Los tres entierros de Melquiades Estrada

Impresionante y arriesgado debut de Tommy Lee Jones en la dirección, con una historia fronteriza de amistad humana y conmovedora, con influencias de road movie y western con trasfondo desgarrado

Guillermo Arriaga, guionista de 21 gramos y Amores perros no nos podía decepcionar, y Tommy Lee Jones no podía resultar más convincente, delante de la cámara y detrás de ella, rodeado de magníficos actores secundarios.

Para mí ya es un nuevo clásico.

En este excelente film Tommy Lee Jones nos brinda una redonda y perfecta historia circular.
Las grandes bazas de esta película son una estructura narrativa y un guión densos y muy bien estructurados que dotan al film de una impronta poco vista en el actual panorama fílmico.
Si a todo esto sumamos unas localizaciones impecables y una fotografía que da a la película un gran verismo, nos encontramos con un apoteósico debut tras la cámara de Tommy Lee Jones.
Por que la dirección es sobria, contenida sin ambages pero a su vez acompañada de un guión que invita a la reflexión junto a unas interpretaciones matizadas, serenas y muy resueltas.
Muy necesaria esta obra personal para el cine que se hace actualmente en Usa.
Un saludo, Efelson.

Esta historia llevada por Tommy Lee Jones es un viaje mal llevado. Intenta pero no resulta.
La amistad tan profunda, núcleo de la trama, no se revela por medio de ningún detalle creíble, se la supone, como el valor, pero no existe un lazo fuerte ni muestra que nos prepare para el camino.
Empieza con la llegada de una pareja a un pueblo fronterizo. Él, además de idiota es guardia froterizo y la mujer en principio entusiasmada, en la siguiente imagen se muestra deprimida y cansada. Como si no hubiera existido un conocimiento anterior ente ellos.
Al mismo tiempo llega Melquíades buscando trabajo. Un ganadero se lo da y de pronto nos encontramos ante la amistad referida, una amistad profunda y verdadera. Nace una empatía de la nada ciertamente mal presentada, incluso el mejicano le regalará su caballo por las buenas como para cerciorarlo, pero parece algo insólito o más bien, una ofrenda por haberle proporcionado trabajo. Un trabajo cómodo pues pasan el rato hablando con camaradería.
La película nos enseñará que No es País para muertos, hosca, dura, con el ciego en el camino y la cascabel acechando, pero sigue sin llegar a las entrañas.
La carga del muerto puede tomarse de mil maneras, pero la primera de ellas es la de macabra en grado no razonable; es una carga exagerada, debida a la promesa de un hombre que en ningún momento llegamos a conocer, tan solo ese referente de amistad con el muerto pero que no es suficiente. Una persona madura si le dice a su jefe que si se muere le lleven a su pueblo a enterrar siempre se entenderá que habrá medios para llevarlo, no acuestas necesariamente. Nos lo cuentan, pues vale... Pero así no es.
La persecución de los guardias no implica interés en ningún trance. Pasa con los demás personajes, figuras totalmente estáticas, sin raíces en su entorno.
La dirección no es efectiva a la hora del desarrollo.
La verdad es que la película no enseña nada, resulta como llegar a El tostón, pueblo del trayecto.
La muerte de Melquíades podía haber servido al guardia pajero que lo mató para corregir su insulsa vida, pero definitivamente el film no tiene el detalle de afirmarlo.
A diez kilómetros de Jiménez, El tostón.

Siendo sincero, reconozco que la película me ha aburrido bastante, esperaba algo más, más de acción, más sexualidad, más interpretación, más sorpresa, alguna excentricidad o por lo menos originalidad pero jamás la road movie de un viejo vaquero, aburrido, carente de atractivo, previsible y por supuesto asfixiante.

La película no tiene nada del otro mundo, con un ritmo lento va contando la historia a saltos, como los de un conejo cuando escapa del coyote, de un vaquero en su viaje negro sobre una promesa mejicana, con personajes para nada atractivos y atrayentes, más bien lógicos y naturales, vistos y re-vistos mil veces, con personalidades corrientes y problemas comunes, y todo para llegar cerca de Tostón, a Jiménez tan atractivo como un mejillón cerrado en medio del desierto.

En fin, sobrevalorada y previsible, para nada atractiva y no recomendable.

Los premios que ha recibido me parecen inmerecidos. Estoy de acuerdo -he leído por ahí-, que los premios de la industria muchas veces van condicionados por el amiguismo y el politiqueo. Sí. Rotundamente. Aún y todo tampoco puede decirse que sea un bodrio. Más bien alterna momentos algo cutres en la dirección con momentos geniales, y luego la mayoría, que van pasando sin ton ni son.

Lo que sí me gustó es el mensaje de que la vida de un espalda mojada vale tanto como la vida de cualquier nazi de ojos azules, aunque al final el nazi se vaya de rositas -libre-, con lo que nos queda un cuento agridulce que te deja una rara sensación por la ambigüedad tanto del mensaje como de la historia. Y por ello baja nota alarmantemente.