Monstruos del abismo

A caballo entre los años 70 y los 80 nos llegó este híbrido que ponía las cosas en su sitio en lo tocante a las monster movies de la época. En un pueblo costero donde el chaleco acolchado y la camisa de cuadros son casi la vestimenta oficial aparecen unas criaturas anfíbias tela de cachondonas, que salen a la superficie a buscar mozas de buen ver para saciar sus bajos instintos.

Hablemos claro: el tiempo ha pasado por encima de esta película como un trolebús. Su vocación es de clara serie B pero la Z es la letra que hoy día mejor se le ajusta. El punto de partida está copiado de "Tiburón", aunque la idea remita claramente a "La Mujer y El Monstruo" (1954), pero dejando a un lado lo platónico para ir directamente al catre. Luego hay cosas que no cambian, como ese vetusto aire paleto del pueblo, donde los hombres beben cerveza más que respiran. Y como era el año 1980, está salpimentada con algunas escenas de erotismo naif muy de la época. De las actuaciones mejor olvidarnos, que esto va de bichos, tetas y gente gritando y corriendo durante horas. Los mismos gritos sonando una y otra vez, en su cutre versión del grito Willhem. Risible no, lo siguiente.

Los mostrencos no están del todo mal conseguidos dado el momento y el presupuesto. Lo mismo podemos decir de los efectos especiales, incluido algo de gore que se ve con el mismo deleite que todo lo demás. Porque a pesar de lo viejuno y lo ingenuo de todo estamos ante una cinta enteramente disfrutable. Esa ingenuidad es lo que la hace divertida, incluso muy divertida, aunque no fuera la intención. ¿O quizá sí? ¿Cómo si no van a proponer la escena de uno de los monstruos persiguiendo a su víctima en un tío vivo? ¿O esa otra en la que un grupo de pueblerinos muelen a palos a otra criatura, en el mejor estilo "La Naranja Mecánica"? El colmo del descaro llega con la escena copiada de "Alien", que años después popularizaría la serie "V". Lo dicho, un despiporre.

Para ver esta película cuando no toca, 25 años después de su realización, se ha de ser especial. No toda la serie B ha de ser buena porque sí, porque toca ser condescendiente con los bajos presupuestos, porque se dé por hecho que las buenas ideas mandan por encima del capital. Hay muchas pelis de serie B infumables. Pero para mí leer que Roger Corman estuvo detrás ya es suficiente aliciente, además del glorioso título.

Una vez metidos en el ajo la película es una suma de cosas siempre vistas. Siempre hay alguien que atisba el peligro y no le creen hasta que es demasiado tarde, siempre hay una cámara al hombro fuera de una casa (y con nocturnidad) que anucia un peligro que finalmente no aparece en esa escena, siempre hay chicas monas... Y atención, porque es lo peor de todo, siempre hay una excusa o justificación lamentable que en este caso, tiene que ver con la alteración genética del salmón en una fábrica de conservas. Maravilloso.

Con todo, pese a todo, diré con la boca pequeña que me ha encantado y que me ha entretenido una barbaridad. Ya no sólo por las mujeres en pelotas que todos señalan, para mí lo más maravilloso ha sido el desenfreno final, bruto y sangriento, en la feria del pueblo. Si ya antes habíamos vistos los disfraces indescriptibles de las criaturas protagonistas, en ese loco final todo queda elevado a la máxima potencia, con mil detalles de sangre, clorofila y vísceras de todo tipo. Qué tosquedad, qué brutos...

La vi en su día cuando la estrenaron. Como citan otras personas en sus comentarios, cine de terror serie B con toque erótico, la combinación ideal cuando tienes trece o catorce años. Susto tras susto hasta el previsible desenlace final, para ver otra vez en casa con un cubo de palomitas..., ay, malditas canas...

Frase promocional de la peli: "No son humanos. Pero cazan mujeres humanas".
¿Qué pensaría Howard Philips Lovecraft, escritor racista y misógino, si pudiera ver esta adrenalítica, casposa y húmeda serie Z? Dado que el solitario de Providence imaginó unas criaturas muy similares a las que aquí aparecen (los "profundos") y también aludió al detalle picantón de que los monstruos se pirraban por las hembras de nuestra especie, puede que le gustara y todo. Aunque lo más seguro es que echaría la pota.
Procedente de la Corman Factory, la película va al grano con la contundencia y la economía de medios habitual. Piratea sin pudor hallazgos de otras películas (desde la seminal y pacata "La mujer y el monstruo" hasta revienta-taquillas recientes como "Alien"), añade unas gotitas de ecologismo avant la lettre, no te cortes a la hora de mostrar salpicaduras de hemoglobina y que las chicas exhiban tetamen, encuentra un título descacharrante y ya tienes lo justo y necesario para cocinar un clásico psicotrónico. Si a esto le añadimos que, pese a las prisas, la cosa está bien rodada, incluso en los planos submarinos, y que los actores no lo hacen nada mal, la diversión está asegurada.
Por cierto, hay un remake con el mismo título, de 1997 y también de la troupe de Corman. Huyan de él como de la peste.

El argumento de "Humanoids from the deep" es muy flojo y totalmente incongruente a nivel científico y de toda lógica: es imposible que unos seres evolucionen en humanoides en semanas y es imposible que anfibios procreen con seres humanos. Son dos de las sandeces que se encontrarán en esta curiosa película.

Quitando el patético hilo argumental, es indiscutible que la obra generará nuestro divertimiento más pueril y básico, y que se olvidará con la misma facilidad y simpleza con la que el guionista formó el argumento.

Mención a parte para la buena labor del equipo de maquillaje y efectos especiales de rodaje, ya que los humanoides están bastante currados para la época (1980) y cumplen su objetivo: generar asco.