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Jennie

Drama. Romance. Fantástico Un pintor arruinado y abatido por haber perdido la inspiración conoce, un frío día de invierno, a una chiquilla en Central Park vestida de un modo anticuado. A partir de ese momento se suceden otros encuentros, con la particularidad de que en breves intervalos de tiempo la chica se va convirtiendo en una bellísima joven, de la cual el pintor se enamora. Pero Jennie esconde un secreto… (FILMAFFINITY)
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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
9 de septiembre de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahí estaba yo: a finales del mes de julio, casi de madrugada, treinta grados a la luz de la luna, insomne, sola y cojita de la mano derecha. La viva estampa de James Stewart asomado a la ventana. Era el momento de embarcarme en la historia de misterio que se podía esconder detrás de la única luz que había encendida... Pero me faltaban demasiadas cosas. No tenía prismáticos ni pijama de rayas, no necesitaba silla de ruedas, ni había un novio en el sofá predispuesto a hacerme de ayudante detective. Y, así, perdía toda su gracia. Pero no tenía sueño y me puse esta peli. ¿Por qué? Bueno, de momento, la carátula era refrescante. De un azul de frio polar, Joseph Cotten me encanta, y así como las bicicletas son para el verano, las películas antiguas son para las noches de bochorno, insomnio y soledad. Le van muy bien esas historias casi siempre tristes, de preciosos diálogos, melancólicas músicas, hombres amargos y mujeres dulces, o al contrario...

Acerté. Era la película ideal para esa noche. Para empezar, me encapsulé totalmente en sus imágenes. No es que fueran "frías", es que no había atmósfera, como si transcurriera todo en la luna. Él, ella y yo estábamos como en una bola de esas con nieve dentro y no nos llegaba nada del exterior. Oíamos como el eco lejano de una música misteriosa que no se parecía a ninguna que hubiéramos oído. El viento estaba sereno. La noche, azul. La nieve no se atrevía ni a moverse. Y ella era la criatura más rara y fantástica que Josep y yo habíamos visto nunca. Una aparición en toda regla. Como si tal cosa. Y lo más extraño es que no nos extrañó. Ni nos dio miedo. Josep Cotten se enamoró, claro. Ella era la musa perfecta: bella e imposible. El sueño de todo pintor para hacer el cuadro de su vida. Y a mi me dio muchísima pena. Odio las historias de las sirenas enamoradas de un hombre vulgar: siempre acaban fatal. Bueno según se mire, si el fin de algunas películas es entretenernos, hacernos soñar, evadirnos de la realidad y ofrecernos un poco de fantasía, de magia, de amor y de aventura, ésta es la película perfecta. Sería su fotografía, la iluminación, la música o la interpretación de esa historia increíble pero a mi me llevó desde esa madrugada soporífera y solitaria hasta una de esas bolitas de nieve donde todo lo que no es real se hace posible... Me encantó. Muchísimo mejor que si hubiera estado espiando a mi vecino mientras hacía las maletas para irse a la playa a la mañana siguiente...
paki
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29 de octubre de 2013
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
David O. Selznick produjo para William Dieterle este memorable melodrama romántico, tan enormemente interesante como desconocido e infravalorado. Basada libremente en una novela de Robert Nathan, publicada en 1940, Selznick compró los derechos para que la interpretara su prometida, Jennifer Jones de la que estaba muy enamorado. Narra una intimista historia de amor entre Eben Adams (Joseph Cotten), un pintor frustrado y Jennie (J. Jones), una bella muchacha que el pintor conoce una tarde nevada de invierno en Central Park, N. York. El director de fotografía Joseph H. August, responsable de la magnífica recreación de la atmósfera medieval de “El jorobado de Notre Dame” de 1939, sería el encargado de realzar el impacto visual de la aparición femenina, con unos efectos especiales basados en un tratamiento impresionista de la luz.

Dieterle director de corazón romántico e indómito, tanto en sus películas de crítica social como en sus melodramas, enviste al mar embravecido, según los designios de Selznick de convertir la tempestad original en un devastador huracán, de la imagen de una naturaleza airada, incapaz de detenerse ante la belleza del arte, de aplacarse ante la fuerza del amor. La película incluye más sutilmente y con gran inteligencia otro amor imposible entre Adams y la Srta. Spinney (Ethel Barrymore). Hay un curioso paralelismo entre las escenas del pintor con Jennie y con la galerista, que al ser tan sistemático me obliga a suponer que no puede ser casual. De hecho, hay una absoluta correspondencia entre la fascinación que Adams siente por Jennie y la que Spinney, la madura galerista solterona siente por el pintor.

Sin excesivos datos externos – pero con la convicción que supone haber analizado la película con detenimiento – uno se siente tentado a esbozar una teoría, y es que la lectura del amor por encima del tiempo y la muerte es la prioritaria para Selznick mientras que Jennie como inspiración del artista capaz de expresar en el lienzo lo más profundo de sus convicciones era el interés prioritario del film para William Dieterle. Y desde esa óptica – no hay que olvidar que toda la película está narrada en primera persona por Adams – no deja de resultar divertido observar cómo el cineasta contrapone el nulo interés que para el pintor supone el mural de Michael Collins , que ha pintado exclusivamente para tener gratis las tres comidas diarias en el bar del irlandés, y la pasión con la que pinta el retrato de Jennie, sobre todo si tenemos en cuenta la intención del cineasta en incluir en sus films metáforas sobre la sensación de sentirse castrado por el férreo control del productor.
Antonio Morales
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5 de septiembre de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una atmósfera onírica para un cuento sobrenatural sobre el amor. Brumas y niebla sobre estanques congelados de Central Park, nieve y textura de lienzo para las calles de la gran manzana, una fotografía y una banda sonora fantásticas que te envuelven.

Y por esas calles un pintor buscando inspiración, al que la dueña de una galería ha dicho que le faltaba algo a su obra, alma. Y entre las sombras y la niebla, una aparición, su musa.

Una historia romántica y creativa, en la que el amor de un artista logra captar un momento de belleza que trasciende más allá del tiempo. Un recuerdo que flota en la inmensidad de una naturaleza que lo destruye todo y en la que todo vive.
mi_mo_ca
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2 de marzo de 2007
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que, con el paso de los años, el argumento se haya quedado un poco "pasadito", rayano en lo cursi. Puede que Jeniffer Jones llene de una pastosa carantoña artificial todo lo que toque. Puede que la figura de la "solterona" anciana sea bastante forzada...

Pero es la mejor actuación de Joseph Cotten, junto con "Luz que agoniza", y estamos ante una película que, sin la panoplia de efectos especiales de nuestros días, te transporta hasta un mundo donde las sombras resultan ser maravillosas y armónicas, como en un buen cuadro.

Recomendable para quien esté cansado y quiera soñar un poquito sin quedarse dormido... ¡Ah, y le guste el buen cine!
jfreyba
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12 de enero de 2006
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Retrato de Jennie", "Jennie" niega el tiempo y la razón. Sólo en esta película dos líneas que discurren paralelas desde un tiempo distinto y a distinta velocidad logran unirse varias veces. En "Jennie" todos es profético y transcurre bajo la urdimbre del destino. La irrealidad del tema envuelta por los claroscuros y la música. Fatalismo romántico.
Totó
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