Las reglas de la seducción

Para algunas personas esta película quizás les pueda parecer un poco ñoña; para otros horrible, pero en mi opinión la peli merece ser vista sin prejuicios.
Todos aquellos que intenten encontrar una pizca de la ironía que emanaba de "La costilla de Adán", aquí no la van a encontrar. Aquí lo que encontramos es a una pareja de abogados en el que uno no pueder ver al otro. En un lado esta Audrey (Julianne Moore) mientras que su contricante masculino es Daniel (Pierce Brosnan). Sus batallas dialécticas en un divorcio y los acercamientos entre el uno y el otro, y sus contínuas disputas marcaran el devenir de la película.
Una comedia que quizás no tenga un gran guión y que a algunos pueda aburrir pero a fin de cuentas estamos ante una película de género romántico que lo que busca es entretener por encima de todo.

A mí la película no me ha disgustado. Es la típica comedia romántica, con algún que otro giro argumental con ciertos equívocos, y que en determinados momentos tiene su gracia. Por supuesto, es inofensiva, sin grandes alardes dramáticos, ni hecha para grandes interpretaciones.
Y es en los intérpretes donde falla algo el film. Primero, porque para mi gusto no acaba de haber química entre ellos. Ninguno de los dos, aunque hayan hecho más comedias, son precisamente expertos en esas lides. Quizá Pierce Brosnan esté más acertado en su papel; a ella no le acaba de encajar, aunque da la impresión de que se siente más a gusto según avanza la cinta.

Ciertamente divertida, atractiva, para pasar una tarde de sábado o de domingo. Su simplicida es la causa de su singularia y facilidad de entender conceptos como las diferentes forma del ejercicio del liderazgo, la teoria de la personalidad, las relaciones social, emociones, familia, leatad a principio y organización del trabajo así como su dirección. En ello se entremezcla el pracmatismos de la sociedad aglosajona en forma de cultura-dinero-poder. Todo amenizado con un excelente y pracmatico uso de las estructuras informales, es decir, esas cosas que se ven en la intimidad pero que nunca se vería en un juicio.