¡Shazam!

Enésima producción infantil de este género. Año 2019, por si no habían tenido suficiente con Guardianes de la Galaxia (2014), Deadpool* (2015), Ant-Man (2015), las infames Spiderman Homecoming y su secuela (2016) y Guardianes de la Galaxia 2 (2017), Thor Ragnarok (2017) y Deadpool 2 (2018).. nos traen 'Shazam', historia y guión básico, revenido y predecible. El personaje protagonista, una caricatura. El villano es villano porque sí, alguna vez fue un niño repelente con gafas y de repente aparece como un calvo malvado, jaja. Una película muy seria, madura y original como se puede comprobar. Pero aquí no acaba el tema, la cosa es que literalmente copia muchas situaciones vistas en las películas 'Los 4 Fantásticos' (2005) y 'Silver Surfer' (2007) las cuales pusieron verdes, para después decir que las de Guardianes de la Galaxia son buenas, jaja increíble vamos, con un 6,9 de media y esta 'Shazam' un 5,9.. Pues eso que, como tantas otras, es bastante tonta e irrisoria, hace que estos personajes carezcan de interés y los convierte en una burla. Y ya han recogido sus frutos con 'Ant-Man Quantumanía' 'Thor Amor y Trueno' y 'Shazam 2' .. No considero que esta sea una película cuya existencia debería ser erradicada, pero desde luego tampoco aporta nada. No suma casi nada y resta bastante. (Más en zona spoilers)..

Aclaro: le tengo visceral repulsión a los superhéroes en todas sus formas. Si he leído y disfrutado varios comics no tienen nada que ver con superhéroes porque me parece un género estúpido, ridículo, aburrido, repetitivo, mediocre, simplista, infantil, etc. Con las películas de superhéroes es peor. Hay excepciones pero ese no es el tema ahora. Sé que lo que estoy diciendo puede sentar mal a muchos actualmente, podrás pensarlo carente de validez o sinceridad, y quizás imaginaras que sólo busco llamar la atención y, por tanto, no vale la pena seguir leyendo. Sea como sea, estoy en contra del género de superhéroes así como cualquier persona está en contra de un partido político con el cual no concilia. No es trollero. Es tener una serie de objeciones frente a su contrincante como símbolo merecedor del apoyo de muchos.

Una de las principales razones para estar en contra del género es que se ha convertido en un monopolio y estoy en contra de eso en cualquiera de sus instancias. Yo apuesto por la alternabilidad y la separación de poderes. ¿O es que van a negarme, incluso los más fieles fanáticos, que el género se ha apoderado tanto de la industria del cine (los incontables intentos de "universo cinematográfico", la producción de docenas de "tie-in" series, la desastrosa proliferación de categorías de clasificación posmoderna como "reboot", "soft-reboot", "stand-alone-sequel", "spin-off", "sidequel", "prequel" etc.), del espectáculo (la explosión de videojuegos relacionados, los musicales, las convenciones, las atracciones o "rides", etc.) y de la imagen cultural (marketing, juguetes, disfraces, redes sociales, etc.) de la última década?

No soy un amargado o un anciano que odia la diversión. Ese panorama es espectacular y un sueño hecho realidad para muchos fanáticos del género que durante muchos años, o hasta décadas, siempre se vieron frustrados en el poder experienciar adaptaciones dignas y para los cuales su fuente de disfrute era irrespetada por la mayoría. Lo sé. Era necesario que algo como esto ocurriera y no tengo problemas con eso. Aplaudo las cosas positivas que ha traído esta época dorada de superhéroes en el cine. Sin embargo, así como el Western en su época, el cine negro o la breve época fantástica de principios de los 2000 con Harry Potter, The Lord of the Rings y Piratas del Caribe... cada una de esas tiene su momento, su duración, su cumbre y su fin.

Por muchas razones esta macrocefalia cultural, liderada por el séptimo arte, se distingue de muchas del pasado... espera!!... esto no es un paper académico sobre el impacto antropológico, sociológico de la figura de los superhéroes. Esto se supone que es una crítica de Shazam! Simplifico mi perspectiva. Lo peor de esta "fase de superhéroes" es que: pretende durar varias décadas más, termina silenciando las voces de otras narrativas cinematográficas, le roba la audiencia y la atención a otras expresiones culturales, centraliza el poder económico al punto de privar la financiación de producciones originales y a eliminar las diferencias creativas con tal de garantizar uniformidad... Sintetizando, conduce a un totalitarismo artístico que autoriza la eugenesia en la industria del entretenimiento. Esa es la impresión que me da y me desagrada. Mi respuesta no es una "Solución Final". Ya sé que eventualmente terminará el periodo. Aun así, no me quedaré de brazos cruzados y defenderé mi postura. Quiero contribuir a que se le den oportunidades a las alternativas y se disminuya la desproporcionada idolatría. Dicho todo esto, pasemos a Shazam!

