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El gran restaurante

Comedia El Sr. Septime dirige su lujoso restaurante con una disciplina casi militar. La visita de un Jefe de Estado sudamericano hará que el hotel se movilice en su honor, y deciden preparan un plato especial para él: la "Pirámide al Septime". En el momento de la aparición del plato, el Presidente Novalés desaparece. Septime se encuentra entonces en una situación delicada: el comisario sospecha de él, y es acosado por el secretario del presidente. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
29 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trabajar en un gran y lujoso restaurante siempre fue el sueño del genial Louis de Funès...al menos desde el lado de la ficción.
Hay que tener esto muy presente cuando se accede al Septime, lo mejor de lo mejor en cocina francesa, también en diversión, equívoco, ¡nunca sabe uno lo que puede pasar ahí!

Sueño es lo más correcto. El cómico, ya desde los años '50, tenía en la cabeza esta idea y el motivo era rendir un homenaje a su propio pasado como pianista de bares y cabarets, de alguna manera para hacer las paces consigo mismo a través del cine, pero cuando imaginó esto su poder de estrella era aún muy, muy leve, y es que no sólo pretendía protagonizar dicha película, sino escribirla y rodarla. Demasiadas ambiciones que tuvieron que esperar la friolera de casi una década, madurar y encontrar un todo coherente, pero al observar "Le Gran Restaurant" esto no está del todo claro.
Entre la 2.ª y la 3.ª entrega de la saga "Fantomas" el proyecto se levanta en el entusiasmo descontrolado; De Funès colabora en la producción rodeado de amigos en los que tiene suficiente confianza, su objetivo es lograr un ambiente lleno de alegría, se improvisa, se crea el revuelo. El director por él asignado, Jacques Besnard (un experimentado asistente y director de 2.ª unidad que debuta aquí aunque las órdenes las da claramente el actor), debe repetir una y otra vez las mismas tomas; el guión no deja de reescribirse en mitad del proceso para añadir nuevos chistes. Todo esto, desde dentro, suena maravilloso...

Como espectador-degustador, es algo distinto. Este embrollo de menú que se divide en dos platos empieza aliñándose con el más fino y a la vez más estúpido humor francés de la época, humor blanco y universal para disfrute de todos basado sobre todo en el "slapstick" de toda la vida, los personajes coloridos y los diálogos histriónicos. De Funès brilla desde todos los ángulos, crea un personaje cobarde, cínico y tiránico que controla hasta el más mínimo detalle su comedor, permitiendo además lucirse a unos graciosos secundarios (aunque algo clichés); no hay nada de argumento durante este tramo, sólo pura farsa.
Pero llega el plato fuerte, que se sirve con la llegada de un jefe de Estado de Sudamérica, quien, tras una hilarante escena con un postre que explota por los aires, desaparece de la vista de todos; de seguir un guión más estructurado y comedido la película podría haberse desarrollado por entero dentro del lugar, como lograba con tan buenos resultados Blake Edwards en su "Guateque", por desgracia no sólo se nos obliga a salir del restaurante, sino que el protagonista, con el que hemos pasado tanto tiempo, pierde su carisma, su peso, su protagonismo, y pasa a ser el títere de una especie de alocada intriga con policías desagradables y secuestradores idiotas que no saben donde está el objetivo que pretendían raptar...

Por si fuera poco indigesto el potaje, está condimentado con la mala leche de la bellísima pero aquí insoportable María Rosa Rodríguez (cuyo papel, si desapareciera sin dejar rastro, no afectaría en nada a la historia...); en general todos los personajes que rodean a Septime son desagradables, le llevan de aquí para allá, y para recuperar al supuestamente secuestrado político le manipulan sin conciencia y con una frialdad repulsiva (y yo personalmente aborrezco este aspecto que se da en tantas comedias del estilo). Pero no es que nos pueda importar mucho...
Y la razón es que Septime tampoco es un personaje que en algún momento anterior a este desaguisado policíaco cercano a "La Pantera Rosa" haya demostrado un rasgo simpático, por mí se puede ahogar en las aguas del Sena o despeñarse por las laderas de los Alpes, que, la verdad, no me sacaría ninguna lágrima; incluso de ocurrir esto los camareros aparecerían celebrándolo en una escena inmediatamente posterior. Besnard rueda con poco sentido del ritmo a pesar de lo atropellado y disparatado de la trama, y los "gags" más graciosos corren a cuenta del talento de De Funès, de los efectos especiales y de algún delirio visual llamativo.

Vale la pena recordar algunas locas secuencias de acción en plenas calles de París y el clímax rodado en los bonitos paisajes alpinos, donde todo es tan simplemente absurdo que sólo resta dejarse llevar, igual que el protagonista, relegado a un patético "bouc émissaire" sin nada que ofrecer salvo expresiones de angustia continuas. El restaurante, por cierto, descansa en algún rincón del olvido y no volverá hasta un tontísimo colofón sin gracia.
Y esta tremenda irregularidad se percibió en taquilla. Aunque el actor (y aquí guionista y director) siempre llegaba a recaudaciones millonarias, por alguna razón que no parecía comprender "Le Gran Restaurant" se quedó en una posición más baja de lo habitual, mientras recibía la indiferencia de la crítica; fue poco a poco un éxito, como todo lo que hizo, y más con la campaña de publicidad con la que contó, pero nunca llegó a la altura de sus mejores títulos...
Chris Jiménez
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14 de julio de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenemos un actor, Louis de Funès, quizás el más taquillero de toda la historia del cine francés, y tenemos una larga serie de películas que protagonizó desde la década de los años 60, hasta principios de los 80.
Nuestro querido Louis de Funès, es el propietario del más prestigioso restaurante de París. La película es una bobada simplona sin pies ni cabeza, con el agravante de majadería total. Las aventuras descabelladas que viven el y sus trabajadores son de juzgado de guardia. Por descontado, esta es la segunda peor cinta con mucha diferencia de toda su extensa y buena filmografía.

Recomendación: Única y exclusivamente para incondicionales y despistados admiradores del actor galo, y también para el sufrido espectador que tenga insomnio. Siendo benigno, un 2.
El marinero solitario
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