Cartas desde Iwo Jima

Clint sigue a lo suyo, realizar obra maestra tras obra maestra. Como lo consigue? Fácil no debe ser, sino, lo harían todos los directores del mundo; pero hay algo que hace que diferente al Sr Eastwood: no se limita a rodar en base a un guión. Clint Esatwood trata a cada uno de sus personajes como si fueran personas reales, no actores interpretando. Esa humanidad tan grande es lo que inunda de sensibilidad a todos sus films.

Porque, de eso va , precisamente, "Cartas desde Iwo Jima", de sensibilidad, de amor, de humanidad. A pesar de ser una película más enfocada en lo bélico que "Banderas de nuestros padres" no se limita a ser un lienzo sobre la heroicidad, sino que busca intencionadamente el tono de drama intimista, porque si la guerra es un gran drama no lo es tanto por los muertos y la destrucción, sino por el conflicto moral, por el dolor interior, por la tragedia personal de todos aquellos que la viven.

Ya era hora que alguien, mostrara que la mayor guerra que existe, es la del ser humano contra si mismo. Y además con un mérito extra, lo hace desde el punto de vista de los presuntos enemigos de América, unos japoneses hasta ahora denostados siempre en cualquier peli bélica americana, donde siempre habían sido tratados poco menos que como bestias salvajes. Clint nos muestra la verdad, todos somos humanos, todos sentimos, todos padecemos y al final cuando acaban las guerras nunca hay vencedores, sólo un vencido: la humanidad.

Film nº 27 de Eastwood. Escrito por Iris Yamashita, desarrolla un argumento escrito por ella y Paul Haggis, inspirado en las memorias autobiográficas "Picture Letters From Commander In Chief" (2002), del general Tadamichi Kuribayashi, y en la obra "So Sad To Tell Battle: An Account Of War" (2005), de Kumiko Kakehashi. Se rueda en exteriores y escenarios naturales de California, LA, Iwo Jima e Islandia y en estudio, con un presupuesto de 15 M dólares. Es nominado a 4 Oscar y gana un Globo de oro (película habla no inglesa). Producido por Eastwood, Spielberg y Robert Lorenz, se estrena el 15-XI-2006 (Burdokan, Tokio).

La acción tiene lugar en Iwo Jima, Japón y EEUU. Se centra en la batalla de Iwo Jima (19-II-1945 a 25-III-1945), que se cobra la vida de más de 20 mil japoneses. Cuando llega a la isla el general Tadamichi Kuribayashi (Ken Watanabe), cambia los planes de defensa y sitúa los soldados en túneles y galerías subterráneas para ahorrar vidas y dificultar la ocupación americana.

El film suma los géneros de drama, histórico y bélico. Rodada en japonés, explica los hechos desde la óptica del Japón, con afanes de rigor y objetividad. Un presupuesto inferior al de "Banderas de nuestros padres" propicia que el realizador focalice la atención en la batalla. Con ello la narración se hace más pausada, intensa y profunda. La visión que proyecta es más clara y la unidad del film es mayor. Hace uso de formas, sonidos y colores, muy similares a los de "Banderas", con lo que fundamenta el paralelismo de las dos cintas del díptico. Explica que uno de los principales valores del soldado japonés es el honor, que le obliga a suicidarse cuando fracasa en su misión. El tono pesimista y la desazón propios del realizador adquieren aquí unas connotaciones particulares por la espera de una muerte inevitable. Construye un mensaje antibelicista explícito y desvela que el conocimiento del adversario es un instrumento útil para definir estrategias de acción y administrar los recursos de guerra. Desmitifica los héroes, las hazañas bélicas y las epopeyas de guerra. Utiliza como recurso dramático la presencia oculta y sigilosa de los soldados americanos, de acuerdo con los gustos del realizador. Crea un crescendo dramático de gran fuerza. Concentra la atención en 5 personajes: general, Baron Nishi (Tsuyoshi Ihara), soldado Shimizu (Ryo Kase), soldado Saigo (Kazunari Ninomiya) y el riguroso teniento Ito (Shido Nakamura).

La música, de Kyle Eastwood y Michael Stevens, se basa en una partitura pausada, minimalista y melancólica, de 13 cortes. Se apoya en solos de piano, trompeta, redobles de tambor y en composiciones corales de voces blancas. La fotografía, de Tom Stern, hace uso de colores neutros y contrastados, próximos al B/N. Se sirve de frecuentes "flashbacks". Excelente interpretación de Watanabe. Gran película, de gran interés. Plantea una interesante reflexión sobre el ser humano.