Tendrás dudas seguro. Si tanto asco me dan los superhéroes... ¿Por qué estoy recomendando una película de superhéroes? Pues la versión más simple y pedante de la respuesta es: “Shazam! no es una película de superhéroes”. Me explico. La peculiaridad de Shazam! es que, por más que muestre en pantalla superhéroes y supervillanos peleando, siempre se mantiene distintiva en su identidad creativa y artística. Sí, la cinta podría caer bajo la etiqueta de "una historia de origen más" y ciertamente muestra cómo alguien sin súperpoderes los adquiere y tras no saber cómo manejarlos termina aprendiendo y decidiendo convertirse en un símbolo de la justicia y el bien para combatir el mal y el crimen. Ok, eso está muy bien pero ¿qué pasa?... que con simplemente cambiar los súperpoderes por "nuevas amistades" de entre las cuales que se incluyen "malas influencias" uno no tiene una peli de superhéroes. Uno tiene una dramática coming-of-age-story contada en una hilarante comedia familiar.

Shazam! podrá narrar instancias de idolatría de superhéroes pero ella NO ES una instancia de idolatría de superhéroes. Su centro de atención no son los superhéroes. El filme se preocupa por temáticas de abandono, descubrimiento de la propia identidad, la convivencia como sustento de los afectos, la importancia de la familia y demás ideas que son comunes tanto a dramas con aspiraciones de oscar, los telefilmes hechos para toda la familia y hasta esos "clásicos" coming-of-age-films que definen una generación cada década. En general lo que digo es que Shazam! no es el tonto espectáculo de efectos especiales, chistes infantiles y una sombra de trama con el único propósito de ver peleas de superhéroes, el uso de superpoderes y mostrar al “ícono” siendo cool y generador de admiración. Shazam! cuenta una historia que va más allá del mero asombro por las hazañas heroicas. El contenido, mensaje, subtexto, núcleo narrativo y la substancia de la historia tiene más que ver con los obstáculos de ser un adolescente, de encontrar su lugar en el mundo descubriendo quién se es y de reconocer la importancia o influencia que pueda tener la familia y amistades a la hora de determinar nuestras decisiones de perseguir o defender x cosa. Por esto y mucho más pienso que Shazam! se separa de la mediocre plétora de filmes de superhéroes uniformados y actuando como borregos o carros de mala calidad en una línea de ensamblaje.

Esta re-interpretación del super héroe de DC me ha parecido muy larga en el camino que tuvo que recorrer hasta que por fin reacciona ante el peligro y con muchas escenas innecesarias o ridículas desde el comienzo, para los cultores del genero como yo, la falta de oportunidades desaprovechadas abundan, la música tampoco ha sido de lo mejor, me ha recordado a la de spiderman.

Esta película no se ha salvado de las incoherencias, el villano debería haber sido mas joven, con esa edad su padre hace tiempo habría pasado de la invalides a una lapida y su hermano mayor debería ser aun mas viejo que el.

Cada ves que parece que todo va mejorar, empeora.

En otra época, fue el Western, allá por los años 50-60 del siglo pasado, luego le toco el turno a los espías bajo el telón de acero, un asunto que se extendió algo más de tres décadas, hasta que fue literalmente absorbido y devorado, en el peor de los sentidos, por el cine de acción, un género que ha mutado para traernos, gracias a esa maravilla visual incombustible, que representan los efectos generados por ordenador, a todos aquellos héroes de papel, que tímidamente comenzaron a asomar en la década de los 90, para acabar tomando la alternativa en el nuevo milenio, imponiéndose incluso a piratas saltimbanquis y robots gigantes transformables a su paso.

Cada época cinematográfica tiene su estilo, el público elige y es soberano, y ya pocos dudan del poder de este tipo de producciones, que han generado una curiosa guerra entre gigantes, que tiene a DC como un evidente patito feo que llega tarde al baile, y se encuentra con la más guapa rodeada de toda la atención, una Marvel equilibrada y sobrada de experiencia en la comparación, que no necesita encontrar un estilo propio.

