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Motor Psycho

Acción. Drama. Thriller Tres motociclistas se lo pasan bien violando y matando sin piedad. Cuando violan a la mujer de un veterano de Vietnam, él les persigue junto con Cajun, una mujer a cuyo marido mataron... (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
2 de abril de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encontré “Motor Psycho” en YouTube una noche en la que buscaba al azar algo interesante; bueno, no exactamente al azar: cuando escribes “Russ Meyer” en el buscador de YouTube ya sabes a lo que te arriesgas…

Cómo clasificar a un director que con tres vespinos y un par de todo terrenos toyota es capaz de generar una historia salvaje y perturbadora a la altura, sino superior, a muchas otras del mismo tema? pues como un genio, que es lo que es el amigo Meyer, aunque nunca quisiera hacer otra cosa que sus martillazos visuales de Serie B.

Con cuatro dólares y unos actores desconocidos, rodado en el desierto con un equipo de cinco técnicos que dormían en tiendas (menos las chicas, a las que Meyer alojaba en una autocaravana), “Motor Psycho” construye una historia brutal, llena de violencia y en la que el sexo chorrea por las escenas a pesar de que apenas se ve un centímetro de carne.

“Motor Psycho” está sembrada de escenas magistrales, alguna antológica como esa fabulosa chupada de veneno de serpiente seguida de escupitajo de la chica (suck! suck harder!), o la que para mi es la mejor y más estremecedora: el baile de los tres psicópatas con la esposa del veterinario, una escena que a través de la secuencia de planos y la música atronadora transmite al espectador una tensión y violencia extremas, y que para acabar de dejarnos destrozados, Meyer intercala con escenas del marido discutiendo del miembro de un semental con la ranchera vecina…

Todo aumentado por una fotografía durísima en blanco y negro y por un polvo del desierto omnipresente y que parece metérsenos en los pulmones aunque estemos en el sofá de casa.

Eso por no hablar de la simbología de la muerte por evaporación causada por cartucho de dinamita explotando, que como sabemos por “Supervixens”, es un favorito de Meyer :)

En resumen, altamente recomendable si tienes debilidad por las historias perturbadoras y por el cine como arte sin concesiones.

Me voy a permitir acabar citando una crítica del “Los Angeles Times” tomada de la Wiki: "(the film) pack as much sex and violence as possible on the screen without bringing in the police. In fact, they're so ludicrously erotic and sadistic they can be taken as parodies of the entire genre of exploitation pictures."

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Arponero Sánchez
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13 de junio de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de llegar a un punto álgido en su carrera con la sin embargo no exitosa en su momento "Faster, Pussycat! Kill, Kill!", Russ Meyer era acorralado por todos los sectores conservadores del país por culpa de su cine picante y polémico hasta el punto de tener que observar bien su trabajo y plantearse un importante cambio...

Se podría decir que "Lorna", considerada "peligrosamente obscena" en todo EE.UU. y atacada en cualquier cine donde se exhibía, comenzó lo que sería el periodo gótico de su carrera, acentuando el hecho de que cada vez le era más difícil mostrar sexo o desnudos; se decide entonces por introducir altos niveles de violencia, en lo que se acabaría convirtiendo en su "marca de la casa". Y es que, si bien el primer plano que vemos es el de la imponente figura de una Arsha Aivazian tostando su preciosa piel al sol, no será el contenido sexual, ni por asomo, lo más importante de "Motor Psycho".
Ésta es, básicamente, una historia de sangre, crimen y venganza que transpira rabia y brutalidad, bien regado ello de corrosivo humor negro, en algún lugar perdido entre Las Vegas y Los Angeles; poniendo a una banda de jóvenes motoristas con avidez por ejercer la violencia allá por donde pasan, el director radicaliza esos títulos sobre pandillas callejeras y adolescentes descarriados tan populares desde que Nicholas Ray realizara una década antes "Rebelde sin Causa". Podría ser ésta una versión más salvaje de "Pandilla de Motociclistas" o la inglesa "The Leather Boys" en cuyos vastos horizontes del desierto de Mojave se atisba un retorcido homenaje a la obra maestra "El Manantial de la Doncella" y la sombra de la posterior "The Wild Angels".