Hay que agradecer que por una vez se haga una película bélica donde los dramas humanos no sean los de la soldadesca americana. Al fin y al cabo las guerras las hacen los poderosos y las sufren sus pueblos.
Por lo demás es una obra más que decente con un Ken Watanabe poderoso que se come la pantalla en cada fotograma. Los demás personajes quedan algo desdibujados. Se trata con sumo respeto temas como el honor del pueblo japonés y se critica de una manera feroz la manera de sacrificar soldados por los gobernantes como si fueran fichas de ajedrez. No obstante no llega a la altura de los grandes clásicos del género quizás por unas escenas de acción confusas o por la sensación de dejá vú que te invade.

Es indiscutible que "Cartas desde Iwo Jima" es superior a "Banderas de nuestros Padres"... pero no mucho.

Al menos en ésta Clint Eastwood nos cuenta algo, y nos enteramos un poco de como fue la batallita, porque en "Banderas..." rien de rien. Pero no os creáis que lo que cuenta sea muy interesante no, unas cartitas por aquí, unos flashbacks por acá, y muchos suicidios por acullá.

Así que Eastwood se ha puesto el kimono y para adaptarse al ambiente se ha impregnado de la tradicional parsimonia oriental y su morboso atractivo por la muerte, que por lo visto por aquí tiene cada vez más adeptos. Pues vale.

A destacar la excelente fotografía, una banda sonora muy cuidada como en todas las pelis de Clint, y buenas actuaciones en una historia que la verdad no es gran cosa.

Así que como curiosidad vale, no está mal, pero si no fuese de Clint Eastwood me juego una libra de carne a que no tendría tan alta puntuación. Y ni siquiera un mercader veneciano aceptaría esta apuesta.

Venga Clint, deshazte de Spielberg y vueve a contarnos con menos money historias como tú sabes. Tu pobreza será nuestra felicidad.

Mucho tiempo antes de que americanos y japoneses se mataran salvajemente en la isla volcánica de Iwo Jima (la isla de azufre), uno de esos legendarios marineros españoles, a los que la educación secundaria obligatoria hace que no existan, Bernardo de la Torre la descubrió allá por el siglo XVI. Faltaban más de tres siglos para que el primer nipón pusiera por primera vez sus pies en la isla. Luego hay que escuchar que es una de sus madres patrias. Ya.

Al margen de que en nuestro país tenemos una ignorancia supina sobre nuestro pasado, y que ya quisiéramos que el español medio supiera de su historia la mitad que sabe un norteamericano de la suya, hay que hablar de cine.

Rápidamente varias pinceladas sobre esta “Cartas desde Iwo Jima”. En primer lugar, y como casi todo el mundo estará de acuerdo, es superior a “Banderas de nuestros padres”, por tanto del díptico de Eastwood acaba mejor que empieza.

En segundo lugar, lo necesaria de la película, creo que después de sesenta años de producir películas sobre los japoneses en la SGM, al final ha tenido que ser un director de derechas el que les diera humanidad y a los suyos no les pintara tan defensores de los Derechos Humanos.

En cuanto a la película en sí, decir que el género bélico es muy complicado, y mucho más ahora, donde hay más prejuicios que nunca. Por tanto no creo que sea una gran película bélica, las escenas de acción son menores e incluso algo teatrales. Tampoco narrativamente nos encontramos con una gran historia
una gran historia, es ante todo una película de secuencias, de planos, de momentos, de personajes.

Echo de menos algunos aspectos, como la política o una escala mayor de repercusión. Incluso unos créditos finales donde contase algo más ahora que está tan de moda.

Falta un poquito de estrategia y sobra táctica en el film. Se podía citar la importancia que tuvo dicha batalla para que Estados Unidos lanzara la bomba atómica sobre Japón, al darles pavor la resistencia japonesa en tan minúscula isla y extrapolarla a la que encontrarían defendiendo su sagrado archipiélago.

Es por tanto en el plano psicológico donde mejor se mueve aquí Clint Eastwood, y donde algunas secuencias se convierten en verdaderas piezas maestras de un viaje en el tiempo que el espectador tiene la suerte de disfrutar.

Una obra que sirve para seguir fomentando el mito de Eastwood, un director que abusa de la época en la que está viviendo en estos momentos. Es como si Larry Bird hubiera venido a jugar a la ACB. Si a Eastwood le sacamos de su marco temporal y le juzgamos en la historia del cine, me parece un buen director; si le valoramos en cambio por sus rivales en estos últimos veinte años, podemos decir que es casi el más grande.

Nota: 7,3.