Quizá algo agotada en las batallas, a la franquicia no le queda otra que seguir reinventándose, y recurrir al humor, uno de esos reproches generales que no ha podido obviar, y que ya se encontraba presente en la reciente ‘Aquaman’, algo que queda reafirmado con este nuevo personaje, uno de los pocos que no es completamente desconocido para un servidor, que tuvo la suerte de niño de verle actuar, en aquellas fascinantes aventuras de papel junto a Superman, con el cual comparte bastantes similitudes.

La buena noticia, es que parece que directores como David F. Sandberg, comienzan a ser ajenos a esa absurda lucha entre compañías, dejando a un lado todo rastro de pretenciosidad, en un esfuerzo por hacer un producto entretenido, salpicado de algunos homenajes retro tan de moda, que muestre cierta calidad formal pese a su marcado carácter comercial.

Unos objetivos logrados parcialmente, gracias a un tono inconstante pero vigoroso, que recuerda en cierto sentido, aquella tormenta tan vibrante como dispersa que representaban los primeros títulos DC, pero con un aspecto visual y narrativo más depurado. El peaje a pagar en todo esto es obvio, esa falta de pesimismo y oscuridad que los más acólitos de estos personajes echaran en falta, condenados a un trabajo enfocado, de forma más que evidente, al público infantil y juvenil.

Finalmente, en este reconocible universo hiper vitaminado de los superhéroes, ‘Shazam’ es a la vez tan mema como resultona, su relativa falta de pretensiones, expresada claramente en la sorna con la que Zachary Levy encara el papel protagonista, hará que los mas puritanos se lleven seguramente, y no faltos de razón, las manos a la cabeza. Para el resto, bastará con desconectar el cerebro durante algo más de dos horas, y dejarse llevar por su cuidado imaginario de fantasía.



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Lo mejor: la representación de los pecados originales clásicos (conviene matizar esto porque en la actualidad se han añadido al listado más) es, contra todo pronóstico (el hecho de que no articulen palabra alguna al comunicarse telepáticamente hace presagiar una enorme desilusión), magnífica, y es que los efectos especiales lucen más que notables en dichos impases (al igual que en aquellos en los que se suceden pruebas para comprobar el potencial mágico adquirido); el último cuarto de cinta es un auténtico regalo para los amantes del espectáculo cinéfilo, saturando los sentidos (en el buen sentido de la expresión) con un frenetismo tal que nadie podrá apartar la mirada de la pantalla, aguardando los poderes de cada cual y sus cometidos en un segundo plano en beneficio de la infantil pero hipnótica imaginación de un autor que cambia radicalmente de registro (sus dos anteriores largometrajes se circunscribían claramente en el terror al tratarse de Lights out y Annabelle creation) con mucha más actitud que aptitud; la campaña publicitaria de la película (obviando tediosos detalles como la hipótesis de la histeria colectiva y acentuando sensibles escenarios como la existencia del hogar de acogida), en especial los avances centrados en la especie de híbrido resultante de las versiones oscuras e indisciplinadas de Flash y Superman, con matices de Deadpool (menos obsceno y visceral), que la protagoniza.

Lo peor: la indefinición genérica es abrumadora, no funcionando ni la comedia (las ocurrencias son previsibles) ni el drama (el sentimentalismo es efímero) y, solo parcialmente, la acción (las escenas de índole fantástica sí hacen honor al término), pues la traslación al celuloide de las viñetas del universo en el que se inspira la obra es bastante fiel pero la subtemática de la deidad justiciera no se proyecta adecuadamente (los orígenes del villano son recurrentes y la proliferación póstuma de nuevos héroes precipitada); el carisma del reparto (que no de los personajes) es deficiente y, tratándose de un aspecto fundamental en el devenir de la trama (por cómo se plantea la misma), es algo sentenciador, salvándose del estrépito interpretativo (cuando no ceden ante la sobreactuación impuesta por un guión mucho más pretencioso de lo que aparenta) el musculado Zachary Levi, el sufridor Jack Grazer y la entrañable Faithe Herman; la nula adecuación a un público concreto, ya que algunas secuencias van dirigidas al más joven (despiertan tiernas sonrisas a partir de pueriles contextos estériles para el siguiente) y otras al adulto (rezuman violencia no apta para el anterior), siendo una de tantas incongruencias observables en una historia que termina sin resolver todos los conflictos que presenta y, pese a ello, concluye (tras la aparición estelar de la velada y los créditos finales) con la promesa una secuela de dudosa conveniencia.

Daniel Espinosa
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