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Están todos bien

Drama Matteo Scuro (Marcello Mastroianni), un funcionario rural ya jubilado, decide recorrer Italia para visitar a sus cinco hijos, que viven en diferentes ciudades. Pero, desgraciadamente, este viaje sólo le sirve para comprobar que, bajo una apariencia de prosperidad y bienestar, la vida de sus hijos y sus familias está marcada por la tristeza y la insatisfacción. Tras el éxito de "Cinema Paradiso", Tornatore vuelve a hacer un emotivo ... [+]
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
31 de julio de 2010
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha pasado el verano y los hijos de Mateo Scuro no han llegado a las playas sicilianas donde él vive. Aquellos cinco que siendo niños han jugado en esas playas se han desperdigado por distintas ciudades italianas del Norte en busca de trabajo, y Mateo, ilusionado con sus posibles progresos y bienestar decide ir a verlos. Al estilo realista italiano y con toques surrealistas las cosas no son como Mateo (Marcello Mastroianni en sus 65 años de edad) se las imagina. Por otra parte sus hijos tienen que ocultarle acontecimientos para evitarle sufrimientos. Un largo viaje nos lleva a Nápoles, Roma, Florencia, Milán y Torino y a conocer las agridulces realidades de la familia de Mateo, un Mastroianni envejecido pero aún lleno de encanto y de vida, con unos lentes de payaso, lentes de miope que agrandan sus ojos, que quieren ver otra cosa que la realidad, en una sociedad muy diferente de la que él ha conocido y del progreso que ha imaginado. Otra encantadora película del director de "Cinema Paradiso" y que fuera retomada más tarde en Norteamérica con el mismo título y que ya he comentado.
Leonel
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20 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bonita historia que nos presenta Tornatore y aunque no llega a los niveles máximos de Cinema Paradiso, está muy cerca. La historia es entrañable y al mismo tiempo cruel. Vemos como un viudo jubilado decide visitar a sus hijos en distintos puntos de Italia. El director aprovecha para mostrarnos bellísimas estampas de los monumentos italianos. La banda sonora también acompaña a que la película nos atrape y sobre todo, la magistral interpretación de Marcello Mastroianni que nos deslumbra con uno de sus mejores papeles. Todo el optimismo, alegría y fuerza del comienzo de la película se va tornando en amargura, melancolía y un poso de insatisfacción. Lección magistral para ver como toda una vida puede pasar de lo mejor a la realidad en pocos segundos.
mateus64
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16 de marzo de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más Giuseppe Tornatore nos regala esta maravillosa historia de la vida cotidiana, en la personificación del protagonista la excelencia de Marcello Mastroianni. Preocupado por la familia y ante la frustración de sus anhelos, construye una realidad para que la vida sea algo misericordiosa para con el. "Stanno tutti bene" y si lo están, habrá que ver como...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
gator960
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22 de septiembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa y triste película la que nos traía el italiano Giuseppe tornatore en 1990 después de su enorme éxito con "Cinema Paradiso". Aquí, un inmenso Marcello Mastroianni se convierte en Matteo Scuro, un septuagenario consumido por la soledad que decide ir, con su sombrero, sus gafas de aumento y su maleta a visitar, uno por uno, a sus cinco hijos, de los que se siento orgulloso a rabiar. La verdad es que Mastroianni, él solito, se carga a sus espaldas este drama, ya que ninguno de los actores que interpretan a sus hijos destaca en especial. Es el genio italiano el que hace que esta película brille de manera especial, con un recorrido por la bella geografía italiana desde el sur, partiendo de Sicilia, a Nápoles, Roma, Florencia, Milán y terminando en Turin, toda una delicia. Valeria Cavalli interpreta a la hija dedicada a las pasarelas, Marino Cenna nos trae al hijo político, Roberto Nobile es el músico de orquesta sinfónica, Norma Martelli es la hija directiva de empresa y el pequeño Salvatore Cascio, al que Tornatore habría antes elegido para protagonizar su "Cinema Paradiso", es Alvaro, el más solitario de todos y el que presumo ser ojito derecho de papá. La banda sonora de Ennio Morricone, una vez más acompañando a Tornatore, también merece la pena.
TESS
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7 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Stanno tutti bene (1990) el director italiano Giuseppe Tornatore muestra el viaje por Italia de un adulto mayor, interpretado por Marcello Mastroianni, que busca reunir, quizás por última vez, a todos sus hijos.