Notable es también cómo la historia posee un ritmo frenético al estar en su mayoría enfocada desde el punto de vista del líder de la pandilla, Brahmin, quien se convierte en uno de los primeros villanos del cine cuya psicopatía viene directamente provocada por la Guerra de Vietnam; Meyer nos mete de cabeza en la áspera desnudez de esta tierra americana profunda, desencantada, corrupta e inmoral y enfrenta en una cruenta batalla a Dante, Slick y el nombrado Brahmin con Cory, figurando ambos lados de la sociedad del momento, pero no tardando el último en cruzar al otro extremo tras caer su mujer Gail víctima de los tres malhechores.
El papel de las fuerzas del orden es practicamente nulo, también debido a la falta de presupuesto, y su imagen queda ridiculizada por un mismísimo Meyer que se calza el uniforme de sheriff en un instante impagable. Y así nos unimos a ese veterinario con pinta de cazarrecompensas de "western" de Budd Boetticher en una persecución endiablada; y de repente, el director añade un elemento tan exótico y agresivo como Ruby, encarnada por la debutante Barbarella "Haji" Catton. A través de ella el género femenino, maltratado y humillado en el film, obtiene por fin su venganza.

Mientras Meyer utiliza la música de un modo muy particular, sobre todo para acompañar los contoneos y la voluptuosidad de sus damas así como la proximidad de los villanos (al estilo de Spielberg en "Duel" y "Tiburón"), el contenido sexual se reduce, se insinúa y se expone por medio de maliciosas metáforas visuales (y es necesario abrir un paréntesis mencionando esa secuencia mítica en la que una serpiente pica a Cory en la pierna y Ruby debe succionar el veneno), uniéndolo indisolublemente al gusto por el sadismo, que irá acrecentándose hacia un clímax del todo desquiciado.
Sadismo que en sus limitaciones grotescas se hunde en la tradición de esa violencia humana salida de las entrañas que ya predican Peckinpah, Siegel o Fuller. Mientras se recrudece la cacería, Meyer va eliminando el humor negro y deja que se apodere del film un clima de náusea e incluso trazos de oscuro drama psicológico, lo que le permite evocar de un modo más turbador las situaciones que se van desarrollando entre las rugosidades de una atmósfera de gran fuerza visual y preñada de un calor agobiante que por su conjunción de elementos (la arena ardiente, la sangre, la pólvora, la mustia vegetación, el polvo elevado por el viento, el exuberante cuerpo de Ruby) se eleva a la pura abstracción.

¿Acaso forma parte toda esta pesadillesca matanza de las alucinaciones de Cory provocadas por la mordedura de la serpiente?, ¿o todo sucede en la mente desequilibrada de Brahmin? (en un acertado intento por reforzar esta sensación de enfermizo onirismo, el líder motorista viajará en el pasado hasta creerse que está en presencia de los sanguinarios vietcongs). Si bien la naturalidad no es algo que acompañe a los actores de Meyer, más bien la extravagante teatralidad, y lo proyectan de maravilla Stephen Oliver, Joseph Cellini, Steve Masters, ese gran Alex Rocco en su debut, y sobre todo las mujeres, "Haji" parece lograr el efecto contrario.
Bailarina exótica salida de Quebec y de raíces filipinas, su heroína se posiciona entre los más elaborados personajes femeninos del director, no sólo arrasando la pantalla con un físico que quita la respiración, sino desvelando una vena dramática realmente auténtica (pues la actriz solía reescribir y adaptar los diálogos a su vocabulario) como pocas veces se ha visto en las películas de éste; fichada para la siguiente, la buena de "Haji", en su papel de Rosie, perdería todo el encanto, la carga psicológica y el carisma excepcional de Ruby.

"Motor Psycho", a pesar de provocar reacciones encontradas en los fans del director, que se preguntaron por la ausencia de contenido sexual, se convirtió en todo un éxito gracias a los cines "grindhouse", los programas dobles y los "drive-in".
Una cruda, visceral, demente y a ratos endemoniadamente divertida mezcla en clave de sátira del cine de Ray, Peckinpah, Penn y Edward Cahn que abriría el camino a la próxima obra de Meyer.
Chris Jiménez
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