta cinta es un buen reflejo de esas sabias palabras. La historia nos narra como un ingenuo y noble estudiante de medicina que acaba de dejar su profesión de pintor, la cual ejercía en París, se obsesiona rápidamente con una camarera fría y desconsiderada. A partir de entonces, las cosas solo irán a peor para ambos, que nunca podrán estar juntos porque ella no sabe amar y únicamente se mueve por y para su beneficio personal. De este modo, asistimos a un relato que está destinado a acabar mal, ya que, como bien sabemos, lo que mal empieza, mal acaba. Y por mucho que se esfuerce el inocente de Philip Carey en intentar que la tiparraca de Mildred Rogers cambie y deje de utilizarle para su conveniencia, será en vano. Durante el visionado uno/a siente verdadera impotencia al ver como el protagonista cae varias veces en la misma trampa y es incapaz de librarse de esa enfermiza obsesión que le está destrozando poco a poco. A un servidor todo esto le resulta amargamente familiar debido a que hace un tiempo tristemente lo sufrió en sus carnes. Los 2 actores principales hacen un trabajo impecable. Sobre todo, la actriz Bette Davis, quien se mete tan bien en su papel que el espectador termina odiándola. Lo digo en serio, hacía mucho, pero mucho tiempo que no veía a alguien tan despreciable. Sobra decir que le debieron dar el Óscar. La película es interesante y conforme su trama va avanzando, deseas cada vez más saber como acabará todo. Está muy bien dirigida y muestra una serie de planos que son bastante curiosos. Otro detalle a resaltar es el del problema de cojera que padece Carey, pues considero que este se usa de un modo inteligente y adecuado para que aporte a la historia. Poco más que añadir, esto es un drama retorcido y cruel cuyo mensaje es tan reflexivo como realista. A mí, por lo menos, me ha sorprendido.
Franz Beckenbauer
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30 de octubre de 2023
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Lo que más me ha impresionado en esta película -- tan poco conocida, aunque protagonizada por dos grandes estrellas del cine -- fue ver cómo Philip, el personaje interpretado por Lesley Howard (el gran amor de Escarlata en "Lo que el viento se llevó"), es capaz de perdonar una Mildred (Bette Davis) completa e indudablemente mala con él desde el primer momento en que se vieron. Cuando la chica le destruye sus pertenencias más queridas, dejando su departamento peor que como si hubiera pasado por allí un huracán, me vino a la memoria la película de Luís Buñuel, "Viridiana", hasta ahora el mejor ejemplo para mí, en el cine, de cómo uno no se debe portar con los pobres que no lo son de espíritu: "Cría cuervos y te sacarán los ojos".

Philip, sin embargo, es bueno. Aunque no aparezca ningún atisbo de mención a Dios o a la religión en esta película, es cierto que el protagonista se porta como un excelente cristiano: perdona una y otra vez a la que es, al final de cuentas, una enemiga. ¡Y qué enemiga!

En la Biblia Comentada por Monseñor Straubinger (una joya disponible en pdf online), leemos en Lucas 6, 27: "A vosotros, empero, los que me escucháis, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian". Y las palabras del sacerdote apologeta: "Como se ve, el amor al enemigo no consiste en el simple hecho de renunciar a la venganza, sino más bien en un acto positivo de perdón y benevolencia. Estas disposiciones han de tenerse en el fondo del corazón e inspirar nuestras obras respecto del prójimo, de modo que Dios vea nuestra intención, aunque el mismo prójimo no lo sepa."

Dice aún San Lucas en 6, 35: "Vosotros, amad a vuestros enemigos; haced el bien y prestad sin esperar nada en retorno, y vuestra recompensa será grande, y seréis los hijos del Altísimo; de Él, que es bueno con los desagradecidos y malos." Pues bien, es lo que hace Philip: amar a su enemiga -- por supuesto que él llega a ver que ella es una enemiga -- hasta el final. Pero ninguno de los males que Mildred intentó hacer a Philip lo destruyó. Él nunca se quejó. Volvió a la pobreza, trabajó, se dejó ayudar por sus amigos y pudo terminar la carrera y encontrar un amor verdadero. Philip dio mucho y recibió aún más. Dios jamás lo abandonó.
Helga Maria Saboia Bezerra
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