Por Nicolás Bianchi

No hay peor ciego que el que no quiere ver dice el saber popular, en este caso aplicable al personaje central de Stanno tutti bene (1990), película de Giuseppe Tornatore, director italiano más conocido por haber hecho Cinema Paradiso (1988). Matteo Scuro (Marcello Mastroianni) es un hombre mayor que vive en Sicilia y decide emprender un viaje para visitar a sus cinco hijos que habitan en distintas ciudades de Italia.

Desde un principio el personaje parece tener cierta desconexión con la realidad ya que se encuentra hablando solo en la cocina de su casa mientras desayuna. Peor aún, no solo dice palabras al aire sino que mantiene una suerte de diálogo imaginario con alguien que no está, porque frente a él hay solo una silla vacía. Al partir, en la estación conversa con el guarda y desde el tren le pide a gritos que le mande saludos a su padre, a lo que el ferroviario le indica que éste ha muerto. Matteo, sin acusar recibo, exclama nuevamente para que le envíen su mensaje a su viejo amigo a lo que el guarda, ya resignado, asiente. El personaje no ve o no quiere ver lo que sucede a su alrededor.

Así se inicia una especie de road movie por Italia en la que Matteo va a intentar reencontrarse con sus cinco hijos, a los que evidentemente lleva un tiempo sin ver. La primera parada es Nápoles, donde le es imposible hallar a Álvaro ya que no contesta el teléfono ni el timbre de su casa. Desde un principio las ciudades se presentan como un terreno sumamente hostil para Matteo. Hay delincuencia, contaminación y, sobre todo, la más completa indiferencia por parte de los habitantes, siempre más jóvenes que él. Entre él, un anciano, y los jóvenes existe una distancia que no puede ser salvada en ningún momento porque Matteo tampoco se muestra hábil para hacerlo ya que solo parece querer contarle a todo el mundo sobre sus hijos, lo que para los desconocidos es un tema sin el mayor atractivo.

La idea que Matteo tiene de su vida y la de sus hijos está completamente distorsionada. Desde el primer momento en el que se encuentra con ellos Tornatore nos lo indica al ubicar en el lugar de los hijos, todos rondando los treinta o cuarenta años, a niños porque el padre todavía ve a su descendencia como si fueran infantes. La otra forma de auto engaño es observarlos como personas sumamente exitosas. Matteo llega a Roma, luego de su fracaso napolitano, y se reúne con Cannio (Marino Cenna), otro de sus hijos, que se dedica a la política. Matteo lo ve como un referente del partido político en el que trabaja aunque Cannio sea apenas un asesor de segundo orden de un legislador. Todos juegan el juego de la hipocresía en el que sobreactúan importancia y felicidad, cuando en verdad llevan una vida sumamente ordinaria y plagada de problemas, como la de cualquier persona del común.

La película también retrata un espíritu de época. Es 1990, luego del derrumbe del socialismo ya se comienza a percibir la oleada de individualismo que arreciará en el mundo. Las comunicaciones y las tecnologías también están por revolucionarse. Ya a Matteo le cuesta horrores lidiar con el teléfono y los contestadores automáticos, que lo separan aún más de sus hijos. Mientras, los niños, los bebés ya están hipnotizados por las pantallas. Ya no existe más el mundo de las cartas escritas a mano y las frecuentes visitas presenciales que añora Matteo. Y nadie parece estar dispuesto a realizar un esfuerzo para que los adultos mayores se sientan a gusto en las grandes ciudades.

Quizás el punto más alto del film sea la musicalización, a cargo de Ennio Morricone. Los temas instrumentales proveen de una fluidez muy necesaria a las acciones. Los viajes entre ciudades y los momentos de espera cobran así otra relevancia. Los días de Matteo son interrumpidos por sueños que representan su miedo a perder sus hijos, lo cual está bellamente filmado en unas escenas de playa. El interludio de su viaje, en el que conoce a una señora también sola (Michele Morgan), acentúan los propósitos del personaje, que no quiere solucionar sus problemas, sino llevar su mirada irreal de su vida hasta las últimas consecuencias. Vivir en una farsa continuada es, en parte, una elección.

Tornatore y la película fueron premiados en el Festival de Cannes 1990. Stanno tutti bene fue también reversionada por Hollywood en 2009 bajo el título Everybody´s fine con Robert De Niro en el papel de Mastroianni.
El Golo Cine
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