Sopa de ganso

Me desconcierta sobremanera la forma que tienen ciertos críticos, que admiro, eso sí, en alabar esta película. Sé lo que representan los hermanos Marx en el mundo del cine y en la historia de este, sin embargo, esta película es (conjuntamente con muchas otras, debo reconocerlo) una de las que menos me complacen ver. La razón fundamental es que está envuelta en un infantilismo innecesario.

Las apariciones de Groucho, que en las películas de los hermanos siempre son frescas, enérgicas, en esta se quedan en mera caricatura. El trasfondo político de la película queda enturbiado per las siempre eternas cancioncillas que no hacen otra cosa que ralentizar la película hasta convertirla en jirones de celuloide.

El guión resulta pobre, exceptuando contados diálogos, Chico y Harpo llegan a cansar son sus repetitivas gags...

La película, en mi humilde opinión, está muy lejos de la magnífica “Una Noche en la ópera” de Sam Wood.

Los hermanos Marx se reían hasta de su sombra y revolucionaron el género de la comedia, llevándola hasta el extremo más delirante. Figuras del espectáculo, cómicos, cantantes, prestidigitadores, faranduleros y reyes del absurdo y de los juegos de palabras, convertían sus películas en una sucesión de gags que han quedado como verdaderas perlas inimitables y como iconos del cine humorístico.
Ellos convertían cualquier sátira en la que intervenían en un circo lleno de movimiento, de diálogos de besugos, de ácidos y desternillantes comentarios y frases que siempre desvían las conversaciones y no las llevan a ninguna parte, de juegos malabares, de bromas pesadas, de números musicales que en ocasiones llegan casi al virtuosismo, y que lo convierten todo en un alocado tributo al sentido del humor, al optimismo y a la risa como el mejor medio de solucionar muchos de los problemas que nosostros mismos nos creamos.
Porque estas comedias de los Marx son más que una sucesión de escenas carcajeantes. Son burlas, parodias y críticas directas a las convenciones y a muchas cosas tontas que hacemos. Por ejemplo, en "Sopa de ganso" se realiza una burla descarada y simpática a la organización de los gobiernos, a las dictaduras y a los motivos que suelen ocasionar las guerras.
Freedonia es una república cuyo presidente es nada menos que Rufus T. Firefly (Groucho Marx). Con semejante presidente, ya nos podemos imaginar cómo funciona todo en el país. Nos hará reír hasta las lágrimas con sus reuniones para tratar los asuntos de Estado, sus decisiones disparatadas, sus frases de doble filo, sus pullas y, sobre todo, su cara durísima como el cemento armado. Junto a él, su eterna y sufrida Margaret Dumont, esa actriz grandota con la que el personaje de Groucho siempre flirtea, y que bebe los vientos por él pese a que éste siempre le da una de cal y otra de arena, con sus declaraciones de amor interesadas y chocantes.
La olla de grillos se completa con Chico y Harpo, dos "espías" del país vecino, la dictatorial Sylvania, contratados para obtener información secreta acerca del presidente de Freedonia. Pero ya podemos hacernos una idea de su eficacia como espías. Dos tramposos sin oficio ni beneficio (como todo el mundo en las películas de los Marx, en realidad), que van tirando a base de mucho cuento, con la labia de Chico y los juegos de manos y habilidades de Harpo para desplumar a cualquiera que se le cruce. Todos los demás personajes son más o menos los resignados pardillos que sufren la cascada de despropósitos y absurdos provocados por el incompetente presidente y los dos espías. El cuarto de los hermanos Marx, Zeppo, permanece bastante a la sombra y no destaca como los otros.

Este film es el paradigma del humor de los Marx: una catarata incesante de chistes hilarantes (tanto visuales -el momento de Groucho y su doble haciendo de espejo es MÍTICO- como verbales) a la que le faltan todos los elementos -insulsa subtrama amorosa, Harpo tocando el arpa- que deslucían muchas otras de sus películas.

Y no me olvido de la imprescindible Margaret Dumond. Maravillosa.

En resumen: un clásico con mayúsculas del cine de humor.

Mejor dicho: UN CLÁSICO DEL CINE.

Y punto.

¿Se puede ser "pacifista" sin parecer un predicador coñazo? ¿Se puede ser crítico con la guerra sin caer ni en topicazos ni en obviedades? Sí que se puede. O al menos se pudo hace unas cuantas décadas.

Sin solemnidad, ni mesianismo, a ritmo loco, directo, desenfrenado y casi surrealista tenemos todo un compendio de los males que azotaban al mundo en la época de entreguerras: políticos corruptos y ambiciosos, expansionismo a costa del vecino, diplomáticos de catadura moral cuestionable, etc etc. Es decir básicamente la panda de indeseables que regían las vidas de los sufridos seres humanos de aquella época.

La parte trágica de todo este asunto es que tres cuartos de siglo después aún seguimos metidos en el mismo barullo. Políticos, diplomáticos, militares, fanáticos de todo pelaje... Lo mejor de cada casa sigue campando a sus anchas por doquier lo que hace, en parte, que la película se siga manteniendo tan fresca hoy en día.

Bueno, eso y la labor cinematográfica claro. Groucho está sencillamente desaforado, ingenioso, cínico, apabullante. Harpo y Chico están geniales, sobre todo cuando confluyen ambos, suyos son los "gags" en el sentido literal de la palabra. Los números musicales son estelares en algunos casos (y miren que no soy muy de musicales) y en especial las escenas de guerra finales son irónicamente tronchantes.

En fin, 70 minutos sin un sólo segundo sobrante. Directa, frenética e inteligente.

Y es que "Sopa de ganso" es el remedio que se ha de recetar para curar la depresión.
Te puede gustar más o te puede gustar menos. Puede que aprecies a los Marx o puede que los desprecies. Pero sin lugar a dudas te ríes.
Un taza de esta sopa de tan solo una hora de duración mezcla momentos de humor absurdo (en el buen sentido) con los comentarios más ácidos.
Hoy en día puede costar seguir este humor ya que es un no parar de imágenes y una velocidad muy alta en los diálogos. Hoy en día parece que esperamos el momento de humor en una comedía y sabemos cuando y qué va a contestar para hacer la broma.
La parte negativa son los momentos musicales que a mi parecer rompen el ritmo de la obra.
En general un film que receto para esos días en los que cuesta sonreír.